El bastión del catolicismo europeo tiene cada vez menos fieles
La imagen que tenían los polacos de la Iglesia durante el comunismo, como "su lugar donde expresarse", sé está desvaneciendo. Ahora, ven el credo como una institución privilegiada
Que la Iglesia en Polonia sigue teniendo mucho poder es incuestionable. Se trata de una de las instituciones más protegidas y con más privilegios del país. A eso se suma el apoyo incondicional que le viene dando el actual Gobierno, capitaneado por el partido ultraconservador PiS (Ley y Justicia) desde que llegaran al poder, en el año 2015. Gran parte de las políticas que ha implantado el Ejecutivo polaco durante este periodo de tiempo van acorde a la agenda del clero. Esa complicidad se ve en leyes como la del aborto —una de las más duras de la Unión Europea— o en su negativa a modificar la blasfemia como un delito que puede conllevar hasta dos años de prisión.
En la propia entrada de la catedral de San Juan de Varsovia, una de las más relevantes de la capital, estos mensajes siguen presentes a través de carteles con imágenes de fetos y frases como "respeta la vida", "recemos para acabar con el aborto" o "cada niño es una maravillosa creación". Esas ideas, precisamente, son difundidas en paralelo por una red de apoyo a la Iglesia en forma de diferentes organizaciones. Algunas de las más conocidas son los Soldados de Cristo, un grupo fundado para proteger a Europa "de la invasión del Islam" según tienen en su página web. Otra, por ejemplo, es Centrum Zycia i Rodziny (Centro de Vida y Familia), que cada año organiza marchas en las principales ciudades del país a las que representantes del Gobierno suelen acudir, como la que tuvo lugar el año pasado en contra del divorcio.
Sin embargo, la percepción que tiene de la Iglesia la sociedad polaca, considerada como una de las más católicas de Europa, es cada vez de mayor rechazo. No solo lo reflejan las últimas encuestas, sino también los propios arzobispos del país hablan de una "ola de apostasía". "Es evidente que la religión sigue estando muy arraigada en nuestro país, pero el 90% de las personas de mi entorno o que conozco han dejado de ir a misa o que quieren desvincularse totalmente de ella. Hay incluso aplicaciones que te permiten iniciar el proceso de apostasía", explica Adrián, un joven polaco de 26 años.
En el currículum escolar también se desinfla
Apartarse de la religión fue un paso que Adrián dio cuando era un adolescente. Sus padres, detalla, nunca le impusieron como una obligación rezar o ir a misa. Eso sí, esta todavía formaba parte de su día a día. Para este joven, todo cambió cuando escuchó unas palabras durante una clase de religión en el instituto. "Nuestra profesora era una monja. Empezó a definir la homosexualidad como una enfermedad. Y nos advirtió que los que éramos así no seríamos nunca queridos por nuestros padres. Yo no pude más y me fui de esa clase", recuerda.
Lo cierto es que las encuestas revelan que la asignatura de Religión ya no tiene el tirón que tenía años atrás. Desde el año 2019, el departamento de Educación de Varsovia ha venido recopilando datos sobre este tema. Los sondeos demuestran que los dos últimos años se ha pasado del 44% al 29% del alumnado de secundaria que elige esta materia. "Mi madre es profesora y está viendo este cambio. En Polonia, alrededor de 2.000 escuelas han dejado de ofrecer esta asignatura porque no hay alumnos interesados en estas clases", añade Adrián.
Una historia parecida tiene Marcin, un informático polaco de 29 años. Se bautizó, tomó la comunión, pero, cuando llegó el momento de la confirmación, explica que sintió una desconexión con la religión. "Tenía dudas en torno a la biblia que nadie me aclaraba. En esa época me rebelé un poco y les dije a mis padres que no me iba a confirmar. Mi postura fue inamovible, así que no les quedó otra que aceptarlo", recuerda. El hecho de que ahora haya más gente joven distanciada de la Iglesia, para este joven polaco, refleja la diferente influencia que tuvo la religión en su generación y en la de sus padres.
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La influencia de la etapa comunista
Polonia estuvo en manos de autoridades comunistas desde 1945 hasta 1989. Fue una etapa donde apenas había espacio para la religión. "La Iglesia unió mucho a los polacos durante la época comunista. Significaba mucho para ellos. Era una forma de mostrarse en contra del régimen político que por entonces tenían", explica Marcin.
Ese pasado político para Hanna, fotoperiodista polaca, ayuda a entender cómo la Iglesia pasó de la nada al todo. "Yo siempre digo que estamos pagando el precio de la época comunista. La Iglesia se convirtió el lugar donde los polacos podían expresar su opinión. Incluso la asignatura de la Religión estaba prohibida en las escuelas. La gente iba a la iglesia a estudiar esta materia", matiza.
"Mi familia es muy conservadora. Yo misma de hecho recibí una educación muy religiosa"
Hace ya 26 años desde que Hanna salió de Polonia. Afincada en Madrid, regresa a su país a visitar a su familia o hacer trabajos periodísticos. Sin embargo, ella no percibe todavía esa desvinculación de la sociedad con la religión, quizá porque su casa representa ese modelo conservador y católico polaco. "Mi familia es muy conservadora. Yo misma, de hecho, recibí una educación muy religiosa. Todo el mundo va a misa los domingos y los valores católicos siguen imperando a la hora de organizar sus vidas sociales", apunta.
¿Cuáles serían las razones que podrían explicar el cuestionamiento de la sociedad polaca hacia la Iglesia? Hanna destaca tres factores: las masivas protestas del año 2020 del movimiento feminista contra la ley del aborto, los escándalos de abuso sexual y la reivindicación de las nuevas generaciones por los derechos del colectivo LGTBI. Adrián y Marcin añaden otro elemento: la visión de la Iglesia como un negocio, como una institución que busca enriquecerse. "No pagan ningún tipo de impuestos, son propietarios de supermercados del país y lucen sin tapujos sus coches", explica Marcin.
Que la Iglesia en Polonia sigue teniendo mucho poder es incuestionable. Se trata de una de las instituciones más protegidas y con más privilegios del país. A eso se suma el apoyo incondicional que le viene dando el actual Gobierno, capitaneado por el partido ultraconservador PiS (Ley y Justicia) desde que llegaran al poder, en el año 2015. Gran parte de las políticas que ha implantado el Ejecutivo polaco durante este periodo de tiempo van acorde a la agenda del clero. Esa complicidad se ve en leyes como la del aborto —una de las más duras de la Unión Europea— o en su negativa a modificar la blasfemia como un delito que puede conllevar hasta dos años de prisión.
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