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Ana Brito: "Yo no vendo humo, vendo números"
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¿Y TÚ DE QUIÉN ERES?

Ana Brito: "Yo no vendo humo, vendo números"

Al acabar la carrera tuvo varios trabajos. De la última empresa la despidieron en junio de 2020. Se prometió que no volvería a tocar suelo, y le dio por hacer monólogos en Instagram

Foto: La humorista Ana Brito. (Patricia J. Garcinuño)
La humorista Ana Brito. (Patricia J. Garcinuño)

Ana Brito hizo una fiesta cuando llegó a los 100.000 seguidores en Instagram. Exagerado, dirán algunos. Pura sobriedad, afirmarán otros. Ella lo cuenta tranquila y con una seguridad aplastante. "He recibido ostias de realidad, así que sé valorar lo que tengo", dice. "Sé que lo voy a petar", añade. Pero resumamos brevemente los últimos meses de sus 31 años y todo lo que pasó hasta llegar a los monólogos y a la comedia, que son ahora su forma de vida.

Brito estudió Relaciones Públicas en tres universidades. Primero empezó en una americana, luego pasó a ESIC y acabó en la Rey Juan Carlos. Un baile de instituciones que no se debe a malas calificaciones, sino a la situación que vivió su familia. De tenerlo casi todo a perderlo casi todo por culpa de la crisis financiera de 2008. Varias mudanzas en pocos años, un padre que no conoce ni quiere conocer por ahora. Tener dinero para luego perderlo y sentir ahora, dice, “la sensación de que vuelvo a tenerlo”.

placeholder Foto: Patricia J. Garcinuño.
Foto: Patricia J. Garcinuño.

Al acabar la carrera Brito tuvo varios trabajos. Primero en una agencia de publicidad, en varias empresas del sector audiovisual, y de la última la despidieron en junio de 2020. Se prometió que no volvería a tocar suelo, y le dio por hacer monólogos en Instagram. Humor de lo cotidiano y de los pijos, que son la tribu que mejor conoce. Su video de Formentera se hizo viral, también otro en el que imitaba a Irina Shayk -la modelo rusa contestó muerta de risa a semejante afrenta- y uno en el que resumía la sensación de estrenar década sin trabajo y con ocho kilos de más. Lo tituló: "30, despedida y hermosa".

PREGUNTA. No sé si ha hecho alguna vez la prueba de buscarse en Google…

RESPUESTA. No…

P. Ya lo he hecho yo por usted. Me sale "Ana Brito novio" y "Ana Brito padre". ¿Le sorprende?

R. (Carcajada) No me extraña ninguna de las dos.

P. ¿Por qué?

R. A mi novio en las redes le llamo "el alto". También se lo llamo en la realidad, todas mis amigas también, porque es muy alto, no es ficticio. El pobre ha perdido toda su identidad, pero cuando llegué a los 30.000 followers en Instagram decidimos eliminar cualquier rastro de él, porque tiene una vida muy diferente a la mía y no quiero que le influya en su carrera profesional y tampoco en su vida personal. Y esto genera cierto morbo y cierto misterio en mi perfil. Subo fotos, por ejemplo, y siempre sale él pero de espaldas. Y lo de mi padre también es normal, como no lo conozco…

"A mi novio en las redes le llamo 'el alto'. También se lo llamo en la realidad, todas mis amigas también, porque es muy alto, no es ficticio"

P. Cuénteme esa historia.

R. Hay un video en el que lo expliqué todo, porque me gusta hacer humor con el hecho de ser bastarda. Mi madre estuvo con mi padre cuatro años, y al dejarlo ella se dio cuenta de que estaba embarazada. A todo esto mi padre tenía dos hijas de un matrimonio anterior, pero por varios problemas se cortó la relación. Resumiendo: yo sé quién es mi padre, me escribo algún email con él, pero no he tenido una figura paterna en mi vida y he hecho bromas con eso.

P. ¿Él ha visto ese vídeo?

R. Es verdad que a raíz de ese video mis hermanas se pusieron en contacto conmigo contándome su versión, que no deja de ser verdad para ellas. Yo ahí no me meto, pero entendí que estuvieran dolidas, me di cuenta de que había hecho daño a personas que me consideran su familia. Bueno, es que son mi familia de sangre. Pero la realidad es que soy una persona muy extremista, muy sensible, y creo que hay una caja de Pandora que no quiero abrir de momento. Quizá las conozca en un futuro, y a él también. Por ahora, no.

P. Usted hace humor de lo cotidiano, pero tiene perfectamente retratados a los pijos, con los que ha convivido desde pequeña…

R. El nombre del colegio al que fui de pequeña no lo quiero decir porque es el mismo que el de Tamara Falcó, pero es verdad que he tenido la suerte de ir a un colegio británico en Madrid, luego estudié en un colegio americano en Londres, cosa que me permitió conocer la cultura tanto británica como estadounidense. Todo eso me ha hecho estar en contacto con un mundo relativamente sectario, con sus propias reglas y sus formas de hablar, de comportarse, de moverse y mil cosas más. También es verdad que por la crisis de 2008 cambié tres veces de universidad. Pasé de la universidad americana a Esic y luego a la Rey Juan Carlos, y son tres ambientes muy diferentes. Eso te curte, y gracias a Dios te permite salir de esa burbuja en la que para bien o para mal me he criado. En todo caso, creo que hay que saber reírse de uno mismo donde estés y con quién estés, hacerlo tuyo y sacarle partido.

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Foto: Patricia J. Garcinuño.

P. Los pijos son un caramelo para la chanza pero ¿cuánto cree que hay de envidia detrás?

R. Habría que pensar también qué es ser pijo, porque a lo mejor yo lo soy para ti pero para mí eso no es serlo. Hay mil tipos y subtipos de pijo, así que no sé qué contestarte. Pero todos queremos tener una casa mejor, un trabajo mejor, estar más buenos, tiempo y dinero para irte de vacaciones. ¿Eso es malo? El problema es que la sociedad crea que lo es. Tener dinero te permite tomar decisiones y ayudar a los que conoces y a los que no. Esto no te lo digo porque yo lo tenga, sino porque lo tuve, lo dejé de tener y ahora estoy en el camino de volverlo a tener. Esa escasez me ha hecho valorar lo que te aporta tener dinero. Pagar la universidad, la compra, un piso…

P. ¿Qué significa "dejarlo de tener"?

R. Mi familia tenía dinero porque era dueña de la única empresa de topografía que había en España, una industria que actualmente es obsoleta. Pero después de la Guerra Civil hicieron mucho dinero en muy poco tiempo y no tenían educación financiera para gestionar todo ese patrimonio. A medida que avanzó la tecnología y llegó la crisis, fuimos de más a menos. Yo afortunadamente no me he visto en la situación de estar en la calle y pasar hambre, pero tuvimos que vender todo lo que teníamos, nos tuvimos que cambiar unas siete veces de casa. ¿Qué he vivido en zonas que son la leche? También es verdad. Fíjate qué recorrido: La Moraleja, Las Rozas, la zona del Palacio Real, Alonso Martínez, otra vez de vuelta a la zona de Palacio Real, y ahora mi madre está en Huertas y yo viviendo con mi novio. Eso en un plazo de siete años.

Antes estas cosas no las valoraba porque lo daba todo por hecho, así que fue un baño de realidad. Me sentía una outsider en el mundo en el que me había movido hasta entonces, porque algunos no entendían por lo que estaba pasando… hablando mal y pronto, fueron ostias de realidad.

P. Cuando acabó la universidad estuvo trabajando en varios sitios. En uno de ellos estaba trabajando cuando llegó la pandemia y con ella el despido…

R. Al principio hice lo que la mayoría de gente de mi generación, ir cogiendo lo que caía con tal de hacer unas prácticas y ganar algo de dinero. En la última empresa en la que estuve me dedicaba a temas de derecho audiovisual. Ya ves, sin haber estudiado Derecho ni nada. Así que en enero de 2020 hablé con ellos y les dije que lo que estaba haciendo no era lo mío, que no se me daba bien y que creía que mi puesto se lo merecía otra persona, así que pactamos en irme en junio. Pero nos encerraron y no pude recular, aunque creo que si no hubiera pasado eso no me habría dejado llevar por lo que realmente me gusta.

"Mi familia tenía dinero porque era dueña de la única empresa de topografía que había en España, una industria que ahora está obsoleta"

P. ¿No temió volver a las épocas difíciles?

R. No, porque siempre me planteé que aquello no me iba a volver a pasar. Como los últimos trabajos habían sido en empresas del sector audiovisual, me di cuenta de que el 'showbusiness', el entretenimiento, podía ser una salida. Al principio, cuando empecé, fue toda una sorpresa, pero luego, al ver éxito en tan poco tiempo, me salió la vena estratégica y me dije: "Voy a ir a saco".

Me despidieron un viernes y el lunes hice un video que se llama: "30, despedida y hermosa", en el que contaba que me habían echado otra vez, que acababa de cumplir años y estaba con ocho kilos de más. Y como tuvo tirón, se me ocurrió hacer un crowfunding para poder montar un show. Levanté 15.000 euros en una semana y eso me permitió grabar los cuatro primeros capítulos. Enseguida me di cuenta de que tenía que hacer videos más cortos, fui a clases de improvisación y me adentré en el mundo de la comedia. También lo profesionalicé.

P. ¿Significa que ahora vive de esto?

R. Actualmente los ingresos no son recurrentes, pero mis previsiones indican que a principios del año que viene sí lo serán. Ahora no puedo vivir como me gustaría vivir, pero a partir de febrero espero que sí. He aprendido por el camino y lo que más me apetece ahora es seguir haciendo reír.

P. ¿Usted cree que se puede hacer humor de todo o se autocensura?

R. Creo que deberíamos saber hacer humor de todo. Si te hacen una broma que te afecta personalmente y con la que no estás cómodo o de acuerdo, no deberías perder mucho tiempo en ella. Porque hay cosas más importantes en la vida que una broma. En vez de dedicar esfuerzo y tiempo en explayar mi ofensa, prefiero tomarme algo con mis amigas o llamar a mis abuelos. Eso sí, sé que hay temas que pueden provocar más jarana.

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Foto: Patricia J. Garcinuño.

P. ¿Por ejemplo?

R. Pues mira, hice un video hablando de las modelos, e hice un comentario de que pesaban 40 kilos en vez de haber dicho que pesaban dos, por ejemplo, y así llevarlo al extremo. Es verdad que hay gente que mide 1,70, pesa 40 kilos y está fenomenal, pero no pensé que eso podía molestar a alguien.

Siempre pienso una cosa. Imagínate que te mueres mañana, por ejemplo. ¿Te ha compensado contestar a alguien que no conoces, que no vas a ver jamás, solo porque se ha molestado con un comentario tuyo pudiendo haber dormido una hora más, por ejemplo? No sé, igual la loca soy yo.

P. ¿Alguna vez ha pensado en bromear con la política?

R. No, para nada. Me mata soberanamente. ¿Que lo puedo hacer? Por supuesto. ¿Que lo vaya a hacer? Nunca se sabe, pero por ahora no me interesa. No leo nada de política y cuando sale el tema desconecto. ¿Debería ser una persona informada y con algún tipo de conocimiento político? Sí, pero no lo soy. MAL.

P. Hablemos de mujeres y humor. Lugares como La Chocita del Loro, la protesta que se monta al respecto…

R. Uff, qué pereza, es que no me da tiempo a meterme en eso. Yo demuestro que soy buena con acciones, estadísticas y números. Para mí eso basta y sobra, y cierra muchas bocas. No tengo nada más que decir, tanto a la gente que opina que las mujeres no pueden hacer humor, como a las mujeres que se ponen a hacer bullying por sentirse ofendidas.

"Yo demuestro que soy buena con acciones, estadísticas y números. Para mí eso basta y sobra, y cierra muchas bocas"

P. ¿Sigue siendo su referente Ellen Degeneres?

R. Sí, porque independientemente de lo que haya pasado (fue acusada de racismo e intimidación en su programa) y aun sin saber si es o no real, me parece una tía muy rápida, que ha marcado un antes y un después en el humor y además ha hecho mucho bien al colectivo LGTBI.

P. ¿En España quién le hace reír?

R. Me encanta el dúo de Silvia Abril y Toni Acosta, el suyo es el único podcast de humor que escucho. Me muero de risa con ellas. ¿Habéis visto el programa que hicieron en Amazon Prime? Me fui a dormir con una sensación de felicidad extrema, que es justo la que yo quiero vivir mientras trabajo.

También me desternillo con Xuxo Jones, sobre todo con su acento murciano. Que no tengo nada en contra de los murcianos. Es más, es que creo que gana mucho con él. Martita de Graná también me parece un referente, pero la he visto en directo y llega un punto en el que estar todo el rato con "coño, coño, coño" en la boca… me parece que la broma deja de ser inteligente. A mí también me gusta decir palabrotas, pero… Ella ha conseguido muchas cosas en muy poco tiempo, y es una mujer normal que está recogiendo ahora sus frutos. Eso es admirable. También me gustan 'Ilustres ignorantes', Susi Caramelo, los de 'La hora chanante'…

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Foto: Patricia J. Garcinuño.

P. Dice que no le molesta la palabra influencer…

R. La connotación negativa que tiene ahora la palabra es porque se ha estado un montón de tiempo sin crear contenidos diferentes. Pero al final, un influencer es una persona que a través de redes sociales tiene la capacidad de influir en su audiencia. Yo, desde que tenía un blog, sé que la tengo, porque las recomendaciones que hacían gustaban, se generaban ventas… y eso sigue pasando. ¿Influencer? Claro que lo soy, aunque por ahora no cobre por el 'product placement', y eso está mal y soy consciente. Pero mi objetivo por ahora es hacer reír. Yo no hago 'unboxing', así que no me mandes tu productito que no te lo voy a sacar.

P. No trabaje gratis…

R. Ya, está en mi lista de tareas pendientes. Pero es verdad que tengo una audiencia bastante grande y muy fiel. Por lo que sí cobro es por los contenidos personalizados. Marcas que me piden un 'sketch' o un monólogo ad hoc. Pero hago cuatro al mes, porque no me interesa hacer más y las estadísticas son buenas. Ya te lo he dicho, yo no vendo humo, vendo números. Lo aprendí cuando trabajé en una agencia de publicidad.

P. ¿Qué será lo próximo?

R. Me estoy formando para hacer un monólogo presencial, un stand up comedy. Por ahora mi entorno es el digital y ahí puedo cambiar las frases de sitio y grabarme cuarenta veces hasta conseguir lo que yo quiera. Eso en directo no lo puedo hacer. Cuanto esté preparada, tarde lo que tarde, lo conseguiré. Sea en seis meses o en un año, lo voy a reventar.

Ana Brito hizo una fiesta cuando llegó a los 100.000 seguidores en Instagram. Exagerado, dirán algunos. Pura sobriedad, afirmarán otros. Ella lo cuenta tranquila y con una seguridad aplastante. "He recibido ostias de realidad, así que sé valorar lo que tengo", dice. "Sé que lo voy a petar", añade. Pero resumamos brevemente los últimos meses de sus 31 años y todo lo que pasó hasta llegar a los monólogos y a la comedia, que son ahora su forma de vida.

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