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Úteros unidos, ¡alistaos en el frente materno!
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'TRINCHERA CULTURAL'

Úteros unidos, ¡alistaos en el frente materno!

El debate jamás se aborda desde la perspectiva de la libertad. Quizás no tienen hijos, simple y llanamente porque no quieren. ¿Cómo? Que no quieren. Punto. Es sencillo

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

Esta sociedad pronto acabará llamando al timbre de las mujeres para preguntarnos qué pensamos hacer para tener más hijos, pagar las pensiones de nuestros mayores y mantener el Estado del bienestar en su conjunto, si es que no lo está haciendo ya. No se extrañe si le pareció oír un ruido tras la puerta. Pues el sistema riñe a menudo con la libertad de las mujeres, y no casualmente el debate sobre la maternidad ha irrumpido con tanta fuerza en España, a modo de deuda requerible a las féminas, que no tardarán en exigirnos.

Tanto es así que viene al pelo la obra de la actriz Leticia Dolera, 'Morder la manzana', llevada por Raquel Riba Rossy (Lola Vendetta) a novela ilustrada, bajo el sello de Planeta Cómic. Esto es, la imagen de la manzana cual metáfora del rol de la mujer en la configuración de nuestras sociedades, más como una obligación que como un deseo de elección libre. De ahí que, si una se sale de lo previsto con su autonomía, venga la culpa. La primera, Eva empujando a la humanidad fuera del Paraíso, como penitencia, por su error con el mordisco.

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A la sazón, el valle demográfico que sufre una sociedad avanzada como la nuestra es lo que llama ya a rebato a las distintas corrientes de pensamiento para entender qué les ocurre a las mujeres que no están a "lo suyo". Todas ellas partiendo de la premisa de que no tienen hijos porque están precarias. Todas ellas asumiendo que, si les damos ayudas, entonces querrán tenerlos. Todas ellas cuestionando de nuevo el aborto. La libertad de elección de la mujer, en definitiva, vista como un problema. Una manzana mordida, o podrida.

De ahí que a izquierda y derecha se ofrezcan ya soluciones que pivotan sobre el rol femenino: los "cuidados", las políticas de natalidad… Incluso, dando por superada la equiparación de otras políticas como la del permiso de paternidad. A saber, el sistema ha llegado a la conclusión de que las políticas de igualdad no sirven para promocionar que muchas más quieran ser madres. Ahora hay que fomentarlo, devolviendo a la mujer a "su" rol dentro del hogar. "Tengo que planificarme, por si luego me arrepiento", piensa la protagonista de la novela de Dolera.

Asimismo, el auge de las ideologías ultraderechistas también presiona exigiendo a las mujeres "su" cometido. Hablan de los pocos hijos de occidente, aquejados de que las personas migradas de otros lares puedan venirse a nuestras fronteras a formar una familia. Tenemos escasez de niños, pero hay quien está incómodo con que otros ciudadanos disfruten aquí de libertades y derechos. La cara más fea del debate es que acaba tomando tintes reaccionarios, hablando de etnias y colores de pieles. Hay, por desgracia, a quien la diversidad le disgusta.

Foto: Recién nacido. (iStock)

Pero fíjese que el debate jamás se aborda desde la perspectiva de la libertad. Quizás no tienen hijos, simple y llanamente, porque no quieren. ¿Cómo? Que no quieren. Punto. Es sencillo. Hay mujeres que no quieren tener hijos. No son malas, no son terribles, no son raras, no tienen un problema. No es que estén precarias. No quieren ayudas, no va de eso. Tampoco han abortado nunca. No se les ha pasado el arroz, porque lo han decidido. Pero no se ven, no lo esperan, no es su deseo. Ahora no les interesa, y mañana tampoco.

Aunque el entorno a menudo tampoco puede soportar que, si no eres madre, tampoco tengas alternativa. Cuántas veces aparece un "aliado feminista" creyendo que va a hacer un favor, va y suelta: será porque quiere prosperar en su carrera. O carrera o hijos. Otra falsa dicotomía. Siempre se ofrecerá a la mujer una excusa, una salida, en un ambiente poco preparado para enfrentar su rechazo. La comunidad ofrece esa justificación porque, en esencia, piensa que el útero no puede quedar inservible sin motivo.

Y uy, de la que ose decir: es que me gusta vivir mi vida. Para esa, la comunidad ya tiene respuesta. "Fresca, egoísta, aniñada, adolescente a los 30, no tiene rumbo". Se vuelve entonces pertinente la pregunta. ¿Nuestras madres eligieron ser madres, o es que en ese momento no era posible el cuestionamiento? Cantidad de mujeres, de haber nacido en este siglo, aseguran que hoy no tendrían hijos. Es la realidad, aunque disguste: el progreso, la emancipación, nos ha sacado de la cocina pudiendo determinar nuestro destino. Este ya no pasa solamente por un bebé en la cuna como misión de vida.

Foto: Hoy, en los 'millennials' destruyen cosas: los 'millennials' destruyen la humanidad. (iStock) Opinión

Así que el sistema tiene un problema de natalidad, sí, y de pensiones, también. No hay duda. Pero no se resuelve bombardeando con falsos mitos y planteando el debate en términos de que "tu libertad me disgusta". Ilustrando la falsa imagen de que esto se resuelve mediante recursos, sepultando a las mujeres que han elegido no ser madres por motivos libres. El problema no se resuelve glorificando el prototipo de la joven que quiere ser madre, frente a quien elige no serlo. La segunda es hoy muy incómoda, mire si hemos retrocedido.

Eso demuestra que el rol de la mujer es sistémico. El hombre puede vagar en solitario, como individuo. La mujer edifica una comprensión del mundo. De ahí series como 'El cuento de la criada', a modo de distopía. Aunque en el día a día, los pensamientos que invaden a muchas mujeres sean más realistas, como ilustran Dolera y Riba-Rossy. "Como si las mujeres que no son madres no pudieran experimentar el amor pleno, puro y total, y se quedaran con una experiencia de vida incompleta", el llamado "amor incondicional" hacia nuestro entorno.

Por eso aparece la protagonista cargando una enorme manzana tras su espalda en uno de los capítulos, todo ello mientras invita a las mujeres a darle un nuevo significado al mordisco primigenio. Un mordisco que sea liberador. Un mordisco que no sea culpable: ni en el sexo, ni en el aspecto femenino, ni en su comportamiento. En definitiva, un mordisco que permita elegir. No es un útero una incubadora de propiedad pública. No se divide la comunidad entre el frente materno y las muerde manzanas.

Se cose el sistema bajo la libertad de todas ellas, bajo la libertad de las mujeres.

Esta sociedad pronto acabará llamando al timbre de las mujeres para preguntarnos qué pensamos hacer para tener más hijos, pagar las pensiones de nuestros mayores y mantener el Estado del bienestar en su conjunto, si es que no lo está haciendo ya. No se extrañe si le pareció oír un ruido tras la puerta. Pues el sistema riñe a menudo con la libertad de las mujeres, y no casualmente el debate sobre la maternidad ha irrumpido con tanta fuerza en España, a modo de deuda requerible a las féminas, que no tardarán en exigirnos.

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