Derrota humillante para Boris Johnson: "Un golpe más y está fuera"
La pérdida de un escaño en manos de los conservadores durante los últimos 200 años da la puntilla al 'premier'. Comienza a gestarse un cambio de líder
Si un primer ministro pierde el apoyo en la calle y la confianza entre sus propias filas, ¿qué le queda? Por mucho que Boris Johnson haya construido su carrera sobre la base de descartar y desmantelar con orgullo las normas, esos son dos pilares básicos en política. Y ninguno de ellos sostiene ahora al inquilino de Downing Street. La derrota este viernes en el distrito de North Shropshire, un escaño que durante casi 200 años ha estado en manos de los conservadores, atesta un enorme golpe a un liderazgo ahora mismo inexistente.
La polémica del 'Partygate' ha hundido su popularidad entre el electorado y las nuevas restricciones impuestas ante la amenaza de ómicron —que está causando récord de contagios desde que comenzó la pandemia— le han costado a Johnson esta misma semana la rebelión más importante de su mandato. ¿Principio del fin? “Un golpe más y está fuera”, ha asegurado el veterano diputado 'tory' Roger Gale, en declaraciones a Sky News. “Estas elecciones deben verse como un referéndum a su gestión”, añadió.
Los comicios se convocaban tras la dimisión el mes pasado del conservador Owen Paterson, envuelto en un escándalo sobre corrupción. En un principio, el 'premier' le mostró su apoyo. Es más, forzó a sus filas a hacer lo mismo. Pero, cuando las cosas se pusieron feas, el líder 'tory' dio uno de sus habituales volantazos, dejando a los parlamentarios que habían seguido sus instrucciones totalmente vendidos.
En las generales de 2019, Paterson ganó por una amplia mayoría de 23.000 votos. Sin embargo, los Liberal Demócratas han arrebatado ahora el asiento a los conservadores en uno de los 'swings' (cambio de votos) más importantes registrado desde la II Guerra Mundial. Es ya el segundo bastión 'tory' que los Liberal Demócratas quitan a la formación del Gobierno este año en unas elecciones de este tipo.
“Boris, la fiesta ha terminado”, aseguraba la ganadora, Helen Morgan, de 46 años. “Tu Gobierno se ha basado en mentiras y fanfarroneo, y se le exigirán responsabilidades. Será escrutado y desafiado y puede ser derrotado”, añadía. North Shropshire es una circunscripción rural que siempre había sido de voto profundamente conservador. En su momento, apoyó mayoritariamente el Brexit. Por lo tanto, el hecho de que ahora hayan apostado por una formación ampliamente pro-UE, denota hasta qué punto llega el descontento de los votantes con el primer ministro.
Desde el Partido Conservador defienden que este tipo de elecciones menores siempre se utilizan para castigar al Gobierno y que el electorado volverá al redil en los próximos comicios generales. “Es obvio que los votantes de North Shropshire están hartos y nos han dado una seria patada”, admitía Oliver Dowden, presidente de la formación. Insiste en que Johnson sigue siendo un “activo electoral” para los conservadores. Pero lo cierto es que el descontento entre las filas va en aumento. Las diferentes tribus que componen la formación y que en la mayoría de ocasiones no se soportan entre sí coinciden ahora en que hay un verdadero problema.
Según las reglas del partido, para forzar una moción de no confianza ante el líder, el 15% de los diputados deben enviar una carta de solicitud formal al presidente del Comité 1922, un poderoso grupo que aúna a los 'tories' sin cartera. Ahora, se necesitarían 54. Aunque los responsables de guardar disciplina en filas conservadoras están trabajando sobre la hipótesis de que han sido mandadas ya un número de cartas de al menos dos dígitos, de momento están lejos de pulsar el botón rojo. Pero muchos diputados se están planteando ahora mandar su carta durante estas navidades. En su momento, Theresa May o la propia Margaret Thatcher sobrevivieron al desafío. Pero marcó el principio del fin de sus carreras políticas.
Ahora también parece que la fase uno para forzar un cambio de liderazgo —esa en la que las distintas tribus comienzan a hablar en privado del problema— ya se ha completado en el Partido Conservador. La fase dos, sin embargo, la que decide quién puede ser el sucesor y cómo y cuándo se ejecuta el golpe, está todavía muy verde y, según fuentes del partido, “puede llevar mucho tiempo”. Por lo que Johnson puede aún remontar. La esperanza para el 'premier' es que la tormenta amaine durante las navidades.
Con todo, ya hay nombres de los posibles candidatos que comienzan a escucharse en caso de que las cosas no mejoren: Rishi Sunak (ministro del Tesoro), Liz Truss (Exteriores), Savid Javid (Sanidad) y Michael Gove (Gabinete). Aunque también hay nombres más desconocidos como Steve Baker (en su día líder del núcleo duro euroescéptico) o Tom Tugendhat (presidente del comité de asuntos exteriores y muy crítico con Johnson).
En cualquier caso, con la pandemia de nuevo en uno de sus momentos más críticos y con una economía bastante frágil donde la inflación es la más alta en 10 años, muchos consideran que adentrarse ahora en una guerra civil conservadora podría suponer “un suicidio colectivo” por lo que prefieren esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Pero Johnson ya no está por encima del bien y del mal. Son ya muchas las polémicas que viene hilando durante los últimos meses. Y a los suyos se les agota la paciencia.
Hay gran preocupación ante cómo están funcionando las cosas dentro de Downing Street. Dicen que parece un parque temático de evasión de toma de decisiones cuando los 'tories' no quieren un recinto ferial, sino un campamento militar con disciplina férrea.
Un reguero de escándalos
Desde el escándalo por corrupción de Owen Paterson, que forzó las elecciones de North Shropshire, las cosas solo han ido a peor. A principios de noviembre, el Ejecutivo obligó a sus filas a apoyar una enmienda que en la teoría buscaba cambiar las reglas de funcionamiento del Comisionado de Ética de la Cámara de los Comunes, pero en la práctica quería anular el castigo de 30 días sin empleo y sueldo impuesto por el comisionado independiente de estándares parlamentarios a Paterson. El 'tory' había recibido 100.000 libras de compañías privadas por hacer 'lobby' a cambio de favores políticos.
Los propios 'tories' no estaban cómodos con la postura que les había hecho tomar la dirección del partido. Prueba de ello fue que, pese a tener una mayoría absoluta de 80 escaños, el Ejecutivo de Johnson sacó la enmienda por tan solo 18 votos. Y eso que la presión era importante. Según 'Financial Times', a los rebeldes se les había amenazado con quitarles fondos públicos para sus distritos destinados a colegios y hospitales. Pero, tras el gran revuelo montado, tan solo 24 horas después, Johnson cambiaba de opinión. Y Paterson —que defiende que no hizo nada en contra de las reglas— acabó dimitiendo. Sus filas se sintieron completamente humilladas.
Aquello se sucedió con un bochornoso discurso donde el 'premier', al perder sus apuntes, comenzó a improvisar hablando de Peppa Pig ante público de empresarios que no daban crédito a lo que estaba sucediendo. Más tarde llegó otro volantazo, quitando ayudas a pensionistas. Y luego la polémica sobre diferentes fiestas organizadas las pasadas navidades en medio de restricciones sociales dio la puntilla. Aunque se ve luz en Downing Street, no parece que dentro haya nadie.
Si un primer ministro pierde el apoyo en la calle y la confianza entre sus propias filas, ¿qué le queda? Por mucho que Boris Johnson haya construido su carrera sobre la base de descartar y desmantelar con orgullo las normas, esos son dos pilares básicos en política. Y ninguno de ellos sostiene ahora al inquilino de Downing Street. La derrota este viernes en el distrito de North Shropshire, un escaño que durante casi 200 años ha estado en manos de los conservadores, atesta un enorme golpe a un liderazgo ahora mismo inexistente.