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Mi iPhone me está aconsejando dejar a mi pareja. La cuestión es si hacerle caso
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Mi iPhone me está aconsejando dejar a mi pareja. La cuestión es si hacerle caso

Registrar de forma obsesiva tus hábitos en 'apps' de bienestar es una práctica cada vez más adictiva. Y que puede revelar datos insospechados, como qué persona contribuye positivamente a tu vida y quién no

Foto: Una joven mira su móvil. (Unsplash/Annie Spratt)
Una joven mira su móvil. (Unsplash/Annie Spratt)
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Eva (nombre ficticio) lleva varias semanas preocupada. En los últimos días, un sentimiento de intranquilidad asola su mente. Ella asocia esta montaña rusa emocional a su vida laboral y sentimental, que, según dice, se están desmoronando poco a poco y eso está afectando tanto a su salud física como mental. Pero la realidad es más oscura.

Hace alrededor de un mes había quedado con sus amigas para tomar un café y la comidilla era que varias de ellas habían estado probando una funcionalidad de Apple que ya incluyen la mayoría de iPhones y relojes inteligentes. Se trata de “estado de ánimo”, incluida en la herramienta Salud. Una app que, a grandes rasgos, te permite registrar en cualquier momento del día tus emociones o estados de ánimo y asociarlos con diferentes motivos... y personas.

“Mira, cambia de color según lo contenta que estés y luego añades cómo te sientes y el porqué de esa emoción”, le comentaba entusiasmada una de sus amigas. “Incluso la app te permite medir otras variables como el sueño, las calorías que vas ganando o el deporte que haces a la semana”, le explicaba otra. No habían pasado más de 10 minutos y el “Descargando…” ya aparecía en el móvil de Eva. Al llegar a casa, registró su primera emoción en este diario sentimental digital: “Muy alegre”.

A los pocos días empezó a hacer un uso más exhaustivo de esta funcionalidad, anotando en cada uno de sus registros los motivos de su estado de ánimo. Por ejemplo, seleccionaba “contenta” y luego “amigos”. O "triste" y luego “dinero”. Eva dio un paso final, el más delicado: asociar sus emociones a otra persona, su novio. “Primero puse a amigos y amigas, para saber quién es más tóxico en mi vida, y luego añadí a mi chico como otro parámetro, para ver el tiempo de calidad que pasamos, me pareció gracioso. Además de las emociones, también quería calcular si duermo mejor con él o sin él”, explica Eva a El Confidencial. La idea era clara: hacer conexiones entre sus estados de ánimo y las personas que la rodean.

placeholder Captura de pantalla de la aplicación Salud, que muestra el registro de varias emociones durante un periodo de tiempo determinado asociado a diferentes personas. (El Confidencial)
Captura de pantalla de la aplicación Salud, que muestra el registro de varias emociones durante un periodo de tiempo determinado asociado a diferentes personas. (El Confidencial)

Al cabo de varias semanas registrando algunos de sus hábitos en el Apple Watch, muchas de las variables enfrente de su pantalla apuntaban en una dirección difícil de aceptar. De entre todas, había una persona que estaba empeorando su salud mental y física: su pareja. Irascibilidad, mal sueño, procrastinación y cierta subida de peso eran algunas de las tendencias que se veían reflejadas claramente en las gráficas de la herramienta. Lo sorprendente es que esta vez no era ningún familiar o amiga cercana quien estaba avisando o tratando de abrir los ojos a nuestra protagonista, sino su Apple Watch y su iPhone.

El otro negocio de Apple: la salud

La empresa de Cupertino lleva años atacando al campo de la salud en sus dispositivos. En cualquier Apple Watch o iPhone se pueden monitorizar signos vitales como la frecuencia cardiaca, la calidad del sueño, el ejercicio físico, la alimentación, los pasos caminados, la exposición a la luz del sol o el vaivén de calorías diario. Todos estos parámetros son fácilmente rastreables con aplicaciones como Salud. Sin embargo, desde el año pasado, la tecnológica ha empezado a mirar donde antes no había reparado, en la salud mental.

Además de rastrear la actividad física con un reloj, Apple ahora permite medir nuestro estado de ánimo con una función interna de la app Salud llamada “estado de ánimo” (o “state of mind”, en inglés). Y clasificar esas emociones en una escala. El giro es que puedes ser mucho más preciso con tus etiquetas y marcar diferentes sentimientos: “alegre”, "tranquila", "enfadada", "agotada", “orgullosa”, “nerviosa”, “celosa”... A esto se le pueden añadir a su vez otros parámetros para tener una comprensión más clara de qué está causando esas emociones, por ejemplo, categorizando las áreas de la vida con las que están relacionadas: “familia”, "trabajo", “compañeros de piso”, “dinero” o incluso “mi casero”. La cosa se vuelve más siniestra cuando la app te permite añadir la categoría “pareja”.

Es lo que había estado haciendo Eva.

placeholder Captura de pantalla de la aplicación de Apple Salud para registrar las emociones diarias. (Apple)
Captura de pantalla de la aplicación de Apple Salud para registrar las emociones diarias. (Apple)

A medida que vas registrando más datos, puedes analizar tus tendencias anímicas semanales o mensuales, buscando patrones con los factores o las personas que las causan. Por ejemplo, si te encuentras más feliz cuando estás con tu familia que cuando estás con tus amigos, si un trabajo te enriquece más que otro, si haces menos ejercicio los días que pasas con tu novio o si duermes peor cuando tus compañeros de piso están en casa. En otras palabras: qué y quién te hace más feliz.

El problema de convertirlo en una obsesión

Democratizar la salud mental a través de herramientas como esta puede ser beneficioso, por supuesto. Por ejemplo, te permite contar con un diario inteligente que registra automáticamente eventos de tu vida y almacena de alguna manera recuerdos positivos. Según un estudio de 2022 publicado en el Journal of Depression and Anxiety, llevar un diario de experiencias buenas es un método para superar la ansiedad y los síntomas depresivos.

Pero, por otro lado, una persona pasa por muchos estados de ánimo al día, a veces más de cien. Y los cambios entre ellos pueden resultar imprevistos. Es una desventaja de la propia herramienta: el gráfico de datos no separa claramente las emociones específicas de un momento de las generales diarias. Estas se registran como puntos independientes en el tiempo que pueden no ser tan fácilmente interpretables. O son redundantes.

Foto: Foto: M. McLoughlin

Además, la lectura que el usuario haga de estos datos puede ser equivocada, pues al final el usuario no es un profesional cualificado. Lo más recomendable en el caso de que existan situaciones recurrentes de estados depresivos, es acudir a un médico o un psicólogo para tomar las medidas que sean necesarias.

Justo es en esa autointerpretación donde recae otro problema grave que acecha sobre todo a las generaciones más jóvenes: la obsesión por registrar compulsivamente en aplicaciones todos nuestros hábitos. Ahora hay una app para medir casi todo: el sueño, el peso, las calorías, la glucosa, incluso la luz solar que uno recibe. Las conocidas como wellness apps, que prometen ayudarnos a mejorar nuestra salud introduciendo nuestros datos a diario, llevan brotando como setas en los últimos cinco años. Se trata de un sector valorado en 2.700 millones de dólares y se prevé que alcance los 9.900 millones de dólares en 2030.

Pero su éxito no le ha ahorrado una tormenta de críticas reciente por parte de profesionales de la salud. Algunos estudios sugieren que esta monitorización compulsiva puede causar un efecto contrario al deseado. Y algunos expertos hacen hincapié en que un posible comportamiento obsesivo puede convertirse en futuros desórdenes alimenticios, rutinas de ejercicio desorbitadas, perfeccionismo e insatisfacción corporal.

placeholder Captura de pantalla algunas funciones de la aplicación Salud. (Apple)
Captura de pantalla algunas funciones de la aplicación Salud. (Apple)

"Cada vez que registramos uno de esos datos, nos sentimos bien con nosotros mismos y esto genera una recompensa. Establecido el hábito de registrarlo, nos podemos sentir angustiados o enfadados si no hacemos la anotación. Mantener esta pauta de manera sostenida en el tiempo puede generar un trastorno obsesivo-compulsivo que nos impida hacer nuestra vida cotidiana con normalidad", explica a El Confidencial Miguel Hierro, psicólogo del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

El experto incide en que relacionar actividades y personas con estados de ánimo es algo que la mente de las personas ya hace de manera natural: "Es un recurso propio que nos permite regular nuestro comportamiento: tenderemos a hacer más veces aquellas cosas que nos generan emociones positivas y a evitar aquellas que nos generan emociones negativas". Aun así, opina que "establecer un principio causa-efecto a través de un registro nos puede ayudar a ser conscientes o concretar estos procesos y así quizás agilizarlos". Dicho de otra forma, hay que usarlas en la justa medida.

En la misma línea se pronuncia Luis Antón, psicólogo del Instituto de Psicoterapias Avanzada, quien señala que puede ser sensato relacionar los estados de ánimo con tu círculo y funcionar como un antecedente de una conducta que quieras aumentar o disminuir, pero "el problema de la aplicación es no registrar situaciones concretas".

Un estudio realizado por Rush Medical College y la Northwestern School of Medicine advertía sobre los peligros que las aplicaciones que miden el descanso podrían tener para los usuarios, al entrar estos en una espiral de preocupación excesiva por la calidad del sueño (un trastorno conocido como ortosomnia), que la empeora o incluso acaba en estrés. Recordemos aquel caso de un joven de 27 años que relató en el Wall Street Journal haberse sellado la boca con cinta adhesiva para mejorar sus estadísticas en Whoop, otra aplicación que mide la calidad del sueño y que consultaba todas las mañanas.

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Algo similar ocurre con las apps de entrenamiento. Según la Federación Nacional Estadounidense de Entrenadores, el 65% de quienes sufren anorexia nerviosa admiten usar aplicaciones para controlar sus calorías, lo que les lleva a ejercitarse sin parar. Otro trastorno, para variar: la tecnorexia. Sí, la obsesión por los datos de salud y forma física, mezclada con la necesidad de cumplir metas, puede agudizar estos trastornos. El remedio puede ser peor que la enfermedad.

Y no podemos olvidar que esta obsesión por medir todo, por los datos, muchas veces puede ocasionar que no disfrutemos. Si uno no come por comer, no duerme por dormir o no ejercita por ejercitar y simplemente se limita a apuntar los datos derivados de ello, ¿de qué sirve entonces vivir?

El hecho de que la tecnología cada vez esté más presente en nuestras vidas, nos da una pista de que en el campo de la salud mental se va a dar un nuevo tipo de interacción entre humanos y máquinas. El día en el que una app, un asistente virtual o una IA nos aconseje cortar con nuestra pareja no está muy lejos. La gran pregunta es si llegado el momento le haremos caso.

Eva (nombre ficticio) lleva varias semanas preocupada. En los últimos días, un sentimiento de intranquilidad asola su mente. Ella asocia esta montaña rusa emocional a su vida laboral y sentimental, que, según dice, se están desmoronando poco a poco y eso está afectando tanto a su salud física como mental. Pero la realidad es más oscura.

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