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Syriza exprime a Grecia en busca de liquidez
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LOS AYUNTAMIENTOS, FORZADOS A INYECTAR DINERO

Syriza exprime a Grecia en busca de liquidez

Ayuntamientos e instituciones públicas han sido forzadas a inyectar dinero al Estado mientras la popularidad de Tsipras comienza a flaquear

Foto: El primer ministro griego, Alexis Tsipras, a su llegada a la cumbre de líderes europeos celebrada en Bruselas el 23 de abril (Reuters).
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, a su llegada a la cumbre de líderes europeos celebrada en Bruselas el 23 de abril (Reuters).

Desde que Tsipras ganara las elecciones hace tres meses, no había tenido que hacer frente a una rebelión semejante. Aunque no fue el primer ministro quien recibió el rapapolvo. La ira de los ayuntamientos de toda Grecia cayó sobre uno de sus viceministros de Finanzas, Dimitris Mardas. Tanto ellos como el resto de los organismos estatales –desde las agencias nacionales a los hospitales–están obligados ya por ley –aprobada esta semana–a poner al servicio del Gobierno sus reservas en caja para que este pueda hacer frente a sus pagos acuciantes. De momento, los fondos de pensiones están a salvo, pero quién sabe por cuánto tiempo.

Mardas acudió a la reunión de la Unión de Municipios (KEDE, en sus siglas en griego), que montó en cólera tras conocerse a lo que el Gobierno les fuerza. Hubo un llamamiento casi unánime a la resistencia, a no entregar un dinero que consideran suyo y con el que, remarcaron algunos, hacen lo que quieren. Sin embargo, es el parlamento heleno el que obliga y es poco lo que pueden hacer. Mardas intentó convencerles de que esta transferencia es un ‘préstamo’ muy ventajoso: el dinero rendirá en el Banco de Grecia un 2,5%. No logró persuadir a nadie. Uno de los únicos que ofreció un perfil pragmático fue el alcalde de Salónica, Yiannis Butaris, quien, aunque se opone a las medidas del Gobierno, entiende “la presión de la necesidad de liquidez”. La KEDE, combativa, pide una reunión con el primer ministro y asegura que está dispuesta a llegar al Tribunal Supremo heleno.

Sin esperanzas de llegar a un acuerdo con Grecia

Yanis Varufakis se presenta este viernes en Riga con otra preocupación más. Pocos en Bruselas piensan que de aquí a finales de abril, y mucho menos en esta reunión de la capital letona, el Ministerio que dirige presentará una lista de medidas concretas a tomar en los próximos meses suficientes para que la troika (convertida en cuarteto desde que a la Comisión Europea, FMI y el BCE se sumara el MEDE) libere los 7.200 millones de euros que permitirían a Atenas afrontar los próximos meses con más tranquilidad.

Esta lista, de la que Grecia ya dio un borrador que fue calificado de “vago” por el FMI, debería especificar reformas en impuestos, pensiones y el curso de las privatizaciones. Entre los pesimistas empieza a cundir el augurio de que un impago de Grecia es inevitable. Las fuentes comunitarias lo desmienten –con la boca pequeña–,aunque al mismo tiempo despejan miedos de los mercados en caso de que se produjera.

El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se reunió de manera informal con Varufakis en su reciente visita a Washington, coincidiendo en el FMI. Desde la capital estadounidense Draghi dijo: “Un peligro a corto plazo de contagio [por una salida de Grecia del euro] es difícil de prever, pero tenemos cortafuegos suficientes. Y, aunque están diseñados para otra situación, son suficientes”.

La prensa europea habla además de que el BCE se plantea reducir la provisión urgente de liquidez (ELA en sus siglas en inglés) a los bancos helenos. Este mecanismo es lo único que mantiene a las entidades financieras griegas a flote, pues los fondos provenientes de depósitos no dejan de disminuir mes a mes. Los grandes bancos se desploman en bolsa de Atenas –casi un 10% el martes–y Standard & Poor’s asegura que “sin ayuda europea, la quiebra de estos bancos es inevitable” en los próximos seis meses.

¿Tendrá dinero Grecia para llegar a junio?

Aunque algunos guardan la esperanza de que se llegue al acuerdo antes del 30 de abril, muchos se resignan a que junio sea –esta vez sí–el momento para poder resolver el nudo gordiano en el que se ha convertido el tira y afloja entre Bruselas y Atenas. No obstante, será difícil para Grecia no llegar desfondada al final de la carrera. A los pagos mensuales en pensiones y salarios,que rondan los 2.000 millones mensuales –entre 1.600 y 2.500 según diversas estimaciones–,hay que sumar los vencimientos de los bonos que periódicamente hacen de las finanzas helenas un carpe diem constante. A saber: en mayo el FMI debe recibir una transferencia de 1.000 millones en dos plazos, el uno de mayo –ya la semana que viene–y el 12.

Además, Atenas deberá ahorrar para julio y agosto, cuando vence la deuda contraída con el Banco Central Europeo por valor de 6.700 millones de euros. El Gobierno de Syriza quiere que en el próximo eurogrupo, previsto para el 11 de mayo, el BCE libere 1.900 millones que ha obtenido como beneficios como tenedor de deuda griega. Aunque será difícil sin presentar reformas.

Si Grecia se quedara sin dinero, y antes de salir de la moneda única, el Gobierno tendría varias opciones, ninguna de ellas demasiado populares: desde establecer un corralito para impedir la salida masiva de capital de sus bancos hasta establecer una “moneda paralela”, una especie de neodracma. Esta, según los expertos, funcionaría con un tipo fijo de cambio con respecto al euro y serviría para pagar los gastos internos (sueldos y pensiones) de modo temporal hasta que se estabilizara la situación y fuera posible transformarla de nuevo en euros. Aunque a los griegos este experimento no les termina de gustar.

La popularidad de Tsipras comienza a flaquear

Hasta ahora, lo único que realmente tenía de cara el Gobierno era el apoyo del electorado, que no había dejado de crecer desde el 25 de enero. En marzo, la cifra era impresionante: un 72% de griegos lo respaldaba en las negociaciones con los acreedores. El índice de aprobación ahora se queda en el 45,5%. Nada desdeñable, pero es una señal de que la paciencia de los griegos se agota. Y mientras tantono cambia el deseo masivo de mantenerse dentro de la Eurozona. El miedo al ‘Grexit’ –la salida del euro–ha crecido diez puntos hasta el 56% según un estudio de la Universidad de Macedonia (en el norte del país). Solamente un 9% de los griegos considera este un escenario “imposible” según la misma universidad.

El vicepresidente del Gobierno y mano derecha de Tsipras, Yiannis Dragasakis, dijo el domingo que Syriza sigue dispuesta a no traspasar las “líneas rojas”, una frase que se ha oído decenas de veces en boca de todos los miembros del Ejecutivo. Con el dinero cerca de terminarse, la postura de la troika igual de inflexible y, ahora, con el apoyo de la población en descenso, es complicado imaginar cómo el Ejecutivo va a resistir las presiones para no ceder.

Uno de los escenarios que se vienen planteando desde hace meses son unas elecciones anticipadas que sirvan de referéndum a las políticas de la izquierda radical. Pero toda Syriza lo niega.

Desde que Tsipras ganara las elecciones hace tres meses, no había tenido que hacer frente a una rebelión semejante. Aunque no fue el primer ministro quien recibió el rapapolvo. La ira de los ayuntamientos de toda Grecia cayó sobre uno de sus viceministros de Finanzas, Dimitris Mardas. Tanto ellos como el resto de los organismos estatales –desde las agencias nacionales a los hospitales–están obligados ya por ley –aprobada esta semana–a poner al servicio del Gobierno sus reservas en caja para que este pueda hacer frente a sus pagos acuciantes. De momento, los fondos de pensiones están a salvo, pero quién sabe por cuánto tiempo.

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