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Cinco indicadores que avalan la recuperación… y cinco que la niegan
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el gobierno eleva hasta el 0,8% el PIB de 2014

Cinco indicadores que avalan la recuperación… y cinco que la niegan

¿En qué momento se encuentra la economía? A tenor de lo dicho por Montoro ('España asombrará al mundo'), este país volverá a salirse del mapa

Foto: Mariano Rajoy flanqueado por Sáenz de Santamaría, Guindos y Montoro. (EFE)
Mariano Rajoy flanqueado por Sáenz de Santamaría, Guindos y Montoro. (EFE)

¿En qué momento del ciclo se encuentra la economía española? A tenor de lo dicho por el ministro Montoro (“España va a ser capaz de asombrar al mundo, y muy pronto”), este país volverá a salirse del mapa. No se sabe si como en tiempos de Zapatero, quien, como se sabe, proclamó al planeta al comienzo de la crisis que “en esta champions league de las economías mundiales, España es la que más partidos gana, la que más goles marca y la menos goleada”. Como se ve, la mesura no forma parte del análisis económico oficial.

Lo cierto es que las señales son contradictorias. Algunos indicadores (mercados financieros, sector exterior o sentimiento económico) reflejan un indudable cambio de ciclo; pero otros (consumo privado y público, empleo, inversión o flujo de crédito) muestran que la recuperación está todavía lejos. España seguirá creciendo por debajo de su potencial en los próximos años. De hecho, y en palabras textuales del servicio de estudios del BBVA, “durante el trimestre en curso la economía española se mantendría estancada o incluso podría llegar a crecer marginalmente”.

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Como se ve, hay un trecho importante -estancamiento no es sinónimo de recuperación- entre el análisis político y el económico. O como diría el clásico, entre el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la razón. Y de hecho, no parece una recuperación sostenida cuando el consenso de los 19 institutos de coyuntura que forman parte del Panel de Funcas (las previsiones del Gobierno están en esa línea) estima que el PIB crecerá este trimestre un 0,1% frente al mismo periodo anterior, y caerá un 1,3% en el conjunto del año.

Y lo que es todavía más representativo: este año se perderá nada menos que el 3% de la fuerza laboral. O lo que es lo mismo, algo más de medio millón de puestos de trabajo en un país con el 26% de paro que ya ha destruido casi cuatro millones de empleos desde el tercer trimestre de 2007, lo que marca un hito en el mercado laboral español. Al menos, el Gobierno revisará hoy, con toda probabilidad, el crecimiento económico previsto para 2014. En lugar de un 0,5%, ahora se estima un 0,8%, en línea con lo previsto por la mayoría de los institutos de coyuntura.

Señales de recuperación

¿Y cuáles son los indicadores que muestran señales de recuperación, aunque sea limitada y en todo caso insuficiente para crear empleo de forma robusta? Pues, en particular, la evolución de los mercados financieros y el sector exterior. Aunque también se observa una mejora en los índices de confianza de los agentes económicos y una ligera recuperación de la utilización de la capacidad productiva (hasta el 76,2%), lo que mostraría que las fábricas vuelven a echar humo, aunque todavía a medio gas. Además de una suave mejora de la competitividad derivada de dos factores: el descenso de los costes laborales por la moderación salarial y el estrechamiento de márgenes de los exportadores para no perder cuota de mercado. Las empresas venden más, pero el valor de lo exportado decrece, lo que explica la llamada ‘paradoja española’: suben los costes pero aumentan las exportaciones.

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El indicador más visible -o mediático- de recuperación tiene que ver con la evolución de los mercados financieros. En particular, con la prima de riesgo, que si en 2012 (media anual) se situó en los 400 puntos básicos (con picos de hasta 640) hoy se coloca en el entorno de los 240, lo que provocará una sensible reducción de los costes de financiación del Tesoro. Hasta el punto de que un reciente informe de Analistas Financieros Internacionales (AFI) estima que la factura de intereses de la deuda del Estado podría ascender a unos 29.000 millones de euros, es decir, unos 8.000 millones menos que la cifra prevista en los Presupuestos Generales del Estado de 2013. Según AFI, el margen entre los pagos por intereses de la deuda y el importe presupuestado constituye “un colchón significativo” para compensar el posible desfase en ingresos y el menor ritmo de contención del gasto corriente.

Como sostiene José Ramón Iturriaga, gestor de Abante Asesores, la discusión, ahora, “no versa sobre la llegada de la recuperación, sino sobre la intensidad de la misma, lo que constituye por sí mismo un salto cualitativo inmenso”. Sin duda, un gran avance que refleja una “vuelta la normalidad”. O dicho en otros términos, la percepción del riesgo se diluye, y con ella “los efectos que han tenido sobre el mercado los tres años de duda permanente sobre la viabilidad del euro”.

La evolución del sector exterior conduce también a la confianza, pero en este caso hay que tener en cuenta que su aportación positiva al crecimiento del PIB está fuertemente sesgada por el comportamiento de las importaciones. De hecho, ya en el segundo trimestre de este año, su aportación al aumento del producto interior bruto cayó hasta los dos puntos porcentuales (frente a los 2,6 del trimestre anterior), sin duda porque a medida que se recupere la demanda nacional (consumo público, privado e inversiones) su impacto sobre el conjunto de la economía será cada vez menor. En palabras del servicio de estudios del BBVA, los indicadores de expectativas (cartera de exportaciones de la industria), sugieren que el nivel de actividad de los sectores exportadores continúa siendo sólido, aunque muestran “una desaceleración moderada” tras el repunte registrado en el segundo trimestre.

Se ralentiza el comercio mundial

Esta percepción, en todo caso, es coherente con las nuevas previsiones de la Organización Mundial de Comercio, que ayer mismo revisó a la baja sus anteriores previsiones. La OMC dice ahora que el crecimiento del comercio mundial en 2013 y 2014 será “más lento de lo previsto anteriormente”. En concreto, la OMC predice en la actualidad que en 2013 el crecimiento será del 2,5% (frente al 3,3% previsto en abril) y del 4,5% en 2014 (frente al 5% anterior).

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La evolución del sector exterior y la marcha de los mercados es, de hecho, lo que puede explicar una cierta recuperación de los indicadores cualitativos, aquellos que tienen más que ver con los sentimientos y las expectativas que con información real. Y lo cierto es que el índice de confianza de los consumidores (diferencia entre respuestas positivas y negativas) ha pasado de -31,7 puntos a -21,2, mientras que el índice de sentimiento económico ha subido hasta los 94,3 puntos (seis más que el año anterior). Es decir, crece la confianza.

Detrás de esta percepción se encuentra el menor ritmo de ajuste fiscal, que hace que los agentes económicos tengan una visión menos negativa de la realidad económica. El razonamiento es el siguiente: si las distintas Administraciones no anuncian nuevos recortes -y el ministro De Guindos los ha descartado- es que las cosas están mejor. Y de ahí que mejoren los datos cualitativos de confianza.

Ahora bien, se trata de un arma de doble filo. Como recuerda el BBVA en su último informe de coyuntura, los últimos datos de Contabilidad Nacional Trimestral muestran una ralentización en el ritmo de consolidación fiscal durante la primera parte del año. Así, tras el recorte de 0,7 puntos del PIB del consumo público entre el segundo y el primer semestre de 2012, entre el primero de 2013 y el segundo del anterior se observó un crecimiento de 0,3 puntos de dicho índice en el gasto público. Es decir, que el Gobierno suaviza los recortes, lo que influye en la salida de la recesión.

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El estancamiento económico, en todo caso, se manifiesta con toda crudeza en los datos de empleo, más allá de movimientos coyunturales. Y lo que dice la EPA es que hoy hay 633.500 ocupados menos que hace un año y un 5% más de desempleados. Aunque si la comparación se hace a la luz del paro registrado en la oficinas de empleo, el resultado es algo mejor. El número de inscritos ha crecido ‘sólo’ un 1,6% en los últimos años, aunque esta tasa está sesgada a la baja por un triple fenómeno: el ‘efecto desánimo’, los flujos migratorios y la caída de la cobertura de desempleo al haberse agotado la prestación.

La atonía de la economía real, sin duda, está detrás de este comportamiento del empleo. En particular, por la mala evolución de la construcción, un sector clave desde el punto de vista de la ocupación debido a que es intensivo en mano de obra. Y lo que muestra el Indicador Sintético de la Construcción es un retroceso del 6,5%, con rúbricas como el consumo de cemento todavía con descensos anuales del 23%. O del 51% en el caso de las licitaciones públicas, lo que da idea del frenazo inversor. El racionamiento del crédito -la financiación al sector privado cae todavía a ritmos del 9,8% en julio- explica lo que sucede. Y hoy por hoy -en pleno proceso de desendeudamiento de familias y empresas- no parece fácil (ni inmediato) desatascar las cañerías del crédito.

¿En qué momento del ciclo se encuentra la economía española? A tenor de lo dicho por el ministro Montoro (“España va a ser capaz de asombrar al mundo, y muy pronto”), este país volverá a salirse del mapa. No se sabe si como en tiempos de Zapatero, quien, como se sabe, proclamó al planeta al comienzo de la crisis que “en esta champions league de las economías mundiales, España es la que más partidos gana, la que más goles marca y la menos goleada”. Como se ve, la mesura no forma parte del análisis económico oficial.

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