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Cómo entender Tailandia: el país donde los espíritus habitan en los árboles
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Cómo entender Tailandia: el país donde los espíritus habitan en los árboles

Para entender el efervescente Oriente, hay que comprender sus creencias en religiones, ritos y supersticiones, entre otras cosas, para entender su espiritualidad

Foto: Celebraciones del Vesak en Tailandia. (EFE/Diego Azubel)
Celebraciones del Vesak en Tailandia. (EFE/Diego Azubel)

En la transitada calle Suan Phlu de Bangkok (Tailandia), hay un árbol grande convertido en perchero. De sus ramas cuelgan coloridos vestidos de mujer y en torno a sus raíces crecen como hongos figuritas de dioses, elefantes y cebras.

—Siempre que paso por aquí me pregunto dónde está la persona que vende los vestidos. Llevo semanas pasando delante de este árbol y nunca veo a nadie.

Y Marisa, una tailandesa de 33 años, comienza a reírse y explica:

—Los vestidos no se venden, son ropas que la gente trae porque ese árbol está encantado. La gente cree que el árbol está poseído por el espíritu de una mujer y vienen a pedirle ayuda. Muchos solicitan que les diga el número de la lotería, pero hay personas que piden otras cosas. Si toca el número o lo que han pedido se cumple, la gente trae un vestido de agradecimiento a la mujer que habita en el árbol.

¿Y nadie se lleva los vestidos?

—No, nadie se atrevería a hacer eso. Si le quitan el vestido al árbol, el espíritu que lo habita los castigaría. En Tailandia, la mayoría de la gente respeta este tipo de creencias.

Foto: El rey Vajiralongkorn con su hija, la princesa Bajrakitiyabha. (Reuters/Jorge Silva)

Sin entender esa espiritualidad que provoca que de unas ramas en medio de la calle cuelguen vestidos, es complicado entender estas tierras. Las creencias espirituales pueden hacer que una inversión fracase, empiece o acabe una revuelta, se paralice una obra, se realice una boda o un parto... "Para elegir el día de nuestra boda, mi madre fue a un adivino con nuestras fechas de nacimiento y él eligió la fecha", explica la joven Varanant. ¿Qué fecha eligió? "El 18 de noviembre de 2020. Y especificó que debía ser por la mañana. Yo no creo mucho en esas cosas, pero para mi madre era importante", dice la joven.

En otros casos, las parejas incluso planifican el parto por cesárea para que el bebé nazca en el momento que le son más favorables los designios. "En Tailandia, un 35% de los partos son por cesárea, mientras que la OMS recomienda que esa cifra sea del 10 o 15%", ha alertado el profesor Pisake Lumbiganon, presidente de la asociación de ginecólogos. Miedo a los dolores del parto y supersticiones son las razones para ese elevado porcentaje.

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"Fuimos al doctor y, cuando el médico nos dijo el día aproximado del parto, mi suegra eligió el momento en que nacería. Primero se elige el nombre y después se escoge qué día le traerá buena fortuna nacer al bebé usando el alfabeto tailandés. Otras parejas acuden a un monje budista que realiza un ritual concreto para decidir el momento del parto", explican Rewat y Dararat, una pareja tailandesa que optó por la cesárea para que su hijo naciera bendecido.

Amuletos y políticos

No hay clasismo en la fe animista o religiosa, hay una espiritualidad que empieza con los altares de ofrendas en las casas humildes y acaba con los altos dirigentes creyendo o practicando rituales por convencimiento o por miedo a aquello del "haberlas haylas".

"El general Prayut, actual primer ministro, ha mostrado una vez los amuletos que lleva colgados del cuello para protegerse. Y el ex primer ministro Thaskin Shinawatra visitaba a adivinos. Viajó varias veces a Myanmar para visitar a la famosísima vidente birmana E Thi, a la que acudían políticos y militares de todo el sudeste asiático, para pedir consejo. También él habló de sus amuletos como defensa", explica Gaspar Ruiz-Canela, autor del libro Los ciempiés también van al cielo. El periodista español, que vive en Tailandia desde 2008, se ha pasado años investigando la religiosidad, ritos y supersticiones del país, y lo ha plasmado en una obra que relata lo profundo de estas creencias.

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"En las manifestaciones de 2008, para proteger a la figura de Rama V (una estatua con poderes que protege Bangkok), varias camisas amarillas depositaron sus compresas usadas en torno a la estatua. Sondhi (líder de la plataforma ultra monárquica de los camisas amarillas) estaba convencido de que la menstruación de las compresas actuaría como antídoto ante los encantamientos dirigidos contra la estatua. Los llamados camisas rojas vertieron en 2010 litros de sangre frente a la residencia del entonces primer ministro, Abhisit Vejajiva, en un ritual para maldecirlo", narra el libro.

¿Estás creencias animistas mezcladas con religión afectan a todas las clases sociales? "Son muy extendidas, pero los jóvenes urbanos empiezan a mostrar un cierto secularismo. Internet y los smartphones están cambiando todo, pero los principios animistas y religiosos rigen el país y los países del entorno. Quizá los sectores más conservadores fomentan más estas ideas, pero personas muy cultas creen en esas supersticiones", señala Canela.

placeholder Árbol encantado. (J. Brandoli)
Árbol encantado. (J. Brandoli)

"Cuando me incorporé a dar clases a la universidad, me dijeron que mi despacho era en la tercera planta. Me llamó la atención que en la segunda planta las mesas de los profesores estaban apelotonadas y en la tercera éramos solo cinco o seis docentes. Fue una alumna que un día revisando un trabajo me preguntó si yo no sabía el porqué en esta planta no quería trabajar nadie. Me dijo que es que aquí había un espíritu. Parece que un estudiante camboyano de la universidad que debía presentar un trabajo se mató en un accidente de tráfico y su espíritu merodea en esta planta", explica el arquitecto manchego Miguel Vélez, que da clases en la Assumption University of Thailand y vive en Asia desde 2008.

"Se lo comenté a una tercera colega arquitecta y me dijo que sí, que allí hay un espíritu"

¿Y tus compañeros profesores lo creen? "Pues un día se lo comenté a una colega arquitecta de planta que ha estudiado y vivido en Estados Unidos. Yo pensé que ella me iba a decir que era una tontería, pero me dijo: 'Al final un espíritu es energía y, cuando lo noto, simplemente lo dejo pasar para no entorpecer su camino'. Se lo comenté a una tercera colega arquitecta y me dijo que sí, que allí hay un espíritu", señala Vélez.

En la ciudad de Chiang Mai hay un cinturón de edificios abandonados a las afueras de la urbe porque las obras se pararon por la crisis económica de 1997 y no se retomaron porque se extendió la idea de que allí había espíritus malos de los obreros birmanos que no regresaron a su tierra y fallecieron entre aquellos bloques de hormigón abandonado.

También grandes rascacielos emblemáticos u hoteles de la capital han sido abandonados o cargan con la leyenda de traer mala fortuna. "En la inauguración de una tienda se hacen ofrendas y se pone la tradicional cabeza de cerdo para que el negocio tenga éxito", señala Ruiz-Canela. "Mi madre siempre va a relajarse a un hotel a las afueras de Bangkok porque carga con la fama de que está embrujado y es mucho más barato", explica entre risas Marisa.

Foto: Policía forense en la puerta de la discoteca Mountain B, en Chonburi (Tailandia). (Reuters/ Tanat Chayaphattharitthee)

Karma y el fantasma de Mae Nak

La calle On Nut 7 de Bangkok es una hilera de tiendas donde se pueden comprar vestidos de mujer y niño o cestas ya preparadas con juguetes, cosméticos y dulces. Al final de la calle está el templo de Mahabut. En él se venera todo el sincretismo espiritual tailandés, lo que permite que haya hasta una estatua gigante del increíble Hulk, un tigre, estatuas de Buda, Shiva, Ganesh y fotos de sus reyes. Sin embargo, los numerosos fieles van allí a pedir ayuda a una especie de muy popular santa pagana: el fantasma de Mae Nak.

La leyenda, de finales del siglo XIX, asegura que está mujer murió en el parto cuando su marido estaba en la guerra. A partir de ahí, las historias varían, pero parece que el fantasma de ella, enamorada de él, consiguió a través de encantamientos hacer creer a su marido que seguía viva cuando regresó del frente, para lo que no dudó en matar a todos los vecinos que intentaban advertir al esposo de que convivía con el fantasma de una muerta.

El poderoso espíritu de Mae Nak, del que hay numerosas películas y series, es venerado hoy por creyentes en diversas extrañas capillas que incluyen un tronco en el que orar mientras se unta esmalte de uñas. "Venimos a pedirle fortuna y le hacemos una ofrenda", nos explican dos jóvenes chicas. ¿Pero habéis sacado además de un jarrón unas bolas? "Bueno, eso es para que nos señale los números de la lotería", reconocen ambas entre risas.

placeholder El altar de Mae Nak. (J. Brandoli)
El altar de Mae Nak. (J. Brandoli)

Al fondo del templo, junto a un canal del río, muchos fieles lanzan alimentos a unos peces con evidente sobrepeso por la masiva ingesta de comida que arrojan creyentes que mejoran así su karma para en su próxima vida no reencarnarse en esos mismos pescados.

El karma, que justifica penas y éxitos porque todo en esta vida fue ganado o perdido en una vida anterior, junto a un fuerte sincretismo religioso, más el animismo y sus supersticiones, conforman el pensamiento clásico oriental al que hay que añadir un nuevo y poderoso dios: el dinero.

El karma es un eje social. El opio del pueblo, que dijera Marx, bendecido con una justa ética en la que nuestras acciones marcan nuestras próximas vidas. "El karma no se compra por dar dádivas en templos, sino que es una botella que se llena o vacía con tus acciones", afirma Ruiz-Canela.

"El karma no se compra por dar dádivas en templos, sino que es una botella que se llena o vacía con tus acciones"

El budismo theravada, el mayoritario en Tailandia, exige una vida alejada de lujos y materialismos. La gran mayoría lo cumple, pero las religiones, todas, siempre chocan entre sus preceptos y las debilidades mundanas de algunos de sus creyentes. Las redes sociales han destapado escándalos en los que los espirituales monjes budistas han sido expuestos con vidas llenas de lujos, usando pornografía o cambiando tradiciones muy arraigadas. En algunos templos, los monjes han cambiado la rutina de pedir comida por las calles, como marcaba la tradición, por el más práctico uso de un restaurante y su servicio de entrega a domicilio. Donadores y donados pierden menos tiempo. La practicidad es innegable.

El dios dinero

Tailandia es una sociedad muy espiritual y profundamente capitalista y consumista a la vez. Templos, altares y centros comerciales gigantes comparten espacio. Los últimos empiezan a arrinconar a los primeros, al menos en la capital. Uno de los rincones más famosos de Bangkok, el santuario de Erawan, conjuga a la perfección todo eso. "Venimos a pedir buena suerte para nuestra futura familia", explica una pareja de jóvenes que va a casarse y espera paciente a sentarse delante de las famosas bailarinas que harán una delicada danza en su honor. Sobre las cabezas de creyentes y danzantes, pasa veloz el metro aéreo que sobrevuela avenidas y circunda rascacielos por toda la ciudad.

Pero este lugar, en el que en 2006 una persona con problema psíquicos destrozó una noche a martillazos la sagrada estatua de Brahma y algunos testigos lo apalearon hasta matarlo, y en 2015 una bomba explotó y mató a 20 personas, tiene un origen significativo. "El origen de este altar tailandés, situado en la intersección de Ratchaprasong, se remonta a 1956. La construcción del hotel Erawan sufría continuos retrasos, los obreros padecieron numerosos accidentes e incluso se hundió un barco con un valioso cargamento de mármol italiano a bordo. Los arquitectos se preguntaban desesperados el porqué de tantos y tan seguidos infortunios. Llegaron a la conclusión de que el lugar estaba maldito. En parte lo achacaron a que, durante años, aquella esquina había sido utilizada por la policía para exhibir a los criminales que aprehendía. Un astrólogo aconsejó la construcción de un altar dedicado a Brahma para deshacerse de la mala suerte", explica Ruiz-Canela en su libro.

Foto: Turistas fotografían la Plaza Mayor. (EFE/Fernando Villar)

La constante mezcla entre tradición y vanguardia es uno de los aspectos más complicados de descifrar por los occidentales de esta tierra. La mirada condescendiente o folclórica conlleva a errores. El gran crecimiento económico mundial sucede aquí, y los tiempos en los que se negociaba con estándares de fuera se han terminado. Sobra demanda. Junto a niveles altísimos de desarrollo y tecnología, conviven creencias en tatuajes mágicos (sak yant) que protegen a los individuos, karmas y reencarnaciones, rituales donde cientos de personas entran en trance o aldeas donde los niños pequeños recuerdan sus vidas pasadas y reconocen a sus anteriores familias.

Templos y oficinas en rascacielos pujan por convivir en ese entorno sin molestarse. Esa es la clave. Todo es factible, hasta lo prohibido, mientras no se altere la forma. Bangkok sufre atascos perpetuos, de horas, pero nadie toca el claxon por no perturbar a los demás. Uno puede aquí nacer siendo un ciempiés por haberse portado mal en el pasado, pero, si como ciempiés es bueno, acabará disfrutando del cielo.

En la transitada calle Suan Phlu de Bangkok (Tailandia), hay un árbol grande convertido en perchero. De sus ramas cuelgan coloridos vestidos de mujer y en torno a sus raíces crecen como hongos figuritas de dioses, elefantes y cebras.

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