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Nuevas tecnologías, ¿una forma de romper parejas?
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Nuevas tecnologías, ¿una forma de romper parejas?

La ‘ciberinfidelidad’ está de moda. Las nuevas tecnologías se han convertido en un problema para parejas y matrimonios. Cada vez resulta más frecuente utilizar nuevas herramientas

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Nuevas tecnologías, ¿una forma de romper parejas?

La ‘ciberinfidelidad’ está de moda. Las nuevas tecnologías se han convertido en un problema para parejas y matrimonios. Cada vez resulta más frecuente utilizar nuevas herramientas como Internet o el teléfono móvil para llevar a cabo infidelidades, planeando encuentros o fomentando nuevas relaciones. Eso sí, también los ‘engañados’ se han dado cuenta del filón y espían a sus parejas con sus propias armas. Mientras que las británicas se han transformado en unas perfectas Sherlock Holmes, los franceses acusan a la Red de ser los causantes de sus desgracias amorosas.

Un estudio publicado en Gran Bretaña por el diario The Independentdesvela que un 34% de las mujeres inglesas, comidas por los celos, espían los móviles o el Messenger de su marido o de su pareja en busca de rastros para confirmar su infidelidad. Tras consultar a más de 10.000 mujeres casadas o emparejadas, un 72% admitió que no tiene ningún tipo de reparo, ni moral ni relacionado con el miedo, en ‘consultar’ los mensajes de texto del móvil de su pareja. Un 34% reconoció que estaría incluso dispuesta a vigilar a sus maridos en secreto.

El teléfono móvil es un espía en sí. Hace unos meses se presentó un nuevo sistema de localización, una herramienta que sirve para ‘pillar’ a mentirosos. Una persona puede, en cualquier momento y por un módico precio, localizar mediante un sistema GPS un teléfono móvil. Así, por ejemplo, si una mujer celosa no se fía que su marido esté en la oficina, puede mediante el envío de un par de mensajes de texto descubrir su ubicación.

Los pensamientos de los franceses siguen la misma línea, aunque ponen más atención en las infidelidades a través de Internet. Cada vez más sucumben a las relaciones virtuales en Internet, un medio que fomenta la ‘ciberinfidelidad’ y causa estragos en la vida de pareja, según un libro publicado hace unas semanas en Francia y que ha causado un gran impacto. Escrito por Loic Roche, doctor en psicología y especialista en el impacto de las nuevas tecnologías en el hombre, y por Yannick Chatelain, experto en la Red, afirma igualmente que las relaciones que comienzan en la red rara vez son estables.

Sobre todo los hombres, pero también las mujeres, sucumben a los sitios pornográficos, que bombardean continuamente las pantallas, pero especialmente a los sitios de encuentros, foros o charlas en tiempo real, que representan la "tentación de evasión" de la vida conyugal más común. Una vez que se entra en esos sitios de encuentros y charlas, donde resulta tremendamente fácil establecer relaciones virtuales, muchas veces bajo una falsa identidad y apariencia, se crea un estado de búsqueda permanente y dependencia, según el psicólogo.

“Internet da la ilusión afrodisiaca de ser todopoderoso, algo similar a lo que ocurre con el alcohol en las fiestas de adolescentes, que funciona como un desinhibidor”, y tiene la ventaja de que “es más sencillo que seguir a alguien que nos sonríe en la calle”, analiza el doctor Roche. En un 20% de los casos, los cibernautas van incluso hasta la cita real, que frecuentemente es decepcionante y que raras veces termina en noviazgo.

Sin embargo, para atajar este tipo de infidelidades también hay una solución. Se han creado algunas empresas profesionales dedicadas a espiar en Internet. Son los ciberespías, que suelen ser contratados por maridos o esposas celosos que tratan de averiguar las idas y venidas de sus compañeros en la Red.

La ‘ciberinfidelidad’ está de moda. Las nuevas tecnologías se han convertido en un problema para parejas y matrimonios. Cada vez resulta más frecuente utilizar nuevas herramientas como Internet o el teléfono móvil para llevar a cabo infidelidades, planeando encuentros o fomentando nuevas relaciones. Eso sí, también los ‘engañados’ se han dado cuenta del filón y espían a sus parejas con sus propias armas. Mientras que las británicas se han transformado en unas perfectas Sherlock Holmes, los franceses acusan a la Red de ser los causantes de sus desgracias amorosas.