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El pensador más peligroso de la izquierda (más que Zizek, Monedero o Varoufakis)
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El pensador más peligroso de la izquierda (más que Zizek, Monedero o Varoufakis)

La timidez política de la izquierda ha revalorizado la figura de Karl Polanyi, autor de 'La gran transformación', un ensayo clásico que desborda los límites del debate económico actual

Foto: Karl Polanyi
Karl Polanyi

Desde los años ochenta, tras la revolución reaccionaria de Reagan y Thatcher, la derecha ha sido un rodillo implacable, capaz de ahogar cualquier propuesta alternativa en Europa y Estados Unidos. El poder de convicción del individualismo thacherista entró incluso en el corazón de la socialdemocracia, hasta el punto de que la Dama de Hierro llegó a declarar (con extrema lucidez) que el mayor éxito de su carrera política era que Tony Blair hubiese aceptado la mayoría de sus postulados. Algo similar ocurrió en España con el PSOE de Felipe González, que modernizó el país en muchos aspectos, pero consolidó las estructuras de poder franquista y encarriló las privatizaciones y la llamada “cultura del pelotazo”. Una buena crónica del proceso se encuentra en ‘Ibex 35. Una historia herética del poder en España’ (2017), escrito por el doctor en sociología Rubén Juste.

placeholder Portada de 'Ibex 35'
Portada de 'Ibex 35'

Los pensadores de la izquierda global, en gran parte, han vivido sometidos al paradigma neoliberal, conformándose con unas migajas de keynesianismo y con que las mayorías sociales mantuviesen algún tipo de acceso a la sanidad, la educación y el seguro de desempleo. Esta timidez política de la izquierda es la que ha revalorizado la figura de Karl Polanyi (1886-1964), erudito húngaro autor de ‘La gran transformación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo’ (1944), un ensayo clásico que desborda todos los límites del debate económico actual.

La libertad de los ricos recorta la de los pobres

No hablamos de ningún radical enloquecido. El prólogo a la última edición de ‘La gran transformación’ lo firma Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, además de uno de los analistas más respetados sobre los conflictos de la globalización neoliberal. “Polanyi escribió ‘La gran transformación’ antes de que los economistas modernos explicaran las limitaciones de los mercados autorregulados. Hoy en día, no hay apoyo intelectual razonable para la proposición de que los mercados, por sí mismos, generan resultados eficientes, mucho menos equitativos. (…) Existen asimismo abundantes evidencias en la era moderna que apoyan esta experiencia histórica: el crecimiento puede generar un aumento de la pobreza”. Hoy se ha demonizado con tremendo éxito cualquier tipo de intervención estatal, excepto el rescate bancario y otras similares en favor de los más ricos. Polanyi, en cambio, apostaba por la concepción del mercado como un medio, no como un fin.

Foto: Anuncio del banco Lloyd’s TBS tras ser rescatado

En realidad, no hay nada intrínsecamente malo en la regulación. "Las reglas pueden arrebatar las libertades a algunos, pero al hacerlo aumentan las de otros. La libertad de meter y sacar capitales de un país a voluntad es una libertad que ejercen algunos, con un costo enorme para los demás", señala Stiglitz. Los límites por los que abogaba Polanyi hubieran servido para parar los ataques de especuladores a la deuda soberana y la generalización de la evasión fiscal. Hace poco, también se citaba al fallecido pensador en un artículo de la web CTXT sobre Trump y el auge del autoritarismo en nuestros días: "Ya lo predijo Karl Polanyi: bajo la economía de mercado, la libertad degenera en una ‘mera defensa de la libertad de empresa’ que significa ‘la plena libertad para aquellos cuya renta, ocio y seguridad no necesitan aumentarse y apenas una miseria de libertad para el pueblo, que en vano puede intentar hacer uso de sus derechos democráticos para resguardarse del poder de los dueños de la propiedad". Ya supo ver que la desigualdad económica iba a convertirse en la gran batalla política del futuro, que es nuestro presente.

Una salida a la crisis

En su número pasado, la publicación Democracy Journal of Ideas, dedicaba un extenso artículo al enconado debate global sobre el autor húngaro, disparado por la reciente biografía ‘Polanyi: A life on the left’ (2016), escrita por Gareth Dale, profesor que ha trabajado en la London School of Economics. El libro todavía no ha sido traducido al castellano. La reseña del Democracy Journal, firmada por Steven Klein, sintetiza magistralmente por qué los análisis de Polanyi suenan tan peligrosos para las élites: “El centro de su pensamiento contiene una idea brillante: que los tres mayores espacios de la economía —el trabajo, la tierra y el dinero— son mercancías ficticias. Esto quiere decir que jamás se adaptarán por completo a las reglas del mercado, ya que los trabajadores no se mueven de inmediato al lugar donde les dicta la oferta, ni los mercados pueden reemplazar los ríos y campos que secan y los gobiernos siempre se saltaran las leyes de mercado para rescatar bancos, ya que son los que mantienen a la economía funcionando”.

Para Polanyi los tres mayores espacios de la economía —el trabajo, la tierra y el dinero— son mercancías ficticias

Precisamente, las tres áreas que señalaba Polanyi en 1944 fueron los tres centros de la crisis económica de 2008. Recordemos cuáles fueron: la burbuja inmobiliaria de las hipotecas subprime (tierra), los despidos que llevaron al paro masivo (trabajo) y la crisis de crédito que ahogó muchos negocios (dinero). La propuesta de Polanyi es tan lógica como sencilla: mantener el mercado libre para las mercancías reales, pero no aplicarlo a estas tres mercancías ficticias.

Sacudirnos la sumisión

¿Es esta una salida realista? Merece la pena releer el fragmento de un prólogo del filósofo y sociólogo César Rendueles, uno de los máximos expertos en Polanyi de nuestro país. "La revolución industrial sacó a la luz y creó una estructura de interdependencias impersonales radicalmente distinta de los vínculos comunitarios tradicionales. En ‘La gran transformación’, Polanyi plantea que la difusión del mercado libre condujo, paradójicamente, a niveles de poder gubernamental centralizado sin precedentes en la historia. Del mismo modo, la codependencia abstracta y anónima típica de las sociedades industrializadas genera una propensión a la sumisión".

La codependencia abstracta y anónima típica de las sociedades industrializadas genera una propensión a la sumisión

"Los desafíos materiales de la sociedad de masas —el aprovisionamiento de agua, electricidad, calefacción, vivienda, transporte, gestión de residuos...— incitan a someterse a gestores con una capacidad de intervención desproporcionada. Como señala en ‘La máquina y el descubrimiento de la sociedad’: 'La sustancia orgánica de la sociedad adquirió una fuerte rigidez al hacer depender la vida de decenas de millones de individuos de máquinas estratégicas. El miedo llenó los espíritus y una propensión a someterse a un poder ilimitado nació con la ayuda de gigantescas rotativas que escupían la información para aumentar la presión".

placeholder Karl Polanyi.
Karl Polanyi.

El resultado del desarrollo tecnológico conlleva una grave pérdida de libertad y una fuente potencial de autoritarismo. Según Polanyi, la única manera de revertir este proceso es, al igual que en el caso de la economía, quebrar las aspiraciones de automatismo y espontaneidad social mediante la intervención institucional y la reflexión moral. Si la técnica vuelve precaria la existencia misma de la sociedad, la deliberación política la restaura". Resumiendo: la propuesta de Polanyi consiste en una mayor responsabilidad colectiva y no someter al mercado los recursos necesarios para desarrollarnos como seres humanos. ¿A qué ya no les suena tan extraño que haya vuelto a ponerse de moda?

Desde los años ochenta, tras la revolución reaccionaria de Reagan y Thatcher, la derecha ha sido un rodillo implacable, capaz de ahogar cualquier propuesta alternativa en Europa y Estados Unidos. El poder de convicción del individualismo thacherista entró incluso en el corazón de la socialdemocracia, hasta el punto de que la Dama de Hierro llegó a declarar (con extrema lucidez) que el mayor éxito de su carrera política era que Tony Blair hubiese aceptado la mayoría de sus postulados. Algo similar ocurrió en España con el PSOE de Felipe González, que modernizó el país en muchos aspectos, pero consolidó las estructuras de poder franquista y encarriló las privatizaciones y la llamada “cultura del pelotazo”. Una buena crónica del proceso se encuentra en ‘Ibex 35. Una historia herética del poder en España’ (2017), escrito por el doctor en sociología Rubén Juste.

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