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Dos científicos resuelven el 'misterio del oro' con un nuevo modelo de formación planetaria
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Debería estar atrapado en el núcleo

Dos científicos resuelven el 'misterio del oro' con un nuevo modelo de formación planetaria

Un grupo de científicos propone una teoría que explica por qué el oro es mucho más abundante en la corteza terrestre de lo que debería ser según los modelos existentes relativos a la formación del planeta

Foto: ¿Por qué hay tanto oro en la corteza si debería haber caído al núcleo? (Frank Rumpenhorst)
¿Por qué hay tanto oro en la corteza si debería haber caído al núcleo? (Frank Rumpenhorst)

Hay dos motivos por los que el oro y el platino son considerados metales 'preciosos' más allá de por su belleza estética. Hablamos, cómo no, de sus excelentes cualidades y, sobre todo, de su escasa presencia en la corteza y en el manto terrestre. Sin embargo, no son tan raros como deberían si partimos de la base de que nos ofrecen los modelos de formación planetaria con los que trabajan los científicos. Según estos sistemas, se trata de metales pesados que deberían haberse hundido hasta el núcleo, de modo que los seres humanos solo fuésemos capaces de encontrar los restos procedentes de meteoritos que impactaron contra la superficie después de su formación.

Dichos modelos cuentan con que, originalmente, el planeta estaba expuesto a temperaturas extremas debidas a la contracción gravitacional, la desintegración radioactiva y el bombardeo de asteroides y planetesimales. Todo ello originó un océano de lava en el cual los elementos más pesados deberían haberse hundido. Especialmente, los siderófilos, ya que el hierro constituye la mayor parte del núcleo de la Tierra. Esto incluye tanto al oro como al platino, pero también al iridio y al rodio.

La relativa abundancia de oro y platino en la corteza terrestre evidencia que algo falla en esos modelos, pero hasta ahora no se sabía muy bien el qué. El enigma parece haber sido resuelto por Jun Korenaga, profesor de ciencias terrestres y planetarias de la Universidad de Yale, y por la doctora Simone Marchi del Instituto de Investigación South-West de los Estados Unidos. Ambos han realizado una investigación que arroja un nuevo modelo que sí explica esta circunstancia.

La clave está en el manto

El secreto está en una región transitoria del manto de la Tierra cuya parte inferior se derrite, mientras que la superior permanece sólida. Según los investigadores, posee cualidades dinámicas particulares que le permiten capturar componentes metálicos pesados y repartirlos por el resto del manto. Un proceso lento que dura miles de millones de años, tal y como demuestra que todavía esté produciéndose.

Foto: Charlize Theron, flamante embajadora del modelo Navitimer de Breitling. (Cortesía)

Según ha explicado Simone Marchi a través de un comunicado, “la formación de la región transitoria casi siempre se produce a causa del impacto de un gran cuerpo espacial en los proto-planetas, lo que aporta bastante solidez a nuestra teoría”. Los modelos existentes ya barajaban la posibilidad de que la Tierra recibiese el impacto de asteroides y planetesimales gigantes con una anchura superior a los 1000 kilómetros, pero no a un nivel tan importante.

En concreto, la teoría de Korenaga y Marchi sostiene que la Tierra primitiva recibió impactos a través de este tipo de cuerpos equivalentes al 3 % de su masa total. Puede no parecer mucho, pero esa cifra es más del doble de la masa de la Luna. Dichos impactos originaron las 'provincias de baja velocidad de corte' que los científicos han tratado de explicar a lo largo de los últimos años y que son las responsables de que haya disponible tanto oro en la Tierra.

Hay dos motivos por los que el oro y el platino son considerados metales 'preciosos' más allá de por su belleza estética. Hablamos, cómo no, de sus excelentes cualidades y, sobre todo, de su escasa presencia en la corteza y en el manto terrestre. Sin embargo, no son tan raros como deberían si partimos de la base de que nos ofrecen los modelos de formación planetaria con los que trabajan los científicos. Según estos sistemas, se trata de metales pesados que deberían haberse hundido hasta el núcleo, de modo que los seres humanos solo fuésemos capaces de encontrar los restos procedentes de meteoritos que impactaron contra la superficie después de su formación.

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