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Fama, éxito, precariedad y explotación: pros y contras de 'Drag Race' (también en España)
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Fama, éxito, precariedad y explotación: pros y contras de 'Drag Race' (también en España)

Desgranamos el fenómeno internacional, con 24 premios Emmy a sus espaldas, que este domingo 27 de marzo estrena su segunda temporada en nuestro país

Foto: Imagen de 'Drag Race España'. (Atresmedia)
Imagen de 'Drag Race España'. (Atresmedia)

Sábado veraniego de 2021. Belial, joven artista drag onubense de 24 años afincada en Madrid, está grabando su vídeo de presentación para el casting de la segunda temporada de 'Drag Race España'. Ha llamado a sus amigas y les ha dicho: "Tías, por favor, venirse a mi casa, que necesito ayuda". Se ha "montado" (así se llama en jerga drag a transformarse, es decir, vestirse, maquillarse y ponerse peluca y añadir todos los elementos necesarios para conseguir una ilusión femenina, o una ilusión en general). Está delante de la cámara dispuesta a describirse y vender sus bondades para ser elegida. De repente, Belial mira a sus amigas y dice: "Coño, es que no puedo. No puedo. Hasta aquí". En ese momento decide que no quiere, o no puede, o no debe, presentarse a 'Drag Race España'.

¿Por qué una artista drag que ha recibido una invitación para postularse a participar en lo que es conocido como "las olimpiadas del drag" decidiría no presentarse? Esa pregunta tiene muchas posibles respuestas.

'RuPaul’s Drag Race', el programa televisivo nacido en Estados Unidos del que Atresplayer Premium emite la versión española, lleva en antena desde febrero de 2009. En estos 13 años el formato ha medrado tanto que hay 14 temporadas producidas con sus respectivos repartos de más de una decena de drag queens enfrentándose para coronarse como "la nueva superestrella drag estadounidense" (la decimocuarta está actualmente en emisión). El título es otorgado por RuPaul, estrella del drag durante los años 90 en torno a la cual se ha construido este formato televisivo. "Mamá Ru" se ha erigido a sí misma como un ejemplo de éxito mundial en el habitualmente denostado y marginado arte drag; es una millonaria hecha a sí misma y las concursantes aspiran a repetir su hazaña.

placeholder RuPaul. (VH1)
RuPaul. (VH1)

En estos 13 años 'RuPaul’s Drag Race' ha recibido 50 nominaciones a los Premios Emmy, de los cuales ha ganado 24. Nació en una pequeña cadena de cable dedicada al público LGTBIQ+, Logo, pero en 2017 pasó a emitirse en la más generalista VH1. Fans de alrededor del mundo pueden ver el programa suscribiéndose al servicio de streaming de la productora, WOW Presents Plus. Al formato principal hay que sumar seis ediciones del spin-off 'RuPaul's Drag Race All Stars', en el que reinas (así se llama a las concursantes) eliminadas en temporadas anteriores vuelven a participar para entrar en el "Hall de la Fama" drag.

Debido al éxito han ido surgiendo versiones internacionales en Tailandia, Reino Unido (producida por la prestigiosa BBC, la televisión pública británica), Canadá, Holanda, Australia y Nueva Zelanda, España e Italia. Están pendientes de estreno una edición filipina y otra francesa. En febrero se rizó el rizo con el formato 'RuPaul's Drag Race: UK vs the World', una especie de 'All Stars' en el que reinas de distintos países se enfrentaban entre ellas para determinar cuál era el "fenómeno global".

En poco más de una década, 'Drag Race' se ha convertido en un pequeño imperio del entretenimiento y la razón por la que el drag o transformismo se ha vuelto "mainstream" (o todo lo "mainstream" que puede ser un arte nacido en los márgenes del colectivo LGTBIQ+). Supremme de Luxe, la presentadora del formato español que estrena su segunda temporada este domingo, 27 de marzo, ya se ha paseado por programas como 'Pasapalabra' o 'Tu cara me suena', de lo más visto de Antena 3. Las participantes de la primera 'Drag Race España' han sido invitadas por diseñadores de la talla de Palomo Spain y Jean Paul Gaultier a eventos de primera división de la moda actual.

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Supremme de Luxe, en 'Pasaplabra'. (Antena 3)

Una mayor presencia y visibilidad de las artistas drag en la cultura popular es, a todas luces, la principal consecuencia positiva del programa. "Hace una gran labor de divulgación de un género muy variado y diverso que no siempre ha tenido el respeto que se merece", opina La Prohibida, cantante y una de las drag queens más conocidas en nuestro país (hasta el punto de que muchos esperaban que fuera ella la presentadora del formato en España). Hasta ahora el "travestismo" había estado relegado a una parcela muy concreta del entretenimiento. "No es que las travestis hayan estado bajo una piedra, ha habido travestis en la tele siempre", aclara Belial. "Lo que pasa es que siempre era como el alivio cómico, como payasas. Para hacer papeles donde ellas eran el propio chiste, o para tratarlas como frikis".

'Drag Race' no solo pone a la drag en primera línea sino que la muestra como lo que es: una artista. "Por primera vez podemos mirar dentro de lo que es el trabajo de una travesti", desarrolla Belial, "todas las cualidades que se supone que debe tener, cómo las trabaja, cuál es su visión de la moda, de la música, de la interpretación…". Y esa apreciación ha hecho que esta forma de expresión se extienda, dando pie a nuevas artistas cada vez más jóvenes que han crecido viendo el programa y que, según Belial, se comunican entre ellas a través de las redes sociales y son conscientes de formar parte del mismo fenómeno. "Todos los años hay 10 o 12 travestis nuevas a las que puedes seguir, puedes ver sus estilos, su trabajo, su música… eso te abre un montón de posibilidades".

Más interés en el drag lleva a más eventos relacionados, algo que ha ayudado a revitalizar la escena de los bares de ambiente, que organizan fiestas de visionado de 'Drag Race' a menudo contratando a drag queens para animar al público. Belial, que ha trabajado en una de esas fiestas, la Dragonas Party celebrada en la madrileña Sala Yasta, confirma que alrededor del programa han surgido nuevas oportunidades laborales y de exhibición. "Que la gente de repente se haga masivamente fan de un programa de drag nos beneficia a las demás drags aunque no estemos en el programa".

Foto: Póster de 'Drag Race España'. (Atresmedia)

Los dueños del Barbanarama Bar en Chueca, Iosu Sánchez y Manu Cuartero, aseguran estar "muy agradecidos" al programa, especialmente en una época tan difícil para la hostelería. Este local situado en el corazón de Chueca se ha hecho un nombre por sus fiestas de visionado de 'Drag Race' en las que reparten caretas con las caras de las concursantes y pegatinas en un ambiente cercano y familiar (propiciado por el tamaño reducido del local). "Empezamos a hacer fiestas de visionados con la segunda edición del 'All Stars' porque nos lo sugirió un cliente. Se empezó a petar el bar muchísimo, la gente venía como si fuera una final de la Champions cada semana", recuerdan. Con la llegada de 'Drag Race España' estos eventos se han multiplicado por el ambiente.

El fenómeno tiene su máxima expresión en la DragCon, exposición anual celebrada en Nueva York, Los Ángeles y Londres donde las concursantes del programa se juntan con cientos de miles de fans, entre los que se encuentran personas del colectivo pero también de fuera (una parte importante del fandom está compuesta por mujeres cisheterosexuales) e incluso una gran cantidad de niños y niñas. La cultura que se ha generado en torno a 'Drag Race' es hasta cierto punto "family friendly" y muy diversa.

"Al final, todas tienen que pasar por el aro"

En teoría, esa diversidad también está presente en el programa, que entre todas las ediciones suma unas más de 300 concursantes entre las que hay reinas normativas, de cuerpos diversos y distintas etnias, edades e identidades sexuales (en los últimos años han empezado a participar mujeres y hombres trans, e incluso alguna mujer cis). Practican estilos tan dispares como la tradicional reina de competición (que busca replicar la belleza normativa y la feminidad clásica), la reina humorista (menos preocupada por su aspecto y más en su gracia), la reina de Instagram (normalmente experta en maquillaje y moda pero sin tablas), la reina punk, la reina gótica o Crystal Methyd, una drag queen que llegó a la final de la duodécima temporada vistiéndose de piñata o de pájaro.

En teoría todos los estilos son válidos en el programa, pero los jueces suelen premiar más un tipo de drag: femenino, normativo y tradicionalmente atractivo. Muchas concursantes de estilos más diversos, como la ganadora de la cuarta edición, Sharon Needles, han tenido que demostrar que podían "ponerse guapas" para ascender en la competición. En la segunda temporada de la versión británica, Ginny Lemon, conocida por su estilo no binario, su personalidad extravagante y sus looks estrafalarios, tuvo que presentarse como sexy y femenina en la pasarela a petición del panel de jueces, lo que le creó dudas sobre sí misma y su arte y causó finalmente su expulsión. El programa estadounidense acaba siempre con RuPaul diciendo la misma frase: "Si no te amas a ti misma, ¿cómo demonios vas a amar a los demás?". A Ginny Lemon, sin embargo, no le dejaron simplemente amarse a sí misma, sino que le exigieron que se amoldara a una imagen impuesta.

"Me consta que en 'Drag Race España' hay un interés activo de incluir a la máxima diversidad posible en cuanto a diferentes perfiles de drag", asegura Belial. El reparto de la segunda temporada está compuesto por 12 reinas que representan un amplio espectro en el que entran la artista no binaria de estilo andrógino Marina, el clásico drag canario de Sethlas u Onyx, que suele recrear personajes de ciencia ficción como extraterrestres o hadas. "Yo no creo que se celebre un tipo de drag sobre otro", opina La Prohibida. "Es cierto que en [la primera temporada en] España ganó Carmen Farala, que es un modelo bastante hegemónico, pero tampoco podemos obviar que fue una de las concursantes más completas, demostró ser buena en muchas cosas y superó prueba tras prueba. Y también es verdad que a Pupi Poisson no le hizo falta ni siquiera ganar para ser una de las artistas más queridas y que más ha triunfado en el concurso. Al final de lo que se trata es de mostrar el trabajo”.

placeholder Carmen Farala, ganadora de 'Drag Race España'. (Atresmedia)
Carmen Farala, ganadora de 'Drag Race España'. (Atresmedia)

Belial no está del todo de acuerdo y cita algunos ejemplos del formato español en el que propuestas más singulares tuvieron que acercarse a los estándares más normativos dentro del concurso. "Al final, todas tienen que pasar por el aro: Hugáceo Crujiente tiene que hacerse su vestido y ponerse sus pelucas, la Vulcano tuvo que bajarse de sus plataformas… es como, sí, vamos a intentar representarlo todo, la canaria, la rara, la otra… pero al final hay un estándar por el que hay que pasar. Y luego ni se te ocurra estar gorda…". El gusto por lo normativo se refleja incluso en la cada vez más cuestionada figura del "pit crew", hombres cis musculados que hacen las veces de azafatos y siempre aparecen semidesnudos, provocando comentarios jocosos y lascivos por parte de las presentadoras y las concursantes.

Inti, participante en la primera temporada de 'Drag Race España', achaca esta homogeneidad a las expectativas del público: "Los fans no están (o no quieren estarlo) preparados para que gane una mujer, una reina de piel oscura, gorda, trans o pobre". Esas expectativas se trasladan del programa a los espectáculos locales de drag, donde muchas artistas jóvenes reproducen prácticas habituales del programa (se han popularizado los números de playback, o "lipsyncs", en los que las drag queens realizan impresionantes bailes y aparatosos saltos y piruetas). "Hay otras muchísimas propuestas de otros tipos que no tienen tanto tirón porque la gente las desconoce o no las valora, porque la gente quiere ver lo que ha visto en el programa que le gusta y quiere repetirlo", considera Belial sobre la poca aceptación del público ante números de entretenimiento que se salen de la norma trazada por 'Drag Race'. "Yo muchas veces salgo sin peluca, utilizo mi propio pelo, o en lugar de hacer 'lipsyncs' hago un show de butoh, o cojo y hago una fiesta por bulerías con mis compañeras…".

"Un look que ni siquiera te ha quedado tan bien puede costar 500 euros"

También se ha fijado un estándar en términos de producción e inversión económica que la mayoría de las artistas drag no pueden asumir. Tras la emisión del programa, las concursantes de 'Drag Race España' se embarcaron en una gira nacional con un espectáculo llamado El Gran Hotel de las Reinas, un show con cuerpo de baile, visuales y decenas de números que se representaba en teatros y acabó con una última función en el WiZink Center. "Al final el programa, la gira y todo eso no es lo normal. La mayoría no nos podemos permitir nada de lo que ocurre ahí, ni la ropa, ni las producciones ni nada de eso", advierte Belial. "La gente se cree que todas las drags podemos pagarnos 500.000 vestidazos, looks imposibles, pelucones diferentes en cada show, superproducciones… y no, la realidad en el drag de calle es muy diferente".

Esa nueva norma afecta, sobre todo, a las propias concursantes del programa. Recibir la llamada de 'Drag Race' es una gran oportunidad que va acompañada por un gasto de dinero considerable. "Se puede ver como un tipo de inversión", matiza La Prohibida. "La promoción y la divulgación que vas a tener en 'Drag Race' no la vas a obtener de ninguna otra forma".

¿Cuánto tiene que "invertir" una artista drag para entrar en 'Drag Race'? Un ilustrativo artículo publicado el año pasado en la Vice estadounidense revelaba que las concursantes del programa original acaban gastando entre 4.000 y 20.000 dólares, cifras que van superándose con cada nuevo año. Bob the Drag Queen, ganadora de la octava temporada, aseguraba haber gastado unos 6.000 dólares (3.000 de ellos solo en los dos looks que mostró en la final). "Si volviera ahora a 'Drag Race' probablemente me gastaría entre 20.000 y 40.000 dólares", añadía.

placeholder Symone, ganadora de 'RuPaul's Drag Race'. (Logo)
Symone, ganadora de 'RuPaul's Drag Race'. (Logo)

Cuando los productores del programa comunican a las elegidas que forman parte de una temporada tienen varias semanas (entre dos y cuatro, dependiendo del calendario de producción) para preparar entre 15 y 25 looks únicos que incluyen prendas de vestir, pelucas, zapatos, maquillaje y accesorios. Muchas de estas artistas viven en condiciones precarias que les obligan a pedir préstamos (a bancos y amigos) para costearse todo ello. Heidi N. Closet, concursante de la undécima temporada, reveló que el día que entró en 'RuPaul’s Drag Race' tenía 33 centavos en su cuenta corriente.

Según desveló la web Reality Blurred, las reinas estadounidenses cobraban, en 2018, 400 dólares por episodio al participar en el concurso, lo que conlleva una grabación de entre dos y tres días. Se desconoce cuál es el salario por programa de las concursantes de 'Drag Race España', pero también habría que añadir lo que cobran en la gira del Gran Hotel de las Reinas (y en el caso de la ganadora, Carmen Farala, un premio de 30.000 euros). Según Belial, es probable que todo ello sume lo suficiente como para recuperar parte de la inversión, siempre que una concursante dure en el programa: mientras que las que llegaron a la final cobraron por un total de 10 episodios, la primera expulsada, The Macarena, solo participó en dos incluyendo la reunión. Y eso también conlleva que la docena (o más) de los conjuntos diseñados y construidos tampoco se ven por televisión.

Belial asegura que una amiga que ha participado en la segunda temporada de 'Drag Race España' "debe mucho dinero" tras su paso por el programa. "Y eso que ha tenido mucho apoyo, de su familia, de los diseñadores que la han ayudado", añade. "Pero luego las hay que no, porque Dovima [Nurmi] por ejemplo cada vez que podía se presentaba con su modelito de Thierry Mugler, y eso no es barato. Y que te hagan un vestido a medida con el concepto que a ti se te ha ocurrido para ese 'challenge', guapa, ponte tú. A lo mejor un look que luego ni siquiera te ha quedado tan bien te ha podido costar 500 euros perfectamente, entre la peluca, el maquillaje, el vestido, que te lo hagan, o hacerlo tú con todo tu coño. Y encima luego RuPaul se enfada y lía la del pulpo si te ve con un vestido de H&M". Efectivamente, la presentadora tuvo un icónico exabrupto cuando la concursante de la segunda temporada del formato británico Joe Black admitió que uno de sus looks era un vestido comprado en H&M.

"Eso se llama explotar la miseria humana hasta el surrealismo puro"

La Prohibida prefiere lanzar un mensaje tranquilizador: "Con talento y poco presupuesto puedes llegar muy lejos". Y al contrario: "Por mucho dinero que tengas y mucha producción, si no tienes talento no vas a llegar a ninguna parte. Porque el artista necesita contar historias y tener gracia y arte".

El precio del paso por 'Drag Race' no solo es económico para las concursantes. Una vez entran en el programa, el proceso de grabación de una temporada conlleva tiempos ajustados, una presión constante y un componente de telerrealidad que implica vivir y procesar momentos muy cargados emocionalmente. Lo que para el espectador es "buena televisión" (por ejemplo, Shangela declamando su mítico discurso sobre los "sugar daddies" frente a Mimi Imfurst) a menudo es una experiencia difícil en la que las concursantes están exponiéndose frente a decenas de trabajadores y, finalmente, ante millones de espectadores. Lo más normal es que acaben agotadas (algo que es fehaciente en las caras y energías de las participantes de algunas temporadas).

Belial recuerda un momento del primer episodio de la primera temporada de 'Drag Race' en el que The Macarena habló de su físico no normativo mientras se maquillaba (una de las partes de cada programa consiste en que algunas de las concursantes compartan experiencias vitales íntimas mientras se preparan para salir a la pasarela). "Se está maquillando y le dicen: 'Venga, tú ahora tienes que hablar de que estás gorda'. Es muy fuerte", se lamenta Belial.

placeholder La Prohibida. (EFE)
La Prohibida. (EFE)

Aunque cuando uno ve el programa parece que estos momentos emocionales surgen por generación espontánea, lo cierto es que hay productores y redactores preparándolos y forzándolos. "¿Tú te crees que yo puedo estar montándome superconcentrada en lo que me tengo que poner, lo que tengo que decir, cómo tengo que moverme, cómo tengo que actuar, si me toca hacer 'lipsync', y de repente tengo que hablar del trauma más gordo de mi vida, de que tengo VIH, de que no tengo familia…? Eso es explotar, eso se llama explotar la miseria humana hasta el surrealismo puro, la pornografía del morbo y la miseria".

El aspecto competitivo del programa añade otra dificultad más para las concursantes, que no solo tienen que demostrar su valía como artistas sino que deben intentar quedar por encima de sus compañeras. Para algunas voces críticas esto va en contra del espíritu drag de comunidad, solidaridad y hermandad. "Quien piense que estamos pensando en hundirnos las unas a las otras está muy equivocado", señala La Prohibida, aunque entiende que 'Drag Race' es un programa de televisión. "Es un juego y así hay que entenderlo, como el juego de la oca, los mundiales de baloncesto o el festival de Eurovisión. Tienes que entrar en las pruebas, y si no te apetece no vayas al programa. Si cuestionamos esta dinámica en 'Drag Race' deberíamos cuestionar cualquier otro tipo de programa de premios desde 'Pasapalabra' a 'El precio justo'".

"A mí me encantaría que en vez de 'Drag Race' hubiera un 'Drag Comuna'", propone Belial. "Que todas pudieran mostrar su parte y su visión en cada capítulo y en cada reto, y todas duraran todo el programa". Para ella, las mecánicas capitalistas del concurso hacen que el drag pierda su cualidad de práctica subversiva y se quede en entretenimiento pop. "Me da muchísima pena que se despolitice el drag. Tú en ATRESplayer PREMIUM no te puedes poner a hablar del capitalismo, de lo fatal que está la sanidad pública, de cómo los partidos de derechas no paran de menoscabar el bienestar social. Y si te contratan para una gira por toda España tampoco; sí, puedes hablar de los derechos LGTBIQ+ pero con pinzas, porque habría que hablar de quién los está mermando, que son ciertas personas. A ti quien te paga es Atresmedia, ¿qué vas a hacer? ¿Morder la mano que te da de comer?".

"Amore, que no eres Michelle Visage, que eres un maricón de Malasaña"

Durante la grabación del concurso las participantes tienen que exponerse a las críticas del panel de jurados, pero es después cuando viene lo más duro. Cuando el programa se emite por televisión son los millones de espectadores los que pueden juzgarlas, y no solo criticarán sus looks o su participación en los desafíos, sino que comentarán sus personalidades, físicos y comportamientos. A menudo en redes sociales, incluso escribiendo directamente en los perfiles de las reinas. Y no siempre en términos constructivos ni respetuosos.

Con el progresivo crecimiento de público de 'Drag Race' el fandom del programa se ha multiplicado y no todos los seguidores aplican en su trato virtual a las concursantes el supuesto mensaje de amor, comunidad y aceptación que RuPaul quiere transmitir. La concursante de la primera edición española Arantxa Castilla-La Mancha desveló que estaba recibiendo agresiones, insultos y amenazas en sus bandejas de entrada porque algunos espectadores consideraban injusto que permaneciera en el concurso.

Foto: Arantxa Castilla-La Mancha, en 'Drag Race'. (Atresplayer)

Ese fenómeno se repite casi con cada temporada, cuando algunos giros y resultados del concurso resultan controvertidos entre el público y algunas personas parecen olvidar que se trata de un programa televisivo. Como tal, hay un proceso de producción, redacción y edición que filtra todo lo que ocurre en una grabación de semanas en unas pocas horas de televisión. Muchas concursantes se han quejado a lo largo de los años de que el montaje las había retratado como personas más conflictivas o agresivas de lo que en realidad fueron. Y eso puede convertirse en oleadas de odio personalizado en las redes sociales con consecuencias catastróficas en las concursantes. Phi Phi O’hara, participante de la cuarta temporada y el segundo 'All Stars', aseguró haber tenido problemas para salir de casa durante meses debido a las amenazas que recibía por las redes sociales.

placeholder Phi Phi O’hara, en 'RuPaul Drag's Race'. (Logo)
Phi Phi O’hara, en 'RuPaul Drag's Race'. (Logo)

Como consecuencia de esto, las concursantes entran al programa siendo muy conscientes de los peligros a los que se exponen y acaban moderando y calculando más lo que dicen y lo que hacen. Algunas temporadas de los últimos años, especialmente en EEUU, se han visto perjudicadas por esto al perder espontaneidad las reinas.

"El fandom de 'Drag Race' no es más tóxico que cualquier hincha de un equipo de fútbol o seguidor de un partido político", argumenta La Prohibida, con la que coincide Belial. "Hay gente tóxica en todas partes. Pero, claro, a las travestis les afecta mucho, porque en el drag tú misma y tu cuerpo sois la propia obra. Todos los juicios que se hacen a partir de ahí duelen mucho más porque está en juicio tu persona, tu cuerpo, tu postura, lo que dices, lo que no dices, tu pelo, tu maquillaje, si estás más gorda o más flaca, el color de tu piel…”.

placeholder Bowyer-Chapman, en 'Canada's Drag Race'. (Crave)
Bowyer-Chapman, en 'Canada's Drag Race'. (Crave)

Precisamente el color de la piel parece ser un elemento de peso en este tema. Según Crystal, concursante de la primera edición británica, "nueve de cada diez" reinas que son agredidas en las redes sociales son racializadas. Lo dijo en una carta abierta publicada en el diario 'Metro' en la que defendía a Jeffrey Bowyer-Chapman, juez del formato canadiense que tuvo que abandonar las redes sociales ante los constantes mensajes de odio que recibía de fans que consideraban que era un juez demasiado duro con las reinas (lo cual es, cuando menos, irónico).

"La cantidad de veces que hombres blancos homosexuales me llamaron 'estúpido negro' en mi bandeja de entrada fue sorprendente", dijo el también actor en 'The Hollywood Reporter'. En esa misma entrevista aseguraba que los productores le habían instado a hacer críticas más duras, y que el montaje había dejado fuera muchos momentos de conexión con las reinas en los que Bowyer-Chapman les daba consejos amables. En cualquier caso, La Prohibida insiste en la naturaleza televisiva y competitiva de 'Drag Race': "Los jueces del programa deben tener la libertad para poder decidir entre todos quién es la que gana y quién es la que pierde en cada programa porque así es el juego".

Foto: Carmen Farala, concursante de 'Drag Race España'. (Atresmedia)

Para Belial, lo peor que puede hacer el fandom de 'Drag Race' es juzgar a las drag queens en sus espectáculos como si estuvieran viendo un programa de televisión. "Si a mí me dicen que he repetido un look, yo digo: 'Pues sí, pues claro que lo he repetido, ¿me pagas tú un vestido de flamenca?'. La gente se cree con toda la legitimidad del mundo para ponernos a parir a las travestis cuando hacemos algo mal o cuando no les gusta un look, y es como: 'Guapa, ¿tú te has visto, tú te miras al espejo? Amore, que no eres Michelle Visage, que eres un maricón de Malasaña". Michelle Visage es una de las juezas del programa, la mano derecha de RuPaul y, efectivamente, no es de Malasaña sino de Nueva Jersey.

La propia RuPaul es a menudo criticada como uno de los aspectos negativos del programa. Sus declaraciones en entrevistas suelen ser examinadas con lupa por un público cada vez más joven y progresista que, irónicamente, condena a la presentadora pero ama el programa. En 2016 desveló que es dueña de un terreno de casi 250 kilómetros cuadrados que cede a compañías petrolíferas para que hagan "fracking", una práctica de extracción de gas y petróleo muy cuestionada por sus efectos medioambientales. Dos años después dijo en 'The Guardian' que algunas mujeres trans no deberían participar en 'Drag Race': "Puedes identificarte como mujer y decir que estás transicionando, pero eso cambia una vez que empiezas a cambiar tu cuerpo. Conlleva algo diferente; cambia el concepto al completo de lo que estás haciendo".

"Creo que hay un cansancio en la gente"

En contraste, el concurso ha ido evolucionado en los últimos años para permitir que mujeres trans que se habían sometido a procesos de reasignación de género participaran, como son Kerri Colbi en la decimocuarta temporada, Kylie Sonique Love en la sexta de 'All Stars' o Vanessa Van Cartier en Holanda. Una de las reinas finalistas de la decimotercera temporada era Gottmik, un hombre trans. Y en la actual temporada estadounidense, en emisión, ha participado un hombre cis heterosexual, Maddy Morphosis (lo cual también generó numerosos debates y, por supuesto, agresiones a la propia concursante en las redes sociales).

La capacidad de evolución del programa se ha hecho patente con cada decisión tomada para eliminar elementos que fueran ofensivos o no reflejaran las nuevas realidades que van surgiendo con el paso del tiempo (cuando 'RuPaul’s Drag Race' nació hace 13 años el colectivo LGTBIQ+ era, simplemente, LGTB). Expresiones como "she-mail" (juego de palabras entre "e-mail" y un calificativo ahora considerado tránsfobo) o "may the best woman win" ("que gane la mejor mujer" ha sido sustituido por "que gane la mejor drag queen" para incluir el espectro de identidades que ahora pueblan el concurso) han ido desapareciendo. Poco a poco, 'Drag Race' se ha convertido en el espacio de la cultura popular mainstream donde hay una representación más diversa de las identidades de género y orientaciones sexuales.

placeholder Póster de 'Drag Race España'. (Atresmedia)
Póster de 'Drag Race España'. (Atresmedia)

Sin embargo, no todo el mundo mira este imperio en constante expansión con buenos ojos. Hay quienes acusan a RuPaul de querer explotar la gallina de los huevos de oro y acusan un desgaste del formato con cada nueva edición (durante el último año la productora World of Wonder se ha asegurado de que cada semana hubiera un nuevo episodio de 'Drag Race' en alguna de sus vertientes). "Creo que hay un cansancio en la gente porque hay muchas ediciones y algunas son muy largas, y algunas no están muy bien", observan los dueños de Barbanarama, apuntando que el bar se llena más con las entregas británicas, estadounidenses y sobre todo la española. Inti recomienda a los espectadores que aprovechen la moda para consumir todo el contenido relacionado con el drag que se está produciendo. 'We’re Here', 'Legendary', 'Dragula', 'La más draga', 'The Switch' o 'Pose' son algunos de los programas o series citados, pero la concursante insiste en que se apoye al drag de bar, discoteca y teatro que no accede a esos espacios audiovisuales: "Que vayan a ver drag queens locales, que apoyen a las personas trans y racializadas, que vean performances, obras de teatro, conciertos".

Cuando la amiga de Belial que concursó en la segunda temporada de 'Drag Race España' salió, le confirmó que había tomado la decisión correcta al no presentarse al casting. "Me dijo: 'No veas, Belial, cómo me estaba acordando de ti, es que tenía ataques de ansiedad prácticamente todos los días'. A mí me pasa eso grabando durante un mes y medio y me tienen que sacar de allí con los pies por delante".

"Claro, 'Drag Race' es un programa que me va a dar visibilidad, trabajo, dinero, todo el mundo me va a conocer, voy a poder llevar a cabo proyectos…", concluye con el tono agridulce de quien desea lo que sabe que no es bueno para ella. "Pero por otro lado qué es lo que voy a tener que pagar, no solo de dinero, para poder llegar a todo eso. Igual me dejo la salud por el camino".

Sábado veraniego de 2021. Belial, joven artista drag onubense de 24 años afincada en Madrid, está grabando su vídeo de presentación para el casting de la segunda temporada de 'Drag Race España'. Ha llamado a sus amigas y les ha dicho: "Tías, por favor, venirse a mi casa, que necesito ayuda". Se ha "montado" (así se llama en jerga drag a transformarse, es decir, vestirse, maquillarse y ponerse peluca y añadir todos los elementos necesarios para conseguir una ilusión femenina, o una ilusión en general). Está delante de la cámara dispuesta a describirse y vender sus bondades para ser elegida. De repente, Belial mira a sus amigas y dice: "Coño, es que no puedo. No puedo. Hasta aquí". En ese momento decide que no quiere, o no puede, o no debe, presentarse a 'Drag Race España'.

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