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Las obsesiones de Orbán: su pueblo, el fútbol y una Budapest sin mendigos
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tras una juventud "impúdica y violenta"

Las obsesiones de Orbán: su pueblo, el fútbol y una Budapest sin mendigos

Viktor Orbán es hoy un hombre poderoso. Pero no siempre fue así. Y de entonces, le quedan sus obsesiones: construcciones faraónicas, el fútbol o el rechazo a los mendigos

Foto: Viktor Orban. (Reuters)
Viktor Orban. (Reuters)

Viktor Orbán es hoy un hombre poderoso. No solo mantiene firme las riendas de Hungría, sino que también extiende su influencia más allá de sus fronteras. Pero no siempre fue así. El primer ministro magiar ha admitido en entrevistas provenir de un “entorno sin cultura y sin tradiciones”. Fue durante una juventud “impúdica y violenta” cuando se inició en la política y fundó Fidesz. Después de un breve mandato en 1990 se presentó a las elecciones de 1998 con el lema “dos niños, (casas de) tres dormitorios y cuatro ruedas” y a sus 35 años se convirtió en el premier más joven de Europa.

Asegura que vio agua caliente fluir de un grifo por primera vez a los 15 años y que una de sus convicciones en la vida es que “cuando golpeas a una rata con un palo, mejor golpéala fuerte, porque si sobrevive se subirá al palo y te saltará a la cara”. De aquel periodo, le quedan sus obsesiones. Cuentan que se suele hacer acompañar por cuatro guardaespaldas incluso en los pasillos del Parlamento. Y que detesta ver mendigos cuando viaja en coche oficial por las calles de Budapest.

placeholder Orban cambió la Constitución húngara para poder prohibir a los sin techo dormir en la calle. (Reuters)
Orban cambió la Constitución húngara para poder prohibir a los sin techo dormir en la calle. (Reuters)

Desde el lunes 15 de octubre es anticonstitucional dormir al aire libre en la capital de Hungría. La fijación de Orbán y su gobierno contra los “sin techo” se puso de manifiesto al promulgar en 2010, el año en que llegó al poder, una ley que el Tribunal Constitucional tumbó por atentar contra los derechos de los ciudadanos. La solución que encontró el controvertido mandatario húngaro fue simplemente cambiar la Constitución para prohibir que se pernoctase en los alrededores de monumentos o edificios oficiales. Desde ese momento, las autoridades podían obligar a un mendigo a moverse del lugar donde se encontrase, pero bajo la nueva legislación se prohíbe pernoctar en cualquier calle o parque de la capital, y a los “infractores” que se nieguen a ser llevados a un albergue se les confiscarán sus pertenencias y se les enviará a un programa de trabajos comunitarios. Si lo rechazan, irán a la cárcel.

Cuando golpeas a una rata con un palo, mejor golpéala fuerte, porque si sobrevive se subirá al palo y te saltará a la cara

Como ocurre en cualquier otra gran ciudad, gran parte de las aproximadamente 20.000 personas que se ven obligadas a pasar las noches al aire libre en Budapest sufren enfermedades, malnutrición, adicciones y a veces trastornos psiquiátricos derivados del aislamiento social. El Gobierno húngaro otorga una ayuda mensual de casi 100 euros a los ciudadanos sin pensión ni recursos, cantidad que se dobla si esa persona acepta ejercer trabajos comunitarios. Sin embargo, se trata de una cantidad insuficiente para alquilar una habitación y alimentarse. En una carta abierta al Gobierno, el sacerdote Gávor Iványi, conocido por haber bautizado a los dos hijos mayores de Orbán antes de caer en desgracia con el régimen por defender a los refugiados, “es un sinsentido criminalizar la pobreza, es como convertir en un delito el estar enfermo”.

Futbolista y megalómano

La preocupación de Orbán por las apariencias se manifiesta también en su pueblo natal. Situado a menos de 50 kilómetros de la capital, Felcsut podría pasar por un pueblecito más en las llanuras del Danubio, pero hay algo que no encaja en el paisaje: con menos de 2.000 habitantes, Felcsut inauguró hace poco un estadio de fútbol con 4.000 asientos y un diseño tan ostentoso -dicen que fue retocado por el mismísimo Orbán- que parece fuera de escala en medio de las casitas diseminadas a su alrededor. Una de esas casas, precisamente la más cercana al estadio, es la del primer ministro. Uno de los hijos de Orbán suele entrenar en la Academia de Fútbol Puskas y desde la puerta de su casa hasta la pared del Pancho Arena solo hay siete metros. “Pancho” es como se apodó en el Real Madrid al mítico jugador húngaro Ferenc Puskas, que da nombre a la escuela de fútbol.

Aunque es considerado como uno de los estadios más bonitos del mundo, el Pancho Arena nunca ha registrado un lleno hasta la fecha, y los partidos que el modesto Felcsut disputa en este coliseo con categoría internacional no suelen estar muy concurridos, a pesar de que cada fin de semana se fletan autobuses gratuitos desde seis pueblos cercanos. Orbán, que fue jugador de fútbol semiprofesional y que llegó a aparecer en el videojuego “Football Manager”, cultiva una pasión por este deporte que le lleva a ver, cuando puede, hasta seis partidos al día por televisión, según publicó 'The Guardian'.

Cuando en 1998 se convirtió en Primer Ministro, su primer viaje oficial al extranjero fue a París, para presenciar la final del Mundial, y jamás ha dejado de asistir a una final de la Champions League. Curiosamente, tres de los hombres más poderosos de Hungría: el Presidente János Áder, el portavoz del Congreso László Kövér y el propio Orbán, jugaban juntos cuando eran jóvenes en el mismo equipo de fútbol-5.

Las conexiones entre este deporte y el poder en Hungría alcanzan todos los niveles, desde las más altas esferas hasta la política local. Cuando el anterior alcalde de Felcsut se opuso a la construcción del Pancho, una inspección fiscal sorpresa le hizo dimitir y dejar paso a István Mészáros, que no solo aceptó ceder terrenos para el estadio sino que además se convirtió en presidente del club y de la Fundación Puskas. El patrimonio de Mészáros creció como la espuma y poco después compró 192 periódicos regionales.

placeholder El Pancho Arena, construido a siete metros de la casa de Orban, nunca ha registrado un lleno (Christo)
El Pancho Arena, construido a siete metros de la casa de Orban, nunca ha registrado un lleno (Christo)

Faraón, pero con fondos europeos del "enemigo"

Definiéndose a sí mismo como un amante de todos los deportes, Orbán planteó la candidatura de Budapest para organizar los Juegos Olímpicos de 2024, pero una campaña popular le hizo desistir del proyecto. Al final se tuvo que conformar con el Campeonato Mundial de deportes acuáticos en 2017, lo que supuso la ocasión perfecta para dar rienda suelta a su frenesí constructor.

placeholder Orban observando un entrenamiento de la selección húngara de fútbol. (Reuters)
Orban observando un entrenamiento de la selección húngara de fútbol. (Reuters)

En realidad la elegida para albergar ese evento fue la ciudad mexicana de Guadalajara, que renunció a ello por razones económicas. Quizás para demostrar que el dinero no importa cuando se trata de faraónicos complejos deportivos, Orbán mandó construir el Danube Arena, que ha costado 230 millones de euros. Calificado por el propio Viktor Orbán como “la joya de Budapest”, es tan grande que en su interior cabría un edificio de 10 pisos. Al acabar el campeonato se desmontaron más de 5.000 sillas que tal vez nunca volverán a necesitarse.

El 80% del dinero que el país invierte en obras públicas viene de Bruselas, a quien Orbán ha denominado “el enemigo que quiere acabar con la homogeneidad étnica y el cristianismo, que son la única esperanza para Europa”. Fidesz, el partido que lidera Orbán, solo encuentra apoyos en otros gobiernos con una postura política similar: los ultraconservadores polacos y checos. En la Eurocámara, incluso el presidente del grupo del Partido Popular Europeo (PPE) Manfred Weber, ha marcado distancias con Viktor Orbán.

Sin embargo, y a pesar de algunos reveses electorales, el apoyo cosechado por Fidesz en las elecciones generales de abril volvió a dar la mayoría absoluta a esta formación, si bien la mayor parte de este apoyo viene de las ciudades pequeñas y áreas rurales. En la región de Budapest, donde Fidesz ganó en solo 7 de las 19 circunscripciones, es donde Orbán ha redoblado sus esfuerzos por dejar su huella arquitectónica, un afán que la prensa local ha apodado como “orbanismo”.

placeholder Boceto de la columna encargada sin concurso a Miklós Melocco para Budapest (József ?rfi)
Boceto de la columna encargada sin concurso a Miklós Melocco para Budapest (József ?rfi)

Una de sus mayores expresiones es el grupo de “Artistas de la Nación”, un grupo creado en 2013 por Orbán en el que reúne a autores que tienen el privilegio de dedicar su talento a la exhaltación artística de la patria húngara, bajo las directrices personales del propio primer ministro. Formar parte de esta cohorte da derecho a un sueldo estatal y Miklós Melocco, un escultor de 83 años, fue uno de los primeros en ser elegidos para formar parte de este grupo. Actualmente, y sin concurso público de por medio, a Melocco se le ha encomendado elaborar una escultura de aire totémico que consistirá en una columna de 14 metros de alto situada frente a uno de los extremos del célebre “Puente de las Cadenas” que une a Buda con Pest. En la mitad de la columna se prevé esculpir el rostro del artista favorito de Orbán, el arquitecto Makovecz, que fue nombrado “presidente eterno y ejecutivo” de la Academia Húngara de las Artes.

Viktor Orbán es hoy un hombre poderoso. No solo mantiene firme las riendas de Hungría, sino que también extiende su influencia más allá de sus fronteras. Pero no siempre fue así. El primer ministro magiar ha admitido en entrevistas provenir de un “entorno sin cultura y sin tradiciones”. Fue durante una juventud “impúdica y violenta” cuando se inició en la política y fundó Fidesz. Después de un breve mandato en 1990 se presentó a las elecciones de 1998 con el lema “dos niños, (casas de) tres dormitorios y cuatro ruedas” y a sus 35 años se convirtió en el premier más joven de Europa.

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