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El pulso del PNV con el Gobierno por el Cervantes de París, emblema del exilio
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fue la sede del exilo del PNV en el franquismo

El pulso del PNV con el Gobierno por el Cervantes de París, emblema del exilio

Con un profundo sentimiento de que habían sido traicionados por la Francia libre, el 28 de junio de 1951 el lehendakari José Antonio Aguirre abandonó el imponente palacete

Foto: Sede del Cervantes en París, el ojo del huracán de la controversia
Sede del Cervantes en París, el ojo del huracán de la controversia

“Salimos de este edificio expulsados por la fuerza pública, en ejecución de una sentencia que califica al Gobierno vasco de 'ladrón', sentencia obtenida durante la ocupación alemana, bajo la protección del enemigo”. Con un profundo sentimiento de que habían sido traicionados por la Francia libre, el 28 de junio de 1951 el lehendakari José Antonio Aguirre abandonaba el imponente palacete de la Avenue Marceau de París, comprado en 1937 por el Partido Nacionalista Vasco para albergar al Gobierno vasco en el exilio. No regresarían jamás.

Otro Aguirre, el embajador español Manuel Aguirre de Cárcer, que representaba entonces al régimen franquista, tomaba posesión aquel día del edificio que hoy ocupa la biblioteca del Instituto Cervantes de París. Sesenta y siete años después, el PNV sigue reivindicando que el palacete fue un expolio de la guerra y exige al Estado español su devolución, como ya hicieron en negociaciones con los gobiernos de José María Aznar y José Luis Zapatero.


Tres sentencias judiciales francesas dan la razón al gobierno español en este asunto, como recuerdan a El Confidencial fuentes diplomáticas. Un fallo de 2003 del Tribunal Supremo también desestima las reclamaciones históricas del PNV con respecto al palacete. Pero el 11 de la Avenue Marceau, de enorme importancia sentimental para el nacionalismo vasco y cuyos muros cuentan, además, una parte de la historia más dolorosa de España y de la Europa del S. XX, con la Guerra Civil, el exilio, el nazismo, el colaboracionismo y la realpolitik como protagonistas, sigue siendo objeto de debate y negociación.

Peregrinación vasca

La elegante casona es visita obligada de las delegaciones vascas que ponen pie en París. La semana pasada, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, se hacía la foto ritual frente al edificio en un viaje relámpago a la capital francesa y volvía a reclamar su devolución porque “su legítimo dueño sigue siendo el PNV”. En 2016 el lehendakari Íñigo Urkullu llegó incluso a depositar una carta manuscrita en su buzón recordando la historia del edificio.

Para el gobierno, la disputa sobre la propiedad del edificio es un asunto cerrado. Aún no se conoce la agenda de la negociación de los presupuestos generales de para 2019 entre el PNV y el Ejecutivo, pero en el partido que lidera Ortuzar parece que no se contempla por le momento incluir esta reclamación. No ha sido así en otras ocasiones. “En la negociación (de investidura) del año 1996 con el que iba a ser el gobierno de Aznar lo pusimos encima de la mesa, el patrimonio incautado con motivo de la guerra. Y empezamos a negociar”, relata por teléfono a El Confidencial el exsenador Iñaki Anasagasti, quien también consiguió arrancar en 2005 a Zapatero una promesa de diálogo sobre el estatus de la propiedad.

Un millón y medio de francos

placeholder El controvertido palacete, que fue sede del gobierno vasco en el exilio (Paula Rosas)
El controvertido palacete, que fue sede del gobierno vasco en el exilio (Paula Rosas)

La historia del palacete, a un pequeño paseo del Arco del Triunfo y muy cerca del puente del Alma, es fascinante. Tras el alzamiento del general Franco, el recién formado Gobierno Provisional del País Vasco decidió alquilar un inmueble en París para instalar su delegación y preparar el terreno por si el Ejecutivo autónomo tuviera que exiliarse. Fue el diputado del PNV Rafael Picavea, que había sido nombrado delegado en París, el encargado de arrendar en 1937 el edificio de la Avenue Marceau.

Pocos meses después, la propiedad fue comprada -por encargo del PNV, según la propia formación- por el naviero vasco Marino de Gamboa. Gamboa, por cierto, fue quien unos años antes había adquirido el polémico yate Vita, que trasladó a México el “tesoro” de la Caja General de Reparaciones de Daños y Perjuicios de la Guerra, el organismo creado por el gobierno republicano para incautarse de los bienes de los civiles que habían apoyado la sublevación militar de Franco. Por el palacete se pagaron 1.460.000 francos que, según el PNV, procedían –he aquí el quid de la cuestión- de aportaciones de los vascos residentes en América.

El ejército sublevado siguió avanzando y en 1939 ya no quedaba esperanza alguna para la República. Ante el temor de que sus bienes en Francia pudieran ser incautados cuando el gobierno francés reconociera al vencedor de la contienda, los dirigentes vascos en el exilio decidieron crear una sociedad testaferro para blindar o al menos disimular sus propiedades. Se formó así “Finances et Entreprises”, que se hizo cargo del palacete de la Avenue Marceau y de otros dos edificios que se compraron para alojar a refugiados vascos en los pueblos de Noyon y Compans.

El segundo exilio: Segunda Guerra Mundial

El periplo de los exiliados no acabó, sin embargo, con el fin de la Guerra Civil. En septiembre de ese año estalló la Segunda Guerra Mundial y el lehendakari Aguirre empezó un segundo exilio, un periplo por Bélgica, Alemania, Suecia y varios países de América. Las tropas de la Alemania nazi entraron en París el 14 de junio de 1940 y seis días después, tres policías españoles, en compañía de la Gestapo y tropas de Asalto de la SS, tomaron el edificio de la Avenue Marceau, lo desalojaron y detuvieron a sus ocupantes.

Nuestra sangre ha sido derramada junto a la vuestra en la lucha con el enemigo común y ahora se nos expulsa de esta casa

Se incautaron además de todos los bienes muebles y documentación que encontraron en su interior, que sirvió luego para la represión de la resistencia antifascista.Allí se instaló la Falange Española y el edificio sirvió también de dependencias de la embajada (que se sitúa justo enfrente), con oficinas para la policía, espionaje e incautación de bienes de las autoridades franquistas en París.

El gobierno de Franco reclamó a los tribunales franceses todos los bienes de “Finances et Entreprises”, alegando que se habían comprado con fondos procedentes del Tesoro español. El 21 de julio 1943, el Tribunal del Sena dictó sentencia y adjudicó todos esos bienes como propiedad del gobierno de España. La sentencia se elevó a definitiva el 13 de enero de 1944.

La liberación y el desalojo

Con la liberación de París, los funcionarios franquistas abandonaron el edificio, y los vascos que habían acompañado al general Leclerc -la novena compañía bajo su mando, conocida como “La Nueve”, estaba formada en su gran mayoría por republicanos españoles- volvieron a tomar posesión del palacete. Aguirre regresó a París en 1945 para volver a instalar en la Avenue Marceau la sede del gobierno vasco.

Los tribunales dieron la razón al Gobierno español. Y es así, no podemos estar permanentemente recurriendo cosas

Allí estarían hasta 1951 cuando, tras años de demandas y recursos para intentar suprimir el fallo de 1943, dictada bajo la ocupación nazi, los dirigentes vascos fueron finalmente desalojados. La nueva sentencia del Tribunal del Sena, del 6 de junio de 1951, fue la definitiva. Un teletipo de la Agencia EFE del día del desalojo informaba de que la operación empezó a las 9 de la mañana y “a pesar de algunos incidentes”, a las 7 de la tarde el embajador de España tomaba posesión del edificio.

El gobierno vasco en el exilio se mudaría a otro inmueble de la calle Singer, también en París, pero el recuerdo del número 11 de la Avenue Marceau quedaría grabado en el imaginario colectivo del nacionalismo vasco. El lehendakari Aguirre, que a lo largo de los años siempre contó que una de sus peores experiencias había sido la pérdida de esa casa parisina, hacía constar la protesta en el acta de expulsión del 28 de junio: “Nuestra causa ha estado unida a la vuestra; nuestra sangre ha sido derramada junto a la vuestra en la lucha con el enemigo común y ahora se nos expulsa de esta casa para entregarla en manos de los que, durante la guerra pasada, fueron aliados de nuestros adversarios del Eje”.

placeholder “No se puede volver atrás', afirma el director del Instituto Cervantes de París, Javier Muñoz (Paula Rosas)
“No se puede volver atrás', afirma el director del Instituto Cervantes de París, Javier Muñoz (Paula Rosas)

Una cuestión de diner​o

El PNV sigue alegando que el edificio se compró con dinero de los vascos en América y en nombre del partido y no del Gobierno de Euskadi -aunque luego se lo cediera- y, por lo tanto, no se usaron fondos de la República para su adquisición. Bajo esta premisa y según la defensa de los nacionalistas, las sucesivas sentencias francesas estarían basadas en hechos erróneos y no serían válidas. En 2003, sin embargo, el Tribunal Supremo español puso fin a la disputa. Según el fallo, el PNV no pudo acreditar la titularidad sobre el edificio y en los documentos que aportó “se destaca más bien la vinculación de dicha entidad (la sociedad testaferro Finances et Entreprises) con el gobierno vasco”.

Para el actual director del Instituto Cervantes de París, Javier Muñoz, el asunto es tema juzgado. “No se puede volver atrás. Los tribunales franceses en varias ocasiones dieron la razón al gobierno español, en sentido de que eso pertenecía al gobierno español. Y es así, no podemos estar permanentemente recurriendo cosas”, señala a El Confidencial. “Se llegó, además, a las más altas instancias jurídicas, con lo que considero que es un caso que se sale de la jurisprudencia y entra en otros terrenos en los que yo no me meto”, considera Muñoz.

Desde que ocupara su cargo en julio de 2017 ningún dirigente vasco ha solicitado visitar el edificio, “aunque aquí todo el mundo es siempre bien recibido si quiere venir a hablar”. El palacete de la Avenue Marceau, que alberga la biblioteca del Instituto Cervantes -el edificio principal se encuentra en una calle cercana- está hoy inmerso en una amplia obra de reforma para adaptarlo a la nueva normativa de seguridad francesa. Los trabajos van a costar unos dos millones de euros, y se espera que estén finalizados para el otoño de 2019.

La época de Aznar y Zapatero

Para Iñaki Anasagasti, que nació en el exilio en Venezuela, la reclamación histórica de la antigua sede del Gobierno vasco en el destierro sigue siendo una prioridad. “Desde que la democracia empezó a funcionar, nosotros siempre hemos reivindicado la devolución del patrimonio incautado con motivo de la guerra, no solo las casas de los batzokis sino también ese edificio”, asegura.

Se lo dieron al Franquismo, pero eso es un robo, un robo como otro cualquiera

Él participó en las negociaciones para la investidura del gobierno de Aznar en 1996, en el que los nacionalistas incluyeron la devolución del palacete en la agenda. “Entonces nos decían que estaban dispuestos a pagarlo, a dar una cantidad alzada al PNV, pero no a devolver el edificio. Al principio dijimos que no, luego empezamos a hacer una especie de experticia de cuánto podría ser esa cantidad”, recuerda Anasagasti. Las relaciones entre los dos partidos, sin embargo, se enfriaron, y nada cambió con respecto al palacete.

En 2005, en un debate sobre la Constitución Europea en el Senado, Anasagasti volvió a sacar el tema y el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero le contestó que “siempre cuido con esmero que las cosas discurran en el futuro con la mayor justicia para la historia. Por tanto, lo tengo presente, aunque algún día podremos hablar sobre esa cuestión”.

Ahí quedó todo. Pero el exsenador, apartado ahora de la primera línea de la política, no ceja en su empeño y le gustaría que el edificio de la Avenue Marceau volviera a formar parte de las negociaciones entre el PNV y el gobierno central: “yo lo pondría encima de la mesa porque con eso nadie puede decir que se está rompiendo la unidad de la patria y esas cosas que dicen los de Vox. Es una devolución de un robo, simplemente. Aprovechándose de la ocupación alemana hizo una sentencia el Tribunal del Sena y se lo dieron al Franquismo, pero eso es un robo, un robo como otro cualquiera”

“Salimos de este edificio expulsados por la fuerza pública, en ejecución de una sentencia que califica al Gobierno vasco de 'ladrón', sentencia obtenida durante la ocupación alemana, bajo la protección del enemigo”. Con un profundo sentimiento de que habían sido traicionados por la Francia libre, el 28 de junio de 1951 el lehendakari José Antonio Aguirre abandonaba el imponente palacete de la Avenue Marceau de París, comprado en 1937 por el Partido Nacionalista Vasco para albergar al Gobierno vasco en el exilio. No regresarían jamás.

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