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"YouTube o Spotify no dan para vivir": del sueño de triunfar en internet al pluriempleo
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De El Dorado a una lucha continua

"YouTube o Spotify no dan para vivir": del sueño de triunfar en internet al pluriempleo

A principios de este lustro ser 'youtuber' de éxito se veía como algo similar a ser futbolista profesional. Pero el sueño se ha ido desvaneciendo y ya no es tan bonito como se pintaba

Foto: Montaje: E. C.
Montaje: E. C.

Hace solo 4 años aparecía en España un libro que intentaba resumir un nuevo fenómeno que explotaba entre los jóvenes y amenazaba eso de que todos los niños quieren ser futbolistas de mayores. El título era claro: ' Mamá, quiero ser youtuber' y se centraba en explicar las claves de este nuevo 'boom' de internet que atraía tanto a los más jóvenes. Solo un año antes los grandes medios habían empezado a lanzar a los primeros creadores de contenido online como artistas de éxito, con nombres como El Rubius, YellowMellow o Willyrex a la cabeza, y el futuro parecía hecho para ellos. Pero en menos de un lustro el fenómeno de los contenidos 'online' ha crecido y cambiado totalmente, y no a mejor precisamente.

En este tiempo ese El Dorado en el que parecía haberse convertido el contenido online, pues tú creabas y el dinero entraba a espuertas por el mero hecho de conseguir visitas, ha pasado por guerras entre creadores y plataformas que les habían llevado al estrellato como YouTube, los vaivenes de la profesionalización del sector, la explosión del negocio 'influencer', la llegada de la fama a todo el sector, la apuesta de las marcas o la pérdida de financiación por cambios en los algoritmos, escándalos, agotamiento de modelos de negocio o peleas comerciales. ¿Y el resultado? Pues, según los propios creadores y los estudios publicados, todo ha quedado en un entorno mucho más competido, complejo y lleno de intermediarios, trucos y obstáculos en el que no, ya no basta con tener seguidores para vivir. Ni triunfar en una sola plataforma.

Bievenidos a ThinkTek

Estás leyendo ThinkTek, nuestra serie de artículos de análisis sobre los temas tecnológicos del momento. En esta tercera serie, abordamos las diferentes crisis que atraviesan los grandes intermediarios de internet. Spotify, Airbnb, Glovo, Amazon, Uber... Se presentaron como los salvadores de internet, los magos que tenían la clave para dar con el modelo de negocio perfecto en la red. Sin embargo, han acabado envueltos en interminables problemas legales, laborales, competitivos o de rentabilidad. ¿De verdad era este el futuro de internet? ¿Son modelos viables a largo plazo? ¿Qué hay de las 'víctimas' de los intermediarios? Esta es la segunda parte de este serial, y aquí puedes leer la primera.

Si aún no has leído los anteriores ThinkTek, no te pierdas la primera entrega sobre la guerra contra Google, Amazon, Facebook y Apple, los todopoderosos GAFA. Puedes leer aquí la parte Iparte II y parte III.

La segunda entrega estaba dedicada a la industria del 5G, su despliegue mundial y el enorme reto al que se enfrentan las operadoras... y China. Puedes leer aquí la parte Iparte II parte III.

Un buen ejemplo de esta evolución es Jaime Altozano, un 'youtuber' que empezó a triunfar con trabajados vídeos sobre música y todo lo que rodea a este arte y que tras casi cuatro años de creación de contenidos hace tiempo que no vive de esta plataforma, o al menos no es su fuente principal de ingresos, sino que acabó por mover su monetización a otraos modelos y muestra el otro lado de este mundo. "Mi principal vía de ingresos ahora mismo es Patreon, una plataforma de micromecenazgo. Los que se suscriben, pagan una mensualidad y pueden elegir por votación la temática de un vídeo al mes, hago directos exclusivos con ellos, y reciben créditos al final de los vídeos como mecenas. Sin Patreon no habría podido hacer vídeos tan a menudo durante los últimos 3 años", comenta en conversación con Teknautas.

Es un caso que muestra la evolución de la creación de contenidos online en este último lustro, donde el que genera, si quiere vivir realmente de esto, necesita buscarse la vida fuera de la red o plataforma en la que triunfa, dedica sus horas y ofrece su producto para poder seguir publicando en ella. De un modelo basado en la publicidad que en la mayoría de los casos llegaba de la programática del 'site' y las bondades del escaparate en el que vendías tu contenido ya fuera en YouTube en el caso de los vídeos o Spotify, por ejemplo, en el del audio, se ha pasado a que el creador se tenga que convertir en una especie de hombre orquesta para sobrevivir. El propio Altozano tiene Patreon, pero también hace directos en Twitch, como una sala de estudios y trabajo, acaba de lanzar unos cursos para aprender a tocar el piano y vende 'merchandising' propio, entre otras cosas.

Mientras contesta a este periódico está en directo en su canal de Twitch compartiendo, en un 'streaming' de 3 horas, bloques de productividad y estudio con más de 1.000 espectadores. "Lo mejor es que ahora puedes crear contenido desde tu casa, sin pedir permiso a nadie, en YouTube, Twitch, Instagram, Facebook, Twitter, Patreon, Spotify, Pinterest... o incluso tener tu propia web, 'mailing list'. Lo que sea. Lo más importante es que haya muchas posibilidades. Mucha competitividad entre plataformas. Eso es lo que ha hecho que Spotify se haya metido tanto en el mundo de los podcasts, que YouTube esté mejorando su sistema de directos, etc. El que los creadores tengamos libertad para migrar de una a otra si lo que hay en una no nos atrae", comenta Altozano. ¿El problema? Que aun así sigues necesitando estar en todas partes y, sobre todo, en las grandes si quieres mantener tu profesión.

"Creo que la mayor parte de la audiencia no te va a seguir de una plataforma a otra. La gente consume en los sitios que le gustan. Si te cambias, la mayor parte de la gente no se irá contigo. Basta con ver lo que le ocurrió a Ninja cuando se fue a Mixer... Pero en esa nueva plataforma podrás encontrar audiencia nueva. O siempre puedes subir tu contenido a todas", comenta Altozano. La reflexión de Altozano no es nueva, y lleva años sobre la mesa, ¿es más importante el creador que el espacio donde pública o al revés? Por ahí puede pasar el futuro de este negocio y las condiciones de trabajo de estos comunicadores. Se vive una situación de cierta contradicción, pues mientras se critica a sitios como YouTube y se alaba a Twitch, el creador sigue subiendo sus directos de Twitch a YouTube.

El éxito multidisciplinar de Altozano es claro y puede dar una idea que esta lucha pueden ganarla los creadores. Cuenta con más de 2 millones de suscriptores en YouTube, 944 mecenas en Patreon que abonan mensualmente un mínimo de 2 euros por persona, 160.000 seguidores en Twitch y el resto de redes no se quedan atrás. Pero está lejos de ser un caso generalizable y las plataformas lo saben. Al menos hasta el día de hoy todo el que quiera vivir de crear 'online' debe pasar por el aro de sus normas y aceptar sus condiciones si quieres tener visibilidad e intentar sobrevivir. Luego buscar la financiación es cosa tuya.

Streamer, podcaster, youtuber, e instagrammer

Esa diversidad de oportunidades que muestra el 'youtuber' especializado en música contrasta con la opinión de otros creadores que se lanzaron hace ya 2 años a producir en la red. El proyecto Phi Beta Lambda es una especie de productora de 'podcast' que combina vídeo y audio, publica sus contenidos en YouTube (más 50.000 subscriptores en cada canal), Twitch, Spotify, iVoox o Podimo, tiene su propio estudio con autorealización y cuenta con más de 50 caras conocidas a nivel nacional entre los participantes.

Sin embargo, y pese a sus más de 22.000 visualizaciones diarias de media, sus creadores siguen sin poder vivir solo de esto. "Es verdad que el proyecto nació con una idea de divulgación y de dar oportunidades a todo el que buscase lanzar un programa serio y necesitara infraestructura, pero claro que nos gustaría que fuese algo rentable", apunta Jaime Barreiro, uno de los tres precursores, junto a los humoristas Antonio Castelo y Miguel Campos.

Según explica Barreiro, la mayor parte del dinero que consiguen lo sacan vendiendo programas a plataformas que los compran y financian o consiguiendo patrocinios de marcas. "También sacamos algo de publicidad de las redes, pero YouTube y Spotify no dan para vivir. Hay que estar ahí, eso sí, para visibilizar el trabajo y atraer a más marcas y espectadores". Aunque tienen contenidos totalmente de la casa, cada podcast funciona con independencia y sus creadores se encargan de dinamizarlos y buscar patrocinios. "Ahora tenemos unos 25 programas en los que participan más de 50 personas. La autorealización, por ejemplo, reduce los costes y te quitas todo el tema de edición, ayudando a centrarse en lo importante, pero sigue costando mucho la rentabilidad".

Barreiro también menciona un punto clave en todo esto: los algoritmos de las plataformas. Las grandes compañías, como YouTube, Instagram, Facebook, Spotify o incluso el propio Google en su buscador han ido modificando sus 'softwares' a lo largo de los años a su gusto y sin contar con la gente que ya vivía de ellas, y se ha visto como muchos creadores se convertían en marionetas de estas redes. Si tienes suerte y el algoritmo te posiciona bien puedes conseguir buenas rentabilidades, pero si te hunde, corres el riesgo de que te quedes sin nada. Una fluctuación continua a la que debes acostumbrarte y de la que no se libran tampoco las nuevas redes como TikTok. ¿La solución? Nadie la tiene, pero según los entrevistados mucho pasa por ser constante hasta dar con la tecla y aprovechar el tirón.

Incluso Altozano se las ve y se las desea con los algoritmos. En especial con los que vigilan y rastrean los derechos de autor. "Los algoritmos o inteligencias artificiales deben aprender a distinguir cuándo subes un pequeño fragmento de una escena de una película, muy cortadito y con partituras por encima, para comentar una cosa de la banda sonora, y cuándo lo subes para piratear. Lo primero está amparado por la ley, pero el algoritmo no sabe distinguir. Entonces tienes que entrar en un proceso manual, complejo y largo para conseguir comunicarte con los dueños de los derechos y que vean que lo que estás haciendo es un uso legítimo y no has subido una escena entera, ni una película entera, ni nada así", comenta el youtuber. Un problema con ellos puede hacerte perder la monetización de ese vídeo e incluso acabar con un 'strike' en tu canal que ponga en riesgo su continuidad.

"La cosa es que nadie tiene la varita mágica para triunfar en estos espacios y al final eso complica todo y limita tu trabajo. Hay gente que le echa muchísimas horas, por ejemplo, a Twitch, pero no sabes si mañana te puede tirar todo o cambiar algo y quedarte sin sustento. La única receta es la constancia y eso, no cerrar ninguna puerta, porque no sabes qué puede pasar mañana", comenta Barreiro.

La necesidad de estar en todas partes se ve en el informe de redes sociales en 2020 hecho por IAB sobre el mercado español. Este (que añade que la influencia de los creadores 'online' comienza a descender) muestra cómo, Instagram, una 'app' sin monetización directa, es la favorita de los usuarios para seguir a creadores, o 'influencers' (un 41% de los usuarios españoles prefieren esta opción), seguida por Facebook (40%, aunque cae un 45% respecto a años anteriores) o YouTube (34%). Twitch solo aglutina un 3% del mercado y queda por debajo de TikTok que ronda el 5%. Las dos, eso sí, están en una trayectoria ascendente.

Viendo estas gráficas se puede observar cómo al final el creador hoy en día vive en una especie de lucha fraticida y continua con las redes. Mientras estos espacios son básicos para su supervivencia en internet y debe adaptarse a ellos e incluso son los que le han ayudado a sacar adelante su carrera, sabe que hay un gran riesgo de que en poco tiempo un cambio sin previo aviso anule su trabajo. Encima, como en el mencionado caso de Instagram, el control sobre lo que ganas es aún más duro porque dependes, literalmente, de que o alguna marca se fije en tu perfil o sepas venderlo bien a esas marcas. Una idea es traer más intermediarios a la ecuación con agencias, representantes o gestores de marca, la otra, pensar en suscriptores. Y esa es por la que optaron en Anait Games.

Esta pequeña publicación de videojuegos española es famosa por buscar vías de finanaciación diferentes, y, por ahora, haberlo conseguido. "Vimos que depender de la publicidad era insostenible con nuestro trabajo y lo que queríamos seguir haciendo. Dependes de campañas, por ejemplo en videojuegos, que pueden caer o complicarse por una crítica sincera o por no saber competir en Google, y eso no nos cuadraba para nada con nuestro proyecto. Por eso hace ya dos años nos lanzamos a Patreon y a que nuestra comunidad sostuviese nuestro trabajo. Y, bueno ,la verdad que el proyecto se sostiene", explica Víctor Manuel Martínez, jefe de contenidos y uno de los creadores de este medio.

En total son 3 socios y con los 1.245 mecenas que tienen y los 5.500 euros que aportan estos al mes han conseguido sacar dinero como para contratar a una persona a tiempo completo. Son uno de los proyectos españoles con más tirón en Discord, Twitch o el propio Patreon, tienen una web de contenidos sin publicidad y un podcast como principales medios, pero también usan mucho los llamados nuevos medios. Todo, al final, son herramientas para atraer más fans y, sobre todo, afianzar a los que ya sostienen su trabajo. "Vamos muy poco a poco, pero la cosa es que seguimos ahí", reflexiona el periodista.

El otro lado de la profesionalización

De este "poco a poco" sale una reflexión que comparten tanto Martínez como Altozano. Una clave que hace que muchos se estrellen en el camino a la prometida fama de las redes: lo que se esconde tras la fama y los sueños. Ni todo es tan sencillo ni basta con ser un buen creador, aunque hace unos años esa fuese la idea y pareciera que el modelo de futuro caminaba por esos derroteros. Hay un trasfondo del que se habla poco normalmente, no tiene el 'glamour' de lo que habitualmente se ve, pero es fundamental.

"Creo que hacer contenido en redes por ocio está genial. Y ahí no tienes por qué fatigarte, puedes parar cuando quieras. Pero si quieres convertirlo en una profesión, la cosa cambia por completo. Ahí tienes que fijarte en cómo lo hacen 'tus mayores', los autónomos y PYMES de España que han montado bares, peluquerías, escuelas, de todo. Fijarte en cómo lo hacen ellos y aprender a delegar", comenta Altozano. "Suele ocurrir que a veces el creador de contenido quiere seguir produciendo y produciendo, pero no sabe cómo delegar, contratar, gestionar impuestos, jornadas laborales. Es decir, no tiene formación de cómo gestionar el negocio que tiene entre las manos. Y eso le abruma", comenta Altozano.

"El creador no tiene formación de cómo gestionar el negocio que tiene entre las manos. Y eso le abruma".

El 'youtuber' confiesa que ha visto cómo muchos acaban haciéndolo todo ellos, y pueden terminar con el agua al cuello y mucho estrés. "No te puedes imaginar la cantidad de creadores de contenido a los que he asesorado con todos estos temas... No te los enseñan en ningún sitio, y si no los tomas por las riendas, pueden ser totalmente desbordantes", añade. Martínez sigue en esta línea y pone su propio ejemplo. De la noche a la mañana tienes que saber de muchísimos temas para los que no has estudiado ni conoces demasiado. Tú quieres crear, pero para vivir de ello tienes que saber mucho más y mantener el nivel de exigencia sin explotar.

Necesitas hacer un buen producto, pero luego saber venderlo, empaquetarlo, crear una comunidad, gestionarla, saber monetizar, ordenar ese dinero, buscar nuevas formas de financiación, pensar en otras salidas, grabar, editar, hacer directos... Y todo esto en la mayoría de los casos con tus propias manos, sino quieres o puedes conseguir colaboradores.

Sitios como YouTube o Twitch empiezan a ofrecer opciones de suscripción e incluso espacios para venta directa de merchandising en una búsqueda de mantener al creador a flote y convertirlo en dueño de su producto y monetización sin quemar su tiempo, pero también está el temido punto de las comisiones. Rondan el 45% en YouTube de todo el dinero que generas, mientras que en Twitch puede llegar al 50%. ¿El final de la ecuación? Que aunque cada vez hay más productores, espectadores, plataformas y contenido online, la mayor parte de estos se quedan en un entorno 'amateur'.

Puede que esto, como señala Altozano sea parte de la profesionalización del sector, de la maduración de estos nuevos medios, y haya que fijarse más en que cada vez más canales contratan personal, tienen representantes, generan empleo y son entornos apuntalados, lejos del 'amateurismo' de la fiebre del oro inicial, pero hay que ser franco con ello. El sueño de ponerte frente a una cámara o ante un micro, o un teclado, producir y vivir de ello hace tiempo que empezó a desvanecerse, al menos como una vía rápida, fácil y generosa de hacer mucho dinero. Al igual que el vivir de los suscriptores tampoco es tan sencillo como se puede pintar, como recuerda Martínez.

"Crear una comunidad es algo muy complejo, y mantenerla más. Es un trabajo de todo el día, además, no hay un crecimiento rápido e infinito, sino que se llega a topes difíciles de superar. Es una fórmula para subsistir con tu proyecto pero no de hacerse millonario", comenta Martínez. No hay que olvidar tampoco que tanto Altozano como Anait Games siguen dependiendo de una plataforma, Patreon, que igualmente sigue cobrando comisiones por lo que hace (entorno a un 10%) y puede cambiar en cualquier momento. "Lo sabemos, y nuestro objetivo final es poder montar una herramienta propia, con pasarela de pago y demás para no precisar de nadie. Pero claro, para eso necesitas manos, tiempo y conocimiento, y nosotros estamos aún verdes en todo esto", confiesa Victor.

El futuro y la 'passion economy'

Sobre cómo puede acabar todo esto, pocos se atreven a visualizar el futuro a medio o largo plazo, pero coinciden en que la supervivencia como creadores independientes puede pasar por una participación mucho más directa de los fans, similar a lo que ya en EEUU conocen como 'passion economy'. Usuarios que pagan por alguien o algo que les apasiona, y lo acompañan de forma continuada y decidida. Altozano y Anait son ejemplos de ello, pero queda la duda de qué supone esto y hasta dónde se puede escalar. ¿Pasa por convertir tu vida en una especie de reality 24 horas al día y 7 días a la semana para contentar a tus mecenas? No queda claro, pero parece venirse una nueva batalla cuando menos profunda.

Mientras por un lado gente como Martínez y sus socios creen que el negocio debe caminar por ser transparentes con la comunidad para que entienda que tu descanso y tu tranquilidad es necesaria para conseguir lo que les encanta, otras prácticas que se asemejan más al estilo puro Gran Hermano empiezan a salir por todas partes. Mientras sitios como Anait crecen, pero muy poco a poco, con comunidades arraigadas, sólidas y que casi son parte de la familia, las casas habitadas por 'tiktokers', 'youtubers' o 'gamers' se multiplican y su producción no cesa. Esquilman su vida como un contenido monetizable y a las plataformas no les disgusta la idea.

Hace solo 4 años aparecía en España un libro que intentaba resumir un nuevo fenómeno que explotaba entre los jóvenes y amenazaba eso de que todos los niños quieren ser futbolistas de mayores. El título era claro: ' Mamá, quiero ser youtuber' y se centraba en explicar las claves de este nuevo 'boom' de internet que atraía tanto a los más jóvenes. Solo un año antes los grandes medios habían empezado a lanzar a los primeros creadores de contenido online como artistas de éxito, con nombres como El Rubius, YellowMellow o Willyrex a la cabeza, y el futuro parecía hecho para ellos. Pero en menos de un lustro el fenómeno de los contenidos 'online' ha crecido y cambiado totalmente, y no a mejor precisamente.

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