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Mientras no mirabas, África Occidental se ha partido en dos y ahora está al borde de la guerra
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Un conflicto sin precedentes en la región

Mientras no mirabas, África Occidental se ha partido en dos y ahora está al borde de la guerra

La Comunidad de Estados de África Occidental amenaza con intervenir en Níger si no se restaura la democracia, mientras que las juntas militares de Mali, Burkina Faso y Guinea aseguran que irán a la guerra

Foto: Fuerzas de seguridad de Níger durante las manifestaciones tras el golpe de Estado. (Reuters/Souleymane Ag Anara)
Fuerzas de seguridad de Níger durante las manifestaciones tras el golpe de Estado. (Reuters/Souleymane Ag Anara)
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"Estamos listos y, tan pronto como recibamos la orden de intervenir, lo haremos. Estamos seguros de obtener la victoria sobre ellos". Quien habla es el general Christopher Musa, jefe del Estado Mayor de la Defensa de Nigeria, sobre la posibilidad de que sus soldados entren en la vecina Níger a frenar el golpe de Estado y restaurar el orden constitucional.

Musa no hablaba únicamente en nombre de Nigeria, sino también en el de todos los miembros activos de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), un organismo regional formado por 15 estados de la región y que ya ha realizado dos intervenciones militares en el pasado. Sin embargo, horas después, Mali y Burkina Faso —miembros suspendidos de la organización tras sufrir sendos golpes de Estado en 2021 y 2022, respectivamente— firmaban un documento conjunto en el que anunciaban que abandonarían la CEDEAO y amenazaban con sumarse al conflicto: “Cualquier intervención militar contra Níger equivaldría a una declaración de guerra contra Burkina Faso y Mali”.

África Occidental vive la mayor crisis geopolítica de su historia reciente a raíz del golpe de Estado en Níger. La posibilidad de un conflicto armado sin precedentes es más real que nunca en una región partida en dos entre las juntas militares que llegaron al poder en los últimos tres años mediante golpes de Estado en el Sahel (Níger, Burkina Faso, Mali y Guinea) y el resto de los integrantes. "En este momento, las perspectivas de expansión de la violencia son significativas tanto en el escenario de no intervención como en el de intervención", considera Christopher Roberts, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Calgary y experto en la región, en entrevista con El Confidencial. "Desde el final de la Guerra Fría, rara vez un golpe de Estado africano ha desencadenado una crisis geopolítica de estas dimensiones a nivel local, regional e internacional", agrega.

Los líderes políticos de los países de África Occidental, especialmente el recién investido presidente de Nigeria, Bola Tinubu, quien también ejerce como líder rotatorio de la CEDEAO, temen que la ola de golpes de Estado se contagie hacia el sur y llegue a sus países. Reunidos en Nigeria, plantearon una intervención militar en Níger para reponer el Gobierno de Mohamed Bazoum, quien permanece retenido desde la semana pasada por su propia guardia presidencial. El nuevo y autoproclamado líder del país, el general golpista Omar Tchiani, ha rechazado la decisión del organismo, alegando que sería una “agresión” contra su país. “Queremos recordar una vez más a la CEDEAO o a cualquier otro aventurero nuestra firme determinación de defender nuestra patria”, advirtió esta semana.

Foto: El presidente de Níger, Mohaemd Bazoum, el 22 de junio de 2023 en París. (Reuters/Ludovic Marin)

Con su amenaza de intervención, la CEDEAO ha cruzado una línea que nunca se atrevió a atravesar tras los golpes en Mali, Burkina Faso y Guinea. En estas ocasiones, solo acordó su suspensión del organismo y tomó las mismas medidas económicas que ha hecho con Níger —vetar todas las transacciones comerciales y financieras con los Estados miembros y congelar los activos en los bancos centrales regionales—. De hecho, el verano pasado levantó esas sanciones contra Mali y Burkina Faso al acordar su hoja de ruta para la celebración de elecciones en 2024 y 2025, respectivamente.

¿Por qué, entonces, han reaccionado de forma tan virulenta estos dos países, amenazando con la guerra? "Los líderes militares en Mali y Burkina Faso no tienen nada que perder. No les quedan amigos en el mundo occidental y su control del territorio es muy frágil, porque hay resistencia a sus regímenes, incluso dentro de las fuerzas armadas", argumenta Sebastian Elischer, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Florida y experto en África Subsahariana. "Entonces, al señalar a Níger, tienen la oportunidad de demostrarle a su población que la democracia al estilo occidental claramente no está funcionando en África Occidental, que se necesitan con urgencia nuevos modelos para administrar estos estados, con los militares permaneciendo en el poder y tomando el control total en la guerra contra el terrorismo yihadista. Para ellos, es una oportunidad de demostrar que son líderes legítimos", asevera el analista.

Esta no sería la única vez que la CEDEAO realiza una intervención militar conjunta. Lo hizo por primera vez en la guerra civil de Liberia en 1990 y, después, en los conflictos de Sierra Leona (1997), Costa de Marfil (2003) y Togo (2005). Estas operaciones, no obstante, fueron realizadas a raíz de conflictos civiles ya comenzados y, en algunos casos, ante la petición del Gobierno estatal de turno. La situación es distinta en Níger, ya que una intervención podría espolear un conflicto con la involucración de múltiples países africanos no visto en la región y al estilo de la guerra civil en Angola, en 1978, o la Segunda Guerra del Congo, en 1998.

En todo caso, la CEDEAO no buscaría una guerra, sino una misión rápida y eficaz, como la ejecutada en 2017 en Gambia. En aquel entonces, el dictador Yahya Jammeh, quien había perdido las elecciones, pero buscaba anclarse al poder que ostentó durante 23 años, huyó del país dos días después de la entrada de los militares de la organización.

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Sin embargo, la situación es ahora completamente distinta. Jammeh era un dictador déspota en horas bajas de un país diminuto, sin apenas apoyos en la región ni en la comunidad internacional que hicieran presuponer que una intervención pudiera escalar el conflicto político. Pero un conflicto en Níger no solo está destinado a atraer a actores regionales como Burkina Faso y Mali, sino que tiene muchas papeletas para involucrar a países más allá de las fronteras africanas.

Un conflicto internacional

El domingo, cientos de manifestantes atacaron la embajada francesa en Niamey y sacaron banderas rusas a relucir con cánticos de “abajo Francia” y “larga vida a Rusia”. Las imágenes son una réplica de lo visto meses atrás en Burkina Faso y, anteriormente, en Mali. Un creciente sentimiento antifrancés en las antiguas colonias que el Kremlin podría aprovechar para entrar con fuerza mediante el brazo paramilitar del Grupo Wagner.

Tras el motín liderado por Yevgeny Prigozhin, líder del Grupo Wagner, contra el Gobierno de Vladímir Putin, hubo dudas sobre el nuevo papel que jugarían los mercenarios. Sin embargo, ambos parecen haber llegado a un acuerdo tácito para que la organización centre sus labores en África. En la cumbre Rusia-África en San Petersburgo se pudo ver a Prigozhin estrechando manos de diplomáticos africanos y este ha tardado pocos días en dar la bienvenida a la nueva junta militar de Níger y en ofrecer sus servicios.

Es pronto para vaticinar si Níger puede llegar a convertirse en un terreno de la lucha africana entre Francia y Rusia. El Elíseo ha anunciado que va a evacuar a sus 600 civiles en el país, pero allí se encuentran estacionados también en torno a 1.500 soldados que Bazoum aceptó acoger tras ser expulsados de Mali por la junta militar. "El único actor en este momento capaz de llevar a cabo una campaña militar en Níger en un periodo de tiempo relativamente corto es Francia, y no excluiría esta posibilidad", afirma Sebastian Elischer. "Los franceses han invertido enormemente en el presidente Bazoum, tienen muchos efectivos sobre el terreno y cuentan con el equipo militar y los conocimientos necesarios", agrega.

Tras un ataque contra la embajada francesa en Niamey, la capital nigerina, el pasado fin de semana, el presidente Emmanuel Macron lanzó un comunicado contundente que abría la puerta a una contestación violenta: “Cualquiera que ataque a ciudadanos, militares, diplomáticos o intereses franceses provocará una respuesta inmediata e intransigente de Francia”. La junta militar de Níger ha insinuado que París planea realizar ataques aéreos y, en declaraciones a la cadena CNN, el Ministerio de Exteriores francés ni lo confirmó ni lo desmintió, limitándose a afirmar que solo reconoce a Bazoum como autoridad legítima.

Foto: Un soldado francés patrulla un pueblo de Bossangoa, al norte de la República Centroafricana. (Reuters/Andreea Campeanu)

La realidad es que, a no ser que haya un ataque directo contra objetivos franceses, es difícil que Francia intervenga por su cuenta. Una opción más realista es que sus efectivos apoyen a los militares de la CEDEAO en caso de una intervención y en el marco de un acuerdo europeo. La Unión Europea, en palabras del alto representante, Josep Borrell —quien visitó Níger hace apenas un mes luciendo un peculiar atuendo—, y del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha dado “pleno apoyo” a las decisiones que tome el organismo regional.

Las consecuencias de una intervención apoyada por Europa son difíciles de predecir, por lo que muchos buscan frenar el conflicto antes de que nazca. En esas está el presidente de Chad, Mahamat Déby Itno, quien viajó a Níger como mediador a instancias de la CEDEAO para buscar un acuerdo entre los militares y el Gobierno de Bazoum. Al igual que Tchiani, Déby es militar y llegó al poder mediante un golpe de Estado, pero en su caso fue favorecido tras la muerte del expresidente Idriss Déby, su padre, para prolongar una dinastía que tiene buenas relaciones con Occidente.

La velocidad vertiginosa de la escalada es la que más preocupa a los analistas. El golpe de Estado de Níger, que hasta entonces había ejercido como un oasis de estabilidad en la región, agarró por sorpresa a la comunidad internacional. La dura reacción de la CEDEAO amenazando con la intervención llegó unos días después y la respuesta de Burkina Faso y Mali, tan solo horas más tarde. El plazo dado por el organismo a la junta para que renuncie es de una semana, por lo que todo el mundo mira el reloj. "Creo que en estos momentos hay mucho farol sobre la mesa", argumenta Elischer. "Hay demasiadas preguntas que siguen sin respuesta en este momento. Y los actores involucrados necesitan mucho más tiempo que una semana para resolverlas", concluye.

"Estamos listos y, tan pronto como recibamos la orden de intervenir, lo haremos. Estamos seguros de obtener la victoria sobre ellos". Quien habla es el general Christopher Musa, jefe del Estado Mayor de la Defensa de Nigeria, sobre la posibilidad de que sus soldados entren en la vecina Níger a frenar el golpe de Estado y restaurar el orden constitucional.

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