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La Palma se harta de mirones: "Mis amigos ya no quieren hablar con los periodistas"
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La Palma se harta de mirones: "Mis amigos ya no quieren hablar con los periodistas"

El drama y la incertidumbre que vive el valle de Aridane dan paso a la indignación por la excesiva cobertura mediática y la tromba de personas que ha atraído el volcán

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Lorena vive a caballo entre Tenerife y la parte occidental de La Palma por asuntos de trabajo. Por eso, cuando reventó (como dicen los palmeros) el volcán de Cumbre Vieja y sus padres, vecinos de Los Llanos, tuvieron que cambiar su hogar por el de otros familiares, ella, junto a su hija, estaban en la capital de la región. Al día siguiente cogieron un avión a la Isla Bonita que ya tenían programado y miró otro para regresar a Tenerife el fin de semana, pero ese ya no estaba. Ni 24 horas después de la erupción, las compañías aéreas insulares no tenían ni un solo hueco para el trayecto y no era el único colapso. A día de hoy las compañías de coches de alquiler en la isla no tienen prácticamente vehículos disponibles, los hoteles tampoco dan abasto con las habitaciones y la sensación es que con la lava ha llegado una marea de gente que añade aún más tensión a la ya dramática situación interna.

Al saber que este reportero también se dirige a cubrir la noticia, Lorena mezcla ese carácter abierto de la zona con el cansancio y el pesar de la situación. "Sabes, muchos de mis amigos que ya no quieren hablar con los periodistas. Dicen que venís por el espectáculo y que luego no os importa lo que está viviendo la gente", señala. La sensación agridulce del fenómeno que viven los propios lugareños se refleja y se multiplica con los extraños que llegan a la isla. Está bien que vengan, pero ese toque de espectáculo, de venir solo para ver cómo un volcán suelta lava, choca con lo que están viviendo miles de personas que, para muchos, están desatendidas por los mismos que llegan a disfrutar del paisaje.

Foto: Desalojados en el pueblo de Todoque, en el municipio palmero de Los Llanos de Aridane. (EFE)

El llamado circo mediático trasladado a la isla, el mayor visto relacionado con un volcán en Canarias, es el mejor ejemplo, que no el único, de esa situación de hartazgo que se vive en una isla, además, acostumbrada al silencio y a pasar algo desapercibida de los grandes focos. Los medios han convertido la explanada del mirador del Empalme de Tajuya, el mejor punto de la isla para ver la erupción, en un plató de televisión internacional. Día y noche su espacio está lleno de cámaras, focos, periodistas, presentadores y todo el entramado de máquinas y vehículos que acompaña a estos. También hay fotógrafos, radios y curiosos de todo tipo que llegan hasta en furgonetas camperizadas. Curiosamente, justo detrás, como en otro plano, se encuentra una pequeña iglesia dedicada a la Santísima Trinidad, de la que entran y salen feligreses que en silencio miran con desdén el entorno aledaño y prefieren, con toda la educación del mundo, no hablar de todo esto.

En El Paso, algo más arriba, esa calma tensa entre lugareños y medios se rompe en algunas conversaciones. "Vienen, te ponen la alcachofa en la boca y ale a preguntarte como si nada. Mira, que se vayan para su isla o al lugar de donde sean. Parece que las desgracias de uno son las noticias de otros", comenta una pareja de hombres de avanzada edad que pasea por una de las avenidas de este municipio palmero. Como uno de los pueblos más grandes de los cercanos al volcán, la convivencia con los extraños llegados con el volcán es constante, pero la situación de seguridad permite un mejor entendimiento a pesar del cansancio y los sentimientos encontrados.

placeholder Foot: EFE.
Foot: EFE.

Eso no se permite en otros puntos, como las cercanías del barrio de Todoque, donde el drama de la colada que engulle el pueblo se mezcla con unos medios que siguen la noticia y unas autoridades que controlan con mano férrea la situación para evitar problemas. Muchos de sus efectivos llegados desde otros puntos de España. En el control que corta la zona de La Laguna con el propio Todoque, la tensión pasa entre los vecinos y llega a los reporteros. Algunos, como un anciano que mira lo que acontece desde un pequeño banco de piedra prefiere no contestar a las preguntas, o hacerlo con pocas palabras, las justas para evitar no quedar mal con la otra persona. Otros, jóvenes que esperan su turno para ir corriendo a ver sus casas, quizá por última vez, dan la información contada. Nada de excederse con los comentarios, no está la situación para eso.

"No hay ni un guardia en la isla"

Pero esto no solo llega a los medios o a los mirones que llegan continuamente desde diferentes partes de España y el mundo. Con la lava también han llegado cientos de efectivos de los cuerpos de seguridad del Estado. Casi 500, entre Guardia Civil, Policía y la UME forman parte del dispositivo organizado por la erupción y con ellos también saltan los roces. Se encargan sobre todo de controlar accesos, revisar controles y evitar que la situación se descontrole lo más mínimo, pero para algunos vecinos esa vigilancia es excesiva, o no saben de lo que hablan.

Andrés, un ganadero joven y grande que desayuna en un local a las afueras de Los Llanos cuenta una experiencia personal que explica ese sentimiento mientras detalla cómo se notó la erupción en su finca y bromea sobre estos cuerpos. "No hay ni un guardia en la isla, eh. El otro día iba con un grupo a echar de comer a los cochinos, pues van y no me dejan pasar los guardias. Estos que vienen de fuera y no tienen ni idea me querían decir que no podía ir. Pues les dije, miren, se bajan todos estos y se suben ustedes a ver si así me dejan moverme, pero los cerdos no se quedan sin comer".

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Su comentario continúa con una explicación detallada de lo que sintió cuando llegó la erupción. "Tengo la explotación con los animales ahí al lado y nunca había visto ni una pulga allí, pues mi hermano fue el domingo a verlos y estaba eso lleno. Preguntamos a unos del Involca y nos dijeron que era por el calor, que habían notado los bichos que el suelo estaba caliente y habían salido disparados, pero que en 24 horas volvían a desaparecer", narra. "Algo parecido ha pasado con las hormigas que se subían como locas a las piñas", añadía otro de los parroquianos.

Lo ocurrido este lunes, cuando se tuvo que cerrar el túnel de El Paso después de que la llegada de mirones colapsara las carreteras, ha elevado un punto más esta tensión y se ha visto esta misma mañana. Aunque la carretera no se ha vuelto a taponar, un accidente ha obligado a cortar durante bastante tiempo parte de la carretera y muchos ya señalaban a los extraños que se lanzan al volcán de lo ocurrido. Como la camarera de uno de los bares de la zona. "Claro, si uno viene aquí a mirar... Lo raro es que no se den más accidentes. Todos hablan de espectáculo y de lo bonito que es el volcán, pero las casas que se han perdido eso ya no se recupera, y en dos días se han olvidado todos de los afectados".

Lorena vive a caballo entre Tenerife y la parte occidental de La Palma por asuntos de trabajo. Por eso, cuando reventó (como dicen los palmeros) el volcán de Cumbre Vieja y sus padres, vecinos de Los Llanos, tuvieron que cambiar su hogar por el de otros familiares, ella, junto a su hija, estaban en la capital de la región. Al día siguiente cogieron un avión a la Isla Bonita que ya tenían programado y miró otro para regresar a Tenerife el fin de semana, pero ese ya no estaba. Ni 24 horas después de la erupción, las compañías aéreas insulares no tenían ni un solo hueco para el trayecto y no era el único colapso. A día de hoy las compañías de coches de alquiler en la isla no tienen prácticamente vehículos disponibles, los hoteles tampoco dan abasto con las habitaciones y la sensación es que con la lava ha llegado una marea de gente que añade aún más tensión a la ya dramática situación interna.

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