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Bangkok es un aburrimiento: el declive de la loca noche tailandesa bajo la junta militar
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a cuatro años del último golpe de estado

Bangkok es un aburrimiento: el declive de la loca noche tailandesa bajo la junta militar

A cuatro años del golpe de estado, los esfuerzos del Gobierno por contentar a los conservadores se traducen en restricciones cada vez mayores al ocio nocturno, lo que puede afectar al turismo

Foto: Un grupo de bailarinas espera a que lleguen clientes en un bar de Bangkok, en octubre de 2016. (Reuters)
Un grupo de bailarinas espera a que lleguen clientes en un bar de Bangkok, en octubre de 2016. (Reuters)

Las fotografías que cuelgan en las paredes del Wong's son un testimonio de las muchas noches locas que se han vivido en el estrecho espacio que éstas vigilan. Situado en una callejuela en el distrito de Sathorn, en el sur de Bangkok, el Wong's solía ser la última parada de cualquier noche de fiesta en la capital tailandesa. A pesar de su aspecto sucio, la música que casi nunca se oía, y el constante agobio de los propietarios a sus clientes para hacerles consumir más, el Wong's tenía una clientela fija entre los que se negaban a irse a casa a las 2 de la mañana, hora legal en la que los bares tienen que cerrar. Un horario que el Wong's, como muchos otros locales de la capital, se podía saltar gracias a las conexiones de su propietario con la policía y la complacencia de las autoridades.

Sin embargo, la era dorada del Wong's y de muchos otros locales de la ciudad se está marchitando ante la insistencia de la junta militar tailandesa, que acaba de cumplir cuatro años en el poder, de poner orden en las calles y de devolver a Tailandia a sus valores tradicionales. Así, desde su llegada al gobierno tras un golpe de estado en mayo de 2014, las redadas se han incrementado y ni siquiera Khao San road, la popular calle de los mochileros que siempre parecía estar regida por una ley paralela, se ha salvado de las visitas de los policías, que a veces empiezan incluso a medianoche. Sam Wong, el propietario del Wong's, también ha sido avisado de que tendrá que respetar los horarios, aseguró a The Independent.

La junta estaría así intentando recompensar a los sectores más conservadores de la sociedad tailandesa, que allanaron su camino al poder en 2014 cuando llenaron las calles de Bangkok durante meses pidiendo la destitución del entonces gobierno de Yingluck Shinawatra. “[La junta] no tienen una legitimidad popular o democrática y necesitan apoyarse en formas más primitivas de legimitidad”, asegura Khemtong Tonsakulrungruang, especialista en política tailandesa de la Universidad de Bristol. Así, las medidas son aplicadas con especial fervor en los días sagrados del calendario budista, durante los que no se puede beber alcohol y en los que la mayoría de los bares ha empezado a cerrar.

Foto: Una prostituta tailandesa en el "Callejón Cowboy" de Bangkok, en mayo de 2010 (Reuters)

Algunos locales han tenido incluso que cerrar sus puertas ante la presión de las autoridades. El Dark Bar, uno de los garitos más populares de la escena underground, cerró el año pasado por saltarse continuamente los horarios que la ley impone, pero que las autoridades solían obviar. Otros cierran más pronto, como el Sugar, una discoteca que pincha hip hop comercial y que ha adelantado su hora de cierre al menos un par de horas, o el Mustache, que se había hecho famoso como una alternativa al Wong's y que ahora a menudo está cerrado después de las 3 de la mañana. Algunos locales, especialmente en Pattaya, una de las capitales de la industria del sexo en el país, han tenido que cerrar temporal o indefinidamente por tener dianas para jugar a los dardos sin una licencia que ha sido recientemente impuesta.

Porque ni siquiera la industria sexual, a la que incluso la junta militar había hecho la vista gorda durante sus primeros años por su importancia en la economía del país, se está salvando. Así, durante los últimos meses las redadas se han incrementado en Pattaya y Phuket, dos de los principales destinos sexuales, y en calles de Bangkok como el soi [calle en tailandés] Cowboy, en las que las autoridades no sólo comprueban los papeles de los locales, sino también de sus clientes. A finales de abril, 25 personas de varias nacionalidades fueron detenidas en una redada en una fiesta de 'swingers' (cambios de pareja). Y la campaña no afecta sólo a extranjeros o sitios turísticos. En otra redada en Laem Chabang, una zona industrial cercana a Pattaya, 72 personas fueron arrestadas por dar positivo en el test de drogas.

placeholder La policía dificulta el trabajo de la prensa mientras arresta a los manifestantes tailandeses pro-democracia, cerca de la casa del Gobierno en Bangkok, el 22 de mayo de 2018. (EFE)
La policía dificulta el trabajo de la prensa mientras arresta a los manifestantes tailandeses pro-democracia, cerca de la casa del Gobierno en Bangkok, el 22 de mayo de 2018. (EFE)

Calles revueltas

Una de las primeras medidas que tomó el general Prayuth Chan-ocha tras el golpe de Estado que lideró en 2014 fue un toque de queda entre las 10 de la noche y las 5 de la mañana que cerró incluso los populares 7/Eleven y Family Mart, las tiendas abiertas durante las 24 horas que son parte de la vida cotidiana de los tailandeses. El toque de queda se fue levantando paulatinamente durante las semanas siguientes, empezando por los destinos turísticos más populares, aunque el control sobre los horarios se incrementó.

Un año después Prayuth aprobó una prohibición sobre cualquier tipo de concentración de tipo político que reuniera a más de 5 personas y que sigue en vigor hoy en día, a pesar de que la junta ha prometido elecciones para febrero de 2019 y ha iniciado el registro de nuevos partidos políticos. Sin embargo, las concentraciones se han incrementado durante las últimas semanas, y varios grupos opositores organizaron una marcha con motivo del cuarto aniversario del golpe, que fue bloqueada por los militares.“Prayuth ha demostrado durante los últimos 4 años que no puede ser nuestro primer ministro. Ya es suficiente”, asegura Rangsiman Rome, líder del Grupo para la Restauración de la Democracia y uno de los principales organizadores de la protesta, quien fue llevado a comisaría junto a otros seis manifestantes tras la protesta.

Foto: Una trabajadora de un burdel en el llamado 'Callejón Cowboy' de Bangkok, en mayo de 2010. (Reuters)

Con las calles revueltas, la junta está inmersa en un programa de reformas económicas con la esperanza de que una época de bonanza calme las aguas. Sin embargo, las medidas impuestas sobre la industria del ocio podrían dañar la balanza final en un país donde el turismo, muy centrado en el ocio nocturno, supone cerca del 20% del PIB. “Tailandia no puede ser muy radical en su conservadurismo porque eso afectaría a varias industrias, incluida la sexual”, asegura Khemtong Tonsakulrungruang.

Pero algunos temen que sea demasiado tarde para aquellos que se están viendo afectados por las campañas del gobierno. Y no sólo en la industria nocturna; los populares puestos callejeros, un pilar fundamental para las clases bajas del país, tanto para aquellos que necesitan un trabajo de urgencia como para los que necesitan comer barato, también están agonizando ante el nuevo 'orden social' impuesto por los militares.

Las fotografías que cuelgan en las paredes del Wong's son un testimonio de las muchas noches locas que se han vivido en el estrecho espacio que éstas vigilan. Situado en una callejuela en el distrito de Sathorn, en el sur de Bangkok, el Wong's solía ser la última parada de cualquier noche de fiesta en la capital tailandesa. A pesar de su aspecto sucio, la música que casi nunca se oía, y el constante agobio de los propietarios a sus clientes para hacerles consumir más, el Wong's tenía una clientela fija entre los que se negaban a irse a casa a las 2 de la mañana, hora legal en la que los bares tienen que cerrar. Un horario que el Wong's, como muchos otros locales de la capital, se podía saltar gracias a las conexiones de su propietario con la policía y la complacencia de las autoridades.

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