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La UE frena a Marruecos en su intento de aislar a España de Europa
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La UE frena a Marruecos en su intento de aislar a España de Europa

Los interlocutores europeos de Rabat sostienen que la crisis es con toda la UE porque afecta de lleno a Alemania y abarca a la inmigración, que tanto inquieta en el Viejo Continente

Foto: El director de Asuntos Políticos en el Ministerio marroquí de Exteriores, Fouad Yazough. (EFE)
El director de Asuntos Políticos en el Ministerio marroquí de Exteriores, Fouad Yazough. (EFE)

“La crisis es con España, no con Europa”. Los embajadores de Marruecos en diversas capitales europeas han reiterado hasta la saciedad este mensaje. El propio ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, lo ha repetido en las conversaciones mantenidas a lo largo de la semana pasada con su homólogo francés, Jean-Yves le Drian, con el alto representante de la UE para Política Exterior, Jospep Borrell, y con el comisario europeo de Vecindad, Oliver Varhelyi.

Quizá preocupada por la reacción solidaria con el Gobierno español de la Comisión Europea y de los Estados miembros —incluida Francia, el miércoles pasado—, la diplomacia marroquí se esfuerza por disociar España del resto de Europa, con quien no tiene, recalca, contencioso alguno.

"Madrid quiere que Europa asuma la crisis"

“Madrid ha creado una crisis y quiere que el resto de Europa la asuma”, declaró Bourita, el domingo por la noche, en una entrevista con la emisora de radio francesa Europe 1. La crisis, según él, empezó con la hospitalización a escondidas en Logroño, el 18 de abril, del enemigo público número uno de Marruecos, Brahim Ghali, el líder de Frente Polisario que lucha por la independencia del Sáhara Occidental, bajo control marroquí desde que en 1975 España se retiró de su colonia.

Foto: El director de Asuntos Políticos en el ministerio de Exteriores, Fouad Yazough. (EFE)

La crisis tiene más bien su origen en el empeño de Rabat de que la UE en su conjunto, o por lo menos sus miembros más relevantes, respalde a Marruecos en el conflicto del Sáhara. Arrancó el 10 de diciembre después de que el entonces presidente Donald Trump reconociese la soberanía de Marruecos sobre la antigua colonia española. El llamado 'caso Ghali' solo ha sido un pretexto para agravarla.


Sus interlocutores europeos han dado a Bourita una respuesta unánime: la crisis es con el conjunto de Europa. Lo es por dos razones. Primero, porque Rabat también se enfadó con el 'peso pesado' de la UE, Alemania, hasta el punto de retirar a principios de mayo a su embajadora en Berlín. El enojo con Alemania es también por el Sáhara. La diplomacia alemana marca aún más distancias que la española con la decisión de Trump.

Lo es también con Europa, en segunda razón, porque ha tenido una vertiente migratoria con la entrada en Ceuta de 8.000 personas, en su gran mayoría marroquíes, que fueron casi todas devueltas a su país. Esto se añade a las llegadas en auge de 'sin papeles' a Canarias. En los cuatro primeros meses del año, se incrementaron un 134% con relación al mismo periodo de 2020.

La inmigración descontrolada pone nerviosos a los gobiernos europeos porque puede tener consecuencias electorales favoreciendo el populismo. La UE “no se dejará intimidar o chantajear por nadie” en materia migratoria, afirmó Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión Europea, dirigiéndose a Rabat. Ponía así de manifiesto la preocupación que el fenómeno migratorio suscita en el Viejo Continente.

Sin contactos entre gobiernos

“Desde el estallido de esta crisis actual, no hay ningún contacto con España”, reveló también Bourita, contradiciendo las palabras pronunciadas horas antes por su homóloga española, Arancha González Laya. Es decir, que los ministros marroquíes no cogen el teléfono a sus homólogos españoles. Si no hay diálogo, es imposible resolver el contencioso. Fuentes diplomáticas españolas matizan, sin embargo, que sí se han producido “meros contactos técnicos” para, por ejemplo, organizar la repatriación de los marroquíes que entraron en Ceuta.

El ministro aseguró que la solución de la crisis está en manos de España. “Si opta por la salida [de Ghali] de la misma forma que entró, es que busca el agravamiento de la crisis o incluso la ruptura”, afirmó. La 'ruptura' significa, a ojos de Rabat, la suspensión de la cooperación antiterrorista con España, que ya estuvo cortada en agosto de 2014.

placeholder Imágenes difundidas por marroquíes, a través de las redes sociales, incitando a boicotear a España.
Imágenes difundidas por marroquíes, a través de las redes sociales, incitando a boicotear a España.
placeholder Imágenes difundidas por marroquíes, a través de las redes sociales, incitando a boicotear a España.
Imágenes difundidas por marroquíes, a través de las redes sociales, incitando a boicotear a España.

El líder del Polisario fue acogido porque estaba gravemente enfermo. Entró con un pasaporte diplomático argelino expedido a su nombre, pero fue registrado en el hospital San Pedro de Logroño bajo una falsa identidad quizás para evitar que Rabat se enterase de su presencia en España. El subterfugio no sirvió. Ghali, denunciado por torturas, genocidio y violación, comparecerá, en principio, el 1 de junio ante el juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional. A la vista de las pruebas que se presenten, el magistrado decidirá si le imputa y toma medidas cautelares.

Rechazo a Frontex

Margaritis Schinas ofreció públicamente a España “medios y recursos” para mejorar el control de las fronteras de Ceuta y Melilla. Fabrice Leggeri, director de Frontex, la agencia europea de fronteras, fue más explícito el jueves en una carta enviada al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, según reveló el diario 'El País'. Le proponía “identificar las necesidades operativas” de España y estudiar “la posibilidad de apoyo adicional” para sus fuerzas de seguridad.

Frontex cuenta ya con 231 agentes en la operación Indalo, que trata de controlar el flujo migratorio hacia España a través del mar de Alborán, y, desde el año pasado, con 26 en Canarias. Sus relaciones con la Guardia Civil y la Policía Nacional no son muy fluidas. Las fuerzas de seguridad españolas recelan de su intromisión y consideran que su formación deja que desear.

Desplegar a Frontex en las fronteras de Ceuta y Melilla es reforzar el carácter europeo de las dos ciudades, algo que disgustaría a Marruecos

No serán esas las principales razones por las que Grande-Marlaska declinará, probablemente, el ofrecimiento de Leggeri. Desplegar a Frontex en las fronteras de Ceuta y Melilla es reforzar el carácter europeo de las dos ciudades, algo que disgustaría a Marruecos y que los sucesivos gobiernos españoles han querido evitar.

El Ejecutivo de Mariano Rajoy también trató de disuadir a Ceuta en 2013 de que se empeñase en incorporarse a la unión aduanera europea, de la que pidió quedar excluida en 1986 cuando España ingresó en la UE. La Asamblea de Ceuta votó por unanimidad, en diciembre de 2011, solicitar su incorporación a esa área aduanera de la que sí forma parte el resto de España.

Íñigo Méndez de Vigo, secretario de Estado para la UE, viajó a Ceuta en 2013 para disuadir al Gobierno local, en manos del Partido Popular, de que persistiera en su intento. La entrada de la ciudad autónoma en la unión aduanera afianzaría la europeidad de la ciudad y se corría el riesgo de enfadar al vecino del sur.

“La crisis es con España, no con Europa”. Los embajadores de Marruecos en diversas capitales europeas han reiterado hasta la saciedad este mensaje. El propio ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, lo ha repetido en las conversaciones mantenidas a lo largo de la semana pasada con su homólogo francés, Jean-Yves le Drian, con el alto representante de la UE para Política Exterior, Jospep Borrell, y con el comisario europeo de Vecindad, Oliver Varhelyi.

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