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No, no tienes que hacer algo durante 21 días para que se convierta en hábito
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No, no tienes que hacer algo durante 21 días para que se convierta en hábito

Hace unos años, un cirujano plástico instauró este mito falso. En realidad, hay muchos factores implicados para adquirir una costumbre positiva, más aún si no existe una gran motivación detrás

Foto: Más cuento que la 20th Century Fox. (iStock)
Más cuento que la 20th Century Fox. (iStock)

Corría el año 1960 cuando el cirujano plástico de nombre Maxwell Maltz publicó un libro que se hizo muy famoso y acabó generando un mito falso que se reproduce en todo tipo de situaciones, escenas de la vida cotidiana, artículos y anuncios publicitarios: la famosa regla de que tan solo hacen falta 21 días para dejar un hábito (en este caso malo, si no no nos veríamos forzarlo a dejarlo) por uno bueno. ¿Fácil, no? Tan sencillo como mantener una costumbre durante menos de un mes.

¿En qué se basó para llegar a tal conclusión? Maltz empezó a observar que sus pacientes se adaptaban a los cambios de la cirugía en su imagen personal en una media de 21 días, como si fuera igual cambiar de cara o de aspecto que de conductas adictivas que pasan factura a nuestro organismo o nuestra vida en general. Ahora, un nuevo estudio del Instituto Tecnológico de California (Caltech) y publicado en la revista Proceedings of National Academy of Sciences ha refutado esta teoría.

Hay un montón de factores psicosociales detrás de cada una de las cosas que hacemos, por lo que depende de muchos elementos

Los científicos de la Universidad de Chicago y la Universidad de Pensilvania reunieron datos de más de 30.000 suscritos a un gimnasio durante un período de cuatro años y de más de 3.000 trabajadores de hospitales que se lavaban las manos durante casi 100 turnos, una media de 40 millones de veces (casi nada). Al usar herramientas de aprendizaje automático para saber cuándo los comportamientos de las personas se volvían predecibles, es decir, el momento exacto en el que se lavaban las manos o el orden de máquinas de gimnasio que usaban, los investigadores descubrieron que adquirir un hábito nuevo, aunque no sea malo, lleva su tiempo. Y, sobre todo, que depende del hábito en sí, porque por ejemplo hacer un mismo set de ejercicios se tarda una media de seis meses.

No hay un 'número mágico'

"Al contrario de la creencia popular que pondera que existe una especie de 'número mágico' de días para desarrollar un hábito, descubrimos que normalmente se tardan meses en coger la costumbre de ir al gimnasio o varias semanas en lavarse las manos continuamente en el hospital", asegura Colin Camerer, director del estudio, en unas declaraciones recogidas por Science Alert.

Dos tercios de los asistentes al gimnasio acudieron los mismos días de la semana, concretamente los lunes y los martes

Por tanto, malas noticias para aquellos que pensaban que podían deshacerse de un mal hábito en tan solo 21 días: aunque no lo quieras, volverá si no perseveras un poco más. Evidentemente, hay un montón de factores psicosociales detrás de cada una de las cosas que hacemos, por lo que depende mucho de otros elementos que apenas tendemos a valorar o ver a simple vista. Y los más difíciles de erradicar son aquellos que son muy simples, como llevarte un cigarrillo a la boca o beber alcohol; mientras que los más difíciles de instaurar son los más complejos (acudir a tu cita con el gimnasio un número notable de días o mantenerte a dieta y lidiar con el hambre).

Del mismo modo, ya ha habido varios estudios que refutan la hipótesis de Maltz. Un estudio de 2009 cifró en dos meses el tiempo que se tarda en adquirir un nuevo hábito diario, como por ejemplo desayunar. La diferencia entre estos estudios y el más nuevo, según apuntan desde el diario científico, es que este se basó en analizar los datos fehacientes de cuánto iban al gimnasio o cuántas veces se lavaban las manos, y no a partir de encuestas, lo cual dejaba un claro margen de error; a nadie le gustaría reconocer que no ha conseguido implementar un buen cambio en su vida. Y, por supuesto, el aprendizaje automático de las máquinas usadas para hacer el estudio (suponemos que cámaras) permitió predecir el comportamiento antes de que se produjera y entonces comprobar las hipótesis de que sí, hoy irá al gimnasio o sí, hoy se lavará las manos un número determinado de veces.

Foto: Fuente: iStock

Dos tercios de los asistentes al gimnasio acudieron los mismos días de la semana, concretamente los lunes y los martes, respaldando la teoría de que tendemos a implementar cambios positivos en nuestros hábitos en fechas en las que sentimos que hay un nuevo comienzo, como es el caso del fin de año o la vuelta al trabajo después del verano. Para hacer que su rutina de ejercicio se mantuviera y fuera firme, necesitaron en torno a cuatro y siete meses, más del doble de lo que habían supuesto estudios anteriores.

Por tanto, las conclusiones son que para adquirir un nuevo hábito no necesitas 21 días ni mucho menos, sino más tiempo, y que depende en último término de la personalidad de la persona en cuestión, así del tiempo y del esfuerzo que le requieren afrontar el reto. Para la mayoría de los mortales, un nuevo hábito se adquiere con mucha paciencia y dedicación, pero sobre todo si tienes una buena fuente de motivación.

Corría el año 1960 cuando el cirujano plástico de nombre Maxwell Maltz publicó un libro que se hizo muy famoso y acabó generando un mito falso que se reproduce en todo tipo de situaciones, escenas de la vida cotidiana, artículos y anuncios publicitarios: la famosa regla de que tan solo hacen falta 21 días para dejar un hábito (en este caso malo, si no no nos veríamos forzarlo a dejarlo) por uno bueno. ¿Fácil, no? Tan sencillo como mantener una costumbre durante menos de un mes.

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