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China se niega a convivir con el virus: "¿Ómicron? ¿Qué es eso?"
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China se niega a convivir con el virus: "¿Ómicron? ¿Qué es eso?"

A punto de cumplirse dos años de que se empezara a oír de un nuevo virus en Wuhan, el país vive muy lejos de la preocupación de aquellos primeros días

Foto: Vacunas de las empresa china Sinovac. (EFE/Wu Hong)
Vacunas de las empresa china Sinovac. (EFE/Wu Hong)

Mientras Europa se prepara para otras extrañas Navidades pandémicas, las luces del edificio del Hotel Intercontinental, uno de los más vistosos de Pekín, se iluminan dibujando un árbol de navidad gigante que da vueltas entre espasmos de colores. Tradicionalmente, la Navidad no se festeja en China; pero desde hace unos años se ha vuelto una celebración consumista y no hay centro comercial que no tenga su árbol, sus luces y hasta su Santa Claus de cera. Estos días, todo parece seguir su curso natural. “¿Ómicron? ¿Qué es eso?", se pregunta sorprendida Chengye, una editora pekinesa que habla perfecto inglés. "No, no me preocupa para nada, siento que todo está bajo control y que ya todos estamos acostumbrados a la rutina de cuidados”.

A punto de cumplirse dos años de que se empezara a oír de un nuevo virus en Wuhan -que la acabaría confinando a la ciudad y, poco después, al planeta entero- el país vive muy lejos de la preocupación de aquellos primeros días. Entonces apenas se veían coches en las calles de la capital y mucho menos peatones. Ese invierno plomizo parecía que China se había detenido. Hoy sigue la precaución y son pocos, o ninguno, los que andan sin mascarilla y la mayoría trata de no moverse de su ciudad de residencia. Pero se siente un aire de calma y confianza.

Foto: wuhan-un-ano-despues-de-ser-epicentro-de-la-pandemia-de-coronavirus

“Últimamente, como he estado preparándome para los exámenes, salgo poco. Pero dondequiera que voy, piden la aplicación del sistema de salud con el código verde. Y generalmente no se puede entrar o salir de Beijing sin hacer test 24 horas antes. Y las calles están llenas de colas para realizarse los test de coronavirus”, cuenta Lou Tingyu, una joven estudiante de antropología que tuvo que aplazar su máster en Europa debido a la pandemia.

Mano dura con ómicron

De hecho, bajo esta aparente calma de los ciudadanos chinos, el Gobierno mantiene un estricto control y ha endurecido aún más las medidas sanitarias ante la nueva variante ómicron, altamente transmisible y que ya está presente en más de 90 países. China ha hecho del control del covid-19 no sólo una cuestión sanitaria, sino también un motivo de orgullo a nivel internacional por lo que la gestión de la pandemia es fundamental en un momento en el que la gran potencia asiática se está reposicionando en el tablero global.

A esto se suma que se acercan dos fechas de crucial importancia para el país. Del 4 al 20 de febrero se celebrarán en Pekín los Juegos Olímpicos de Invierno, que ya están envueltos en controversia debido a la decisión de los Estados Unidos de realizar un boicot diplomático en protesta por los abusos del régimen chino en la región de Xinjiang. Por otra parte, desde el primero de febrero se celebrará el Año Nuevo chino, que implica el desplazamiento de millones de personas para reunirse con sus familiares y conlleva el riesgo de contagios masivos.

Ya se han identificado una media docena de casos de la variante ómicron en tres ciudades chinas en poco más de una semana. Changsha, en la provincia central de Hunan, informó el sábado pasado dos casos importados de ómicron; al día siguiente se registró otro caso en Tianjin, ciudad fronteriza a Beijing, y otro en Guangzhou.

Ante estos nuevos casos, el gobierno ha decidido enfatizar aún más las duras medidas de control de la pandemia. El lunes de esta semana, Mi Feng, portavoz de la Comisión Nacional de Salud china, anunció las nuevas restricciones: se hará hincapié en las fronteras y en los controles de aeropuertos. Incluso para un país que lleva 19 meses casi completamente cerrado, esto puede resultar asfixiante.

Foto: Colas para realizar tests de coronavirus en Xian. (Reuters/Cnsphoto))

“La principal diferencia entre la estrategia de la mayoría de los países occidentales y China es que en esos países se intenta gestionar el virus, mientras que en China se busca eliminarlo”, dice Shao-Hua Liu, investigadora del Instituto de Etnología de Taiwán. Desde los primeros hallazgos del virus en enero de 2020, China ha perseguido una política de 'cero casos' lo que obliga a una estricta vigilancia.

Zhong Nanshan, especialista en enfermedades respiratorias y un rostro frecuente en los medios chinos, afirmó que “aunque al principio muchos creían que las medidas de control de covid-19 de China y su política de cero casos era excesiva, la aparición de la variante ómicron ha demostrado que su estrategia era la correcta y que debe seguir en la misma vía”.

La Comisión Nacional de Salud china ha mantenido que esta estricta política de tolerancia cero del país -centrada en el rastreo rápido de contactos de contagios, pruebas generalizadas y cuarentena para las personas que entran al país- serán suficientes para hacer frente a la nueva variante ómicron, pero que se incrementará aún más el control.

Se hará un mayor rastreo de las personas que hayan contactado con casos positivos y se dispondrá de cuarentena para todos ellas. Además, la oficina de prevención y control de enfermedades ha indicado que el tiempo de cuarentena (actualmente de 21 días) debe recalcularse y extenderse para las personas de "alto riesgo", aunque aún no se han dado más detalles sobre estas nuevas medidas. También se fortalecerá la gestión en los hoteles centralizados de cuarentena para evitar la contaminación cruzada. Las personas que trabajan en áreas de alto riesgo, como los puntos de entrada y salida de aduanas, estarán sujetas a una gestión de "circuito cerrado" y pruebas más frecuentes.

Foto: Un equipo de desinfección en Pekín. (EFE)

A todas estas medidas se ha sumado una campaña de vacunación masiva y se ha agregado una tercera dosis. El país ya cuenta con un 85% de la población vacunada con dos dosis y ha comenzado a vacunar con la tercera, aunque sólo el 8,6% de los chinos han recibido esta dosis adicional.

A pesar de que un estudio publicado por el laboratorio Humabs Biomed en conjunto con la universidad de Washington publicado este martes indica que la vacuna Sinopharm (de producción china) es muy poco efectiva contra la variante ómicron el gobierno se muestra confiado en su poder de prevención. Ya se han establecido centros de vacunación no sólo en hospitales sino también en gimnasios de universidades y otros lugares públicos para acelerar el proceso.

Sin embargo, la mayor tensión se ha registrado estos días y no por la variante ómicron, sino debido a la subida de casos de covid-19 en la antigua capital de la dinastía Tang, Xian. La ciudad, de 13 millones de habitantes, ha sido completamente aislada luego de que los casos positivos aumentaran en la semana. Ningún habitante puede salir o entrar a la ciudad sin una justificación certificada, dentro de la ciudad rige una cuidadosa cuarentena y todo indica que las medidas seguirán por algunas semanas más después de que no se haya establecido una fecha final para el confinamiento.

Mientras Europa se prepara para otras extrañas Navidades pandémicas, las luces del edificio del Hotel Intercontinental, uno de los más vistosos de Pekín, se iluminan dibujando un árbol de navidad gigante que da vueltas entre espasmos de colores. Tradicionalmente, la Navidad no se festeja en China; pero desde hace unos años se ha vuelto una celebración consumista y no hay centro comercial que no tenga su árbol, sus luces y hasta su Santa Claus de cera. Estos días, todo parece seguir su curso natural. “¿Ómicron? ¿Qué es eso?", se pregunta sorprendida Chengye, una editora pekinesa que habla perfecto inglés. "No, no me preocupa para nada, siento que todo está bajo control y que ya todos estamos acostumbrados a la rutina de cuidados”.

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