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El 'General Invierno' no se presenta a filas y arruina la apuesta energética de Putin
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Año nuevo sin bufanda

El 'General Invierno' no se presenta a filas y arruina la apuesta energética de Putin

En el momento en el que Vladímir Putin más necesitaba la llegada del frío, se ha encontrado en su lugar con el periodo invernal más cálido del que se tienen registros en Europa

Foto: Un soldado del bando ucraniano dispara un RPG durante unas maniobras en el frente cerca de Kreminna el pasado 3 de enero. (Reuters/Clodagh Kilcoyne)
Un soldado del bando ucraniano dispara un RPG durante unas maniobras en el frente cerca de Kreminna el pasado 3 de enero. (Reuters/Clodagh Kilcoyne)
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Durante los últimos siglos, las temperaturas gélidas han sido uno de los principales aliados militares de Rusia. Desde los famosos fracasos en las invasiones de Hitler y Napoleón hasta el menos conocido Gran Invierno de 1709, en el que las tropas de Carlos XII de Suecia acabaron congeladas en suelo ruso, el conocido popularmente como General Invierno ha jugado un papel clave para las victorias de Moscú. Sin embargo, en el momento en el que Vladímir Putin más lo necesita, el célebre —y ficticio— general ha desaparecido por completo, dando en su lugar paso al periodo invernal más cálido del que se tienen registros en Europa.

El Kremlin lleva meses esperando con ansia la llegada del frío porque supone una parte integral de su doble apuesta energética para la invasión de Ucrania. En primer lugar, redujo al mínimo el flujo de gas hacia la UE, esperando que el aumento dramático de los precios del combustible y la posibilidad de escasez durante el invierno forzara a los gobiernos europeos a reducir su apoyo a Kiev. Por otra parte, ha llevado a cabo una campaña de destrucción deliberada de la infraestructura eléctrica ucraniana en un intento de aumentar el coste de la guerra para toda la población del país, obligándola a atravesar la estación con constantes cortes de luz y calefacción.

En su lugar, Europa ha vivido desde el inicio del invierno unas temperaturas cálidas sin precedentes para esta época del año. Ucrania, España, Francia, Alemania, Holanda, Dinamarca, Polonia, República Checa, Bielorrusia, Letonia y Lituania han experimentado récords de calor durante los primeros días de enero. En Varsovia, los termómetros pulverizaron su récord anterior con máximas de 19 grados centígrados, más de cinco por encima del segundo mayor. "No estoy diciendo que Dios odie a Putin, pero, si Dios odiara a Putin, así sería su enero de 2023", resumía en Twitter Stanley Pignal, jefe del buró de Bruselas de The Economist.

La ola de calor, impulsada por una masa de aire caliente procedente de la costa occidental africana, ha supuesto un alivio para el malherido sistema energético de Ucrania. "Debido al clima cálido, el consumo [de energía] en Ucrania se ha visto reducido", anunció este martes Ukrenergo, el operador estatal de electricidad del país. No obstante, la compañía advirtió que las restricciones energéticas intermitentes con las que la ciudadanía ucraniana lleva semanas lidiando no desaparecerán.

Respiro gasístico

Los pronósticos meteorológicos apuntan a que las temperaturas seguirán siendo elevadas en Europa durante las próximas dos semanas. No será la única región que experimente este clima cálido. Estados Unidos, recién salida de una serie de devastadoras ventiscas, espera jornadas más plácidas hasta mediados de enero, igual que China y Japón a lo largo de este mes.

Este aumento global en los termómetros ha provocado un descenso en el consumo de gas natural, cuyo uso mayoritario en invierno corresponde a la calefacción de los hogares. La reducción del consumo, sumada al elevadísimo nivel de almacenamiento con el que los países de la Unión Europea llegaron al mes de diciembre, ha hecho que los precios del hidrocarburo se sitúen en niveles por debajo de los experimentados antes del inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania el pasado 24 de febrero.

Este jueves, el precio mayorista del gas natural europeo se situaba en torno a los 68 euros por megavatio-hora, un nivel drásticamente inferior al de hace tan solo unos meses, cuando Rusia cortó la mayoría de las exportaciones de combustible a Europa. El pico de agosto fue de más de 310 euros por megavatio-hora, un costo casi cinco veces superior al actual.

Estos precios han permitido, a su vez, que varios países aprovechen para aprovisionarse de gas. Alemania, por ejemplo, logró agregar más combustible a sus reservas durante los últimos días de diciembre, alcanzando un 90% de almacenamiento tras haber caído previamente al 87%. A nivel general, los depósitos europeos están al 83,5% de su capacidad, una cifra considerablemente superior a la media de 70% de los últimos cinco años para esta fecha, según datos de Gas Infrastructure Europe (GIE).

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Estas cifras contrastan especialmente con las del año pasado, cuando el continente experimentó uno de los niveles de reservas de gas más bajos de su historia a consecuencia de los elevados precios energéticos que marcaron la segunda mitad del 2021. Este 2022, la lección parece haber sido aprendida. "La Unión Europea aprobó este año una regulación para el llenado obligatorio de almacenamiento de gas y medidas para tratar de reducir la demanda en Europa. Esos dos elementos significaron que estábamos, de facto, mejor preparados que el año pasado", explica Thierry Bros, analista energético y profesor en la escuela Sciences Po de París, en entrevista con El Confidencial.

No solo es una cuestión de almacenamiento. Después del inicio de la invasión, los países de la Unión Europea movieron tierra y aire para asegurar nuevas fuentes de gas natural licuado (GNL), sobre todo por parte de Estados Unidos y Qatar. También se lanzaron a construir y adquirir nuevas terminales de regasificación para recibir el combustible en sus puertos, eliminando muchos de los obstáculos burocráticos y objeciones ambientales habituales. Esta misma semana, una de estas nuevas instalaciones, en Wilhelmshaven, en el noroeste de Alemania, recibió su primer cargamento de GNL.

El horizonte sigue nublado

Sin embargo, si bien los países europeos están pudiendo comprar gas a precios cinco veces inferiores a los de hace unos meses, continúan siendo precios tres veces superiores a los de hace dos años, los cuales habían sido la norma durante toda la década anterior.

De hecho, parte de la destrucción de la demanda europea de energía se debe a que la industria europea que usa gas intensivamente para su funcionamiento —como la de acero y vidrio— ha tenido que reducir o detener su producción ante los precios inasumibles del hidrocarburo. Los ejecutivos europeos también han instado a sus ciudadanos a continuar ahorrando energía sin importar las reducciones de los costos, dado que cada metro cúbico de gas en los depósitos que no se consuma este invierno será uno menos que recuperar a lo largo de un 2023 en el que el suministro está lejos de estar garantizado.

El Kremlin, además, todavía cuenta con herramientas para encarecer más los precios y dividir a los países europeos. "Todo el mundo piensa que Putin tal vez cortará por completo el suministro de gas, pero también es posible que aumente súbitamente los volúmenes, haciendo cambiar toda la narrativa de nuevo", señala Thierry Bros. "Por ejemplo, podría mandar por el gasoducto Yamal a través de Bielorrusia, el cual tendría que pasar por Polonia. Eso puede ser muy polémico a nivel europeo, porque Polonia está en contra de comprar más gas ruso, pero Italia, que podría beneficiarse mucho del combustible barato, podría presionar a favor de ello", agrega el experto.

Por otra parte, la crisis energética está lastrando una transición verde, que supone una de las principales misiones de la Unión Europea. A pesar de que, en gran medida debido a la escasez de gas, las energías renovables alcanzaron una cuota récord del 46% en el mix eléctrico de Alemania en 2022, sus emisiones contaminantes estuvieron por encima de los objetivos climáticos marcados por Bruselas. ¿El motivo? El verano pasado, Berlín acordó permitir la reactivación y extensión de la vida útil de las centrales eléctricas de carbón para compensar la disminución gasística. Esto mientras continúa con su plan de cerrar sus últimas centrales nucleares este mismo año.

Foto: Barcos encallados en la orilla del río Doubs, en la frontera entre Francia y Suiza. (EFE/Laurent Gillieron)

Y si bien que el General Invierno se haya quedado en su casa este año ha sido una buena noticia para Europa, su ausencia forma parte de una extensión del verano más cálido de la historia del continente, el cual arruinó cosechas, vació las vías fluviales, puso en jaque la producción hidroeléctrica, forzó a varias centrales nucleares a dejar de funcionar y supuso un drástico incremento en el consumo de energía para refrigerar los hogares, contribuyendo a que los precios del gas se dispararan durante julio y agosto. "No podemos elegir entre las muchas desventajas y las ventajas ocasionales de un clima cambiante", señaló en Bloomberg Bob Henson, meteorólogo de Yale Climate Connections. Mientras el calentamiento global continúe su curso, los países europeos se enfrentarán de forma cada vez más común a su nueva némesis: el temido General Verano.

Thierry Bros, muy crítico con la gestión de la crisis energética por parte de la Comisión Europea, considera que los planes de los Veintisiete para afrontar el fin del gas ruso seguirán siendo castillos en el aire mientras no incluyan una inversión masiva en infraestructura energética. "Son necesarias nuevas inversiones en energía. En renovables y en nuclear, pero tampoco podemos descuidar las de gas. De lo contrario, volveremos a la situación de 2022, un año en el que se ha quemado más carbón y en el que, por primera vez, ha crecido el número de personas sin acceso a la electricidad", concluye el profesor de Sciences Po.

Durante los últimos siglos, las temperaturas gélidas han sido uno de los principales aliados militares de Rusia. Desde los famosos fracasos en las invasiones de Hitler y Napoleón hasta el menos conocido Gran Invierno de 1709, en el que las tropas de Carlos XII de Suecia acabaron congeladas en suelo ruso, el conocido popularmente como General Invierno ha jugado un papel clave para las victorias de Moscú. Sin embargo, en el momento en el que Vladímir Putin más lo necesita, el célebre —y ficticio— general ha desaparecido por completo, dando en su lugar paso al periodo invernal más cálido del que se tienen registros en Europa.

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