Duelo por el imperio armamentístico de Glock

Un fabricante austriaco de palas y cuchillos tuvo un sueño: hacer una fortuna con la venta de pistolas. Así empieza la historia de Gaston Glock, autodidacta diseñador de armas de fuego que a principios de los años 80 vendió una pistola de diseño innovador al Ejército austriaco, colocando la primera piedra de su actual imperio.

Hoy, Glock, de 82 años de edad, está inmerso en una lucha judicial con su ex esposa, Helga, de la que se divorció el pasado junio para casarse con una mujer cincuenta y un años más joven que él. El divorcio implica que la primera mujer del magnate le reclame una cantidad que ronda los 100 millones de euros, además de una parte de su imperio industrial de armas.

El origen del 'imperio Glock'

El gran emporio de Gaston Glock, que podría terminar dividido si la estrategia legal de su ex mujer progresa, comenzó cuando el austriaco diseñó un plan para entrar en el mercado de armas de fuego de Estados Unidos (el más potente del mundo en este ámbito): persuadir a la Policía estadounidense de que necesitaban armas más ligeras y con más munición que los revólveres tradicionales. Una vez conseguida la meta, no tuvo más que utilizar esa reputación para ganarse a los compradores privados de armas.

La estrategia tuvo un éxito espectacular. A fines de los 80, los principales departamentos de Policía a lo largo y ancho de EEUU buscaban ampliar su armamento para combatir la violencia del crack y la cocaína. Glock tenía la respuesta. No menos impresionados, los pandilleros callejeros adoptaron a la ruda pistola como un emblema de prestigio hamponil. Los cantantes de Hip-Hop rapeaban acerca de las pistolas Glocks, y Hollywood colocó a la pistola en manos de los héroes de acción (en la película La Jungla de Cristal 2 se afirmaba erróneamente que era un arma indetectable al estar fabricada en cerámica, lo que hizo que sus ventas aumentasen).

De este modo, Gaston Glock, que desde entonces ha vendido más de cinco millones de armas, sobrepasó a la célebre marca estadounidense Smith & Wesson para convertir a su creación en la pistola policial más conocida del mundo. Los cuerpos policiales de decenas de países, entre ellos Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido y Brasil, usan pistolas de la marca Glock, y cuando los soldados estadounidenses sacaron a Saddam Hussein de su escondite subterráneo en 2003, el depuesto mandatario iraquí salió a la superficie con una Glock.

Corrupción e intrigas en la industria de las armas

Hoy el futuro del imperio Glock acapara la atención de los medios de comunicación, pero no es la primera vez que la franquicia está en el punto de mira. El acontecimiento más mediático fue el intento de asesinato que sufrió el propio Gaston Glock por su anterior socio, Charles Marie Joseph Ewert, quien contrató a un sicario para acabar con su vida.

El suceso condujo a un juicio que reveló una red de empresas fantasmas relacionadas con el multimillonario austriaco. Y es que las acusaciones de corrupción han salpicado continuamente a este empresario armamentístico, desatando muchos interrogantes: ¿Es ésta una compañía que merece el apadrinamiento de la policía estadounidense? ¿Amerita Glock la lucrativa lealtad de compradores privados en Estados Unidos? Con méritos o no, la fortuna del empresario asciende ya a unos mil millones de euros.