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Alemania avisa de "una pandemia más letal", y retira el cierre. ¿Debe reaccionar España?
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Merkel da marcha atrás, pero el peligro sigue

Alemania avisa de "una pandemia más letal", y retira el cierre. ¿Debe reaccionar España?

Desde hace meses, las medidas son parecidas en toda Europa, pero la evolución de España no coincide con el resto del continente y los expertos temen que el repunte llegue tras Semana Santa

Foto: Un viajero revisa su teléfono en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. (EFE)
Un viajero revisa su teléfono en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. (EFE)

Tras 12 horas de reunión con los líderes regionales, Angela Merkel salió a las tres de la madrugada del martes para anunciar medidas contundentes. La situación es tan grave, aseguraba la canciller, que Alemania debía paralizarse casi por completo en Semana Santa. La medida clave anunciada: el cierre de todos los comercios entre el 1 y el 5 de abril. En privado, los encuentros debían ser de un máximo de cinco personas y con solo una unidad de convivencia además de la anfitriona. La decisión, sin embargo, ha generado tal malestar entre la población que Merkel se ha visto forzada a dar marcha atrás y retirar el confinamiento. Su plan para frenar los contagios solo ha durado 24 horas.

El inesperado giro de Alemania no oculta la realidad: los datos científicos muestran que la situación es preocupante. Merkel no solo habló de las medidas, sino que las justificó porque el país está ante una "nueva pandemia" que es "claramente más letal, claramente más infecciosa y contagiosa durante más tiempo". El número de casos está aumentando de forma vertiginosa y las UCI empiezan a llenarse de nuevo. Desde noviembre, el país germano mantiene unas medidas estrictas que solo se habían aliviado levemente para permitir, por ejemplo, que el comercio no esencial trabajase con cita previa o que la hostelería empezara a prepararse para abrir las terrazas.

Foto: Angela Merkel. (Reuters)

¿Qué ha hecho disparar las alarmas? La incidencia acumulada está en 108 casos por 100.000 habitantes en siete días. Esta cifra casi duplica a la que se registraba hace poco más de un mes. En España, la incidencia acumulada a siete días está en 62,5. No obstante, varía mucho entre regiones. La Comunidad Valenciana (12), Murcia (24) y Baleares (26) son las que presentan mejores datos. En cambio, Melilla (294) y Ceuta (155) superan con mucho la incidencia de Alemania y Madrid casi la iguala (105). Sin embargo, aquí nadie se plantea medidas tan contundentes como las que ha tenido que anular Merkel solo 24 horas después de anunciarlas. ¿Por qué?

Aunque los números no sean tan dispares, las sensaciones son contrapuestas. Tras sufrir una tercera ola de récord, el conjunto de España lleva casi dos meses de fuerte descenso. No obstante, la curva ya se ha estabilizado, dando muestras de que podría volver a repuntar en breve. De hecho, la comunidad que hasta hace pocos días presentaba mejores datos, Extremadura, es la que ahora tiene una peor tendencia, aunque todavía con cifras inferiores a la media. ¿Estamos a las puertas de un fuerte incremento? ¿Impulsará la Semana Santa una nueva ola como ocurrió con la Navidad? ¿Nos está dando Alemania la señal de alerta?

Precisamente, el recuerdo de lo que sucedió en enero tras las vacaciones navideñas ha hecho que esta vez el Ministerio de Sanidad y las comunidades hayan acordado unas medidas más duras, con cierres perimetrales, toques de queda y reuniones limitadas tanto en interiores como en establecimientos públicos (cuatro personas en interiores y seis en terrazas). Sin embargo, habíamos iniciado una dinámica de desescalada, con una relajación de medidas más o menos significativa según los territorios.

En cualquier caso, aunque con ligeras variaciones, las medidas no son tan distintas entre España y Alemania, tampoco con respecto a países europeos. Por ejemplo, los cierres perimetrales son bastante similares: solo se puede viajar entre 'länders' por causa justificada y hay otras restricciones más locales entre zonas con incidencias elevadas. Los alemanes son más duros con bares y restaurantes, que solo funcionan para recoger comida, mientras que en España la apertura en el exterior está generalizada y en interiores es con aforos muy restringidos. También son más estrictos en cuanto a la clausura total de cines, teatros y bibliotecas. Justo cuando la cultura comenzaba a arrancar motores de forma muy limitada (por ejemplo, con citas previas en museos), se vuelve para atrás. En cambio, en Alemania no ha habido un toque de queda generalizado, solo lo han impuesto algunas regiones en sus territorios.

placeholder La canciller alemana, Angela Merkel. (Reuters)
La canciller alemana, Angela Merkel. (Reuters)

La situación es similar en Francia e Italia: también han apostado por un cierre de la hostelería mucho más estricto que el español, hay confinamientos perimetrales diversos y una suspensión total de actividades de ocio y culturales. A diferencia de Alemania, sí tienen un toque de queda nacional y estricto. En general, casi todo el continente sufre una tendencia al alza de los casos, más o menos importante, y está aprobando nuevas medidas restrictivas.

En realidad, más que en las medidas concretas, la gran diferencia de España ha estado en la tercera ola. Mientras que nuestros vecinos europeos impusieron cierres bastante duros de cara a la Navidad y en muchos casos apenas se han relajado desde entonces, las autoridades españolas optaron por suavizar las medidas en esas fechas con un resultado catastrófico: la curva se disparó en enero. La secuencia ha sido diferente en Europa, que en líneas generales vivió un noviembre duro, con muchos más contagios, pero que desde entonces ha contenido bastante bien la pandemia. Es ahora cuando Francia e Italia vuelven a tener cifras parecidas a las de hace tres o cuatro meses. En cambio, la curva de Alemania se ha mantenido en todo momento bastante plana con respecto a la de sus vecinos. Incluso en estos momentos, cuando decide aplicar las medidas más contundentes, en realidad tiene una incidencia muchísimo menor que la de franceses, italianos y otros europeos.

A estas alturas, muchos esperarían que comenzara a notarse la vacunación, pero el porcentaje de población inmunizada aún es demasiado bajo tanto en el país germano como en España, que en este aspecto van muy parejos. En Alemania se han administrado casi 11 millones de dosis y 3,3 millones de personas ya tienen la pauta completa. Aquí son 6,3 millones de dosis y 2,1 millones de personas con la pauta completa. Teniendo en cuenta que la población alemana es de 82 millones y la española de 47 millones, en términos de porcentaje es casi lo mismo. En los dos casos, algo menos de una décima parte de la población ha recibido al menos una dosis. La política de adquisición conjunta de vacunas en la Unión Europea hace que no haya grandes diferencias en este asunto.

placeholder (Reuters)
(Reuters)

Por lo tanto, el análisis de las medidas y de la situación pandémica tiene otros focos. "Es posible que estemos en dos momentos diferentes de la pandemia", apunta Joan Carles March, exdirector de la Escuela Andaluza de Salud Pública en declaraciones a Teknautas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la incidencia de Alemania no es demasiado alta, pero sí lo es su actitud con respecto al covid-19: "Ellos son mucho más estrictos", asegura.

En España, la curva se ha quedado en valle y "es probable que vaya subiendo algo". La perspectiva de la Semana Santa hace temer lo peor, con el matiz de que las restricciones, a diferencia de Navidad, son mucho más contundentes. Aún así, es probable que solo sea un paréntesis para evitar los grandes desplazamientos propios de esta fecha, porque en líneas generales "hemos visto que en las últimas semanas se han ido abriendo cosas" y esto supone que en poco tiempo "nos podemos encontrar con una nueva tendencia al alza, así que hay que ir con mucho cuidado", advierte el experto.

Una pregunta que queda en el aire es cómo explicar el repunte alemán teniendo en cuenta que apenas ha relajado las medidas desde noviembre. De las palabras de la propia Merkel, aludiendo a que estamos ante un virus más contagioso y letal, se desprende que parte de la explicación parece encontrarse en la expansión de la variante británica (B.1.1.7). Además de ser más transmisible, como se sospechaba desde el principio, un estudio publicado hace unos días en 'Nature' indica que sería más mortal, hasta un 61% más según datos recogidos en el Reino Unido. En España, también se ha convertido en la mutación predominante.

La hostelería: factor clave y diferente

En opinión de March, "el gran problema es que aquí no tenemos en la cabeza la idea de 'covid cero', ni los dirigentes ni la ciudadanía, y cuando vemos que la cosa va bien, enseguida abrimos bares y restaurantes". A estas alturas de la pandemia, todos los países tienen claro qué medidas funcionan mejor. Sin embargo, al hacer comparaciones, March observa una diferencia clave en España: la hostelería. Aunque las medidas varían mucho entre distintas comunidades, en general, son muy pocas las que han optado por cerrar interiores por completo a pesar de que la evidencia científica apunta a que el coronavirus se transmite por aerosoles y, por lo tanto, queda suspendido en el aire. Así, los ambientes cerrados en los que hay que quitarse la mascarilla para comer y beber y no circula el aire se convierten en un peligro.

placeholder El director del CECAES, Fernando Simón. (EFE)
El director del CECAES, Fernando Simón. (EFE)

En una de las revisiones de evidencias científicas más recientes, los epidemiólogos Usama Bilal, Javier Padilla y Pedro Gullón han llegado a la conclusión de que los negocios hosteleros son "lugares de alto riesgo para la transmisión" y que los estudios coinciden en señalar "su rol primordial en la generación de eventos de supercontagio". El trabajo, publicado de momento como 'preprint', insta a las administraciones públicas a limitar los aforos y clausurar sus interiores en situaciones de alta incidencia.

"Es una de las medidas más efectivas", coincide March, que destaca la diversidad de políticas al respecto. Así, Baleares, a pesar de que tiene una de las incidencias más bajas, acaba de decidir que vuelve a cerrar interiores a partir de este viernes porque observa un incremento de los casos. Justo la comunidad que en teoría se dispone a recibir alemanes que huyen de las restricciones de su país se muestra más prudente porque "el objetivo no es salvar la Semana Santa, la idea es salvar el verano", argumenta el epidemiólogo.

La Sociedad Española de Epidemiología (SEE) también mostró este martes su preocupación por la situación e hizo "un llamamiento a la prudencia de los ciudadanos para evitar un nuevo golpe del virus o minimizar su impacto". En el caso concreto de bares y restaurantes, recordó que "hay que llevar bien puesta la mascarilla siempre que no se coma o beba, respetar la distancia física, tanto entre las mesas como entre los comensales, no fumar en las terrazas y respetar los aforos establecidos".

En opinión de estos expertos, a pesar de las restricciones, la Semana Santa acarreará un aumento de la movilidad y en particular llama la atención sobre "las curvas ascendentes de contagios que presentan otros países del entorno". Por lo tanto, recomiendan vigilancia ante cambios de tendencia y "establecer una cuarentena de 10 días y una PCR negativa reciente" para viajeros procedentes de países con incidencias acumuladas altas. Tal y como ha planteado Alemania antes de dar marcha atrás, la SEE cree que se deberían endurecer los planes de desescalada de las comunidades si se constata que la curva vuelve a subir. "Es prudente, siempre sopesando beneficios y riesgos, mantener medidas de contención hasta que la situación mejore", señala la institución.

Tras 12 horas de reunión con los líderes regionales, Angela Merkel salió a las tres de la madrugada del martes para anunciar medidas contundentes. La situación es tan grave, aseguraba la canciller, que Alemania debía paralizarse casi por completo en Semana Santa. La medida clave anunciada: el cierre de todos los comercios entre el 1 y el 5 de abril. En privado, los encuentros debían ser de un máximo de cinco personas y con solo una unidad de convivencia además de la anfitriona. La decisión, sin embargo, ha generado tal malestar entre la población que Merkel se ha visto forzada a dar marcha atrás y retirar el confinamiento. Su plan para frenar los contagios solo ha durado 24 horas.

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