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¿Otro devastador volcán islandés? La inminente erupción que pone el país en vilo
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¿Otro devastador volcán islandés? La inminente erupción que pone el país en vilo

La sismicidad y grandes grietas sobre el terreno avisan de una probable erupción, que ya ha obligado a evacuaciones y que puede ser importante, pero nada parecido al Eyjafjallajökull

Foto: Grietas sobre el terreno en la zona donde puede aparecer la erupción. (Reuters/Facebook/Road Administration of Iceland)
Grietas sobre el terreno en la zona donde puede aparecer la erupción. (Reuters/Facebook/Road Administration of Iceland)

Cientos de terremotos al día y fracturas en el terreno avisan de que el magma puede estar llegando a la superficie. Grindavík, una localidad pesquera de unos 3.000 habitantes ubicada en la península de Reykjanes, al suroeste de Islandia, ha tenido que ser evacuada y la autoridad de Protección Civil ha declarado el estado de emergencia. Nadie sabe en qué punto exacto puede surgir la erupción, pero todos los indicadores señalan que esta pequeña ciudad, próxima a la popular atracción turística Laguna Azul (Blue Lagoon), está en peligro. Reikiavik, la capital islandesa, se encuentra a tan solo 40 kilómetros, y aún más próximo está el aeropuerto de Keflavík, único internacional del país.

De hecho, si pensamos en volcanes islandeses, es inevitable acordarse del caos aéreo que provocó en 2010 el Eyjafjallajökull. Sus cenizas provocaron la cancelación de más de 20.000 vuelos en toda Europa. Por el contrario, las más recientes erupciones del Fagradalsfjall, que han tenido lugar en 2021, 2022 y este mismo verano se convirtieron en un espectáculo de la naturaleza casi inofensivo. ¿Qué nos espera esta vez?

Foto: ¿Qué está pasando en Islandia? Este es el motivo del estado de emergencia en el país. (EFE/Vilhelm Gunnarsson)

El enjambre sísmico que afecta la zona desde finales de octubre se ha traducido en impresionantes grietas abiertas en la superficie en la tierra, sobre el asfalto y en las calles de Grindavík. Muchas de ellas se encuentran a distancias de varios kilómetros, así que se teme una erupción importante, pero lo cierto es que no debería ser bastante similar a las que han ocurrido desde hace dos años y medio. “Si hay una erupción, sería similar, de tipo fisural, porque los centros de emisión se sitúan a lo largo de una fisura”, explica en declaraciones a El Confidencial el geólogo Nahúm Méndez Chazarra. Esto significa que se espera una “lava muy fluida, y una emisión de cenizas y gases relativamente pequeña”.

Cómo será esta vez

Pase lo que pase, está descartado un impacto tan grande como el Eyjafjallajökull. El motivo es que el gran volcán de 2010 entró en erupción en pleno glaciar. Cuando la lava entra en contacto con el hielo, se enfría de forma muy rápida, lo que provoca su fragmentación. Es decir, que se convierte en piroclastos, los materiales sólidos que son expulsados por los volcanes. “Si la fragmentación es muy violenta, la lava se transforma principalmente en grandes cantidades de ceniza”, señala el experto, justo lo que ocurrió en 2010. En este caso, el evento se produciría sobre una superficie que no está cubierta de hielo. Incluso, no se descarta una erupción submarina.

placeholder Grietas sobre el terreno. (Reuters)
Grietas sobre el terreno. (Reuters)

En su ascensión a la superficie “parecía que el magma se dirigía hacia el mar, luego que se paraba y después que iba hacia el pueblo evacuado”, relata Rubén López, vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN). La principal pista para saberlo está en el epicentro de los terremotos. “La sismicidad permite detectar que el magma va rompiendo rocas a su paso. Esto nos va diciendo si se va desplazando hacia un lado o hacia otro”, explica. Las otras dos pistas son la emanación de gases y la deformación del terreno, que en este caso parece estar arrojando valores muy importantes.

Aunque las erupciones del Fagradalsfjall se produjeron a escasos kilómetros, también en la península de Reykjanes, todas estas incidencias corresponden a un sistema volcánico diferente. “Es muy cercano, casi paralelo aunque más situado al oeste, y probablemente debe tener características muy similares”, afirma Méndez Chazarra. Las erupciones fisurales, en el sentido estricto de la palabra, “no generan un volcán clásico de gran altura por cuya cima sale la lava”, sino que se trata de “otro tipo de vulcanismo, caracterizado por una alineación de conos de una vida relativamente corta”.

placeholder Las erupciones del Fagradalsfjall, que comenzaron en 2021. (Reuters)
Las erupciones del Fagradalsfjall, que comenzaron en 2021. (Reuters)

Para López, la principal diferencia con respecto a los episodios volcánicos que se vienen sucediendo en Islandia desde 2021 es que esta vez pueden afectar a una zona poblada, con toda la gravedad que implica esta situación. “Se ha evacuado una ciudad y eso hacía tiempo que no pasaba, si la erupción ocurre dentro de Grindavík cambiará mucho con respecto a los anteriores”, comenta. Sin embargo, los datos científicos no indican nada excepcional: “Es lo habitual cuando el magma está buscando por dónde salir”.

En los últimos días, algunas informaciones han transmitido una idea errónea de lo que está sucediendo bajo la superficie, según los expertos, al hablar de “un túnel” de magma, un concepto que da la idea de que está circulando de una manera horizontal bajo el suelo, cuando en realidad se trata de una trayectoria vertical. El error procedería de una mala traducción del islandés, a pesar de que el término túnel o tubo se utiliza en otros contextos relacionados con los volcanes. “Los túneles son estructuras que se forman durante una erupción. Una colada de lava se solidifica en su parte superior, eso aísla la colada anterior que va por debajo, la lava se sigue moviendo por su interior y, una vez que el volcán para y la lava abandona el tubo, queda un túnel o un tubo de lava”, explica Méndez.

placeholder El pueblo evacuado. (Reuters)
El pueblo evacuado. (Reuters)

Es lo que se puede constatar en La Palma, por ejemplo, tras la última erupción, pero no tiene nada que ver con este momento previo, en el que el magma emerge, provocando temblores. Los últimos cálculos oficiales de los científicos islandeses indican que se encontraría a unos 800 metros de la superficie, pero esta medición no dice nada acerca de la inminencia de una erupción. En teoría, podría detenerse ahí, tardar días o salir ahora mismo.

Los expertos españoles, muy atentos

De hecho, los datos de sismicidad, que parecían intensificarse rápidamente, se han ralentizado, pero es muy difícil interpretar estos indicios. La revista Nature publicó el año pasado un análisis de lo que sucedió con la primera erupción del Fagradalsfjall, en 2021. Los resultados indicaron que justo en los días anteriores se redujo la actividad sísmica y la deformación del terreno. También, que la composición y la procedencia de la lava fue variando a lo largo del tiempo. “No sabemos si en este caso ocurrirá lo mismo, pero parece que cuando el magma ya ha roto estructuras más complejas en su camino, al llegar a la superficie tiene menos problemas para seguir moviéndose y, por lo tanto, genera menos sismicidad”, destaca el experto.

placeholder Grietas sobre el terreno. (Reuters)
Grietas sobre el terreno. (Reuters)

En cierto modo, el evento volcánico que se espera tendría un leve parecido con el de La Palma, de septiembre de 2021, porque en su inicio fue una erupción fisural y no se podía saber por dónde se abriría paso el magma en su camino hacia la superficie ni el punto exacto de la erupción. Sin embargo, “estamos hablando de dos contextos geológicos totalmente diferentes, aunque a veces las erupciones se parezcan”, apunta el geólogo.

Desde España, en el IGN siguen de cerca los acontecimientos. “Aprendemos muchísimo, estamos siguiendo todos los datos de sismicidad y deformación, pero también las medidas que se están tomando”, explica López. Por ejemplo, “de cómo desalojaron el pueblo y cómo han dejado acudir a los vecinos a recoger sus pertenencias más tarde, cuando parecía que la erupción ya no iba a ser inmediata, pero tan solo con cinco minutos de tiempo”. Ver el comportamiento de las autoridades islandesas “también nos ayuda a mejorar”, asegura.

Foto: Investigadores toman muestras en el cráter de Campi Flegrei, en Nápoles. (Getty/NurPhoto/Giuseppe Ciccia)

Y es que pocos países están tan acostumbrados a este tipo de situaciones a las puertas de su capital. “Obviamente, es muy difícil que vaya a afectar a Reikiavik​”, opina Méndez, incluso “aunque fuese una erupción aún más grande de lo que se espera”. En todo caso, “el tipo de erupción condiciona mucho hacia dónde van a ir los materiales” o cuáles pueden ser las consecuencias. En este caso, no se espera que la situación pueda afectar directamente a zonas muy alejadas del área más vigilada, pero Islandia siempre es un “laboratorio natural” del que aprenden los geólogos, no solo por la vulcanología. Por ejemplo, “hay que tener en cuenta que es un país puntero a nivel de energía geotérmica y que los demás también podemos beneficiarnos de sus lecciones”.

Dos son las razones que explican por qué esta isla tiene tanta actividad volcánica. En primer lugar, se encuentra entre dos placas litosféricas. En segundo lugar, “debajo de Islandia hay un punto caliente, es decir, que asciende material que se encuentra a más temperatura que el manto que lo rodea y eso aporta más actividad geológica y volcánica”, comenta Méndez. En definitiva, “es un lugar que sigue evolucionando continuamente, precisamente por esa actividad geológica que rejuvenece la superficie de nuestro planeta, que va cambiando a un ritmo que a escala humana nos parece lento, pero que a escala geológica es bastante rápido”.

Cientos de terremotos al día y fracturas en el terreno avisan de que el magma puede estar llegando a la superficie. Grindavík, una localidad pesquera de unos 3.000 habitantes ubicada en la península de Reykjanes, al suroeste de Islandia, ha tenido que ser evacuada y la autoridad de Protección Civil ha declarado el estado de emergencia. Nadie sabe en qué punto exacto puede surgir la erupción, pero todos los indicadores señalan que esta pequeña ciudad, próxima a la popular atracción turística Laguna Azul (Blue Lagoon), está en peligro. Reikiavik, la capital islandesa, se encuentra a tan solo 40 kilómetros, y aún más próximo está el aeropuerto de Keflavík, único internacional del país.

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