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Sustituir el vacío de Rusia: un campo de pruebas para el volantazo energético de Europa
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Sustituir el vacío de Rusia: un campo de pruebas para el volantazo energético de Europa

La guerra de Ucrania ha obligado a los europeos a mantener las luces encendidas adoptando un enfoque mucho más estratégico de su seguridad

Foto: Vista de la reunión de ministros de Medio Ambiente y Energía de la UE en Valladolid. (EFE / Nacho Gallego)
Vista de la reunión de ministros de Medio Ambiente y Energía de la UE en Valladolid. (EFE / Nacho Gallego)

La invasión rusa de Ucrania ha obligado a los europeos a replantearse la geopolítica de muchas maneras y la política energética es una de las que más ha cambiado. Desde febrero de 2022, se han buscado proveedores de energía alternativos para llenar el vacío dejado por Rusia. Pero los europeos deben procurar que este proceso de diversificación vaya acompañado de un enfoque más estratégico.

El Energy Deals Tracker del ECFR ha trazado los principales acuerdos energéticos que la Unión Europea y sus Estados miembros han negociado con socios de todo el mundo. El rastreador ha arrojado luz sobre tres retos estratégicos clave para la política energética del bloque. Entre ellos, la necesidad de diversificar y hacer más resistentes las relaciones energéticas, reforzar las asociaciones con los vecinos más próximos y conciliar todo ello con las prioridades climáticas de la UE.

Foto: Producción petrolera. (EFE/Henry Chirinos)

En cuanto a la diversificación, los Estados miembros han conseguido ampliar rápidamente sus opciones, aunque esto les ha planteado cuestiones incómodas sobre cuándo y cómo trabajar con las autocracias.

Sobre la construcción de relaciones más sólidas cerca de casa, los europeos han intensificado su cooperación con los Estados norteafricanos, aunque aún queda mucho por hacer en este sentido.

Y en referencia a la seguridad energética con la acción por el clima, el rastreador del ECFR descubrió una escasa coordinación entre los Estados miembros de la UE y un número relativamente pequeño de acuerdos que han dado prioridad a las energías limpias. Se están haciendo esfuerzos por corregir esta situación, pero aún deben dar resultados.

Aprender a trabajar con autocracias

El Energy Deals Tracker documenta la creciente dependencia de la UE de aliados cercanos, como Noruega y Estados Unidos. Sin embargo, teniendo en cuenta únicamente la demanda energética de la UE, ésta no puede permitirse comprar energía solo a países con un sólido historial en materia de democracia y derechos humanos. De hecho, de los 122 acuerdos identificados en el rastreador, 37 se refieren a países ampliamente considerados "no libres".

El reto para los europeos es, por tanto, entender cuándo pueden invertir en asociaciones energéticas con países autoritarios —como Qatar, Arabia Saudí o Azerbaiyán— y cómo hacerlo sin renunciar a la defensa de los derechos humanos. Una forma de evitar atarse las manos al trabajar con autocracias es diversificar los socios; desde esta perspectiva, es alentador ver que la UE ya no pone todos los huevos en la misma cesta. Otra forma es crear asociaciones más interdependientes (véase más adelante), que den a Europa suficiente margen de maniobra para seguir siendo firme en cuanto al historial de derechos humanos de sus socios. Por último, estas asociaciones deberían basarse no solo en intereses económicos, sino también en intereses comunes de política exterior.

Foto: Grecia, Chipre e Israel firman el ambicioso proyecto de gasoducto Eastmed. (EFE / Yannis Kolesidis)

En segundo lugar, la UE no puede escapar a su geografía. Por ello, debe comprender la importancia clave que una región concreta —el Norte de África— tiene para sus intereses geopolíticos más amplios.

Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Egipto desempeñan ya, en diverso grado, un papel crucial en el suministro de petróleo y gas a los países de la UE, además de ayudarles a gestionar la migración. El rastreador confirma que 17 de los 122 acuerdos son con países norteafricanos. Pero gran parte de Europa debe desaprender el hábito de identificar el Norte de África únicamente con el suministro de combustibles fósiles y la migración.

En el futuro, estos Estados podrían convertirse también en importantes proveedores de energía limpia y electricidad para Europa. Para ello es necesario crear asociaciones estables y, por tanto, convencer a los países norteafricanos de que les interesa estrechar sus lazos con Europa y no, por ejemplo, con China.

Para tener éxito, la UE tendrá que ir más allá de la cooperación energética y ofrecer asociaciones más amplias con sus vecinos. Pero si bien la Asociación Verde UE-Marruecos (detallada en nuestro tracker) es un paso prometedor en esa dirección, aún no se ha materializado un acuerdo similar con Argelia. La UE y sus Estados miembros deberían centrar sus energías en intensificar sus relaciones en esta región.

Aprender a construir "amistades de verdad"

Por último, el mundo está muy atento a lo que significan los nuevos acuerdos energéticos de la UE para la agenda climática del bloque. De los 122 acuerdos identificados en el rastreador del ECFR, 61 están dedicados al gas natural, pero solo 17 de ellos incluyen un componente de energía limpia. Si no se da suficiente prioridad al futuro limpio en los nuevos acuerdos energéticos de la UE, los europeos corren el riesgo de comprometerse a importar combustibles sucios incompatibles con sus ambiciones ecológicas.

Al conciliar la seguridad energética con los objetivos climáticos, la UE se enfrenta a cuestiones difíciles, como si merece la pena invertir en duplicar la capacidad de un gasoducto que trae gas natural de Azerbaiyán; si necesita planificar tantas terminales de GNL; o si realmente debe apostar fuerte por una tecnología de hidrógeno no probada, para la que se prevé reutilizar parte de la infraestructura.

Foto: Una multitud observa el vapor elevándose desde la Estación Eléctrica de Belchatow, la mayor planta de carbón de Europa, en Zlobnica, Polonia. (Reuters/Kuba)

Pero la UE debe buscar alianzas que sirvan a ambos objetivos, por ejemplo, delimitando ámbitos de cooperación sobre el clima con los países del Golfo y con otros socios energéticos. Al fin y al cabo, los socios de Europa a menudo albergan sus propias ambiciones climáticas, y podrían convertirse no solo en "amigos necesitados" de Europa, suministrándole combustibles fósiles, sino también en sus "amigos de verdad", compartiendo objetivos similares relacionados con el clima. Ello sentaría las bases de asociaciones ecológicas estables y recíprocas.

Para que esto ocurra, uno de los principales retos (que la UE está empezando a abordar, por ejemplo, mediante compras conjuntas de gas) es el de la coordinación. Los dos objetivos, el climático y el de la seguridad energética, podrían confluir en la idea de ''seguridad energética sostenible'' a escala europea. Pero, por el momento, la práctica ha sido a menudo dispersa y miope, lo que también se manifiesta en el rastreador a través de una multitud de diferentes actores europeos que buscan acuerdos con los mismos socios externos, como Qatar o Emiratos Árabes Unidos.

Despertados por el shock de la invasión rusa de Ucrania, los europeos buscan nuevos socios y mejores asociaciones. Pero, si nos fijamos únicamente en sus nuevos acuerdos energéticos, aún les queda mucho por aprender (y desaprender).

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Pawel Zerka titulado 'New energy partners: A testing ground for Europe’s geopolitical turn'

La invasión rusa de Ucrania ha obligado a los europeos a replantearse la geopolítica de muchas maneras y la política energética es una de las que más ha cambiado. Desde febrero de 2022, se han buscado proveedores de energía alternativos para llenar el vacío dejado por Rusia. Pero los europeos deben procurar que este proceso de diversificación vaya acompañado de un enfoque más estratégico.

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