Olivier Arson: "¿Vivir de la música experimental en España? Ni de coña"

¿Por qué iba a venir un francés a España a trabajar componiendo bandas sonoras? ¿Qué le ofrecía este país frente a una de las principales industrial audiovisuales de Europa? Olivier Arson (París, 1979), ha ganado un Goya por casualidad. No exactamente, pero un poco sí. Después de estudiar Ingeniería Informática en la capital francesa y Bellas Artes en Rennes y de grabar su primer disco durante dos años en la ciudad islandesa de Siglufjör∂ur, donde Cristo perdió el mechero, Arson se trasladó a Madrid no por trabajo, sino por "motivos personales". La noche madrileña le llevó a colaborar con una panoplia de artistas de la escena alternativa y de esos varios años de intersecciones y con Abel Hernández (ex Migala) en la producción, en 2012 publicó un nuevo álbum bajo el nombre de Territoire.

"Todo empezó cuando Rodrigo Sorogoyen me pidió utilizar para ‘Stockholm’ cuatro o cinco temas de un grupo mío anterior que se llama The Folding And The Point. Y ese fue mi primer contacto con él y con el cine, en general", explica justo antes de participar en la gala de los Premios Platino, en la Riviera maya. A partir de ahí hice la banda sonora de ‘Que Dios nos perdone’ y hasta ahora". Hasta ahora significa el Goya a mejor música original —por delante del casi imbatible Alberto Iglesias—, su primera incursión en la televisión con la serie 'La zona', y la nominación al Oscar del corto 'Madre', donde de nuevo colabora con Sorogoyen.

"En estos años no hemos parado. La música que hago es experimental, muy visual, y siempre me habían dicho que era una música que podía funcionar bien con imágenes". Sólo hay que ver, por ejemplo, el vídeo de 'Blanc', uno de sus primeros trabajos con Territoire, que se acerca más a la idea de videoinstalación que de un videoclip tradicional. "Yo siempre que hago vídeos intento que no sea un vídeo promocional, sino que sea como un objeto que tenga una consistencia e identidad propias. Así que buscamos siempre una manera de fusionar completamente imágenes y música. Trabajo mucho con los que diseñan la parte visual, incluso adaptando el tema si hace falta".

Gracias al Goya, a Arson se le han abierto las puertas de otras disciplinas por las que, hasta ahora, nunca había transitado. "Siempre he intentado que mi actividad como músico sea la mayor posible pero nunca he pensado en hacer carrera", admite. "Sigo con Territoire; tocamos en el Sonar el próximo 20 de julio y hemos hecho una pequeña gira. No me da para vivir, pero es una cosa que hago porque me da cierta visibilidad y me permite trabajar en música que me representa. A partir del Goya me han salido más proyectos, más colaboraciones en danza y esas cosas. El público que tenemos en Territoire es mayoritariamente extranjero, aunque no hemos tocado mucho fuera. En España vivir de la música experimental, ni de coña". Por eso este verano participará en una residencia de artistas en Islandia, el país que le vio engendrar su primer disco, e intentará la vía museística de las instalaciones.

El público que tenemos en Territoire es mayoritariamente extranjero, aunque no hemos tocado mucho fuera

Este 2019 llegará a los cines 'Madre', la nueva película de Sorogoyen, de cuya banda sonora también es responsable. "Trabajar para una película es más complicado. En Territoire empecé yo solo y empecé a rodearme de gente en función de lo que iba necesitando, aunque el peso en la composición lo sigo teniendo yo. Pero en una película todo es mucho más complejo, porque tienes que responder a un encargo, tienes que entender la visión de otra persona, tienes que entender cómo encaja y mantener a la vez la personalidad y la identidad dentro de la película".

Su Goya se lo debe a una mezcla de makineo valenciano y una electrónica ambiental en el que dominan los graves, envolventes y asfixiantes. "En ‘El reino’ no quería que hubiese muchos temas, sino uno solo que fuese evolucionando. La música empieza arriba y a medida que avanza la película se va oscureciendo, se va haciendo más angustiosa. La música sigue al protagonista, que sólo quiere salvarse. El ADN de la música es el mismo, pero es cíclico, repetitivo y se van añadiendo ciertos componentes: si tu coges el principio y el momento final no tienen nada que ver, pero sí existe una unidad, como una sesión corta de un DJ".

El proceso de componer una banda sonora es largo y requiere investigación y tiempo para equivocarte

¿Y cómo es el proceso para conseguir poner de acuerdo a tantas cabezas pensantes, tantas voces creativas, sin perder las propias? "De una película a otra varía, pero en general trabajamos con conceptos. En ‘El reino’, por ejemplo, Rodrigo tenía claro que quería una música cien por cien electrónica, quería limitarse a las máquinas. Había bastante música hecha antes de empezar a rodar y, aunque mucha luego no se utilizó, sirvió para marcar el camino. Así, cuando empiezas a recibir imágenes ya sabes si tu trabajo encaja o no. Trabajamos mucho tiempo. En otras películas te dan casi el montaje final y cambiar cosas a partir de ahí es mucho más complicado. Es menos fluido y no tienes tanto tiempo de explorar. Para mí el proceso es largo y requiere investigación y tiempo para equivocarte".