¿Resiste Lavapiés? El barrio más multicultural de Madrid, en peligro
El documental 'Del susurro del tiempo' ha rodado durante un año los biorritmos de Lavapiés, el último bastión del centro de Madrid que intenta sobrevivir a la gentrificación
"Lavapiés resiste", reza el cartel. Resiste, ¿pero a qué? Cuenta Marcos Fernández Vázquez, alias Zaván, que Lavapiés ha cambiado mucho en los últimos años. Ya había cambiado desde los años 50, cuando este barrio del centro de Madrid acogió toda aquella inmigración rural que vino a la gran capital a buscarse la vida, como en 'Surcos' (1951), la película en la que José Antonio Nieves Conde, militante falangista, retrató las vicisitudes de aquellos emigrantes extremeños, andaluces, manchegos y castellanos cuyos sueños de prosperidad se encontraron con la picadora de carne de una urbe despiadada. Nada tiene que ver el barrio decadente de los años 80 con el Lavapiés multicultural y festivo de ahora -conviven en él alrededor de 88 nacionalidades- , una identidad que, según Zaván, peligra frente al claro proceso de gentrificación que está viviendo la zona. En julio de 2020, la población del barrio de Embajadores (donde pertenece Lavapiés) contaba con un 28,44% de población extranjera, un ligero aumento frente al 26,82% de julio de 2019, pero una disminución en números absolutos, puesto que en un sólo año el padrón ha disminuido en 13.000 vecinos.
"Del Lavapiés que yo conocía al Lavapiés de cuando empezamos el proyecto había cambiado un montón. De hecho, hay menos multiculturalidad en el barrio. Las plataformas de alquiler vacacional tipo AirBnb han cambiado mucho la demografía del barrio. Hay muchos locales que antes eran locales comerciales y que ahora se han reconvertido en viviendas", explica Zaván, que acaba de dirigir 'Del susurro del tiempo', un documental centrado en Lavapiés y rodado colectivamente -aunque con él como cabeza aglutinante de todo el proyecto-, que, como indica su título también trata de esos cambios que no se perciben porque son tan graduales que, cuando de repente miras, te das cuenta de que hay cosas que han desaparecido y gente que formaba parte de la identidad del barrio y ya no está". Zaván traza también un paralelismo "entre la inmigración de los 50, que era inmigración interior, y la inmigración de ahora, que es exterior" en un Madrid que lleva más de medio siglo fagocitando la mano de obra de fuera de la Comunidad.
"La población china ha disminuido mucho en el barrio. Hace 15 años había mogollón de locales y ahora son anecdóticos, sobre todo desde que se abrió Cobo Calleja. En Encomienda había muchos, pero ahora se han ido y allí se han abierto productoras", explica. En la propia plaza central, donde había una antigua churrería ahora hay un Codere. También se ha abierto un hotel de cinco pisos de una conocida cadena francesa en la calle Valencia y han aparecido varias franquicias de comida rápida en calles que antes podían presumir de alojar negocios familiares y de proximidad. El año pasado, debido a la no renovación del contrato de alquiler, echó la persiana el restaurante Baobab, punto de encuentro durante 14 años de la comunidad senegalesa, precisamente después de que el mismo promotor del hotel de la calle Valencia adquiriese el local. "Pasó en Chueca, pasó en Malasaña y, yo creo que del centro sólo quedaba Lavapiés". ¿Qué hay más elocuente que el escenario que acogió 'Surcos' haya recibido tres años atrás el rodaje de 'Terminator: destino oscuro', superproducción de Hollywood con Arnold Schwarzenegger y Linda Hamilton como protagonistas? Y es que ese mismo año, la revista estadounidense 'Time Out' había elegido Lavapiés como el barrio más 'cool' del mundo.
El documental, que ahora mantiene abierto un 'crowdfunding' para recaudar el dinero que queda para postproducirlo, "no es de testimonios, sino que tiene un rollo contemplativo", como explica su director. "Es el retrato del barrio en colaboración con los vecinos, con una estructura temporal, recorriendo las 24 horas del día durante todo un año. Empezamos a finales de enero o inicios de febrero a las cuatro de la mañana y, cada quincena, se iba grabando una hora más tarde. A los quince días todo lo que grabamos era a la cinco de la mañana. Los siguientes quince días a las seis de la mañana, y así". 'Del susurro del tiempo' recorre las calles del barrio deteniéndose en sus idiosincrasias: el interior de las corralas, los puestos de la calle Santa Isabel, el cine Doré -antes conocido como 'el palacio de las pipas'- los distintos talleres artesanos, las peluquerías africanas, el centro social La Quimera, el Centro de Estudios Castilla, que acoge a estudiantes de alrededor de 30 nacionalidades, o el local de ensayo del grupo Cosmosoul. "Hemos rodado dentro de una fábrica de zapatos artesanal y también del estudio de un luthier suizo que sólo se dedica a la guitarra española, que vino a España a aprender hace años, y que, tras la jubilación de su maestro, se quedó con el taller".
Zaván, autor del documental 'Del poder' (2011), también ha buceado en los archivos, donde ha encontrado imágenes de la plaza Tirso de Molina, que hasta 1939 estuvo dedicada a Juan Álvarez Medizábal y que se llamó hasta entonce plaza del Progreso, antes de que las tropas franquistas la derribaron su estatua por el papel que éste tuvo en la Desamortización de los terrenos de la Iglesia. La mayor parte de los edificios del barrio pertenecen a aquella época, alrededor de la mitad del siglo XIX, y, según cuenta la urbanista Eva García, impulsora del Observatorio Metropolitano de Madrid, "Lavapiés ha sido un territorio de infravivienda muy grande, con unas características edificatorias para nada nobles, y era evidente que con la población popular y obrera que había en este barrio, sin aportación de subvenciones de dinero público, este espacio iba a ir a una degradación, mayor".
"La cuestión es hasta qué punto esas políticas públicas han coadyuvado a ciertos procesos en los que se ha provocado un desplazamiento de población., porque desde hace un tiempo, el espacio ya ha entrado dentro del tablero del juego inmobiliario. Y bueno, creo que al final Lavapiés también está conectado con el resto del fenómeno de la ciudad de Madrid como capital; al fin de cuentas el proceso de elitización casi funciona como un derrame en toda la ciudad", defiende García en el documental. "Se tiene que proteger la residencia. La función social de la vivienda. Las viviendas son para vivir, no son hoteles, y cuanta más gente viva en el barrio más comercio de cercanía habrá. Que tú no te puedes inventar que haya un comercio de cercanía si no hay vecinos. Lo que tiene que haber es gente viviendo. Gente viviendo de distintos estratos sociales también, que eso es lo que el urbanismo sano aconseja. Entonces protección de vivienda social, protección de los precios de los alquileres. Y al final el barrio pues seguirá teniendo su vida real".
En 'Del susurro del tiempo', el director mete la cámara dentro de la casa de los vecinos, como el senegalés Ndongo, que se levanta a las cinco de la mañana para acudir a su puesto en una productora -aunque ahora ha tenido que reciclarse en el sector de la construcción, o de una vecina de toda la vida, octogenaria, con muchas dificultades de movilidad, que cada vez que quiere salir a la calle debe enfrentarse a varias decenas de escaleras. "Después de la pandemia no la he vuelto a ver", lamenta. Algunos de los negocios que empezó a rodar en invierno de 2019 ya no existen. También han desaparecido algunos de los vecinos que aparecen han desaparecido; unos por culpa de la Covid, otros por culpa de los desahucios. "Marina es una de las vecinas expulsadas del barrio. Tenía una casa preciosa; vivía en un cuarto y era la única vecina. Tenía todas las escaleras llenas de plantas y cuadros, una en cada peldaño. Su piso, en el que había vivido treinta años, estaba lleno de libros. Pero, de la noche a la mañana recibió un burofax y tuvo que abandonar la casa. Ella tenía una buena relación con el dueño, que era un casero particular. Lo que pasa es que ahora se busca sacarle más rentabilidad o ponerlo en AirBnB, al menos hasta que llegó la pandemia".
"¿Quién quiere seguir viviendo aquí?", pregunta en un momento de la película Jesús Carrillo, profesor de arte y vecino de la zona. "La mayoría la gente que de alguna manera, con los cuales yo interactúo, gente del mundo de la cultura, gente de izquierdas, está generando anticuerpos respecto al barrio. No sólo se está yendo porque le estén subiendo los pisos, los alquileres [...] sino que también está generando mal rollo. Es decir, este barrio ya no es el nuestro de alguna manera. La vida que yo tenía aquí ya no existe. Me abren otro bar cuqui y ya no puedo más [...]. Estamos siendo expulsados literalmente. Es decir, intenta ir, digamos como residente a sentarte a tomarte una cervecita por la tarde en Lavapiés. Es imposible. [...] Es decir, que está siendo un barrio difícilmente vivible", lamenta. Y es que se calcula que hay entre 9.000 y 12.000 viviendas exclusivas dedicadas al alojamiento turístico sólo en el distrito centro de Madrid. "Si quitamos 9.000 viviendas del mercado de alquiler de un distrito tampoco muy grande, pues evidentemente sube el precio de la vivienda, pero es que sube en todas partes, porque esto es como una honda que tú tiras al agua", apunta por su parte Pedro Bravo, periodista y escritor, autor de 'Exceso de equipaje'. "Luego hay otros muchos factores como los fondos de inversión, las Socimis, etc, que también tienen que ver con la vivienda de uso turístico. Entonces lo que pasa es que la vivienda, si ya era una mercancía, ahora ya es una mercancía en manos de fondos económicos internacionales".
También hay un pequeño recuerdo a uno de los hechos más traumáticos que ha vivido Lavapiés en los últimos años: la muerte de Mame Mbaye Ndiay, el ciudadano senegalés de 35 años que se ganaba la vida como mantero, después de sufrir una parada cardiorrespiratoria mientras huía de la Policía en marzo de 2018. No hay imágenes de los disturbios que siguieron al fallecimiento, pero sí aparece el pequeño monumento casero que todavía hoy recuerda el lugar donde el hombre cayó fulminado. "Decidimos que no íbamos a reflejar los disturbios de la Policía y los manteros, porque consideramos que era un hecho puntual que no define al barrio. En mi caso particular es la primera vez que me he sentido víctima del racismo. Es la primera y única vez que alguien me ha excluido por mi color de piel. Hubo un momento violento en los disturbios y alguien me gritó: ‘Tú, blanco, ¡quita de aquí! ¡No queremos escucharte! Pero en el día a día no es así, sino al contrario".
El documental es un ejercicio de memoria colectiva y de identidad, de la importancia de los movimientos sociales y de la comunidad, en un distrito que se caracteriza por la participación ciudadana en la gestión del día a día. Una película para que no se olvide aquel barrio castizo, caótico, diverso y heterogéneo antes de que las multinacionales lo conviertan, simplemente, en un distrito más.
"Lavapiés resiste", reza el cartel. Resiste, ¿pero a qué? Cuenta Marcos Fernández Vázquez, alias Zaván, que Lavapiés ha cambiado mucho en los últimos años. Ya había cambiado desde los años 50, cuando este barrio del centro de Madrid acogió toda aquella inmigración rural que vino a la gran capital a buscarse la vida, como en 'Surcos' (1951), la película en la que José Antonio Nieves Conde, militante falangista, retrató las vicisitudes de aquellos emigrantes extremeños, andaluces, manchegos y castellanos cuyos sueños de prosperidad se encontraron con la picadora de carne de una urbe despiadada. Nada tiene que ver el barrio decadente de los años 80 con el Lavapiés multicultural y festivo de ahora -conviven en él alrededor de 88 nacionalidades- , una identidad que, según Zaván, peligra frente al claro proceso de gentrificación que está viviendo la zona. En julio de 2020, la población del barrio de Embajadores (donde pertenece Lavapiés) contaba con un 28,44% de población extranjera, un ligero aumento frente al 26,82% de julio de 2019, pero una disminución en números absolutos, puesto que en un sólo año el padrón ha disminuido en 13.000 vecinos.