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Los nuevos amigos petroleros de Occidente: ¿desvestir a un dictador para vestir a otro?
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Autócratas de repuesto

Los nuevos amigos petroleros de Occidente: ¿desvestir a un dictador para vestir a otro?

Recurrir ahora al petróleo de Venezuela, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos para salvar a Occidente de Putin tiene sus ironías, pero algunos analistas creen que es necesario

Foto: Boris Johnson, en Riad, durante su reciente visita a Arabia Saudí. (Reuters/Stefan Rosseau)
Boris Johnson, en Riad, durante su reciente visita a Arabia Saudí. (Reuters/Stefan Rosseau)
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Durante los últimos cuatro años, el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, había sido un apestado en el escenario geopolítico. El único líder mundial que le ha dado la mano en público desde el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en octubre de 2018 ha sido un sonriente Vladímir Putin. Sin embargo, este miércoles, tan solo unos días después de la ejecución de 81 personas por diversos delitos ligados al 'terrorismo', el 'premier' Boris Johnson ha acudido a uno sus palacios para hablar amistosamente con el dirigente de uno de los países que más recurren a la pena de muerte en todo el mundo. La visita se engloba dentro de una gira que también le llevará a reunirse con el príncipe de Emiratos Árabes, Mohamed bin Zayed, investigado hace dos años por Francia por posibles torturas en el contexto de la guerra en Yemen.

Tanto el Reino Unido como los Estados Unidos consideran que la única manera de parar la guerra de Ucrania es asfixiar económicamente al Kremlin hasta niveles que obliguen al círculo más estrecho de Vladímir Putin a abandonarle o incluso asesinarle. Para ello, creen que hay que atacar donde más duele: cortar la dependencia del petróleo y gas. El Gobierno ruso recibe el 40% de sus ingresos presupuestarios de las exportaciones de energía. Claro que para ello hay que buscar ahora alternativas que obligan a realizar movimientos diplomáticos impensables hace tan solo unos meses. Mientras Johnson ha iniciado su gira por el golfo Pérsico, Joe Biden se está replanteando relaciones con Venezuela, Irán y Arabia Saudí.

placeholder Boris Johnson, junto a Mohamed bin Salman, en su visita a Riad. (Reuters)
Boris Johnson, junto a Mohamed bin Salman, en su visita a Riad. (Reuters)

El líder de la oposición laborista en Westminster, Keir Starmer, asegura que cortar vínculos con un dictador para pasar a depender de otro “no es precisamente una estrategia energética”. Pero ante las críticas, Johnson —muy dado a comparaciones inverosímiles— indica que si Putin es como un “traficante de drogas”, Arabia Saudí podría ayudar ahora a terminar con la “adicción” occidental. El 'premier' ha asegurado que acabará gradualmente con sus importaciones de petróleo ruso antes de que acabe el año. Por su parte, Biden ha anunciado el cese inmediato. Pero, claro, mientras que Londres apenas obtiene un 8% de su petróleo del gigante euroasiático y Washington tan solo un 10%, el oro negro ruso representa el 32% del suministro alemán. Las consecuencias económicas para unos y otros no son las mismas. Por ello, poner ahora de acuerdo a la UE en la partida energética está creando tensiones, sobre todo con Berlín.

Mirar para otro lado por el suministro

Recurrir a los autócratas de Venezuela, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos para salvar a Occidente de Putin tiene sus ironías, pero algunos analistas creen que es necesario. Si París bien valía una misa —tal y como dijo el Borbón Enrique IV tras convertirse al catolicismo para ser reconocido en Francia—, el petróleo bien podría valer ahora un acercamiento a Mohamed bin Salman o incluso a Nicolás Maduro. A principios de marzo, una delegación estadounidense de alto nivel visitó Venezuela por primera vez desde que las relaciones entre ambos países se enfriaran tras la llegada de Hugo Chávez al poder en la década de 1990. Aparentemente, la delegación fue bien recibida por el Gobierno de Maduro.

Foto: Nicolás Maduro. (EFE/Prensa Miraflores)

Las especulaciones sobre un posible deshielo crecieron después de la liberación el pasado 8 de marzo de dos estadounidenses detenidos en Venezuela: Gustavo Cárdenas y Jorge Alberto Fernández. No obstante, la Casa Blanca negó este lunes que esté discutiendo actualmente la importación de petróleo de Venezuela para paliar la escasez de suministros. “No es una conversación activa en este momento”, dijo en rueda de prensa la portavoz, Jen Psaki. Es algo que contrasta con lo que había explicado previamente el secretario de Estado, Antony Blinken: “Nos interesa mantener suministros de energía estables, incluso a través de gestiones diplomáticas. Tenemos múltiples intereses y usamos la diplomacia para tratar de satisfacerlos”.

En el caso de Irán, Estados Unidos no vincula públicamente sus gestiones con el petróleo, pero adelanta negociaciones en torno al programa nuclear iraní que, de prosperar, haría que se levantasen las sanciones contra esa nación para que el petróleo de Teherán volviera a fluir legalmente en el mercado. La estrategia no está exenta de riesgos. Para Biden, un fracaso de esta “diplomacia petrolera” lo expone a ser humillado, asestando un duro golpe a sus posibilidades de reelección y, de forma más inmediata, amenazando con dejarle sin el control del Congreso tras las 'midterms' de este otoño. De momento, las críticas en casa no están ausentes. Figuras tanto del Partido Republicano como de las filas demócratas han mostrado públicamente su malestar.

Foto: Extracto del cartel de 'El disidente', de Bryan Fogel, con la cara de Mohammed Bin Salman. (Filmin)

Y, por otro lado, algunos intentos de acercamiento están resultando infructuosos. El rechazo mostrado por Occidente en los últimos años hacia Mohamed bin Salman se debe en gran parte a que Estados Unidos lo acusó de ordenar el asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi en 2018. Varios medios informaron de que Bin Salman se negó la semana pasada a recibir una llamada de Biden, en señal de continuas fricciones con Washington, aunque la Casa Blanca lo ha negado. De ahí que el primer ministro británico acudiera en papel mediador. Johnson esperaba que su relación personal con el príncipe heredero pudiera resultar en una mejor oportunidad de éxito. El líder 'tory' asegura que está tratando de construir una “coalición internacional” contra la invasión rusa de Ucrania y persuadir a las naciones ricas en petróleo de aumentar la producción para hacer frente a un aumento en los precios de la energía y ayudar a Occidente a “destetarse” del gas y el petróleo rusos.

Sin embargo, el 'premier' volvió con las manos vacías porque, de momento, no ha logrado anunciar ningún acuerdo con el príncipe saudí para abrir más el grifo del petróleo. Queriendo minimizar el golpe, el Gobierno británico indicó que Bin Salman ha mostrado “una comprensión de la necesidad de garantizar la estabilidad en los mercados mundiales de petróleo y gas y la necesidad de evitar picos de precios dañinos”.

“El primer ministro tiene una relación bastante influyente con el liderazgo político en el Medio Oriente”, señaló James Cleverly, secretario de Estado de Exteriores. “Antes de tomar decisiones, tendrán que negociar entre ellos a través de la OPEP. No creo que fuera probable que esto fuera algo que se iba a acordar en un solo día”, añadió. Ante las críticas que levanta su controvertida gira por su acercamiento a regímenes donde se violan los derechos humanos, Johnson asegura que ha “planteado todos esos problemas, muchas, muchas veces”. “Pero tenemos relaciones muy, muy duraderas con esta parte del mundo y debemos reconocer la relación muy importante que tenemos”, apunta.

Foto: Un pozo petrolífero (Reuters)

El petróleo es fundamental para la maquinaria de guerra de Putin. Thane Gustafson, el cronista del sector energético de Rusia, señala en su último libro, 'Klimat', que en 2019 los ingresos del petróleo —por valor de 188.000 millones de dólares— representaron el 44% del valor de las exportaciones rusas, y el gas únicamente el 12%. Los hidrocarburos generan el 56% de los ingresos de exportación de Rusia y el 39% del presupuesto federal.

Andriy Kobolyev, el exjefe de la empresa energética ucraniana Naftogaz y que ahora encabeza un impulso internacional para sanciones energéticas occidentales integrales en nombre del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, asegura que “hasta que los líderes europeos entiendan que Putin los ve como víctimas débiles y fáciles en su estrategia geopolítica, continuará haciendo lo que está haciendo”. “La única forma de demostrar que Putin está equivocado es imponer un embargo energético a gran escala. Europa tiene que jugar un juego diferente y decir 'sabemos que podemos arreglárnoslas sin Rusia”, advierte. Kobolyev ha negociado con Putin y sus magnates de la energía e insiste en que conoce su mentalidad. Cree que el servicio de seguridad del FSB incrementará su ira si siente que Putin se equivocó por completo no solo con la resistencia ucraniana, sino también sobre la voluntad de Occidente de hacer sacrificios para alejarse de la energía rusa, y así arruinar el presupuesto.

También cambiaría todas las suposiciones de la élite energética rusa en torno a Putin, como Igor Sechin, el jefe de la gran petrolera Rosneft. Al igual que el presidente ruso, Sechin es muy conservador en temas como el cambio climático. Sigue convencido de que el consumo absoluto de petróleo aumentará un 10% para 2040 y un 20% en Asia. Kobolyev dice que sería un completo 'shock' para Sechin si su mercado más rentable desapareciera de la noche a la mañana. “Su sagrada fuente de ingresos habría sido asesinada”, señala. Y volverse completamente dependiente de China no parece un movimiento muy inteligente o estratégico para Moscú. En definitiva, no sería una victoria. Pero, de momento, parece que Putin no tiene de qué preocuparse. Porque ni hay consenso para cortar la dependencia ni tampoco parece que haya alternativas de suministro.

Durante los últimos cuatro años, el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, había sido un apestado en el escenario geopolítico. El único líder mundial que le ha dado la mano en público desde el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en octubre de 2018 ha sido un sonriente Vladímir Putin. Sin embargo, este miércoles, tan solo unos días después de la ejecución de 81 personas por diversos delitos ligados al 'terrorismo', el 'premier' Boris Johnson ha acudido a uno sus palacios para hablar amistosamente con el dirigente de uno de los países que más recurren a la pena de muerte en todo el mundo. La visita se engloba dentro de una gira que también le llevará a reunirse con el príncipe de Emiratos Árabes, Mohamed bin Zayed, investigado hace dos años por Francia por posibles torturas en el contexto de la guerra en Yemen.

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