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Quién es quién en el Afganistán talibán
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Quién es quién en el Afganistán talibán

La estructura de los talibanes es profundamente irregular, aunque sus líderes están claramente definidos: desde la muerte de Mansour, es Haibatulá Ajundzada el emir talibán

Foto: Un talibán, en un punto de control de Kandahar, tras la toma de Kabul. (EFE)
Un talibán, en un punto de control de Kandahar, tras la toma de Kabul. (EFE)

Es imposible precisar cuántos talibanes existen a día de hoy en Afganistán, y las cifras han variado considerablemente desde el régimen que acabó en 2001 con la invasión estadounidense. Según diferentes estudios, se cree que existen en torno a 60.000 combatientes, 20% arriba o abajo, lo que dejaría esta cifra entre 48.000 y 72.000. El pasado mes de julio, cerca de la fecha en que concluía el repliegue de los soldados estadounidenses, el presidente Joe Biden estimaba la cifra de combatientes en unos 75.000; sin embargo, el estudio público más sistemático sobre el tamaño de las fuerzas talibanas, publicado en 2017, concluía que el grupo insurgente contaba con más de 200.000 miembros: cerca de 60.000 combatientes, unos 90.000 miembros de milicias locales y decenas de miles de facilitadores y elementos de apoyo.

Foto: Vista aérea del aeropuerto de Kabul. (EFE)

Con estas cifras sobre la mesa, lejos quedaron los 20.000 combatientes de los que hablaba Estados Unidos en 2014. Pero con los que hay, han tomado el control de Afganistán: en solo 10 días lograron tomar 26 de las 34 capitales de provincia, y el 16 de agosto culminaron el operativo insurgente con la toma de Kabul, la capital, tras la salida del presidente, Ashraf Ghani, del país y dejando tras de sí una estela de caos en aeropuertos y fronteras, con miles de afganos y afganas tratando de abandonar el país. Con el compromiso de mantener una "amnistía general" para todos los altos cargos del Gobierno caído, los talibanes aseguran que se encargarán de mantener el control y la seguridad del país, y garantizan los derechos para todos, incluso para las mujeres... con reservas: siempre que cumplan las reglas islámicas.

Jerarquía de los talibanes

La estructura actual de los talibanes es profundamente irregular, aunque los altos mandos están más o menos definidos. El líder máximo, desde mayo de 2016, es Haibatulá Ajundzada, quien durante el régimen talibán de 1996-2001 fue jefe de Justicia, principal encargado de la aplicación de la 'sharía' o ley islámica en Afganistán. A su lado se encuentran varios 'números dos', cada uno encargado de una estrategia: militar, política, conversaciones de paz...

Ajundzada fue estrecho colaborador de Mohamed Omar, fundador de los talibanes en los años noventa y líder muyahidín hasta su muerte, en 2015. Tras el fallecimiento del mulá Omar, este fue sustituido por Ajtar Mohamed Mansour, que murió en un ataque de Estados Unidos en mayo de 2016. Fue aquí cuando los talibanes anunciaron a Ajundzada como Emir-ul-Mominin Sheij ul Quran, comandante de los creyentes y erudito del Corán, líder de los talibanes. Según el experto de la red de analistas de Afganistán Thomas Rutting, Ajundzada forma parte de la "vieja generación", razón por la cual contaba con el respeto de los talibanes, y dada su edad, más avanzada que Haqqani o Yaqub, encajaba mejor en el cargo.

► Abdul Ghani Baradar, negociador en Qatar

Cofundador, junto a Mohamed Omar, de los talibanes en el sur de Afganistán, nació en 1968 en la provincia de Uruzgán. Durante los años ochenta luchó contra la invasión soviética en Kandahar, donde más tarde operó, también junto a Omar, una 'madrassa' o escuela islámica. Varios medios aseguran que antes de fundar la insurgencia talibana Omar y Baradar pasaron a ser familia, al casarse con dos hermanas. Considerado 'moderado' dentro de la cúpula talibana, entró a la misma siendo casi un desconocido a nivel internacional, pero con los ingredientes necesarios para ser un gran jefe. "Tiene todo el poder militar, político, religioso y financiero", explicó a 'Newsweek' el mulá Shá Wali Ajund en 2009, cuando Baradar ejercía de líder talibán 'de facto'. Ya durante el régimen talibán de 1996-2001, Baradar había sido gobernador de Herat y de Nimruz, además de comandante en el oeste del país.

Su carisma, sus habilidades y su conocimiento del terreno y pueblo afganos lo convierten en un "enemigo formidable", según el profesor Thomas Johnson, experto en Afganistán y profesor en el Departamento de Seguridad Nacional de la Escuela Naval de Monterey, California, también director del programa de Estudios de Conflictos y Cultura. Ya en 2009, Baradar se presentaba a sí mismo como un teniente leal, en cumplimiento de las órdenes de su jefe, el mulá Omar. Entre 2004 y 2009, fue quien impulsó varios intentos por abrir mesas de negociaciones y ha participado en gran parte de las conversaciones de paz.

placeholder En el centro, Abdul Ghani Baradar, en una de las negociaciones de paz en Rusia. (Reuters)
En el centro, Abdul Ghani Baradar, en una de las negociaciones de paz en Rusia. (Reuters)

En 2010, Baradar fue detenido en Karachi (Pakistán) en una operación conjunta de la Inteligencia estadounidense y las fuerzas paquistaníes. Al entonces también número dos de los talibanes se le vinculaba ya entonces con Osama Bin Laden, el terrorista más buscado, a quien dieron caza tres meses más tarde, también en Pakistán. En noviembre de 2012, Pakistán y Afganistán firmaron un acuerdo en el que los primeros se comprometían a liberar a una serie de prisioneros talibanes, entre los que se encontraba el propio Baradar, aunque después fue excluido de esa lista. En 2018, finalmente se anunció su salida de prisión, momento en que fue nombrado responsable de la oficina diplomática de los talibanes en Doha (Qatar): Estados Unidos aseguró entonces que la liberación de Baradar, en una prisión paquistaní, había podido tener lugar gracias a la mediación de Washington.

Meses antes de la toma de Kabul, Baradar insistió en su pretensión de implantar un Emirato Islámico en Afganistán, con el fin de acabar con el "conflicto" en el país. "Cada nación aspira a vivir una vida según sus propios principios y valores, y sin temor a amenazas, invasiones y ataques. Nuestra lucha durante los últimos 19 años en Afganistán se ha llevado a cabo para conseguir eso", escribió en una carta abierta enviada en febrero. "El Emirato Islámico de Afganistán está sinceramente comprometido con encontrar una solución política al conflicto actual", señaló en la misiva, en la que insistía a Estados Unidos en que cumpliera el compromiso pactado de abandonar suelo afgano. Fue Baradar quien selló con el Washington de Donald Trump un acuerdo de no agresión en el proceso de repliegue de los estadounidenses, que si bien fue visto como un paso más hacia la paz, no fue más que un punto de inflexión, el inicio de la victoria de los talibanes.

► Mohamed Yaqub, jefe militar e hijo de Omar

Es uno de los dos adjuntos a Ajundzada, pero, además, es el hijo del fundador de los talibanes, el mulá Mohamed Omar. Al igual que Baradar, Yaqub forma parte del ala 'moderada' de los talibanes y ha mostrado en el pasado su postura a favor de una liberalización de las políticas sociales y una solución negociada al conflicto afgano. Prácticamente desconocido hasta que los talibanes confirmaron la muerte de su líder, el mulá Omar, Yaqub fue el encargado de desmentir los rumores acerca del fallecimiento de su padre —se hablaba de un posible ajuste interno, pero confirmó que había fallecido por enfermedad— y, con solo 20 años (ahora tiene poco más de 31), hizo un llamamiento a la unidad dentro del grupo suní. Primero fue designado líder adjunto, a lo que se sumó el cargo de líder militar de los talibanes, aunque no sin reticencias dentro de la insurgencia debido, principalmente, a su inexperiencia en el campo de batalla.

Sin embargo, ser hijo del fundador de los talibanes y su carácter carismático no le han servido para ganarse el respeto. Según explicó un alto cargo de la Inteligencia afgana bajo condición de anonimato a RFE-RL, el mulá Yaqub no es más que "un joven astuto, que se cree que tiene ciertos privilegios y es algo egocéntrico" y, al haber sido criado fuera del país, "desconoce la realidad de Afganistán". También se ubica al joven hijo del mulá Omar en Pakistán, donde podría haber recibido entrenamiento del grupo islamista Jaish-e-Mohammed, ilegalizado desde 2002, que opera en la disputada Cachemira.

placeholder Talibanes en Kandahar. (EFE)
Talibanes en Kandahar. (EFE)

En mayo de 2020, en ausencia de Ajundzada, que contrajo el covid-19 —se llegó a decir que había muerto a causa del coronavirus—, fue el joven Yaqub quien quedó al mando de los talibanes afganos. "Nuestro héroe, hijo de nuestro gran líder, el mulá Yaqub, está dirigiendo toda la operación talibana en ausencia de Haibatulá", anunció el ulema Mohamed Alí Jan Ahmad en aquella época a 'Foreign Policy'. Se conoce que el hijo del mulá fundador tiene vínculos con Arabia Saudí, quien podría estar financiándolo para ayudarlo a su consolidación en el poder, y también con el ya caído Gobierno de Kabul y los servicios afganos de Inteligencia, para facilitar un eventual acuerdo de paz. Además, fuentes de los talibanes desde Quetta (Pakistán) aseguran que su figura ha ayudado a hacer crecer los ingresos para la insurgencia, hasta alcanzar unos ingresos anuales de 1.700 millones de dólares, aunque esta cifra no ha podido ser confirmada.

► Sirajuddin Haqqani, líder de la red Haqqani

Si los dos primeros son considerados del ala 'moderada' de los talibanes, a Sirajuddin Haqqani hay que ubicarlo en una rama algo más dura. Tras la muerte de Mansour en 2016, se barajó la posibilidad de que Haqqani, hijo del muyahidín Jalaluddin Haqqani, se convirtiera en el líder de los talibanes afganos. Responsable de multitud de ataques talibanes, entre ellos el secuestro del entonces periodista de 'The New York Times' y actual director de 'The New Yorker', David Stephenson Rohde, en manos de los talibanes durante más de siete meses —periodo durante el cual pidió que no se informara sobre su desaparición—, la cabeza de Sirajuddin Haqqani tiene un precio muy alto: cinco millones de dólares ofrece el FBI por cualquier información que lleve a su arresto.

Tanto Estados Unidos como Afganistán lo han considerado el señor de la guerra más peligroso de la insurgencia. Entró en el consejo de liderazgo talibán como líder de la red Haqqani, que antes había dirigido su padre. Su padre, de hecho, fue financiado por la CIA y por la Inteligencia paquistaní (ISI) durante la guerra afgano-soviética de los años ochenta. Hace poco más de un año, Sirajuddin Haqqani publicó una columna en 'The New York Times' titulada "Lo que nosotros, los talibanes, queremos" en la que lamentaba los miles de víctimas mortales que se ha cobrado la guerra en Afganistán, donde insistía en la necesidad de que los soldados estadounidenses y todas las fuerzas extranjeras abandonaran el país y mostraba su confianza en alcanzar "la manera de construir un sistema islámico en el que todos los afganos tengan los mismos derechos, donde los derechos que el islam garantiza para las mujeres, desde la educación al derecho al trabajo, sean protegidos y donde el mérito sea la base para la igualdad de oportunidades".

Foto: Una mujer frente a un mural en Herat, Afganistán. (EFE)

Todos ellos forman parte del Consejo de Liderazgo, también conocido como Rahbari Shura o Quetta Shura, en homenaje a la ciudad paquistaní donde se cree que Mohamed Omar se refugió, junto a sus colaboradores, después de la invasión estadounidense. El consejo es el órgano desde el que se toman las principales decisiones para todos los asuntos políticos y militares del Emirato, según la Misión de Asistencia en Afganistán de Naciones Unidas (Unama). Este órgano está dirigido por el emir de los talibanes, Ajundzada, desde 2016, pero antes de él lo hicieron Omar y Mohamed Mansour.

Este órgano se encarga de supervisar diferentes comisiones, equivalentes a lo que serían los ministerios del Emirato, que ya existieron antes de 2001, cuando la invasión estadounidense acabó con la salida de los talibanes del Gobierno afgano, y que van desde economía a educación, pasando por salud o divulgación. También la Rahbari Shura controla los diferentes órganos administrativos, a través de los cuales los talibanes operan, hasta ahora, un Gobierno en la sombra. Una de las comisiones, concretamente la militar, es la que se encarga de nombrar gobernadores en cada provincia y comandantes de campo de batalla, en las 34 provincias del país. Baradar, además de estar detrás de las negociaciones de paz con Qatar, es el responsable de la comisión política, cuya sede ha estado hasta ahora en Doha.

Sin poder, pero con información

Si bien los talibanes tienen multitud de portavoces, no todos son conocidos. Oficialmente, hay dos portavoces a nivel general del grupo insurgente: Zabihulá Muyahid y Yousef Ahmadi, de los cuales no hay mucha información. Del primero, ni siquiera se sabe si es su nombre real o un alias, aunque los periodistas afganos con los que suele contactar aseguran que habla pastún con acento del este del país. La Inteligencia afgana creía, hará unos 10 años, que en realidad se trataba de Hajji Ismail, un paquistaní de unos 40 años, aunque él mismo aseguraba entonces que su nombre real era Zabihulá, que vivía prófugo en Afganistán. Por aquel entonces, cambiaba su teléfono con frecuencia —variaba de número cada dos semanas y enviaba mensajes desde el nuevo—, y firmaba siempre como Z_M o como Z_Muyahid.

En 2009, el periodista de la CNN Nick Robertson lo entrevistó. Sin mostrar su rostro, explicó que tenía cerca de 30 años, barba —aunque no mucha—, delgado y mediría metro ochenta, aproximadamente. En aquel encuentro hablaron de cómo ganar la guerra ("Creemos en la negociación, pero también en la guerra"), y el portavoz talibán no negó el uso de ataques suicidas, independientemente de que, como resultado, murieran civiles, aunque advirtiendo de ello ("Pedimos a los civiles que no se acerquen a los soldados occidentales, que no sean blanco de ataques"), de cómo estaban entonces estancadas las conversaciones de paz y de sus lazos con Al Qaeda ("No estamos bajo su mando, pero algunos vienen a luchar y les damos la bienvenida"). Aun así, hay expertos que consideran que Zabihulá Muyahid no es una sola persona, sino varios individuos que usan la misma identidad con el paso del tiempo.

Foto: Soldados del Ejército español en Afganistán. (EFE)
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Él asegura que vive en Afganistán, aunque nunca en el mismo sitio, por razones de seguridad. Tampoco da muchos detalles, aunque dice estar casado y tener varios hijos. Según señaló una fuente anónima de Estados Unidos a 'The New York Times', ninguno de los portavoces vive en el país, especialmente desde la caída del régimen talibán. Dicen que Muyahid ocupó un puesto de bajo nivel en el departamento de Cultura e Información durante el lustro que estuvieron los talibanes gobernando con mano de hierro en el país, y asegura que antes de ser portavoz luchó junto a la insurgencia.

En 2012, el portavoz Ahmadi publicó, sin querer, una lista de contactos de los talibanes completa

El otro es Yousef Ahmadi, a quien a veces se le añade antes del nombre el término 'qari', que hace referencia a aquellos que recitan el Corán siguiendo las reglas sobre pronunciación y recital que recoge la denominada 'tajwid'. Ahmadi tampoco tiene foto de perfil, ni se le conoce el rostro, aunque sí se sabe que su trabajo se concentra en las partes oeste y sur de Afganistán. Un sábado, el 16 de noviembre de 2012, Ahmadi se dispuso a enviar un comunicado de prensa que había recibido de su compañero, Zabihulá Muyahid. En lugar de usar la función BCC (o CCO, la función de 'copia oculta'), que mantiene en privado las direcciones de correo a las que se envía el mensaje, el portavoz hizo públicas las identidades y correos electrónicos de la lista al completo.

Fueron unos 400 los nombres que recibieron aquella comunicación y cuyas identidades se hicieron públicas. "Los talibanes han incluido mis cuatro direcciones de correo electrónico en una lista de distribución que se ha filtrado. Muy tranquilizador para mi seguridad", escribió el periodista Mustafa Kazemi quien, por aquel entonces, tenía apenas 10.000 seguidores —a día de hoy, cuenta con más de 116.000 y trabaja para RFE-RL—. Además de periodistas, estaban las direcciones de correo electrónico de un gobernador provincial, un legislador, varios académicos y activistas y hasta un portavoz de Gulbudin Hekmatiar, exseñor de la guerra, genocida y conocido como 'el carnicero de Kabul' por su participación en la guerra afgano-soviética.

Foto: Foto: EFE.

Tanto Ahmadi como el precedesor de Muyahid —Mohamed Hanif, detenido en 2007 y asesinado al año siguiente— fueron nombrados portavoces de los talibanes en 2005. Ahmadi sustituyó a Latifulá Hakimi, responsable de reivindicar un atentado suicida en enero de 2004 en el que los talibanes mataron a un soldado británico en Kabul. Hakimi fue arrestado por Pakistán en 2005, momento en que Ahmadi lo sustituyó, pero salió de prisión dos años más tarde junto a otros prisioneros talibanes, liberación que se aprobó a cambio de que los talibanes soltaran al reportero italiano Daniele Mastrogiacomo, secuestrado en Helmand. Los talibanes dijeron entonces que el periodista había confesado ser un espía para Reino Unido, si bien 'La Reppublica', el periódico para el que trabajaba desde 1980, lo negó.

Los portavoces con rostro

Mientras, están otros portavoces a los que sí se conoce públicamente. Suhail Shaheen es el portavoz de los talibanes para medios de comunicación internacionales. Estudió en la Universidad de Kabul, habla inglés con fluidez y es un prolífico escritor. Durante el régimen talibán (1996-2001), fue el editor jefe de 'Kabul Times', un periódico estatal en inglés, antes de ser nombrado embajador adjunto en la embajada afgana en Pakistán. Tras la toma de Kabul, Shaheen llamó directamente a la cadena británica BBC, donde explicó en directo que los talibanes quieren una "transferencia pacífica de poder", que "no habrá venganza para nadie" y que tanto el pueblo afgano como sus vidas y sus propiedades están "a salvo" con los talibanes en el poder.

Foto: La activista por la educación, Pashtana Durrani.

Shaheen es también el que se ha encargado de asegurar que todas las niñas y mujeres podrán seguir estudiando y accediendo a la educación superior con el país bajo su control. "Hemos anunciado esa política más de una vez (...). En todas esas zonas que están cayendo de nuestro lado en Afganistán había miles de escuelas, escuelas de niñas, universidades. Todas ellas están operando", aseguraba. "Pueden tener cargos, pero pueden ocupar esos cargos en el contexto de la ley islámica, así que hay un marco general para ellas", puntualizaba el portavoz talibán, que remarcó que las mujeres deben cubrirse de acuerdo a las "normas islámicas", pero que sus prendas "no se limitan al burka". Durante el régimen talibán anterior, las mujeres solo podían trabajar como doctoras o enfermeras en determinados hospitales y no tenían acceso a la educación, entre muchas otras restricciones dirigidas únicamente a la población femenina.

Mohamed Naeem es el otro portavoz con rostro de los talibanes. Encargado de la información de la oficina política del grupo insurgente, Naeem es relativamente activo en las redes sociales —tiene más de 200.000 seguidores, Shaheen algo más de 345.000— y ha trabajado desde su oficina en Qatar, en la sede de la oficina política. Naeem ha sido el encargado de hacer pública la llegada de Baradar y el resto de la delegación talibana desde Qatar a Kandahar (Afganistán), donde han aterrizado la tarde del miércoles para, previsiblemente, declarar oficialmente el Emirato Islámico de Afganistán.

Es imposible precisar cuántos talibanes existen a día de hoy en Afganistán, y las cifras han variado considerablemente desde el régimen que acabó en 2001 con la invasión estadounidense. Según diferentes estudios, se cree que existen en torno a 60.000 combatientes, 20% arriba o abajo, lo que dejaría esta cifra entre 48.000 y 72.000. El pasado mes de julio, cerca de la fecha en que concluía el repliegue de los soldados estadounidenses, el presidente Joe Biden estimaba la cifra de combatientes en unos 75.000; sin embargo, el estudio público más sistemático sobre el tamaño de las fuerzas talibanas, publicado en 2017, concluía que el grupo insurgente contaba con más de 200.000 miembros: cerca de 60.000 combatientes, unos 90.000 miembros de milicias locales y decenas de miles de facilitadores y elementos de apoyo.

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