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La UE busca cerrar la sucesión de líderes con profundas divisiones
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NUEVA CUMBRE DE LÍDERES ESTE DOMINGO

La UE busca cerrar la sucesión de líderes con profundas divisiones

La UE trata de dar carpetazo este domingo a un proceso con divisiones muy claras entre el este y el oeste y entre las distintas visiones del orden liberal

Foto: Pedro Sánchez, Emmanuel Macron, Angela Merkel y Donald Tusk discuten durante el último Consejo Europeo. (EFE)
Pedro Sánchez, Emmanuel Macron, Angela Merkel y Donald Tusk discuten durante el último Consejo Europeo. (EFE)

Para que un poder sea efectivo, sostenible y estable en el tiempo, hay una cosa totalmente necesaria: un principio de sucesión. Toda organización política que quiera sobrevivir debe tener un mecanismo predecible que señale el camino para que un líder suceda al anterior. En las monarquías es a través de la herencia, en las democracias a través de las elecciones.

Por eso cuando Vladimir Putin, presidente ruso, asegura que el liberalismo está muerto también sabe que su idea de Rusia también lo está: porque no hay un principio de sucesión, no hay un mecanismo claro que genere certidumbre sobre quién vendrá después de él. Y por eso acabará colapsando. O esa es la teoría de Timothy Snyder en 'Road to unfreedom'.

Y la UE tiene un gravísimo problema de sucesión, si bien no es una organización política cualquiera, es muy especial y eso hace que todo, incluso la manera en la que sus líderes se suceden, sea diferente a cualquier otra. Pero cada cinco años los jefes de Estado y de Gobierno se ven obligados a encerrarse durante varias reuniones en Bruselas para tratar de alcanzar un acuerdo sobre quién será el siguiente líder al frente del club.

placeholder Los presidentes Jean-Claude Juncker (izquierda), de la Comisión Europea, y Donald Tusk (derecha), del Consejo Europeo. (Reuters)
Los presidentes Jean-Claude Juncker (izquierda), de la Comisión Europea, y Donald Tusk (derecha), del Consejo Europeo. (Reuters)

No solo hay que escoger al presidente de la Comisión Europea, seguramente el cargo con más peso, también hay que elegir al presidente del Consejo Europeo, del Banco Central Europeo (BCE) y el jefe de la diplomacia europea. Y ese ejercicio acrobático, ejecutado con bastante torpeza, en el que se tienen que tener en cuenta muchos criterios, como la geografía y las familias políticas de los candidatos, desgasta mucho a la organización.

En 2014 el Parlamento Europeo trató de ponerle cierto remedio a esa ausencia de un principio de sucesión, a la vez que intentó que los europeos vieran un efecto directo de su voto en las elecciones europeas. Lo hizo a través del sistema del 'spitzenkandidaten' o cabeza de lista, un compromiso por no dar luz verde a ningún presidente de la Comisión Europea que no haya participado en los comicios continentales. En 2019, con una Eurocámara más dividida y un Consejo Europeo más hostil al 'spitzenkandidaten' esos esfuerzos parecían ir a la deriva.

Foto: Jean-Claude Juncker, Manfred Weber y Guy Verhofstadt hace cinco años, antes de que el primero fuera elegido presidente de la Comisión Europea. (EFE)

Este domingo los jefes de Estado y de Gobierno se vuelven a reunir en Bruselas con el objetivo de cerrar ya el paquete de nuevos líderes de la UE antes de que el Parlamento Europeo vote a su presidente el próximo miércoles. Quieren tener un trato antes de que la Eurocámara haga su elección de presidente de la institución para poder usar también ese cargo como un elemento más de la negociación. Los líderes se reúnen después de que el encuentro celebrado el pasado 20 de junio finalizara sin acuerdo pero con una idea clara promovida por muchas capitales: ningún 'spitzenkandidaten' obtenía los suficientes apoyos ni suscitaba consenso en el Consejo ni en el Parlamento.

Con ese movimiento los jefes de la UE parecían enterrar a los tres candidatos más visibles de las elecciones europeas, el alemán Manfred Weber, del Partido Popular Europeo (PPE), el holandés Frans Timmermans, de los socialdemócratas, y la danesa Margrethe Vestager, de los liberales, aunque su familia política rechaza el sistema del 'spitzenkandidaten'.

placeholder Vestager (d), Weber (c) y Timmermans (i), durante un debate de las elecciones europeas. (Reuters)
Vestager (d), Weber (c) y Timmermans (i), durante un debate de las elecciones europeas. (Reuters)

Timmermans, ¿resucitado?

Pero la semana ha sido larga, y un nombre parece estar resucitando. Un buen puñado de líderes han viajado a Japón para participar en el G20, donde también han estado los presidentes Jean-Claude Juncker, de la Comisión Europea, y Donald Tusk, del Consejo Europeo. Y allí, en los pasillos de Osaka, el nombre de Timmermans ha vuelto a estar sobre la mesa.

"Tiene buena pinta", asegura a El Confidencial una fuente diplomática que ha pasado las últimas horas trabajando en la fontanería de un posible consenso en la ciudad japonesa, tratando de tender puentes y de lograr un punto de encuentro. Sin embargo, hay muchas llamadas a la prudencia: quedan muchas horas de negociación por delante y muchas cosas pueden ocurrir.

placeholder Frans Timmermans, candidato de los socialistas a la presidencia de la Comisión Europea. (Reuters)
Frans Timmermans, candidato de los socialistas a la presidencia de la Comisión Europea. (Reuters)

El nombre del holandés, vicepresidente primero de la Comisión Europea, ha vuelto a aparecer por varias razones. Pero las reuniones que Tusk celebró a principios de la semana con las distintas fuerzas políticas de la Eurocámara han jugado un papel importante. Los jefes de Estado y de Gobierno habían enterrado el 'spitzenkandidaten' el domingo, pero cuando el presidente del Consejo se sentó con las familias políticas descubrió que la Eurocámara se estaba enrocando y no estaba dispuesta a sacrificar su creación de 2014.

Aunque las divisiones dentro del Parlamento Europeo son muy importantes, y el ambiente ha estado especialmente crispado durante los últimos días, lo cierto es que el PPE y los socialistas se han cerrado en banda, al menos por el momento.

Foto: El presidente del Consejo se reúne con el candidato del PPE. (EFE)

Timmermans, un políglota holandés que gusta también a algunos países más conservadores y que fue la imagen de la Comisión Europea en los peores momentos del 'procés' catalán, no es el único que hay sobre la mesa. Distintas fuentes diplomáticas señalaron que se buscarían personas de "fuera del radar", de las que todavía no se había hablado, con la intención de tratar de romper el bloqueo en el que se encontraba el proceso.

Pero los líderes del Consejo Europeo ya habían mostrado el poco apetito que tenían en un choque frontal con el Parlamento Europeo, un cara a cara institucional que haría mucho daño. Y el enroque de principio de la semana invitaba a seguir rebuscando entre los nombres más obvios que podrían aceptar en la Eurocámara.

La cuestión Visegrado

El vicepresidente primero de la Comisión, si bien está generando cierto consenso, no cuenta ni mucho menos con el apoyo de todo el Consejo Europeo. Los países del Grupo Visegrado, conformado por Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia, se reunieron el pasado viernes en Praga y se prepararon para rechazar frontalmente a Timmermans, que ha sido el azote de Varsovia y Budapest por los ataques de sus Gobiernos al Estado de derecho en ambos países desde su cargo en el Ejecutivo comunitario.

Fuentes europeas ya señalaron al inicio del proceso que Tusk estaba dispuesto a someter un nombre a votación aunque no tuviera la unanimidad, que la unidad era un bien sacrificable en un procedimiento que debía ser rápido y ágil. Y si Timmermans suma los suficientes apoyos podría plantear un problema grave a la UE.

placeholder Los cuatro primeros ministros del grupo Visegrado. (EFE)
Los cuatro primeros ministros del grupo Visegrado. (EFE)

La oposición de todo el bloque de Visegrado a su nombre hace que su elección pudiera ser una auténtica bomba política, con el resto de Estados miembros pasando por encima de cuatro países del este de Europa, que, además, tienden a criticar al resto del club por tratar de situarles en una "segunda clase".

Pero la UE, ahora con una clara división entre el este y el oeste, y entre los defensores del sistema liberal y sus detractores, de forma mucho más pronunciada que la división entre conservadores y progresistas, tendría que afrontar una cuestión espinosa: ¿elegir a una persona apta para el cargo o priorizar el no pasar por encima de un grupo de países que muestran una intención deliberada de desmontar el Estado de derecho, tratando de influir en sus sistemas judiciales y delimitando las libertades civiles?

Si fuera finalmente Timmermans el elegido lo normal es que Weber fuera presidente del Parlamento Europeo, un cargo que la Eurocámara debe votar el próximo miércoles. Pero incluso así todavía quedarían varios nombres por determinar, en concreto la presidencia del Consejo Europeo, del BCE y la jefatura de la diplomacia europea.

Foto: Mario Draghi, presidente del BCE. (EFE)

La lucha por el BCE será también importante, con muchos nombres sobre la mesa. Francia apuesta por su candidato, el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, y aunque Alemania mantiene a su homólogo germano en la carrera, el ortodoxo Jens Weidmann, la opción del teutón parece tener pocas opciones de prosperar ante la oposición de los países del sur. Berlín podría apoyar una candidatura de su misma "ala" económica, que comparta su interpretación del rol del BCE, como puede ser la del finlandés Erkki Liikanen.

Si algo muestran estas negociaciones es que el posible resultado cambia de forma continua, y la reunión, que comenzará a la hora de la cena en Bruselas, será difícil y tensa, especialmente si persisten las divisiones. Es difícil saber si el nombre de Timmermans conseguirá seguir a flote a lo largo del día, si será capaz de llegar a la reunión y si los jefes de Estado y de Gobierno están dispuestos a zanjar esta discusión incluso si para ello el precio es la unidad y el enfrentamiento con un bloque del este. Lo que es seguro es que su elección salvaría la cara al 'spitzenkandidaten', sería una gran victoria para el Parlamento Europeo y consolidaría un principio de sucesión débil pero que comenzaría a emerger en la UE. Y eso es lo más importante.

Para que un poder sea efectivo, sostenible y estable en el tiempo, hay una cosa totalmente necesaria: un principio de sucesión. Toda organización política que quiera sobrevivir debe tener un mecanismo predecible que señale el camino para que un líder suceda al anterior. En las monarquías es a través de la herencia, en las democracias a través de las elecciones.

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