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El amargo sabor de la subida de precios de los alimentos
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El amargo sabor de la subida de precios de los alimentos

En muchos países europeos, la inflación se está acelerando de tal manera que algunos segmentos de la sociedad están en riesgo real de problemas alimentarios

Foto: European Focus
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Hola desde Berlín. ¿Cuándo fue la última vez que miraste los precios del supermercado y pensaste: "Oh no, no me lo puedo permitir"? A mí nunca me ha pasado. Desde que vivo en Alemania, que tiene los medios del "doble-bazoka" (de subvenciones) para su economía, puede que siga así.

Pero alrededor de Europa, el precio de los alimentos está subiendo más rápidamente que comerse un trozo de tarta de queso alemana. En muchos países europeos, la inflación se está acelerando de tal manera que, como describieron varios colegas en nuestra última reunión editorial, algunos segmentos de la sociedad están en riesgo real de problemas alimentarios.

Pero incluso para aquellos para quienes no alcanza estas dimensiones drásticas, puede dejar un sabor amargo de injusticia, ya sea en una tienda de descuento en Praga o en el bar junto a una cafetería italiana.

  • Teresa Roelcke, editora jefa de esta edición de la newsletter European Focus

En esta edición, que publicamos en abierto, podrás leer estos temas: La contradicción del cruasán | 6.600 millones | La crisis de los precios llega a punto de ebullición | Las sandías liberadas de Jersón | El pollo congelado húngaro

La versión original en inglés, cada miércoles:

La versión en español, los jueves:

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La contradicción del cruasán

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European Focus 3

Hace unos días mi hijo, que empezó hace poco la universidad den Países Bajos, me mandó unas fotografías que tomó en un supermercado local. A decir verdad, se lo pedí porque tenía curiosidad sobre el tema tras haberme cruzado con unos datos de la desequilibrada inflación de los alimentos en Europa.

En la pequeña ciudad donde vive, cerca de Amsterdam, un cruasán cuesta 0,35 euros o, si están de oferta, tres por un euro.

Me fijé en los precios de la mayor cadena de supermercados en República Checa. Un cruasán cuesta 12,9 coronas checas, o 0,53 euros. Eso es un 50% más caro que en Países Bajos.

Sé que es solo un producto, pero parece fuera de lugar dado que el salario anual promedio en Países Bajos es casi el doble que en Chequia. Lo que estamos experimentando aquí es un cambio fundamental: aunque los salarios están subiendo en Europa del Este, los precios están subiendo mucho más rápido, poniendo fin a una tendencia de décadas en la que salarios más bajos significaban precios más bajos en la región.

Foto: European Focus

En agosto, de media, el pan en la Unión Europea estaba un 18% más caro que hace un año. Pero el aumento de precios en todos los países de Europa Occidental estuvo por debajo de ese promedio. La gente en los Países Bajos paga menos de un 10% más, mientras que aquí, en Praga, los precios han subido casi un 30% y en mi tierra natal, Hungría, un 66%.

Me pregunto cuán justo es que millones de ciudadanos de Europa central y oriental trabajen en la industria alimentaria en Europa occidental y envíen a casa gran parte del dinero que tanto les costó ganar, solo para ver que vale mucho menos en la tienda de comestibles.

Me alegro por mi hijo, pero me preocupa la seguridad financiera de mis amigos y familiares aquí. ¿Quién pagará el precio? No solo del pan, sino de la creciente desigualdad.

  • Gyula Csák. Redactor de Balkan Insight con sede en República Checa.

El número de la semana

Dar a los tres millones de escolares de Polonia una comida caliente al día costaría 6.600 millones de zlotys (1.350 millones de euros) al año, según una moción presentada en el Parlamento el mes pasado por partidos de izquierda.

"Alrededor de 900.000 niños en Polonia viven en la pobreza. Estos niños a menudo asisten a clases con el estómago vacío", dicen los defensores de la moción.

En medio de un acalorado debate teñido de comparaciones con la era comunista, algunos comentaristas han criticado la idea de proporcionar comidas gratuitas a todos los niños, independientemente de su nivel económico, mientras que otros responden que la idea es evitar estigmatizar a los alumnos más pobres.

¿Cuánto costaría? 0,2% del PIB. "No mucho", dicen.

  • Jacek Bławdziewicz. Redactor de Gazeta Wyborcza (Polonia)

La crisis de los precios llega a punto de ebullición

Esta crisis está burbujeando como agua hirviendo, dice Mauro Uliassi. Él sabe de lo que habla. Es el chef de un restaurante de tres estrellas Michelin en Senigallia, el duodécimo mejor sitio del mundo para comer. "Como resultado de los altísimos precios de la energía, el coste de los materiales se ha incrementado de un 20 a un 40%. La factura de la electricidad en la primera mitad del año subió de 13.000 a 39.000 euros".

El restaurante está a la orilla del mar y la brocheta de calamares o los espaguetis ahumados con almejas y tomates cherry a la parrilla tienen fama de deliciosos. La crisis muerde cuando digieres la cuenta: “El menú clásico ahora cuesta 240 euros, en lugar de 200”, dice Uliassi.

El chef sabe que está en mejor posición que la mayoría para resistir lo peor de la crisis. Su restaurante tiene treinta años de historia, estabilidad financiera y clientes leales dispuestos a gastar. “Pero pienso en los que acaban de empezar”, dice. “Tuvieron que enfrentar la pandemia y ahora hay una nueva crisis. Este es un duro golpe, y no ha terminado”.

Foto: La invasión rusa busca debilitar el campo ucraniano. (EFE/Clemens Bilan)

La olla está hirviendo y las partes más vulnerables de nuestra sociedad sufrirán más quemaduras. Según Rapporto Coop 2022, hasta julio de 2022, la inflación interanual de los precios de los alimentos aumentó un 10%, pero un vistazo a los productos de uso diario muestra que la mantequilla aumentó un 32% y la harina un 22%. Con un crecimiento del 0,8%, los salarios por hora están a años luz de la inflación.

Marco Pedroni, presidente de la minorista Coop Italia, advierte que “este alto costo de vida no se veía desde los años 80. Es necesario apoyar la demanda interna de consumo”.

No hay que ir a Senigallia para sufrir esos altos precios: en Roma, pago un 10% más por un capuchino y un cruasán que el verano pasado. Le pregunté al camarero si su salario también había subido. Como me temía, no lo había hecho.

  • Francesca De Benedetti. Redactora en Domani (Italia)

Las sandías liberadas de Jersón

Esta estatua -una sandía gigante en el límite de la región ucraniana de Jersón- se convirtió en una tradición para millones de ucranianos de camino a la costa. La estatua es un símbolo de las riquezas agrícolas de Jersón, entre ellas las sandías conocidas por su tamaño, sabor y bajo precio. Las sandías de Jersón alguna vez costaron alrededor de 5 UAH (0,17 euros) por kilo. A principios de octubre, la imagen se volvió viral después de que el ejército ucraniano liberara la región donde se levanta la estatua.

Este verano, las sandías en Ucrania cuestan alrededor de un euro el kilo. La ocupación rusa de la región de Jersón vio desaparecer sus productos de los estantes en otras partes de Ucrania. Un par de sandías que llevaban bajo el brazo residentes que huían se vendieron simbólicamente en una subasta por varios miles de UAH. Todo lo recaudado se destinó al Ejército.

La liberación parcial de la región trae la esperanza de que los productos locales finalmente vuelvan a ingresar al mercado. Y no solo de Ucrania: decenas de agricultores locales están certificados para exportar sus cultivos a la UE. Entonces los precios pueden ser 'reparados', igual que el monumento.

  • Anton Semyzhenko. Redactor de Babel.ua en Kiev

Pollo congelado húngaro

placeholder Un cartel informativo obligatorio sobre la orden de congelar los precios en un supermercado en Hungría. (Viktor Veres, HVG)
Un cartel informativo obligatorio sobre la orden de congelar los precios en un supermercado en Hungría. (Viktor Veres, HVG)

A principios de octubre, el hombre fuerte de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, declaró que "se prohibirán todos los aumentos de precios". Como de costumbre, sus declaraciones fueron objeto de burla fuera de Bielorrusia. Sin embargo, Hungría ya ha demostrado que se puede hacer.

Desde febrero, los supermercados se han visto obligados a congelar los precios de seis productos alimenticios esenciales -azúcar granulada, harina, leche, muslos de cerdo, pechuga de pollo y aceite de cocina- a los niveles que tenían el 15 de octubre de 2021.

El decreto del gobierno también requería que las cadenas minoristas y las tiendas pequeñas garantizaran al menos el mismo stock en la tienda que antes. No reciben subsidios u otro tipo de apoyo. Inicialmente, los precios se congelaron hasta el 31 de mayo, y el gobierno mencionó la necesidad de proteger a las familias, pero no dijo nada sobre el objetivo más importante de ganar las elecciones generales de abril. Como la inflación se disparó, el congelamiento se extendió hasta fin de año.

Foto: Putin y Lukashenko, el mes pasado en Sochi. (Reuters)

De hecho, la medida puede brindar alivio a los más pobres de Hungría. Pero los supermercados se están volviendo cada vez más ingeniosos para tratar de escapar. Las cadenas de supermercados compensan el déficit subiendo el precio de otros productos. Las pérdidas en la pechuga de pollo, por ejemplo, se compensan con los muslos, que cuestan un 61% más que hace un año.

Algunos minoristas están restringiendo las cantidades que sus clientes pueden comprar, obligando a los fabricantes de mermelada de ciruela casera a ir de tienda en tienda comprando un kilo de azúcar en cada una. Muchas tiendas se niegan a vender azúcar u ofrecen sustitutos no regulados a precios mucho más altos. Algunos esconden los artículos más baratos en la parte posterior de los estantes o los etiquetan de manera engañosa.

Las cadenas de supermercados internacionales pueden compensar las pérdidas con mayor facilidad, pero han presentado una demanda constitucional de que el gobierno está restringiendo su derecho a la libre fijación de precios. Todos los jueces fueron designados por el Fidesz de Viktor Orbán, por lo que es poco probable que falle a su favor.

  • Márton Gergely. Editor de HVG en Budapest

Gracias por leer European Focus #3

Para mí, a pesar de los sabores amargos del menú de la newsletter de esta semana, también olía un poco a los espaguetis ahumados, a la mermelada de ciruelas húngaras y a las heroicas sandías que componen la diversidad de nuestra cocina continental.

Esperemos que pronto podamos hacer un número sobre el sabor de la comida en todo el continente y no sobre la cuestión de si los europeos pueden permitírselo.

Hola desde Berlín. ¿Cuándo fue la última vez que miraste los precios del supermercado y pensaste: "Oh no, no me lo puedo permitir"? A mí nunca me ha pasado. Desde que vivo en Alemania, que tiene los medios del "doble-bazoka" (de subvenciones) para su economía, puede que siga así.

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