Es noticia
Lo más sonoro de la autobiografía del Papa es aquello de lo que no habla, pero todos saben
  1. Mundo
'Vida', la autobiografía del Papa

Lo más sonoro de la autobiografía del Papa es aquello de lo que no habla, pero todos saben

Sus críticas en Argentina, el papel de su maestra atea y comunista a la que no pudo salvar de la dictadura, los abusos sexuales en la Iglesia... Todo, en la autobiografía que publica HarperCollins. Menos una cosa

Foto: Imagen de archivo del Papa Francisco. (Reuters/Alessandro Bianchi)
Imagen de archivo del Papa Francisco. (Reuters/Alessandro Bianchi)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La parte de la vida que en estos momentos más interés suscita en la biografía del papa Francisco apenas está apuntada en Vida. Mi historia en la Historia (HarperCollins), el libro escrito a cuatro manos con Fabio Marchese Ragona, vaticanista de Mediaset y amigo personal del Pontífice argentino de 87 años, que tantas expectativas había levantado desde su llegada a las librerías el 20 de marzo.

Se trata, precisamente, de lo vivido (y sufrido) durante estos once años de pontificado. Y eso que no le faltaban analogías para relacionar su historia vital de esta década con la del mundo, como aparece en la estructura de la obra; sin ir más lejos, podía haberlo hecho con la pandemia del covid (virus del que Jorge Mario Bergoglio nunca se ha infectado, entre otras cosas, porque se apuntó desde el primer momento a las vacunas e invitó a los demás a hacerlo también) y relacionarla con la virulenta epidemia de críticos. Esa que ha llegado a contagiar a una parte nada desdeñable del catolicismo mundial, enfebreciendo a conferencias episcopales en África, Estados Unidos y en la Vieja Europa, entre ellas las de Polonia o España.

Más o menos conocidas las tensiones provocadas por la histórica cohabitación con su antecesor, Benedicto XVI, y el papel jugado en todo ello por Il Bello Giorgio, el secretario del Papa alemán que dio su versión en unas memorias cuando el cadáver de Ratzinger era todavía velado en la basílica de San Pedro, queda un importante capítulo por escribir y es el que habrá de consignar la estrategia urdida por los sectores más refractarios a su papado, dentro y fuera de los muros vaticanos.

placeholder 'Vida', la autobiografía del Papa Francisco (HarperCollins)
'Vida', la autobiografía del Papa Francisco (HarperCollins)

No se trata únicamente de esa punta de lanza más visible conformada por un póker de cardenales total y descaradamente a la contra, sino el de los lobbies mediáticos, fundamentalmente estadounidenses, vehiculados por grupos eclesial y políticamente ultraderechistas y que no solo han vertido las críticas más furibundas de las que se tiene recuerdo reciente contra un papa, sino también directamente difundiendo fake news para manipular a los fieles y crear un ambiente cismático. Pero ese capítulo quedaría incompleto si en él no se mostrase el entramado económico que posibilita laminar las reformas emprendidas por un papa que cree en el cambio climático y culpa de sus efectos a la mano del hombre y a los intereses empresariales y políticos que ralentizan la toma de medidas. "No se puede seguir aplazando la cuestión ambiental", que "se ha vuelto tan dramática y urgente", insiste en este libro.

Crear descontento en Iglesia

Estas intrigas con terminales en los pasillos vaticanos apenas se dejan apuntadas en este libro, aunque sí reconoce Francisco que percibe la campaña electoral para el cónclave que habría de elegir a su sucesor apenas él pone un pie en el Policlínico Gemelli, de Roma, donde ha estado ingresado en un par de ocasiones. "Hablando del cónclave —relata—, algunos medios americanos hicieron circular la noticia de que yo pensaba cambiar las reglas, admitiendo a monjas y laicos en la votación para la elección del nuevo papa; todo esto son fantasías, invenciones puestas en marcha evidentemente para crear descontento en la Iglesia y desorientación en los fieles".

Sin embargo, a todos ellos, les dice en esta obra que "no veo razones para la renuncia", lo que tampoco es novedad, porque se ha visto obligado a salir a desmentirlo en varias ocasiones ante las campañas informativas que salían a sugerirlo, deseando sus promotores que esta vez él hiciese lo que habían lamentado de Benedicto XVI: apartarse y dimitir.

Foto: El Papa Francisco. (EFE/Ricardo Antimiani)

"Pero esta, repito, es una hipótesis lejana, porque en verdad no tengo motivos tan serios que me hagan pensar en una renuncia. Hay quien, durante estos años, esperaba que antes o después, quizá después de un ingreso en el hospital, yo anunciara algo parecido, pero no hay peligro. Gracias al Señor, gozo de buena salud y, como ya he dicho, siempre que Dios quiera, hay muchos proyectos que quedan aún por realizar", sentencia.

Precisamente, esta parece ser la razón de los odios cainitas que genera el primer papa jesuita de la historia: su deseo de implementar reformas en la Iglesia, las mismas que le pidieron los cardenales cuando lo eligieron en marzo de 2013 en la Capilla Sixtina, en cuya primera votación del cónclave ya estuvo a punto de conseguir la mayoría. "Me imagino una Iglesia madre que acoja y abrace a todo el mundo", confiesa en el libro. "La Iglesia del futuro será una institución más pequeña, más singular", apunta, indicando además que "debemos mirar el futuro simplificando las cosas, tratando de superar el clericalismo, la actitud de superioridad moral y de distancia frente a los fieles, ¡que se ha vuelto una enfermedad, una plaga! La Iglesia está llena de santos, pero en algunos casos se ha convertido en una Iglesia viciada".

"Jesús frecuentaba a los marginados y a las personas que vivían al margen de la sociedad, e iba a menudo a su encuentro, y eso es lo que la Iglesia debería hacer hoy con las personas de la comunidad LGTBI+, que a menudo son discriminadas dentro de la Iglesia: debería hacer que se sintieran en casa", afirma Francisco para abrir una puerta cerrada a cal y canto hasta ahora e insistir en esa Iglesia "hospital de campaña", como la definió desde los primeros pasos de su pontificado.

Foto: El Papa Francisco saluda desde la basílica de San Pedro. (EFE/Vaticano)

"Creo que hoy día es fundamental abandonar la rigidez del pasado, alejarse de una Iglesia que señala y condena, como quise escribir en una carta dirigida al prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe el día de su nombramiento. Estos comportamientos han hecho que los fieles se alejen. Por eso es importante custodiar y promover la fe acercándonos al pueblo, desprendernos de los encajes, puntillas y oropeles, y concentrarnos en cambio en el mensaje cristiano de misericordia y cercanía", reconoce el pontífice.

Acusado de ultraconservador… y comunista

Pocos papas recientes han conseguido polarizar en torno a su figura tanto como este hijo de inmigrantes piamonteses, admirador del Fellini de La Strada, que mantuvo relación con Jorge Luis Borges cuando era un simple profesor de Literatura en Buenos Aires y al que no le duele reconocer que "el Vaticano es la última monarquía absoluta de Europa y que es frecuente que aquí dentro (en el Vaticano) se hagan razonamientos y maniobras de la corte, pero estos esquemas deben abandonarse y superarse". "Determinados comportamientos que por desgracia cuesta hacer desaparecer", subraya. "Siempre hay quien trata de frenar la reforma, a quien le gustaría permanecer en los tiempos del papa-rey, quien sueña con un gatopardismo que, desde luego, no es bueno para la Iglesia", asevera.

Pero tampoco esconde los errores "que cometí por mi actitud autoritaria, tanto que me acusaron de ultraconservador". "Fue un período de purificación. Estaba muy encerrado en mí mismo, un poco deprimido", señala en alusión a un período en el que fue desterrado por sus superiores de la Compañía de Jesús a Córdoba, la capital de esa provincia argentina.

* Si no ves correctamente este formulario, haz click aquí

En su país se fraguó también otra imagen que le acompañó hasta hace poco y que le alineaba con los militares de la época de la dictadura. Le acusaron de haber entregado a dos compañeros jesuitas, cuando hizo todo lo posible por su liberación, lo mismo que había escondido a tres seminaristas vinculados con el obispo Angelelli, posteriormente asesinado por el gobierno militar. "Las acusaciones contra mí continuaron hasta hace poco. Fue la venganza de algunos izquierdistas que sabían cuánto me opuse a aquellas atrocidades", recuerda.

Pero las críticas y acusaciones vinieron —y siguen— desde el otro espectro, que le tilda de comunista. En aquellos tiempos, además de a los seminaristas, Bergoglio intenta ayudar también a Esther, su profesora comunista, escondiéndole sus libros, pero no pudo salvarla. Secuestrada, torturada y arrojada desde un avión, el Papa reconoce la huella que en él dejó aquella profesora a la que no pudo salvar, "una mujer formidable, le debo tanto". "Era una comunista de las de verdad, atea pero respetuosa: aunque tenía sus propias ideas, nunca atacó la fe. Y me enseñó mucho de política: me daba a leer publicaciones, entre ellas la del Partido Comunista, Nuestra Palabra... Alguien, después de mi elección como Papa, dijo que yo hablaba a menudo de los pobres porque también sería comunista o marxista. Incluso un cardenal amigo me contó que una señora, buena católica, le dijo que estaba convencida de que el papa Francisco era el antipapa. ¿La razón? ¡Porque no llevaba zapatos rojos! Pero hablar de los pobres no significa automáticamente ser comunista: ¡los pobres son la bandera del Evangelio y están en el corazón de Jesús! En las comunidades cristianas la gente compartía la propiedad: ¡esto no es comunismo, es puro cristianismo!", señala.

Foto: Loris Zanatta. (Cedida)

No faltan tampoco en Vida. Mi historia en la Historia las reflexiones de Francisco sobre la guerra, la carrera armamentística, los abusos sexuales en la Iglesia, la caída del Muro de Berlín, el papel de la Unión Europea o Maradona, pero uno de los momentos más personales, junto con el que recuerda a su abuela Rosa, con quien prácticamente pasa los días de su infancia, es aquel en el que rememora sus amores de juventud, incluso siendo ya seminarista.

"Durante ese año en el seminario también tuve un pequeño flechazo: es normal, de lo contrario no seríamos seres humanos. Ya había tenido una novia antes, una chica muy dulce que trabajaba en la industria del cine y más tarde se casó y tuvo hijos. Esta vez estaba en la boda de uno de mis tíos y me quedé deslumbrado por una chica. Realmente me hizo girar la cabeza por lo guapa e inteligente que era. Durante una semana tuve su imagen siempre en mi mente y ¡me resultaba difícil rezar! Luego, afortunadamente, se me pasó y me dediqué en cuerpo y alma a mi vocación". Para desgracia de los protagonistas del último capítulo que falta por escribir en el libro de la vida de un Papa que, si algo ha conseguido en unos y otros, es no dejar indiferente.

La parte de la vida que en estos momentos más interés suscita en la biografía del papa Francisco apenas está apuntada en Vida. Mi historia en la Historia (HarperCollins), el libro escrito a cuatro manos con Fabio Marchese Ragona, vaticanista de Mediaset y amigo personal del Pontífice argentino de 87 años, que tantas expectativas había levantado desde su llegada a las librerías el 20 de marzo.

Papa Francisco
El redactor recomienda