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El Brexit se eterniza: UK se ve forzado a retrasar el control a las importaciones
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Humillación para Downing Street

El Brexit se eterniza: UK se ve forzado a retrasar el control a las importaciones

El Gobierno de Boris John se ha visto obligado a retrasar los registros de las importaciones porque la infraestructura prevista para ello no ha logrado construirse a tiempo

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson, durante una visita a Irlanda del Norte. (Reuters)
El primer ministro británico, Boris Johnson, durante una visita a Irlanda del Norte. (Reuters)

Recuperar el control de las fronteras fue el gran mantra de la causa euroescéptica. Sin embargo, el control como tal de la frontera aduanera del Reino Unido con la UE no estará completamente operativo hasta 2022, es decir, un año después de que los británicos hayan salido ya a efectos prácticos del bloque. Downing Street se ha visto obligado a retrasar los registros de las importaciones porque la red prevista de 30 puestos no ha logrado construirse a tiempo. El Gobierno culpa a la pandemia. Pero viene a ser una humillación.

En efecto, nadie pudo prever una crisis sanitaria de tal calibre que obligara a las autoridades a imponer el confinamiento. Pero, al mismo tiempo, no se puede decir que el Brexit haya sido un proceso que haya pasado de un día para otro. El histórico plebiscito en el que los británicos apostaron por salir del club tuvo lugar en 2016. Y desde el primer momento, el Ejecutivo dejó claro que el país saldría también del mercado único y la unión aduanera.

Las exportaciones a la UE desde Gran Bretaña (Irlanda del Norte ha quedado en un régimen distinto) han estado sujetas a controles desde el 1 de enero, cuando terminó el periodo de transición. Downing Street decidió, sin embargo, optar por un enfoque gradual sobre las importaciones de la UE para dar a los transportistas y empresas más tiempo para adaptarse.

Foto: Maros Sefcovic, copresidente del acuerdo conjunto con Reino Unido y vicepresidente de la Comisión Europea. (Foto: Reuters)
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Los chequeos debían introducirse por etapas: la primera a partir del 1 de abril y la segunda a partir del 1 de julio. Pero, en los últimos días, los comerciantes y responsables de los puestos fronterizos han advertido que no estaban preparados. Ya no solo por cuestión logística -las oficinas no han terminado de construirse- sino de organización. La introducción de los procesos tal y como se había planeado originariamente habría llevado a problemas de abastecimiento en los supermercados.

Las aduanas británicas debían comenzar a controlar las importaciones de productos, animales vivos y plantas a partir del 1 de abril, incluidos alimentos considerados de alto riesgo como carne picada y salchichas. Los exámenes, conocidos como controles sanitarios y fitosanitarios (SPS), requieren que los envíos tengan la documentación correcta y los certificados de importación y sanitarios firmados por veterinarios a su llegada a Gran Bretaña. Se esperaba que estos chequeos, junto con las inspecciones aduaneras, tuvieran lugar a partir del 1 de julio en los nuevos puestos de control fronterizo designados de las mercancías que ingresan por mar, carretera o aire.

Sin embargo, en las últimas semanas, una serie de puertos británicos habían dicho que las instalaciones no estarían listas a tiempo para la fecha límite, en parte como resultado de complicaciones con la financiación gubernamental de la nueva infraestructura. La Asociación Británica de Puertos, un organismo de la industria, escribió al Gobierno para instarlo a extender los plazos.

Foto: Una mujer camina frente a un mural de apoyo a los paramilitares unionistas en Belfast. (Foto: Reuters)

Los problemas coinciden precisamente con el último gran enfrentamiento entre Londres y Bruselas, después de que el Gobierno británico haya decidido unilateralmente modificar el llamado Protocolo de Irlanda, recogido en el “Acuerdo del Brexit”, para alargar el periodo de gracia que se había acordado para determinados controles en los puertos de Irlanda del Norte. Las nuevas medidas debían aplicarse a partir del 1 de abril, pero Boris Johnson ha decidido no hacerlo hasta octubre. Y en este sentido, la UE no descarta ahora tomar medidas legales al considerar que se está violando un tratado internacional.

Evitar frontera dura en la isla de Irlanda siempre fue el principal escollo de las negociaciones del Brexit. Para evitar poner en peligro la paz entre católicos y protestantes, se acordó una compleja solución -Protocolo de Irlanda- por la cual la provincia de Irlanda del Norte queda ahora dentro de la unión aduanera del Reino Unido, pero a su vez, también dentro de la unión aduanera de la UE y alineada además con el mercado único. De este modo, la frontera se ha “movido” al mar de Irlanda, que separa a Irlanda del Norte de Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales). Los controles, por tanto, deben realizarse ahora en los puertos norirlandeses.

Pero esta situación está generando grandes tensiones entre los unionistas, que nunca vieron con buenos ojos quedarse con un estatus diferente al resto del Reino Unido. En este sentido, el hecho de que los electrodomésticos vendidos en la provincia británica vayan a tener ahora la bandera de la UE, y no la 'Union Jack', en las etiquetas de eficiencia energética no ha hecho otra cosa que echar más leña al fuego.

Foto: Una calle en Belfast, Irlanda del Norte. (Reuters)

Sammy Wilson, portavoz del Brexit del partido norirlandés unionista del DUP, señala que es un solo un ejemplo más de cómo el Protocolo de Irlanda separa aún más a la provincia británica del resto del Reino Unido. “Es una ilustración de cómo ahora nos tratan de manera diferente”, matizó.

El Gobierno de Johnson anunció el pasado jueves una nueva legislación de eficiencia energética con una nueva escala A-G. Es prácticamente una réplica del sistema que entró en vigor en la UE la semana pasada. Las etiquetas de los electrodomésticos que se venderán en Gran Bretaña serán prácticamente idénticas a las del bloque. Pero mientras que los frigoríficos, televisiones y lavavajillas de Escocia, Inglaterra y Gales llevarán la 'Unión Jack' en la esquina superior izquierda, los vendidos en Irlanda del Norte llevarán la bandera comunitaria.

Es un detalle lleno de simbología para los protestantes unionistas, que temen que el Brexit acabe dando a la larga apoyo a los católicos, que siempre han querido una reunificación con la República de Irlanda. Junto a Londres y Dublín, el papel de Washington fue clave para alcanzar el Acuerdo de Paz en el Ulster de 1998. Y el presidente Joe Biden, de descendencia irlandesa, ha llegado a advertir a Downing Street que no está dispuesto a firmar ahora un acuerdo de libre comercio con el Reino Unido si el primer ministro británico incumple lo pactado con el Protocolo de Irlanda.

Foto: Simpatizantes del Sin Fein el pasado 9 de febrero. (Reuters)

En este sentido, a fin de ayudar a construir alianzas con el potente lobby de irlandeses estadounidenses y la nueva administración de la Casa Blanca, Johnson mandará en las próximas semanas un alto funcionario a la embajada británica en Washington. Su tarea será la de proporcionar informes fácticos a los políticos norteamericanos, así como de refutar las afirmaciones de la UE sobre el Reino Unido después del Brexit.

Brandon Lewis, ministro para Irlanda del Norte, está impulsando los planes, habiendo intensificado en los últimos meses los vínculos con los demócratas en posiciones estratégicas. También ha mantenido conversaciones con Dame Karen Pierce, la embajadora británica en los Estados Unidos, sobre la necesidad de que la embajada sea más “proactiva” para contrarrestar los informes negativos de funcionarios irlandeses y de la UE con base en Capitol Hill

Lewis cuenta con el respaldo de David Frost, el que fuera negociador para del Brexit del equipo británico y la persona que está ahora al frente del comité conjunto -con representantes británicos y comunitarios- para una implementación correcta del Protocolo de Irlanda.

Recuperar el control de las fronteras fue el gran mantra de la causa euroescéptica. Sin embargo, el control como tal de la frontera aduanera del Reino Unido con la UE no estará completamente operativo hasta 2022, es decir, un año después de que los británicos hayan salido ya a efectos prácticos del bloque. Downing Street se ha visto obligado a retrasar los registros de las importaciones porque la red prevista de 30 puestos no ha logrado construirse a tiempo. El Gobierno culpa a la pandemia. Pero viene a ser una humillación.

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