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Coordenadas | ¿Por qué la ONU acaba de aprobar una intervención militar en Haití?
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Un país en eterna crisis

Coordenadas | ¿Por qué la ONU acaba de aprobar una intervención militar en Haití?

La autorización de una misión multinacional de seguridad en Haití liderada por Kenia abre las puertas a la cuarta intervención militar internacional en la historia reciente del país

Foto: Protesta contra los precios del combustible en Haití. (Reuters/Ralph Tedy)
Protesta contra los precios del combustible en Haití. (Reuters/Ralph Tedy)

Cuando todo el mundo daba por hecha la parálisis del Consejo de Seguridad de la ONU en un contexto de competición internacional entre las grandes potencias, el organismo aprobó, por primera vez desde el inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, una medida de gran calado: la autorización de una misión multinacional de seguridad en Haití.

A diferencia de una misión de paz, ejecutada por cascos azules bajo el control del Departamento de Operaciones de Paz de la ONU, la intervención será supervisada por Kenia y contará con el respaldo de países voluntarios. La medida responde al llamado del primer ministro haitiano, Ariel Henry, que lleva un año solicitando el despliegue de una fuerza armada internacional para hacer frente a la violencia de las pandillas que controlan gran parte del país. ¿Qué implica esta misión multinacional y por qué ha logrado poner de acuerdo, al menos temporalmente, a una comunidad internacional tan dividida?

En breve

El Consejo de Seguridad, formado por 15 miembros, aprobó la intervención con 13 votos a favor y dos abstenciones (Rusia y China). Al no implicar a los cascos azules, la misión no requería el visto bueno del organismo, pero el Gobierno keniano, que se enfrenta a posibles desafíos legales contra la medida dentro de su país, había exigido su respaldo como requisito para liderarla. El organismo autorizó el despliegue durante un año y se comprometió a revisarlo al cabo de nueve meses

La resolución del Consejo pide que la misión multinacional trabaje junto a la Policía Nacional de Haití para “contrarrestar las pandillas y mejorar las condiciones de seguridad”, así como proteger infraestructura clave como puertos, aeropuertos e instalaciones energéticas. A la fuerza también se le permitiría “adoptar medidas temporales urgentes con carácter excepcional” para evitar muertes y violencia sexual el país. En última instancia, el objetivo es el de establecer un nivel de seguridad “propicio para la celebración de elecciones libres y justas”.

Contexto

Las pandillas que ahora aterrorizan Haití no han surgido de la nada. Su presencia ha sido una constante en el país desde los tiempos de François (Papa Doc) Duvalier, quien comenzó a financiar milicias tras el golpe de Estado fallido en su contra de 1958. Sin embargo, ante la progresiva decadencia del aparato estatal, estas organizaciones han multiplicado su presencia y grado de violencia en los últimos años, alimentadas por jóvenes que no ven otro futuro posible y respaldadas económicamente por actores políticos y empresariales en la sombra. El vacío de poder creado por el asesinato en 2021 del presidente Jovenel Moïse fue la cerilla que prendió el polvorín.

Foto: Louis Herns Marcelin. (Fotogradía cedida)

Incluso para los estándares de un país con una historia marcada por la violencia, la situación en Haití se ha vuelto insostenible. La violencia de las pandillas ha provocado el desplazamiento forzado de 200.000 residentes y la muerte, en lo que va de año, de más de 2.400 personas. Varios estudios han revelado que entre el 60% y el 80% de la capital, Puerto Príncipe, se encuentra bajo el control o la influencia de estas organizaciones criminales con fácil acceso a armas y municiones de alto calibre traficadas desde Estados Unidos. La ONU estima que 5,2 millones de haitianos necesitan asistencia humanitaria. Más allá de sus evidentes problemas de corrupción, la Policía Nacional carece de recursos para afrontar esta crisis, dado que solo cuenta con 10.000 agentes activos en un país de más de 11 millones de habitantes.

Actores

Ariel Henry ha logrado la intervención que tanto tiempo ha promovido, pero dista mucho de ser un éxito para su Gobierno. Líder de facto del país en un contexto de vacío de poder por el asesinato de Moïse a manos de mercenarios colombianos dos años atrás, el primer ministro cuenta con un respaldo popular prácticamente nulo entre los haitianos, muchos de los cuales le atribuyen cierto grado de responsabilidad en el magnicidio. Su mandato constitucional terminó hace más de un año, pero la incapacidad de celebrar elecciones en Haití por el grado de violencia ha provocado que Henry se postergue en el poder.

placeholder Ariel Henry. (EFE)
Ariel Henry. (EFE)

El primer ministro lidera un Gobierno fracturado, prácticamente hueco e incapaz de abordar los colosales desafíos del país. Aunque se ha comprometido en múltiples ocasiones a celebrar elecciones tan pronto como sea posible, a día de hoy no existe ninguna fecha concreta en el horizonte. Además de por el largo historial de intervenciones fallidas en el país, la misión liderada por Kenia es profundamente impopular entre los haitianos porque es percibida como un respaldo al Ejecutivo de Henry.

Jimmy Barbecue Cherizier es el líder del G9, una confederación nacida en 2020 y formada por nueve de las pandillas más fuertes de Puerto Príncipe, y el rostro más visible del crimen organizado en Haití. El jefe criminal y exagente de policía ha prometido “luchar hasta el último aliento” contra cualquier tipo de intervención militar extranjera en el país salvo que sea desplegada para arrestar al primer ministro. Sancionado por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y la ONU, Cherizier es acusado de múltiples violaciones de los derechos humanos y de asesinatos y violaciones contra civiles.

placeholder Jimmy 'Barbecue' Cherizier. (Reuters)
Jimmy 'Barbecue' Cherizier. (Reuters)

El G9 fue el responsable del bloqueo, hace un año, de una importante terminal de combustible en Puerto Príncipe, un incidente que obligó a los hospitales a recortar servicios y situó al país al borde de un desastre humanitario. Quienes le conocen afirman que su ambición no conoce límites y que su objetivo final es el control del país. El mes pasado, pidió a todas las pandillas del área metropolitana una tregua temporal para derrocar al Gobierno haitiano.

Y ahora, ¿qué?

Pese al respaldo del Consejo, todavía quedan muchas incógnitas por resolver. Las cifras de la operación, por ejemplo, todavía no han sido reveladas, probablemente porque todavía faltan muchos acuerdos por cerrarse. Kenia ha manifestado que está considerando enviar 1.000 agentes de policía al territorio haitiano. Estados Unidos, que pasó meses buscando un aliado que se hiciera cargo de una misión que nunca quiso encabezar por sí mismo, ha prometido un financiamiento de cerca de 200 millones de dólares. Jamaica, las Bahamas y Antigua y Barbuda también se han comprometido a ofrecer asistencia y tropas.

Foto: El primer ministro de Haití, Ariel Henry. (EFE)

Cuando dé comienzo, probablemente a principios del año que viene, se convertirá en la cuarta intervención internacional en el país caribeño desde el comienzo del siglo XX. Estados Unidos ocupó Haití entre 1915 y 1934 tras el asesinato de otro presidente, Vilbrun Guillaume Sam, y con el objetivo de defender sus intereses económicos en la región. Tropas norteamericanas volvieron a desembarcar en el país caribeño en 1994 para restaurar el Gobierno del presidente Jean-Bertrand Aristide, en paralelo a una misión de paz de la ONU que comenzó en 1993 y concluyó en 2000.

La última intervención fue el despliegue de una misión de estabilización de las Naciones Unidas en 2004, después de que Aristide fuera derrocado en una rebelión —organizada, precisamente, por una pandilla—. El legado de esta intervención es uno de infamia, con múltiples reportes de abusos sexuales por parte de los cascos azules y la responsabilidad directa del peor brote de cólera en la historia reciente del mundo, con 820.000 casos y más de 10.000 muertos. El tiempo dirá si alguna lección ha sido aprendida.

Para saber más…

Cuando la posibilidad de una intervención militar comenzó a resonar en octubre del año pasado, El Confidencial publicó un análisis que arroja luz sobre los problemas estructurales del país caribeño y la dificultad de extirpar el problema del crimen organizado.

Foto: Protesta antigubernamental en Puerto Príncipe, Haití. (Reuters/Ralph Redy Erol)

Otro ángulo

En las frecuentes manifestaciones que tienen lugar en las calles de Puerto Príncipe, no resulta extraño observar banderas de Rusia, la gran potencia que más rechazo ha mostrado hacia cualquier forma de intervención militar en el país. Daniel Iriarte explica en este artículo las razones de estas muestras de apoyo aparentemente espontáneas que también pueden verse con frecuencia en el Sahel.

Foto: Manifestantes con banderas rusas y los torsos pintados con los colores de la bandera participan en una protesta en Puerto Príncipe. (Reuters/Ralph Tedy)

Para seguir el hilo…

Hace casi exactamente un año, el periodista y autor Michael Deibert, uno de los mayores expertos de habla inglesa sobre Haití, publicaba un hilo en el que explicaba por qué no veía otra salida a la violencia de las pandillas más allá de una intervención internacional en el país. Sin embargo, también se mostraba escéptico respecto a la capacidad de un cambio real por una sencilla razón: “Los hombres en traje que mueven los hilos [en Haití] son, en última instancia, más peligrosos que los sicarios en los barrios”.

Cuando todo el mundo daba por hecha la parálisis del Consejo de Seguridad de la ONU en un contexto de competición internacional entre las grandes potencias, el organismo aprobó, por primera vez desde el inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, una medida de gran calado: la autorización de una misión multinacional de seguridad en Haití.

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