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¿Rojos? ¿Azules? Así ha cambiado el voto en EEUU respecto a las elecciones de 2016
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Tendencias que marcarán el futuro

¿Rojos? ¿Azules? Así ha cambiado el voto en EEUU respecto a las elecciones de 2016

Independientemente de los resultados que arrojen las urnas, el demócrata Joe Biden ha recortado distancias con Trump en Texas y en Tennessee y se ha desmarcado en California

Foto: Joe Biden. (Reuters)
Joe Biden. (Reuters)
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Corría el año 2016 y los 65 millones de votos que había conseguido en las elecciones presidenciales de EEUU la candidata demócrata, Hillary Clinton, no fueron suficientes para derrotar a su rival en aquel momento, Donald J. Trump, que con sus casi 63 millones de votos se acabó convirtiendo en presidente de EEUU. Fueron dos millones de papeletas de ventaja que no se tradujeron en victoria: las urnas estadounidenses encierran sorpresas de este tipo debido a su sistema electoral, en el que el candidato que consigue ganar más votos en un estado, sea por una papeleta o, por el contrario, cientos de miles, se queda con la totalidad de los votos del Colegio Electoral de ese lugar.

Por eso, aunque los colores que tiñen el mapa de EEUU este 2020 puedan no diferir mucho de los de 2016, los cambios de tendencia de voto dentro de los propios estados son los detalles que encierran imparables tendencias en las próximas elecciones que podrán inclinar la balanza hacia un lado o hacia el otro en el futuro y que en este año explican también las claves de la victoria.

Foto: Foto: EFE.

Más allá de quien acabe convirtiéndose en el nuevo inquilino de la Casa Blanca, y mientras EEUU contiene el aliento a la espera de conocer el resultado definitivo que arrojen las urnas de este 3 de noviembre, los primeros acontecimientos que han hecho que se reconfigure el tablero del país y el equilibrio de fuerzas han sido las ajustadas victorias del candidato demócrata, Joe Biden, en los estados clave de Wisconsin y Michigan.

Arizona sería el tercer estado que Biden habría arrebatado a los republicanos, aunque por ahora cuenta con un margen muy ajustado y la agencia de noticias AP ha explicado que los votos restantes no variarán la inclinación por Biden, y de confirmarse, el cambio de signo este estado supondrá un duro golpe para Trump.

placeholder Un simpatizante de Trump la noche electoral en Florida. (Reuters)
Un simpatizante de Trump la noche electoral en Florida. (Reuters)

Pero lo cierto es que, independientemente de los resultados que quedan por conocerse, Biden ya ha recortado distancias en estados considerados tradicionalmente como bastiones republicanos, como Texas, Tennessee y Misuri, en comparación con los apoyos que consiguió su antecesora Hillary Clinton.

Y también ha aumentado la diferencia que le separaba de Trump en estados como California, Massachusetts, Nueva Jersey, Maryland o Virginia, ahondando en la superioridad demócrata en esos territorios.

Por su parte, en estas elecciones de 2020 Trump también ha estrechado la distancia que le separaba con su rival demócrata en 2016 en los estados de Illinois y Nueva York y ha expandido su margen de victoria en Florida e Indiana.

Estrechando márgenes

Pongamos el ejemplo de Texas: el estado reparte 38 votos electorales y es territorio tradicionalmente republicano, donde el problema de la migración y la promesa de Trump de levantar el muro con México captan una gran cantidad de votos, sobre todo entre la población rural. Hay que remontarse casi medio siglo para encontrarse con la victoria de un candidato demócrata en Texas (Jimmy Carter en 1977-1981). Sin embargo, este año Biden ha reducido casi 4 puntos la victoria de Trump, una de las distancias más ajustadas de las últimas décadas.

placeholder Votantes en Texas. (Reuters)
Votantes en Texas. (Reuters)

En 2016, Trump se llevó el triunfo en el estado sureño con nueve puntos porcentuales de ventaja, pero en estos comicios, aunque el magnate haya vuelto a ganar con un 52,2% de las papeletas, le ha cedido terreno a Biden, que ha conseguido el 46,3%, por lo que la distancia entre ambos candidatos se ha reducido a 5,9 puntos.

Como en el caso de Arizona, el crecimiento de las áreas urbanas y la mayor movilización del electorado latino pueden haber sido los causantes de que se estreche el margen entre ambos partidos.

Las diferencias entre las zonas más urbanas del estado, como los condados de Austin o de San Antonio -donde Biden ha alcanzado apoyos del 60%- contrasta con la amplia victoria de Trump en toda la zona norte y oeste del estado, de vasta extensión pero poco poblada y que sigue teñida de rojo.

placeholder Foto: Reuters
Foto: Reuters

Lo mismo ha pasado en Tennessee (reparte 11 votos electorales), donde la diferencia que alejaba a ambos partidos, a pesar de ser muy amplia (26 puntos separaban a Trump y Clinton en 2016), se ha estrechado este 2020. Sin embargo, Trump ha continuado venciendo a Biden por más de 23 puntos de diferencia (60,7% frente al 37,4%).

En Misuri, el estado del Medio Oeste americano (10), Biden ha conseguido arañar casi tres puntos de la diferencia que tenía con los republicanos respecto a 2016, y ha pasado de los 18,5 puntos a los 15,6. Trump gana con el 56,9% de los votos frente al 41,3% de los demócratas.

Trump también le pisa los talones a Biden en Arizona, donde la distancia entre ambos partidos se ha estrechado de los 3,5 puntos de 2016 a los 2,4 de 2020; o en Illinois, que se ha teñido de azul de nuevo con un resultado idéntico al de los anteriores comicios (55,2%), pero donde los republicanos han conseguido que la distancia que los separe pase de los 16,8 puntos de hace cuatro años a los 12,3 de este 2020.

El caso de Nueva York, que reparte 29 votos electorales, también resulta interesante porque aquí los republicanos han obtenido un 40,4% de los votos frente al 58,3% de los demócratas y han conseguido disminuir el largo trecho de 22,5 puntos de diferencia que les separaba, hasta reducirlo hasta los 17,9 puntos.

Florida y California, cada uno por su lado

Sin embargo, también hay estados que profundizan en su preferencia por uno u otro partido, como Florida o California. El 'estado soleado' del sur de EEUU, donde habita una de las mayores comunidades latinoamericanas del país, se ha vuelto a colorear de rojo este 2020. Mientras que Trump ganó a Hillary Clinton por solo 1,4 puntos en 2016, en estos comicios la distancia se ha ampliado hasta los 3,4 puntos, un margen que le ha permitido a Trump hacerse con mayor holgura con los 29 votos electorales que reparte el estado.

La diferencia ha sido amplia, con 381.000 votos de ventaja para el republicano, con el voto infraestimado de los latinos (especialmente cubanos) a los que Trump ha conseguido movilizar azuzando el miedo al socialismo.

No solo los cubanos votaron por Trump, sino también venezolanos, nicaragüenses, colombianos y otros latinos que lo ven como un luchador contra el socialismo y por personas conservadoras de los muchos orígenes que coexisten en una sociedad tan diversa. El entusiasmo por votar que se apoderó de los floridanos en esta elección y que llevó a las urnas a personas que nunca antes se interesaron por ejercer este derecho puede haber influido también.

Los demócratas, por su parte, se han arraigado en California, donde ya en 2016 ganaron con 30 puntos de diferencia y tiene en su ADN ser un bastión inexpugnable e incontestable para los de Biden. La victoria ya estaba clara en el orgulloso eje de la resistencia anti-Trump, pero el candidato a ocupar la Casa Blanca ha conseguido este año empujar aún más lejos la marca de hace cuatro años y en estas elecciones ha vencido por 32,4 puntos los 55 votos electorales con los que cuenta California.

Mención aparte merece Ohio con su condición de estado 'bola de cristal', donde la diferencia entre ambos partidos se ha mantenido intacta con respecto al año pasado: 8,1 puntos alejaban a Clinton de Trump y los mismos alejan actualmente a Biden del actual presidente, que ha vuelto a ganar por un 50,7% de los votos. La única incógnita que queda por despejar ellí es si seguirá manteniendo su legendaria capacidad para predecir al ganador de las elecciones o romperá su racha como termómetro de las urnas por primera vez en 60 años.

Corría el año 2016 y los 65 millones de votos que había conseguido en las elecciones presidenciales de EEUU la candidata demócrata, Hillary Clinton, no fueron suficientes para derrotar a su rival en aquel momento, Donald J. Trump, que con sus casi 63 millones de votos se acabó convirtiendo en presidente de EEUU. Fueron dos millones de papeletas de ventaja que no se tradujeron en victoria: las urnas estadounidenses encierran sorpresas de este tipo debido a su sistema electoral, en el que el candidato que consigue ganar más votos en un estado, sea por una papeleta o, por el contrario, cientos de miles, se queda con la totalidad de los votos del Colegio Electoral de ese lugar.

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