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Ahorrar unos miles en el avión presidencial, gastar millones en F-16: detrás de la gran paradoja ultraliberal de Milei
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milei compra cazas f-16 a Dinamarca

Ahorrar unos miles en el avión presidencial, gastar millones en F-16: detrás de la gran paradoja ultraliberal de Milei

"Tenemos la paradoja de un ultraliberal que está en contra de un Estado fuerte y del gasto público, invirtiendo en defensa. ¿Por qué? Milei traiciona sus principios para mandar un claro mensaje de que han cambiado las cosas"

Foto: El ministro de Defensa argentino, Luis Alfonso Petri, montado en un F-16. (EFE)
El ministro de Defensa argentino, Luis Alfonso Petri, montado en un F-16. (EFE)

Argentina firmó esta semana la adquisición de un lote de 24 cazas de combate estadounidenses F-16 Fighting Falcon de segunda mano a Dinamarca. El monto comprometido —unos 650 millones de dólares, la mitad para las máquinas danesas y la otra mitad para el armamento norteamericano— ha desatado la furia de los detractores (y algunos de los partidarios) del mandatario ultraliberal Javier Milei por acometer una inversión estatal de tal magnitud. Más allá del ruido político, detrás de esta decisión hay varios ángulos clave a considerar.

Usar o perder

El primero es operativo. Argentina está a punto de cumplir una década sin fuerza aérea de combate supersónica tras dar de baja sus veteranos cazas franceses Mirage (2014-2015) tras más de 40 años de servicio. Estos sistemas de armas comenzaron a ser incorporados a la Fuerza Aérea argentina en los 70, que llegó a operar varias versiones del Mirage III francés y las israelíes Mirage V Dagger y Mara. Esta es una cuestión militar sensible, porque una vez las fuerzas armadas de un país pierden una capacidad militar —en este caso considerada crítica por los expertos para la defensa nacional— es complicado y caro volver a recuperarla.

Con esta operación, Argentina vuelve a unirse además al club de naciones de América Latina y el Caribe que operan cazas interceptores, incluyendo Brasil, Chile, Venezuela, Cuba y Colombia. La compra argentina consta de 16 ejemplares monoplaza y ocho biplaza del F-16 Fighting Falcon, conocido por el sobrenombre Viper. Unos dos tercios de los 145 países analizados por la página especializada Global Fire Power cuentan con algún tipo de aviación militar de combate.

Los F-16, apuntan los expertos, apenas son un gesto tras décadas de desinversión en las Fuerzas Armadas, que se han quedado desactualizadas en equipo, doctrina y moral. Ahora, habrá que comprobar qué disponibilidad, operatividad y en qué marco legal podrán operar estos equipos. La actual ley de defensa argentina, de 1988, tan solo contempla la activación de los militares ante una agresión externa de origen estatal y regular, lo que deja por fuera a los grupos narcotraficantes internacionales militarizados que permean la frontera norte del país austral y operan en el interior del país.

Argentina no ha tenido conflictos militares desde la guerra de las Malvinas en 1982, en el que disputó (y perdió) con Reino Unido la soberanía de varias islas en el Atlántico Sur y que se da por cerrado. Y aunque actualmente mantiene una buena relación con sus vecinos fronterizos (Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia), los analistas de seguridad señalan que con cinco fronteras distintas, casi tres millones de kilómetros cuadrados y varios reclamos territoriales (incluyendo intereses en la Antártida), mantener una Fuerza Armada sólida es vital para el país.

Foto: Militares participan en la parada militar en honor de las glorias del Ejército de Chile. (EFE/Elvis González)

"Estos 24 aviones apenas cubren una mínima necesidad para un país que no tiene defensa. La Argentina carece absolutamente de defensa y este es un pequeño paso para solucionar este desastre", apunta Guillermo Lafferriere, analista de asuntos estratégicos y oficial retirado del Ejército argentino, a El Confidencial. "Es un movimiento razonable para un país como Argentina, enmarcado en el hemisferio occidental. Los gobiernos anteriores, tanto los peronistas-kirchneristas como Mauricio Macri, tuvieron su oportunidad, pero no se hizo absolutamente nada en defensa".

Giro a Occidente

El segundo ángulo es diplomático. Milei busca reorientar el eje geopolítico argentino hacia Occidente después del acercamiento a Rusia y China de sus predecesores. El acuerdo con Dinamarca fue negociado "en estrecha coordinación con Washington" e incluye repuestos, simuladores y equipos de entrenamiento. No hay fecha oficial de entrega, pero los expertos esperan que los primeros ejemplares comiencen a llegar a partir de 2026. La operación todavía necesita luz verde definitiva de EEUU.

"La conexión geoestratégica con Occidente es clave. Las opciones que tenía Argentina sobre la mesa eran, o comprar un avión low-cost (como el chino-paquistaní JF-17 Thunder) o comprar un avión ruso (MIG-35), algo que se llegó a considerar durante la presidencia de Cristina Kirchner (2007-2015), uno de los gobiernos que más acuerdos bilaterales firmó con Moscú, incluyendo la compra de helicópteros militares Mil MI-17 que al final acabaron en Ucrania", explica Jesús M. Pérez Triana, analista militar en El Confidencial y coordinador del proyecto Osint Sahel.

Foto: El presidente de Argentina, Javier Milei, participa en una ceremonia de encendido de velas en una celebración de la fiesta judía Hanukkah. (Europa Press/Guido Piotrkowski)

El hecho de comprar material de segunda mano estadounidense también ha sido criticado por los adversarios del controvertido mandatario argentino. "Nuestro país está adquiriendo, según fuentes vinculadas al gobierno, aparatos con pocas horas remanentes de vuelo, con más de 40 años en servicio, con restricciones de aviónica, sistemas de tiro y armamento. Esto significa que la Fuerza Aérea está comprando un problema, no una solución a su diezmada capacidad militar", señalaba Roberto C. López, experto en asuntos militares y asesor parlamentario de la comisión de defensa, en la revista Ámbito.

Sin embargo, esto le permite a Milei lograr dos objetivos simultáneos: incorporar unos sistemas de armas que, debidamente actualizados, siguen siendo muy efectivos, y meter de un plumazo al país latinoamericano de nuevo en la frecuencia defensiva estadounidense. De hecho, la aviación de combate argentina quedó estos años reducida a los veteranos A-4AR que opera la V Brigada Aérea (San Luis), adquiridos de segunda mano a Estados Unidos en el año 1997 y que han ido actualizándose.

"El diseño de los F-16 es de los 70, pero las versiones han ido evolucionando, así que depende del grado de modernización tanto de hardware y software. Un F-16 con un radar de barrido electrónico y una computadora de abordo digital conectada a armamento guiado, sigue siendo un caza muy válido hoy en día", considera Triana. "Pero más allá del asunto tecnológico, el acuerdo militar de Milei con Estados Unidos busca que las Fuerzas Armadas argentinas estarán más conectadas con Occidente, participando en ejercicios militares con aliados y aumentando su interoperabilidad internacional", abunda.

La fuerza aérea danesa los actualizó sus F-16 al estándar MLU (Medium Life Upgrade o modernización de media vida) que abarca hardware y software, con computadora de misión modular, actualización de radar APG-66(V)2, sistema de terreno digital, y sistema de gestión de guerra electrónica, lo que podría darle otras dos décadas de vida útil. Por su parte, el contrato de armamento con Estados Unidos incluye misiles AIM-9X Sidewinder (corto alcance), AIM-120D AMRAAM (alcance medio) y armamento aire-superficie, entre otros.

La paradoja aérea

El tercer factor es político y expone las dificultades que tiene Milei para combinar su liberalismo extremo con el ejercicio de gobierno. Por ejemplo, el mandatario se ufana de no utilizar el avión presidencial y alardea en redes del ahorro por utilizar aerolíneas comerciales. En enero, aseguró haber evitado gastar casi 400.000 dólares en su vuelo a la cumbre de Davos, en Suiza. Ahora, la oposición y algunos de sus aliados le echan en cara gastar millones en armamento.

"Tenemos la paradoja de un ultraliberal que está en contra de un Estado fuerte y del gasto público, invirtiendo en defensa. ¿Por qué? Milei traiciona sus principios para mandar un claro mensaje de que han cambiado las cosas. Y con esta compra, se rompe una tendencia de desatención absoluta a las Fuerzas Armadas, que después de las dictaduras y las Malvinas, se convirtieron en un tema tabú, un cascarón vacío y desmoralizado que ha perdido por completo su propósito", explica Triana.

Foto: Un mural antiisraelí en una calle de Teherán. (Reuters)

De hecho, cuando le preguntaron sobre esta flagrante contradicción, el portavoz gubernamental aseguró: "Tenemos unas cuantas prioridades y una de ellas son las fuerzas armadas". Sin embargo, aseguran los analistas, todavía está por ver cuánto está dispuesto Milei a cambiar en el estamento militar.

"Se necesita una reconversión inmensa, tanto de equipos y cultural, especialmente en el Ejército. El Ejército hace décadas que tiene una cultura de no adiestramiento, una cultura más enfocada en cuestiones formales y el rosqueo político, para posicionarse personalmente. Pero el Ejército hace décadas que no adiestra y esas es la primera necesidad", puntualiza Lafferriere. "Argentina tiene un camino muy largo para lograr una defensa creíble y razonable, y eso escapa a las capacidades de un solo gobierno", advierte.

Argentina firmó esta semana la adquisición de un lote de 24 cazas de combate estadounidenses F-16 Fighting Falcon de segunda mano a Dinamarca. El monto comprometido —unos 650 millones de dólares, la mitad para las máquinas danesas y la otra mitad para el armamento norteamericano— ha desatado la furia de los detractores (y algunos de los partidarios) del mandatario ultraliberal Javier Milei por acometer una inversión estatal de tal magnitud. Más allá del ruido político, detrás de esta decisión hay varios ángulos clave a considerar.

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