Breve (y curiosa) historia de las favelas de Río de Janeiro
La abolición de la esclavitud, las migraciones y el crecimiento urbano explican la historia de los asentamientos que siguen siendo la cara oscura de Brasil
Un Cristo redentor que observa a todo el mundo desde las alturas parece acoger los pecados de la humanidad con sus dos brazos abiertos. En algún bar cerca de la playa, como el do Veloso en la calle Montenegro de Ipanema, se recuerda cómo hace ya muchos años los músicos Vinicius de Moraes y Tom Jobim se enamoraron perdidamente de una joven del "tipo carioca" (de piel dorada, mezcla de flor y sirena, llena de luz y gracia pero también triste) y compusieron para ella su famosísima 'chica de Ipanema'.
Nacía la bossa nova gracias a ellos y otros músicos como Toquinho y João Gilberto. Por las calles, en tiempos de carnaval, todo el mundo baila feliz. Y tan solo a unos metros de toda la felicidad terrenal se encuentran las favelas, algunos de los lugares más pobres y peligrosos de la Tierra. Son los contrastes naturales de Río de Janeiro.
En 2017, una turista española falleció cuando el coche en el que viajaba se saltó (por error) según las autoridades brasileñas un control próximo a la favela Rocinha. Se abrió fuego contra el vehículo. Tan solo un año antes, un turista italiano que recorría Brasil en moto se metió por error, siguiendo el GPS, en el Mozo dos Prazeres en las proximidades del barrio de Santa Teresa y fue recibido a tiros.
En 2017, una turista española murió cuando el coche en el que viajaba se saltó "por error" un control próximo a la favela Rocinha
Murió de un disparo en la cabeza y su cuerpo fue encontrado en una de las calles de la favela. Son solo algunos ejemplos de "accidentes" provocados cuando los turistas se salen de los circuitos establecidos en un país en el que, paradójicamente, existe el turismo de favelas y los Airbnb o algunas agencias promocionan estas experiencias diferentes y éticamente censurables.
Algunas películas de principios de los 2000 ambientadas en Brasil, como Ciudad de Dios (2002), la más famosa de todas, que parecieron marcar el inicio de un nuevo Tercer cine, llevaron a que muchas personas romantizaran las favelas o simplemente conocieran un poco mejor su historia. Muchos de los actores de la película provenían, efectivamente, de la favela Ciudade de Deus, una de las más grandes de Río, y la historia se alargaba a lo largo de 30 años para contar la vida de un grupo de chavales que tienen que sobrevivir en un ambiente extremadamente violento. El rodaje mismo de la película estuvo condicionado por la agresividad de estos micromundos: los realizadores pidieron la colaboración del jefe de una favela para poder filmar en su zona y disponer de las condiciones de seguridad adecuadas.
El origen
Cuando se habla del origen de las favelas se suele poner de manifiesto, en realidad, solo la historia de la favela de Providência, cuando, en noviembre de 1897, 20.000 soldados del nordeste brasileño que habían luchado (y ganado) la Guerra de Canudos en Bahía llegaron a Río de Janeiro. Según cuenta la leyenda, el gobierno les había prometido casas pero la burocracia era interminable, por lo que decidieron tomar la justicia por su mano y, cansados de esperar, tomaron la colina más cercana de Gamboa y construyeron sus chozas allí.
En realidad, según explican Lilian Fessler y Paola Berenstein, la palabra favela pasa de nombre propio a sustantivo en los periódicos locales de 1920. "La palabra designa a partir de entonces a todos los conjuntos de viviendas populares toscamente construidos que se esparcieron por Río de Janeiro y más adelante por el país entero". Un nombre que es el colectivo del barrio de "barracos" pero no "chabola" o "barraca" española. Aunque ellas defienden que la verdadera primera favela no fue Providência sino San Antonio, el surgimiento de cualquiera de las dos es muy parecido y viene a explicar los problemas sociales que comenzó a arrastrar el país en algún momento del siglo XIX.
Durante el rodaje de Ciudad de Dios se pidió la colaboración del jefe de una favela para poder filmar en su zona y tener seguridad
Las primeras manifestaciones de la crisis de vivienda en Río de Janeiro remiten a la segunda mitad del siglo XIX y se extienden hastas los años 30 del siglo XX. Las razones fueron los cambios que atravesaba el país, tanto económicos como sociales, políticos o culturales. La abolición de la esclavitud fue uno de los más importantes, así como la mercantilización, las grandes migraciones o el desarrollo de los sectores secundarios y terciarios. El crecimiento urbano fue intenso y las clases trabajadoras tenían que buscar medios de supervivencia en el área central, donde se concentraban la vivienda y el trabajo.
De hecho, tras la Segunda Guerra Mundial cada vez más emigrantes llegaron a la capital y comenzaron a instalarse en los suburbios distantes o las favelas. La distancia entre el lugar de trabajo y el domicilio aumentó considerablemente la necesidad de vivir cerca del sitio de trabajo incitó a la población emigrante a instalarse en el suelo no ocupado que escapara a la especulación inmobiliaria. Las favelas se propagaron entonces por las zonas industriales.
Los soldados que ganaron la guerra de Canudos, cansados de esperar, tomaron la colina más cercana de Gamboa y construyeron sus chozas
En la década de los 50, el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE) incluyó por primera vez los asentamientos irregulares en los censos poblacionales. Se trazó entonces una definición de lo que es la favela, con características comunes: deben tener más de 50 casas, las cuales son aglomeraciones de tipo "rústico" o barracos, en terrenos con construcciones sin licencia y sin fiscalización. Además, hay una ausencia parcial o total de red sanitaria, energía eléctrica, teléfono y agua corriente, y las calles suelen estar sin urbanizar y las casas sin matrícula (es decir, sin dirección).
Así como curiosidad, no fue hasta 1990 cuando el poder público enfrentó la consolidación de estas comunidades que llevaban tanto tiempo en pie, se decidió estudiar formas de urbanizar y mejorar las favelas en lugar de simplemente acabar con ellas.
Doña Marta, Rocinha y otras chicas del montón
Pero es complicado obtener datos que se ajusten a la realidad, aunque se ha calculado que solo en Río podría haber casi 1.000 favelas en las que viven hasta dos millones de personas. En Brasil, según señala el “Informe sobre Desarrollo Humano 2013”, viven en favelas hasta 11,4 millones de personas. Algunas de las más famosas, además de la mencionada Ciudade de Deus en la zona oeste, son Rocinha, Pavão-Pavãozinho, Vidigal y Dona Marta en la zona sur de la ciudad de Río. Su crecimiento descontrolado no solo está relacionado con el narcotráfico, la superpoblación o la violencia, sino también con las graves consecuencias medioambientales: las favelas que crecen sobre las colinas o morros afectan a dicho ecosistema. Más de la mitad de las favelas de Río de Janeiro duplicaron su tamaño entre 1999 y 2004.
Por supuesto, las víctimas más vulnerables son, como siempre, los niños. Como el que se aproxima a los animales exóticos en un zoo, gracias a los fotógrafos que deciden conocer de primera mano podemos introducirnos durante un instante en sus vidas. Fabio Teixeira retrató a los niños que viven en la Favela da Mare de Río en octubre de 2021. En aquella época, con la pandemia del coronavirus aún en auge, el fotógrafo mostró con sus imágenes la vida cotidiana de estos pequeños que conviven con total normalidad entre policías y narcotraficantes que se enfrentan, trabajan en medio de la basura, juegan al fútbol, vuelan cometas o nadan en la playa en su tiempo libre.
El año pasado, Andre Melo, presidente de la ONG Noiz, contaba como él y otros miembros de su organización se quedaron sin palabras al encontrarse por casualidad con Davi Gonçalves, un pequeño que vive en Ciudade de Deus, cuyo padre fue asesinado cuando él tan solo tenía tres años, y al que decidieron hacer unas fotos para Instagram. El chico se convirtió en un fenómeno en redes sociales por su belleza y, tras ello, firmó un contrato con una de las mayores agencias de modelos del país. "No es caridad, es oportunidad", decían desde la propia ONG, comparando su caso con el de Sharbat Gula, la niña afgana de National Geographic.
Pero en las favelas de Río de Janeiro, en general, no hay mucho espacio para los cuentos de hadas. En 2009, el gobierno del Estado de Río de Janeiro tomó una polémica decisión que pasaba por construir un muro de hormigón que rodeara las favelas para impedir que siguieran creciendo por los espacios protegidos y de interés turístico. Una manera segregadora de tapar la cara oscura de la ciudad, que sufrió especialmente durante los años 60 y 70 cuando las organizaciones criminales se hicieron dueñas de la ciudad y las autoridades no podían luchar contra ellas. En los últimos años la policía se ha hecho con el control de muchas favelas, lo que no significa que se haya arreglado el problema de la criminalidad ni mucho menos.
En 2009 se tomó la polémica decisión de construir un muro de hormigón que rodeara las favelas para impedir que siguieran creciendo
De hecho, algunos de los protagonistas de Ciudad de Dios son un claro ejemplo de lo que puede esperarte cuando naces en una favela. Jefechander Suplino, que hizo de Alicate (uno de los ladrones del Trío Ternura), parece presumiblemente muerto, puesto que los productores no pudieron encontrarle, pese a las insistencias de su propia madre de que sigue vivo. Rubens Sabino da Silva, otro de los actores de la película, fue arrestado por tratar de robar a una mujer en un autobús. Como dicen en la propia película: "¿Para qué quieres quedarte en Ciudad de Dios, donde Dios te ha abandonado?".
Si se produce algún día un cambio, la integración, educación y rehabilitación serán fundamentales en el proceso. Pero quién sabe si hay una oportunidad para esa cara B de la ciudad, que sobrevive en las penumbras y no aparece en la primera página de los folletos de viajes.
Un Cristo redentor que observa a todo el mundo desde las alturas parece acoger los pecados de la humanidad con sus dos brazos abiertos. En algún bar cerca de la playa, como el do Veloso en la calle Montenegro de Ipanema, se recuerda cómo hace ya muchos años los músicos Vinicius de Moraes y Tom Jobim se enamoraron perdidamente de una joven del "tipo carioca" (de piel dorada, mezcla de flor y sirena, llena de luz y gracia pero también triste) y compusieron para ella su famosísima 'chica de Ipanema'.
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