El James Webb encuentra nuevos discos protoplanetarios en Orión

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Sin duda, la nebulosa de Orión, también llamada M42 o NGC 1976, es una de las preferidas de los astrónomos aficionados. Se encuentra al sur del cinturón de Orión y destaca por ser extremadamente brillante, lo que permite observarla sin necesidad de usar telescopio si las condiciones climatológicas y de contaminación lumínica son las adecuadas. A ella ha dirigido su mirada el Telescopio Espacial James Webb con el propósito de encontrar nuevos discos de planetas en formación.

En concreto, el James Webb ha puesto el foco en la nebulosa NGC6357, más conocida popularmente como nebulosa de la Langosta, la Herradura u Omega. Se encuentra en la constelación de Escorpio y, aproximadamente, a 6.000 años luz de la Tierra. Su objetivo era analizar cómo este tipo de formaciones pueden colapsar para formar estrellas. Una teoría ampliamente aceptada y que fue descrita por el astrónomo James Jeans a principios del siglo XX.

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Pero no solo esto. También trató de explicar cómo estos fenómenos suelen ir acompañados de discos protoplanetarios, que suelen ser el origen de los nuevos planetas. Para ello, dirigieron el James Webb hacia diversas estrellas OB, que son las más masivas de la galaxia. Gracias al telescopio, pudieron encontrar abundantes cantidades de monóxido de carbono, acetileno, cianuro de hidrógeno y agua.

El descubrimiento es especialmente importante por un motivo: demuestra que se puede encontrar agua y otras moléculas indispensables para la vida en los discos en los que se generan las estrellas y los planetas. Además, dentro de uno de los entornos más extremos de la galaxia, como es la nebulosa de la Langosta.