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El Escuadrón del Veneno o el increíble origen de la regulación alimentaria
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El Escuadrón del Veneno o el increíble origen de la regulación alimentaria

Se acercaba el siglo XX y los avances culinarios parecían imparables, pero la gente seguía muriendo intoxicada. De pronto, en Estados Unidos, un grupo de hombres se ofreció como prueba para cambiarlo

Foto: Varias mujeres en lucha por la regulación alimentaria junto al químico Wiley durante una reunión en Pittsburgh. (Wikipedia)
Varias mujeres en lucha por la regulación alimentaria junto al químico Wiley durante una reunión en Pittsburgh. (Wikipedia)

"Con ácido prúsico rompemos el ayuno / Almorzamos estofado de morfina / Cenamos con una cabeza de cerilla consumida / Bebiendo brebaje de ácido carbólico", decía un poema del estadounidense S. W. Gillian. Aquella primera persona del plural hablaba en nombre de 12 jóvenes completamente reales que ingerían habitualmente todas esas sustancias completamente extrañas. Así comenzó el proceso de ensayo y error hacia la regulación alimentaria, casi en broma, pero muy en serio.

Se acercaba un nuevo siglo y la comida enlatada ya había llegado al mundo. Los avances culinarios parecían imparables, pero la gente seguía muriendo intoxicada. De pronto, en Estados Unidos, un grupo de hombres se sentó alrededor de una mesa, dispuestos a tener eso que llamamos "una comilona", todo tan dispuesto y ellos tan predispuestos como si fuera la del Día de Acción de Gracias o de Navidad. Sin embargo, era un día cualquiera, y aquellos hombres no celebraban nada, solo tanteaban con los límites del envenenamiento.

Foto: Ilustración: Irene de Pablo Molinero
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Con cada bocado que daban de sus platos, tragaban formaldehído y benzoato, acompañados de tabletas de bórax. Preguntarse si tenían miedo puede parecer algo irónico, pero, con o sin él, el llamado Escuadrón del Veneno seguía adelante: durante cinco años, a partir de 1902, sus comidas nocturnas provenían de una cocina administrada por el Gobierno del país, donde ingirieron conservantes de alimentos comunes (y no probados anteriormente).

La llegada de los productos químicos

Todo comenzó, explica Alexa Lim en 'Science Friday', en 1883 con un hombre llamado Harvey Wiley, granjero formado como químico y jefe de la Oficina de Química del Gobierno en ese momento, y un experimento. Desde principios del siglo XIX, la gente comía sin saberlo alimentos peligrosos y no regulados: muchos productos alimenticios se fabricaban utilizando productos químicos nuevos y no probados como conservantes, sin indicarlo en la etiqueta, y Wiley se preguntó si todos esos nuevos conservantes, que incluían ácidos y formaldehído, eran realmente seguros para los humanos después de todo.

placeholder Retrato de Harvey W. Wiley. (Wikipedia)
Retrato de Harvey W. Wiley. (Wikipedia)

Por entonces, la seguridad alimentaria en el país norteamericano estaba controlada por los gobiernos estatales y locales, pero, a medida que la base política, económica y social de Estados Unidos se tornó de agrícola a urbana, aquellas leyes alimentarias locales comenzaron a perder credibilidad en una sociedad con la mirada amoldada hacia la deriva de las masas.

Los miembros del Poison Squad aprovecharon la oportunidad que el escenario social les planteaba para ser parte de un experimento, cuando menos, incierto. Como apunta Deborah Blum en su libro, 'The Poison Squad: One Chemist's Single-Minded Crusade for Food Safety at the Turn of the Twentieth Century', Wiley tomó un trabajo en el Departamento de Agricultura de EEUU, donde lanzó un experimento revolucionario: los "ensayos de mesa higiénica". De esta forma, usando una subvención de 5.000 dólares, compró comida, contrató a un cocinero y dio forma al lugar donde acontecería la escena. Solo faltaban ellos.

"Tal vez este pan contenga alumbre"

Cada participante, que debía ser masculino, fue cuidadosamente seleccionado, es decir, con registro de todo tipo incluido. Se les observaba el peso, la temperatura y el pulso antes de la comida; después, se analizaban muestras de sus heces y orina. Así consiguieron registrar los primeros casos de enfermedad y náuseas. Eureka.

placeholder Wiley (tercero por la derecha) en una imagen con una parte del personal del departamento que dirigía, poco después de unirse a la división en 1883. (Wikipedia)
Wiley (tercero por la derecha) en una imagen con una parte del personal del departamento que dirigía, poco después de unirse a la división en 1883. (Wikipedia)

Según el propio Wiley, para entonces su laboratorio "se había convertido en la pensión más publicitada del mundo". Los miembros de aquel equipo eran empleados de la Oficina de Química o estudiantes de la Facultad de Medicina de Georgetown atraídos por la promesa de un dinero extra y alojamiento y comida gratis; pero, claro, qué comida.

"Ay, tal vez este pan contenga alumbre y tiza,
o aserrín picado muy fino,
o yeso en polvo del que hablan,
terra alba recién salida de la mina.
Y nuestra fe en la mantequilla tiende a ser débil,
porque no tenemos un buen lugar para
procesarla tan amarilla y tan tersa.
Oh, me gustaría poder saber qué hay en ella."

Nada más lejos de la realidad estos versos, pues aquellos chavales comían carnes y consumían bebidas mezcladas con grandes cantidades de supuestos venenos en elegantes mesas de comedor, todo por amor al futuro, podría decirse, y el público se enamoró de su causa.

El debate que abrieron las mujeres

En realidad, miles de mujeres de todo el país llevaban años reclamando una mejora de las condiciones del sistema sanitario. Tanto la Federación General de Clubes de Mujeres como la Asociación Nacional de Mujeres de Color ya se habían manifestado por los problemas que ocasionaban ciertos productos como la comida en conserva. Eran ellas las que debían prepararlos, ingiriendo indirectamente las sustancias internas del producto. Eran las mujeres las que debían preocuparse, también, porque lo que saliera de sus cocinas no sentenciara a nadie; si no, también lo estarían ellas.

placeholder Voluntarios de los experimentos durante uno de los famosos almuerzos en 1902. (Wikipedia)
Voluntarios de los experimentos durante uno de los famosos almuerzos en 1902. (Wikipedia)

Todos estos grupos de mujeres repartían folletos sobre seguridad alimentaria e incluso daban charlas en varios idiomas, puerta por puerta, con la intención de advertir a otras sobre los peligros que acechaban en los productos comunes. Sus voces habían abierto la veda del debate, pero investigadores como Wiley la tomaron desde la perspectiva que la ciencia, de carácter puramente masculino, les había dado.

El químico no trató jamás de ocultar el hecho de que sus hombres estaban arriesgando su salud (y sus vidas) al servicio de un "gran" experimento, y el hecho expuesto de que unos jóvenes sanos comieran audazmente alimentos envenenados a propósito le dio al Escuadrón del Veneno un estatus casi de héroes.

Experimentos muy peligrosos

En un comunicado, el autor aclaraba a la prensa alarmada que sus experimentos "nunca serían llevados al extremo". No obstante, a medida que pasaba el tiempo y sus respectivos turnos de comida para el Escuadrón del Veneno, las sustancias venenosas comenzaron a afectarlos, detallan en 'The Atlantic' Nicola Twilley y Cynthia Graber.

placeholder El químico realizando experimentos en su laboratorio del Departamento de Agricultura junto a dos asistentes no identificados. (Wikipedia)
El químico realizando experimentos en su laboratorio del Departamento de Agricultura junto a dos asistentes no identificados. (Wikipedia)

No tardaron en ser objeto de titulares. Los periodistas incidían en la imagen de "jóvenes en perfecto estado físico y de salud", hasta que los consumidores de todo el país, de pronto, se preocuparon por la seguridad de lo que habían estado comiendo. En menos de un año, los voluntarios enseñaban a la sociedad estadounidense lo que provocaba el consumo de bórax, uno de los conservantes más comunes en ese momento.

Nada fue, en cualquier caso, tan consciente y medido. Debido a las secuelas que provocaba aquella sustancia tan frecuente como peligrosa, el Poison Squad se declaró en huelga. Era mayo de 1903 y Wiley se tuvo que acceder a terminar el experimento antes del tiempo previsto porque, literalmente, sus cuerpos no lo soportaban más.

Hacia la regulación

Por supuesto, el investigador determinó que, sí, el bórax causaba fuertes dolores de estómago, pérdida de apetito y dolores de cabeza, lo que hacía que los sujetos afectados "no fueran aptos para ningún tipo de trabajo". Parecía una conclusión, pero no lo era.

Al final de la existencia del Poison Squad, ya en 1907, se observó que aquellos que tardaron en retirarse de los experimentos estaban "acercándose lentamente a la muerte"

El programa de Wiley, o su plan perfecto, seguía en marcha. Necesitaba que nuevos hombres se inscribieran en su próximo experimento con otro aditivo alimentario: el ácido salicílico. Sin embargo, durante las nuevas pruebas, Wiley se vio obligado a abandonarlas por los peligrosos achaques de salud que estaban generando en lo que ya podía llamarse "sus pacientes".

Al final de la existencia del Poison Squad, ya en 1907, se observó que aquellos que tardaron en retirarse de los experimentos estaban "acercándose lentamente a la muerte" después de ingerir dosis prolongadas de varios de estos aditivos.

placeholder Con esta caricatura política se le rindió homenaje a Wiley. (Wikipedia)
Con esta caricatura política se le rindió homenaje a Wiley. (Wikipedia)

Otro de ellos era el formaldehído, que a menudo se usaba en los productos lácteos para que se mantuvieran con buen aspecto durante más tiempo. A cambio, dañaba los riñones, mientras que el benzoato, otro más, provocaba una pérdida de peso poco saludable y daños en los vasos sanguíneos. De hecho, un miembro de los presentes en las pruebas murió de tuberculosis (supuestamente después de haber sido debilitado por veneno) y su familia amenazó al químico con demandarle.

Fueron cinco años de larga y temida observación hasta que el químico decidió que había reunido suficiente evidencia para reforzar la denuncia de las mujeres por la seguridad alimentaria. A finales de 1906, el Congreso aprobó la Ley de Alimentos y Medicamentos Puros. El texto decía lo siguiente: "Se prohíbe la fabricación, venta o transporte de alimentos, drogas o medicinas y licores adulterados o mal rotulados o venenosos o nocivos".

"Con ácido prúsico rompemos el ayuno / Almorzamos estofado de morfina / Cenamos con una cabeza de cerilla consumida / Bebiendo brebaje de ácido carbólico", decía un poema del estadounidense S. W. Gillian. Aquella primera persona del plural hablaba en nombre de 12 jóvenes completamente reales que ingerían habitualmente todas esas sustancias completamente extrañas. Así comenzó el proceso de ensayo y error hacia la regulación alimentaria, casi en broma, pero muy en serio.

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