Qué hacer cuando te esfuerzas por adelgazar pero las dietas no funcionan

Si ya llegas tarde a la operación bikini, no te preocupes: descarta toda posibilidad de adelgazar este año y deja de sentirte culpable. La mayoría de las dietas no funcionan a largo plazo, pues hay un montón de factores que se interponen en el camino de una pérdida de peso efectiva. Desde la genética, pasando por el tipo de alimentos que tenemos más accesibles, hasta los condicionantes socioeconómicos. Los planes de adelgazamiento son, para mucha gente, una auténtica utopía, y hay que buscar alternativas.

Por norma general, la mayoría de estrategias para perder peso son demasiado simplistas. Parece que todo lo que debes hacer es pasar hambre y cansarte haciendo ejercicio físico. El que algo quiere, algo le cuesta, como diría el refrán, pero lo cierto es que nuestro cuerpo es demasiado complejo desde un punto de vista fisiológico como para que todo se reduzca a un déficit calórico que hay que alcanzar. Al final, a largo plazo, el cuerpo terminará por recuperar el peso perdido, sobre todo si nos hemos mantenido en esos kilos durante demasiado tiempo.

"Cuando una persona reduce drásticamente el número de calorías, su organismo reacciona como si estuviera pasando por una hambruna"

La dieta, al fin y al cabo, es un plan estricto que se resume en una serie de cambios nutricionales y en el estilo de vida para que la persona pierda peso. Y es precisamente este el problema: centrar demasiado el objetivo en restar números a la báscula y menos en intentar dar con un plan de alimentación saludable que nos reporte bienestar. En caso contrario, será inevitable que recuperemos todo el peso perdido a medida que vaya pasando el tiempo debido al cansancio que producen los sacrificios.

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"No sabemos si una dieta fue efectiva o no para esa persona debido a algún tipo de razón biológica, o si se trataba más bien de los apoyos sociales que tenía o el hecho de estar en una situación vital propicia para ello", asegura Kevin D. Hall, jefe de la sección de fisiología del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos, en un artículo de la revista Pop Science. Por ello, en ningún caso está bien creer que solo por cambiar de hábitos ya lo conseguirás. En la pérdida de peso influyen muchos factores, como el número de horas que duermes o en la genética y tu sistema metabólico.

Algunos ejemplos

Por ejemplo, si pasas una mala noche de sueño tendrás más posibilidades de que aumente el apetito, al igual que si tienes un trabajo a deshoras o sufres estrés laboral. Todos estos factores internos (que dependen de ti) y externos (que dependen de las circunstancias en las que vives) determinan en mayor o menor medida alcanzar tus objetivos de peso, y no tanto el nivel de hambre que estés dispuesto a tolerar o la cantidad de ejercicio que puedes realizar en una semana. Lo mismo sucede con la variable socioeconómica: si no tienes un alto poder adquisitivo, lo más lógico es que dediques muchas horas del día a trabajar, siendo más vulnerable a la comida rápida o procesada, la cual es mucho más fácil de conseguir y más barata que los productos naturales.

"En lugar de ponerte a dieta, piensa en pequeños pasos orientados a mejorar tu salud que puedas dar en tu vida cotidiana"

Además de todos estos factores, cuando nos sometemos a dieta tu cuerpo esgrime una actitud defensiva contra la pérdida de peso. "Cuando una persona reduce drásticamente el número de calorías que consume, su organismo reacciona como si estuviera pasando por una hambruna", asegura Janet Tomiyama, directora del Laboratorio de Dieta, Estrés y Salud de la Universidad de Los Ángeles, California. "Tu cuerpo desencadena el pensamiento evolutivo de estar en modo inanición, y el metabolismo de la persona que hace dieta se ralentiza y termina quemando menos calorías".

Entonces, ¿cómo deberías enfocar esa pérdida de peso en vez de dejarte llevar por los típicos mensajes que te alientan a una restricción calórica? "Quiero que la gente se aleje del término 'dieta'", concluye Tomiyama. "En lugar de ello, piensa en pequeños pasos orientados a mejorar tu salud que puedas dar en tu vida cotidiana". En este sentido, recomienda centrarse en cuatro aspectos clave: gestión del estrés, una buena rutina de sueño, realizar más actividad física y agregar más alimentos no procesados, como frutas y verduras o cereales integrales.