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La muerte de Prigozhin pone en jaque la influencia de Putin sobre África
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El futuro de Wagner sin su líder

La muerte de Prigozhin pone en jaque la influencia de Putin sobre África

El jefe de los mercenarios tejió en ese continente un entramado de relaciones personales, complicidades y negocios corruptos que no posee ningún otro ruso

Foto: Yevgeny Prigozhin en su reaparición en un país africano. (Reuters)
Yevgeny Prigozhin en su reaparición en un país africano. (Reuters)

Yevgueni Prigozhin, de 62 años, grabó su último vídeo desde algún lugar de África, probablemente desde Mali. Ese continente era el último gran baluarte de los mercenarios del grupo Wagner después del fracaso de su alzamiento en Rusia, a finales de junio, y su consiguiente retirada del frente ucraniano. Vestido con un uniforme militar y, detrás de él, un desierto, Prigozhin habló de sus actividades en el continente africano para "hacer que Rusia sea aún más grande en todos los continentes y que África sea aún más libre". "¡Justicia y felicidad para pueblos africanos!", lanzó subiendo el tono de voz. Describió a sus hombres como "la pesadilla del Estado Islámico, de Al Qaeda y de otros gángsters" y, para serlo aún más, anunció que reclutaría más mercenarios.

Dos o tres días después —no se sabe cuándo fue grabado el vídeo difundido a través de un canal de Telegram—, falleció el miércoles al regresar a Rusia en un accidente aéreo del que se sospecha que pudo ser provocado. Si después de la rebelión de Prighozin, a finales de junio, la suerte de Wagner quedó sellada en el país en el que fue fundado, está ahora por ver qué sucederá con los mercenarios rusos en el continente en el que tienen mayor presencia.

Foto: Yevgeny Prigozhin, durante el motín de junio. (Reuters/Alexander Ermochenko)

Su muerte ha causado consternación en aquellos regímenes a los que protege. "Es una gran pena", declaró, por ejemplo, Fidèle Gouandjika, asesor de seguridad del presidente centroafricano Faustin-ArchangeTouadéra. "A nivel personal, era un amigo", añadió. Un millar de mercenarios rusos protegen a Touadéra las 24 horas del día.

Tras la muerte de Prighozin, lo que más importa a Europa, especialmente a la del sur, es el futuro de Wagner en África. Pese a sus métodos brutales, incluso contra la población civil —más de 300 civiles fueron asesinados en Moura (Mali) en marzo de 2022—, su lucha contra el yihadismo en el Sahel apenas ha dado frutos, pero sí sirvió para adueñarse de parte de sus riquezas y fomentar la propaganda, mezclada con bulos, contra Occidente, especialmente contra Francia, la antigua potencia colonial.

Prueba de ello es que los miles jóvenes que se manifestaron en Niamey, a finales de julio, en apoyo al golpe militar, enarbolaban banderas rusas y de Wagner. Los mercenarios rusos no instigaron, el 26 de julio, el derrocamiento del presidente nigerino Mohamed Bazoum, elegido democráticamente, pero sí intentan ahora, como dijo el secretario de Estado Anthony Blinken, pescar en río revuelto. Tres días después del golpe, Prighozin lo ensalzó y ofreció sus servicios a la junta militar.

Sin Prigozhin, Wagner no será lo mismo en África, por mucho que el Kremlin se empeñe en mantener ese brazo armado al servicio de sus intereses estratégicos. "Wagner no es una filial del Ejército ruso ni una empresa totalmente privada", escribió poco después de la intentona de junio Maxime Audinet, del Instituto de Investigación de la Escuela Militar de París. "Está al servicio de los intereses de Moscú, pero también obedece a las ambiciones personales de Prigozhin", añadió.

Las redes africanas de Prigozhin

Allí donde ha puesto pie Wagner, Prigozhin tejió una red de amistades personales, complicidades, negocios corruptos en común con jerarcas militares, jefes tribales, empresarios sin escrúpulos y traficantes que ningún otro ruso posee en África. Los que más sabían de los manejos de Wagner en África perecieron con él en el avión. Su sustituto al frente del grupo mercenario tardaría años, si es que tiene las mismas habilidades que Prigozhin, en erigir tal entramado.

El Imperio africano del líder mercenario salió parcialmente a la luz en 2017, cuando su empresa minera M Ivest entró en Sudán. Después, Wagner fue ofreciendo sus servicios a la carta a otros países. Hizo incursiones en Burkina Faso, Mozambique y Madagascar, pero donde más está implantado es en el este de Libia y, sobre todo, en Mali y en República Centroafricana. Las autoridades de este último país aclararon incluso en junio que habían firmado un acuerdo de defensa con Rusia, y no con Wagner, pero que Moscú había delegado su puesta en práctica en los mercenarios.

Foto: Partidarios de la junta militar muestran una foto de Yevgeny Prigozhin. (EFE / Issifou Djibo)

Sébastien Lecornu, el ministro francés de Defensa, lo recuerda casi a diario. Wagner apenas supone un desembolso para Rusia porque se financia "mediante la predación". A través de una tela araña de empresas, de Prigozhin y de sus socios, se apodera de parte de las riquezas del subsuelo, desde el uranio hasta el oro pasando por el petróleo, pero también tiene presencia en otros sectores como la alimentación. La actividad africana de las filiales del holding Concord, cuyo dueño es Prighozin, ha crecido incluso desde la fracasada revuelta de junio.

Pese a este emporio económico, los mercenarios no son del todo autosuficientes en África. Necesitan el apoyo logístico y el suministro de armas y municiones del Ministerio de Defensa ruso. Lo necesitan en todas partes, sobre todo en Libia, donde están el servicio del mariscal Halifa Hafter y su adversario, el Gobierno de Trípoli, es de mayor calibre que los yihadistas.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, anoche durante una ceremonia en Kursk, Rusia. (Reuters/Sputnik/Gavriil Grigorov)

El Kremlin va a esforzarse a partir de ahora en preservar su influencia en África a través de Wagner, pero sin las relaciones personales del carismático Prigozhin será una tarea difícil. La muerte o, más probablemente, el asesinato del jefe mercenario le priva de una baza que los occidentales podrían intentar aprovechar para recuperar parte del terreno perdido. El desprestigio de Francia en el Sahel y la relativa inacción de la Unión Europea arrojan, sin embargo, dudas sobre su capacidad de sacar partido de la nueva situación.

Quizá sea China la que sepa beneficiarse de esta coyuntura. "Las compañías privadas de seguridad chinas tienen una oportunidad de ampliar su compromiso en los países africanos" sustituyendo a Rusia, escribieron, a finales de junio, los universitarios Jong Min Lee y Samuel Wittman en la revista estadunidense The Diplomat. Es cierto que, por ahora, esas empresas tienen muchos impedimentos legales para actuar fuera, pero eso puede cambiar.

Yevgueni Prigozhin, de 62 años, grabó su último vídeo desde algún lugar de África, probablemente desde Mali. Ese continente era el último gran baluarte de los mercenarios del grupo Wagner después del fracaso de su alzamiento en Rusia, a finales de junio, y su consiguiente retirada del frente ucraniano. Vestido con un uniforme militar y, detrás de él, un desierto, Prigozhin habló de sus actividades en el continente africano para "hacer que Rusia sea aún más grande en todos los continentes y que África sea aún más libre". "¡Justicia y felicidad para pueblos africanos!", lanzó subiendo el tono de voz. Describió a sus hombres como "la pesadilla del Estado Islámico, de Al Qaeda y de otros gángsters" y, para serlo aún más, anunció que reclutaría más mercenarios.

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