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"El error es mío": un histórico 'mea culpa' de Merkel desnuda el hartazgo de Alemania
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Crisis política y sanitaria en Berlín

"El error es mío": un histórico 'mea culpa' de Merkel desnuda el hartazgo de Alemania

Las últimas turbulencias en un país cada vez más extenuado por la pandemia han forzado a la canciller a dar un paso inimaginable: disculparse en público por algo que asumió como un grave "error" suyo en la lucha contra el virus

Foto: La canciller alemana Angela Merkel. (EFE)
La canciller alemana Angela Merkel. (EFE)
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No se trata ya solo de que Alemania lleve semanas trastabillando con la pandemia. La mala gestión sanitaria en la primera economía europea acaba de hacer detonar una seria crisis política en Berlín y, además, está dinamitando la imagen de Angela Merkel, hasta hace unos meses celebrada todavía por los éxitos iniciales de su Gobierno. Pero así pueden cambiar las cosas en estos tiempos inciertos. Tanto, que las últimas turbulencias en un país cada vez más extenuado y exasperado por la pandemia han forzado a la canciller a dar un paso también inimaginable hace poco: disculparse en público por algo que asumió personalmente como un grave "error" suyo en la lucha contra el virus.

El 'mea culpa' de Merkel echó el miércoles por tierra una de las últimas restricciones anunciadas por su Gobierno para intentar frenar la propagación del coronavirus, un amplio cierre durante los festivos de Semana Santa. La orden de dar marcha atrás, menos de 48 horas después del anuncio de las medidas, estuvo vinculada con una breve comparecencia, calificada de histórica por algunos medios germanos, en la que la canciller asumió abiertamente sus responsabilidades y pidió disculpas a los ciudadanos.

"El llamado 'descanso por Semana Santa' fue un error. Había buenos motivos para hacerlo, pero eso no era realizable en el poco tiempo disponible", admitió la canciller.

"Para decirlo de forma clara: ese error es únicamente mío, porque soy yo la que asume la responsabilidad final", agregó Merkel, que aludió también al revuelo y a las críticas que se habían disparado en los últimos dos días: "Sé, desde luego, que todo esto ha generado más incertidumbre. Es algo que lamento mucho y pido por eso perdón a todas las ciudadanas y los ciudadanos".

La disculpa marcó una jornada difícil para la canciller. El aluvión de críticas de los últimos días condujo incluso a que la oposición pidiera una moción parlamentaria para ver si Merkel debe continuar en el cargo en el tramo final de sus largos 16 años en el Gobierno.

"Tenemos una verdadera crisis de confianza frente a la cúpula del país. Debería convocar una moción de confianza" (Dietmar Bartsch)

"Tenemos una verdadera crisis de confianza frente a la cúpula del país. (La canciller) debería convocar una moción de confianza", dijo el líder de bancada del Partido La Izquierda, Dietmar Bartsch. También el liberal Christian Lindner pidió la moción para corroborar "la capacidad de gobernar" del Ejecutivo. La canciller descartó dar ese paso. Más allá de la indignación, el éxito de una moción de censura contra el Gobierno es improbable en estos momentos.

El problema de Mallorca

Formalmente, Merkel dio marcha atrás sobre todo por problemas legales asociados a las restricciones aprobadas para los días festivos a comienzos de abril. Las nuevas restricciones consistían, en esencia, en el cierre de supermercados —con excepciones por el Sábado Santo— y la prohibición de misas y reuniones. Algunos críticos apuntaban a la falta de claridad sobre qué repercusión tendría eso en asuntos laborales, por ejemplo respecto a la remuneración que cobrarían las personas que tendrían que dejar de trabajar esos días.

Foto: Tránsito de viajeros en el aeropuerto de Palma de Mallorca. (EFE)

El debate público había subido de temperatura, además, por el hecho de que muchos alemanes agotaran en los últimos días las reservas parar viajes a Mallorca, la isla talismán de los turistas germanos, después de que las autoridades levantaran el estatus de zona de riesgo para el territorio balear. El Gobierno anunció ahora que analizará mecanismos para intentar evitar los viajes meramente vacacionales durante esta fase de la pandemia.

placeholder Turistas alemanes en Mallorca. (Reuters)
Turistas alemanes en Mallorca. (Reuters)

Pero la fiebre por Mallorca y la indignación colectiva por la cancelación de la Semana Santa son posiblemente solo síntomas de un problema mayor. Sobre todo, la indignación desatada por las medidas para Pascua parece una pequeñez, en particular si se tiene en cuenta que Alemania sigue siendo uno de los pocos países del mundo que no ha decretado hasta ahora un confinamiento estricto para sus ciudadanos.

El hartazgo de los alemanes

La explicación, por eso, hay que buscarla más allá. Y es que el país europeo que mejor surfeó posiblemente la primera ola de la pandemia lleva meses sin conseguir domar la crisis, para la que sigue sin haber una relajación a la vista. Y entre la población aumenta el hartazgo.

Foto: Un viajero revisa su teléfono en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. (EFE)

Alemania cumplirá pronto cuatro meses con un cierre parcial de la vida pública, sin restaurantes y tiendas, también sin cines y otros locales culturales. Pese a esas restricciones, el número de nuevas infecciones sigue siendo alto, sobre todo debido a la mutación británica del virus, el principal dolor de cabeza para las autoridades sanitarias. Cuando los contagios no suben, estos se estancan o apenas bajan. Las últimas cifras arrojan más de 15.000 nuevos casos diarios y una incidencia de más de 100 casos por 100.000 habitantes en los últimos siete días, muy por encima del objetivo declarado del Gobierno.

La percepción del fracaso

A todo esto se suma la sensación, bastante asentada, de que buena parte del fiasco de la vacunación en comparación con Reino Unido o Israel se debe a la mala gestión de la Unión Europea y de la propia Alemania en la compra de vacunas el año pasado. Los constantes reveses en el 'culebrón' con la farmacéutica AstraZeneca también han jugado un papel. Las cifras, en todo caso, siguen dejando en evidencia a Berlín: mientras los alemanes han vacunado a día de hoy a 7,9 millones de personas con una dosis, en el Reino Unido se han puesto la primera inyección más de 28 millones de personas.

En los últimos días, el caos político también ha incrementado la sensación de que las autoridades son incapaces de gestionar la crisis. La reunión periódica en que el Gobierno central y los barones regionales de los 16 estados federales deciden sobre las restricciones desde el comienzo de la pandemia se ha convertido en un blanco de críticas habitual. Por un lado, por la falta de consenso para aprobar de una vez por todas un confinamiento severo, como piden algunos expertos. O, por otro lado, por la prolongación, mes tras mes, de un agotador cierre parcial que no acaba de dar resultados.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson, sujeta una dosis de la vacuna de Oxford-AstraZeneca. (Reuters)

El fracaso germano, eso sí, es relativo si se comparan las cifras con las de países como Francia, que tiene actualmente una incidencia por cada 100.000 habitantes de 305, o de Italia, con una tasa de 249 en la última semana. El problema de Alemania está en buena parte relacionado con el cansancio colectivo.

La percepción creciente es que, pese a su músculo económico y sus posibilidades tecnológicas —la vacuna de Pfizer-BioNTech, por ejemplo, la desarrolló una biofarmacéutica germana—, el Gobierno ha sido incapaz de crear instrumentos eficientes para hacer frente a la pandemia. Tras más un año de crisis, la locomotora europea sigue apostando por las restricciones como principal antídoto.

La corrección a tiempo y el "respeto" por Merkel

Al margen de los ataques, Merkel recibió el miércoles también algunas muestras de respeto por su 'mea culpa', incluso por parte de adversarios políticos. No sería por eso extraño que, con su cambio de rumbo a última hora, la pragmática y sobria Merkel —siempre menos vulnerable a las trampas del ego que sus homólogos masculinos— consiga recuperar cierta iniciativa política en los próximos días. ¿Pero será su disculpa el volantazo necesario en la gestión de la pandemia? Y, de no ser así, ¿qué tanto podría empañar el caos el legado de la canciller? La crisis, por ahora, plantea cada vez más interrogantes sobre lo que pueda ocurrir en las elecciones generales de septiembre.

Foto: Angela Merkel. (Reuters)

La alianza conservadora de Merkel, la CDU/CSU, sigue liderando las encuestas, pero sufrió recientemente un claro revés en las recientes elecciones regionales de los 'Länder' de Renania-Palatinado y Baden-Württemberg, que dieron alas a Los Verdes e incluso a los alicaídos socialdemócratas. Y en la centro derecha crece el temor a que no sea la última sorpresa electoral de la crisis del coronavirus.

No se trata ya solo de que Alemania lleve semanas trastabillando con la pandemia. La mala gestión sanitaria en la primera economía europea acaba de hacer detonar una seria crisis política en Berlín y, además, está dinamitando la imagen de Angela Merkel, hasta hace unos meses celebrada todavía por los éxitos iniciales de su Gobierno. Pero así pueden cambiar las cosas en estos tiempos inciertos. Tanto, que las últimas turbulencias en un país cada vez más extenuado y exasperado por la pandemia han forzado a la canciller a dar un paso también inimaginable hace poco: disculparse en público por algo que asumió personalmente como un grave "error" suyo en la lucha contra el virus.

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