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La mentira de los bufets libres y su "come todo lo que quieras"
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La mentira de los bufets libres y su "come todo lo que quieras"

Aunque eres el único encargado de velar por lo que comes, muchas veces no sales ganando de este tipo de propuestas gastronómicas

Foto: Foto: iStock.
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Lo típico. Tienes un hambre voraz, vas por la calle y de repente ves un cartel en un establecimiento que pone: "bufet libre. Come todo lo que quieras". Los ojos se te ponen como platos y la boca se te hace agua. Rebuscas en tu bolsillo el dinero que hay que pagar para formar parte de uno de los agraciados comensales del sitio. Cedes a la tentación y comes hasta reventar.

Es una escena muy típica de cualquier sábado por la noche o de un plan de fin de semana. Incluso hay gente que hace ayuno con tal de sacar el máximo provecho a la experiencia. Uno de los grandes inconvenientes de este tipo de ofertas es la gula desmedida que hace que ingieras hasta diez comidas distintas, lo que se traduce en un flaco favor a tu salud. Pasta, arroz, ensaladas, hamburguesas, perritos calientes, carne, pescado y los postres. Todo es posible en los bufets libres. ¿Cómo podemos aprovechar al máximo esta propuesta sin caer en el empacho?

Comer más de la cuenta dispara los picos de insulina, lo que favorece la obesidad y la diabetes

Comer hasta reventar hace que nuestro estómago se estire. Uno de los problemas es que se pierde la sensación de saciedad y favorece la obesidad y la diabetes. Ingerir todo tipo de comidas, por otro lado, fuerza al organismo a segregar muchísimas más sustancias. Si comes de todo, el aparato digestivo tiene que procesar y digerir absolutamente lo que sea, además de metabolizar y almacenar las reservas de energía en forma de grasa.

Los peligros de sufrir diabetes se acentúan. La 'comilona' hace reventar al páncreas, el cual tiene que segregar una gran cantidad de insulina para ser capaz de reestablecer los niveles normales de azúcar en sangre. Esto es lo que provocan los picos brutales de insulina, y no los hidratos de carbono, las verduras, la pasta o el arroz; sino el hecho de comer de más, según explica Noelia Caballero, diplomada en nutrición humana y dietética, en su blog 'Los números de mi báscula'.

Piensa bien lo que te apetece comer y revisa las opciones disponibles antes de coger de todo

La trampa más archiconocida de este tipo de ofertas gastronómicas es la bebida. Elige, pero elige bien. Lo mejor, como se intuye, es pedir agua. Si te decides por la cerveza estás perdido. El gas hará que el estómago se te hinche más fácilmente y aumenta la sensación posterior de pesadez durante la digestión. Igual pasa si bebes refrescos cargados de azúcar, como la Coca-Cola.

Otro de los riesgos sanitarios es que los alimentos no se sirven en el mismo momento de su consumo. Eso, sumado al alto grado de manipulación por los distintos clientes al servirse, hace que el riesgo de contraer una infección aumente, teniendo en cuenta que muchos días al año estos lugares tienen un tráfico incesante de comensales. Por ello, "los establecimientos deben cumplir con unas estrictas normas de higiene tanto en lo relativo a las instalaciones (equipos, materiales o utensilios), como en el proceso de elaboración, desde la adquisición y el transporte de las materias primas, como en su manipulación, cocinado y emplatado", como se incide desde la revista 'El Aderezo'.

Foto: Vitrinas de un buffet restaurante.

Consejos

Por útlimo, hemos reunido una serie de consejos para disfrutar de los bufets sin ningún inconveniente. Lo primero de todo y lo más importante, pensar bien lo que te apetece comer. Revisa todas las opciones disponibles antes que coger de todo, así podrás decidir entre aquellas que más te gustan y no dejarte seducir por el ansia. "Estos pequeños cambios pueden disminuir la tendencia a comer en exceso", asegura Brian Wanskin, experto en control de los mecanismos de hambre y saciedad.

Calma el ansia. Para luchar contra él, sigue un orden en todo lo que ingieres. Primero, los aperitivos y entrantes que más te gusten. Eso sí, siempre una porción mínima, lo justo y necesario. Otro consejo muy útil es dejar de comer antes de tener el estómago lleno, ya que aumenta el riesgo de ganar varios kilos de más. Vigila el tamaño de la ración, no cargues los platos hasta arriba. Puedes coger un poco de todo sin caer en el exceso. Para disfrutar más de la comida, mejor decántate por un plato al que no estás acostumbrado o que hace mucho que no degustas. Si queres aprovechar para probar varias recetas, no te hinches con una en concreto. Prueba un poco de cada sin caer en la ansiedad.

Lo típico. Tienes un hambre voraz, vas por la calle y de repente ves un cartel en un establecimiento que pone: "bufet libre. Come todo lo que quieras". Los ojos se te ponen como platos y la boca se te hace agua. Rebuscas en tu bolsillo el dinero que hay que pagar para formar parte de uno de los agraciados comensales del sitio. Cedes a la tentación y comes hasta reventar.

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