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Sexo salvaje, drogas... y ansiedad: ¿por qué a los jóvenes nos encanta 'Élite'?
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se estrena la quinta temporada

Sexo salvaje, drogas... y ansiedad: ¿por qué a los jóvenes nos encanta 'Élite'?

¿Por qué a los adolescentes y postadolescentes (recordemos que su público objetivo oscila entre los dieciséis y los veinticinco años) nos flipa este carrusel de folleteo y vicio?

Foto: Los protagonistas de la quinta temporada de 'Élite'. (Netflix)
Los protagonistas de la quinta temporada de 'Élite'. (Netflix)

Sexo, drogas, asesinatos, drogas, fiestas, drogas, drogas, sexo, sexo, sexo. Muchos pueden pensar que estoy hablando de un nuevo disco de los Mötley Crüe; un espectacular álbum inédito en el que la banda toca sus habituales palos y temas, sin embargo, nada más lejos de la realidad. ¿Cómo os quedáis si os digo que estoy introduciendo una serie? ¿Y si os digo que es una serie española? ¿Y si, además, os suelto que es una serie española cuyo público objetivo es el adolescente? Supongo que petrificados, ¿no?

Efectivamente, estoy hablando de 'Élite'. Supongo que, de esta serie, producida y emitida por Netflix España, hay muy poco que hablar, pues ya se han escrito ríos y mares y océanos de tinta digital al respecto de lo mala, sobreactuada e inverosímil que es.

Foto: Los protagonistas de la quinta temporada de 'Élite'. (Netflix)

La trama se sucede en Las Encinas, un instituto a las afueras de Madrid para los hijos de los mayores pope de la escena nacional (os estoy hablando, de momento, de la primera temporada) que vive una revolución interna cuando cuatro estudiantes de barrio, de los que trabajan y llegan a fin de mes arrastrando los pies, son becados por el centro (que más tarde se descubrirá que el padre de uno de los niños pijos tenía un chanchullo inmobiliario que llevó a la destrucción del instituto público al que iban, lo que le “obligó” a pagarles los estudios en Las Encinas, aunque esto no lo sepamos todavía).

Claro, aprovechando la situación, los guionistas, muy cachondos ellos, se encargan de crear tramas totalmente verosímiles para un instituto privado (o sea: para chavales que van, más o menos, a segundo de bachillerato y tienen unos dieciocho años), como, por ejemplo, asesinatos sin resolver o importantes negocios que gestionar, todo ello envuelto en el constante jueguecito narrativo de contrastar las despreocupadas y desfasadas vidas de los estudiantes ricos con las sencillas o incluso paupérrimas existencias de los cuatro muertos de hambre. Y así durante cinco temporadas.

En plena era del desconcierto, de la ansiedad social y el pánico a lo que viene, 'Élite' es un espacio seguro

Al parecer, los escritores de la serie se quedaron sin ideas rápido, pues decidieron apostar, según iban sucediéndose los capítulos, por el recurso narrativo más sencillo y viejo del mundo a la hora de crear morbo y enganchar a los espectadores: poner a los personajes a esnifar cocaína y follar entre sí.

A pesar de todo, la serie ha tenido (y seguirá teniendo, pues la quinta temporada, estrenada recientemente, tiene un final abierto que deja el terreno sembrado para rodar una sexta) un éxito indiscutible, siendo uno de los productos de ficción más rentables y vistos de Netflix España. Pero, ¿por qué? ¿Por qué a los adolescentes y postadolescentes (recordemos que su público objetivo oscila entre los dieciséis y los veinticinco años) nos encanta este carrusel de folleteo y vicio?

Rockstar style en la era del desconcierto

Ya ha quedado claro que la serie me parece mala, muy mala, pero, aun así, puedo decir con la cabeza bien alta que me encanta. Estoy totalmente enganchado a sus tramas sexuales, a sus amoríos irracionales y al alto tren de vida de sus protagonistas, pero ¿por qué? ¿qué tiene Élite para enganchar a un posadolescente de veintiún años que cena sopa con fideos porque el periodismo no da para mucho más? Pues, para empezar, que no existe desconcierto alguno en sus capítulos.

'Élite' es la vida soñada de cualquier jovencito confuso como yo. Cuando la noche cae y, agotado de un día de trabajo, me siento en el sofá a ver la tele, encuentro diálogos sencillos, tramas muy básicas y pocos quebraderos de cabeza. Es sencilla y no me hace pensar.

Además, el verla me provoca, como a otros muchos de mi quinta o quintas similares, ese sentimiento de “buah, es que soy yo, literal”, aunque no esté ni cerca de ser yo. Es la vida de la estrella del rock, del juerguista que vive despreocupado y solo piensa en sexo, música y drogas. La vida a la que, aunque no nos guste reconocerlo, todos aspiramos realmente.

El verla me provoca, como a otros muchos de mi quinta o quintas similares, ese sentimiento de “buah, es que soy yo, literal”

En plena era del desconcierto, de la ansiedad social y el pánico a lo que viene (“vienen tiempos interesantes y eso es muy malo para vosotros”, recuerdo que me decía David, un profesor de Geografía e Historia de mi instituto), 'Élite' es un espacio seguro en el que no existen esas preocupaciones futuras, solo las presentes.

El mundo se deshace como se deshace la piel de una mandarina mientras se la quitas; el sistema nos plantea unos retos futuros a los que nosotros, los de mi quinta y posteriores (o sea, los centennials) nos tenemos que enfrentar. El cambio climático, la transición ecológica, el problema demográfico, el auge de la extrema derecha en Europa y muchas más cuestiones son las que tendremos que torear a medio y largo plazo, y eso acojona.

Sin embargo, en 'Élite' no existen esos problemas. En 'Élite', chavales en los que nos vemos reflejados y que, ¡qué narices!, solo se diferencian de nosotros porque tienen padres multimillonarios, no se preocupan por estas cuestiones, sino que disfrutan. Carpe diem en estado puro, supongo.

Twitter macarrones con tomatico

Es probable que el lector más alejado del frenesí de las redes sociales no termine de entender lo que voy a exponer ahora, así que intentaré ser lo más transversal posible para explicar un concepto que, de hecho, lleva circulando por Twitter no mucho tiempo.

Los guionistas de 'Élite' no son precisamente tontos. Saben a quiénes va dirigido su producto y tienen que crear un constante tira y afloja representativo para que el espectador no termine por apagar Netflix y mandar a la mierda la serie por ser un despropósito protagonizado por ricos desfasados. Por ello, se han aprovechado de la idea de los macarrones con tomatico.

Cada cierto tiempo, salta en Twitter un mensaje en el que se expone que el ideal centennial del amor es tener una pareja que te haga macarrones con tomate, un plato sencillo y barato al alcance de (casi) cualquier bolsillo. Lo interesante de esto es que las aspiraciones han cambiado: antes, soñábamos con cenas románticas en el Four Seasons y con bañarnos en botellas de Dom Perignon de seis mil pavos el casco, pero ya no.

Cada cierto tiempo, salta en Twitter un mensaje en el que se expone que el ideal centennial es tener una pareja que te haga macarrones con tomate

En la era del desconcierto, del miedo al futuro y del pánico social, solo queremos independizarnos, vivir tranquilos y enamorar a alguien que nos cuide y nos proteja y nos haga macarrones con tomatico para cenar. En 'Élite' juegan muy bien con estas contradicciones, exponiendo las vidas desenfrenadas de los ricos, que sí pueden ducharse con ese Dom Perignon, y escenas costumbristas y sencillas en las que se hace el amor en camas de noventa del Ikea. Nos dan esa despreocupación del millonario que tanto ansiamos y esa sencillez a la que realmente podemos aspirar.

Por otra parte, también han sabido explotar todo el tema de la responsabilidad afectiva (aunque lo hagan fatal). Nuestra generación tiene muchas cosas malas, pero es de las primeras que ha aprendido a abrirse y expresar sus sentimientos en público sin miedo al qué dirán.

Por eso, entre escenas de desfase y consumo exacerbado de pepas, podemos ver a un personaje contándole sus sentimientos a otro, como nosotros haríamos con algún buen amigo. ¿Que está mal planteado y no tiene ningún sentido? Sí. ¿Que los sentimientos que exponen son de primero de sentimentalismo adolescente? También. Pero, nuevamente, “buah, es que soy yo literal”.

La universidad que nos prometieron

Creo que esta es la clave del éxito de 'Élite'. Todos los de mi generación nos hemos criado con pelis como 'Proyecto X', en las que adolescentes descontrolados montan fiestas tremendas en las que hay de todo menos rezos.

Este tipo de películas han calado tanto en nuestro subconsciente que, cuando acabamos bachillerato y entramos en la facultad, nos esperamos que nuestra vida universitaria va a ser así; un despropósito de fiestas irracionales y sexo salvaje y locura constante que nos hará disfrutar plenamente de nuestros cuatro años de carrera. Pero nada más lejos de la realidad.

Cuando llegamos a la uni, nos encontramos en una ciudad que no es la nuestra, alojados en un asqueroso piso de estudiantes lleno de mierda y teniendo que vivir con los doscientos euros que nuestros padres nos dan para que nos alimentemos durante todo el mes.

Foto: El periodista de El Confidencial Héctor G. Barnés. (Salomé Sagüillo)

Nos encontramos con alumnos desmotivados y sin ningún ápice de pasión, con profesores que, por decirlo flojito, ídem, y con un calendario repleto de clases obligatorias, exámenes y trabajos eternos que, como mucho, nos dejan salir de farra dos veces al mes. La ansiedad y el estrés se apoderan de nosotros y tenemos ganas de hacer poco.

En 'Élite', aunque está basada en un instituto y sus protagonistas van a segundo de bachillerato, se muestra esa universidad soñada y prometida. Esas fiestas sin control, esas drogas experimentales, esa confrontación con los profesores, esa desobediencia punki anti todo. En resumen, eso que no existe en la vida real.

Además, se muestran a adolescentes completamente seguros de sí mismos que no dudan en probar éxtasis líquido y follar todos con todos, cuando la vida real, señores, no es así. Los jóvenes somos inseguros y tenemos miedo. Como es perfectamente normal, no nos solemos atrever a probar el éxtasis líquido ni el cristal, ni nos gusta experimentar. No follamos entre todos –aunque nos creamos que sí– ni nos desinhibimos hasta el punto de tener relaciones sexuales que con personas de nuestro mismo género sin ser homosexuales o bisexuales. No tenemos tanto valor, pero nos gustaría. Estamos demasiado preocupados como para vivir así.

Pepas como churros

Para concluir, diré que 'Élite' es, en general, una serie tan mala que es buena. Aunque muchos la consideran peligrosa por incitar a chicos jóvenes a probar ciertas cosas, ya he argumentado por qué jamás las vamos a llevar a cabo, sin embargo, encuentro algo que sí veo peligroso: el tratamiento que hacen del consumo de drogas.

En una de las fiestas que se muestran, una de las protagonistas se come hasta tres pastillas de lo que parece ser éxtasis (conocidas popularmente como pepas) en toda la noche.

En otra fiesta y también otra chica, que en este caso es dj, se come hasta cinco pastillas en un par de horas y consume, además, cocaína y MDMA. Siendo, claros, si en una noche consumes cinco pastillas de éxtasis, estas muerto. No hay más.

Foto: Muestrario de drogas incautadas en la operación. (Policía Nacional)

En la serie, el tratamiento que hacen de las drogas es pésimo. Es un consumo desproporcionado e irreal lo que se muestra, pues el éxtasis se consume de cuarto en cuarto de pastilla durante toda la noche, llegando a consumir, como mucho y si estás muy acostumbrado a esta sustancia, una entera en seis horas. Vamos, que si a algún espectador de esta serie le da por probar las pepas imitando el modelo de 'Élite', que haga testamento antes, porque le va a dar una sobredosis y va a palmar.

En resumidas cuentas, la serie de Netflix es malísima en todos los aspectos (desde los personajes, que no tienen carisma ninguno y hablan en un tono de intensitos emocionales sin sentido, hasta los diálogos, que no podrían estar peor escritos), sin embargo, juega al tira y a floja con el espectador objetivo creando escenas potentísimas que nos dan todo el rato lo que estamos buscando. ¿Hoy buscas fiestas descontroladas en Ibiza con tusi y Cabernet Sauvignon? Pues tómalas. ¿Que prefieres sencillas escenas de amor y responsabilidad afectiva? Pues al toque, mi rey, y que no se hable más.

Yo, al menos, estoy esperando ansioso una sexta temporada.

Sexo, drogas, asesinatos, drogas, fiestas, drogas, drogas, sexo, sexo, sexo. Muchos pueden pensar que estoy hablando de un nuevo disco de los Mötley Crüe; un espectacular álbum inédito en el que la banda toca sus habituales palos y temas, sin embargo, nada más lejos de la realidad. ¿Cómo os quedáis si os digo que estoy introduciendo una serie? ¿Y si os digo que es una serie española? ¿Y si, además, os suelto que es una serie española cuyo público objetivo es el adolescente? Supongo que petrificados, ¿no?

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