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¿Aliados transatlánticos? La OTAN recela de las ideas propias de la UE en defensa
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TRAS LA FIRMA DEL ACUERDO PESCO

¿Aliados transatlánticos? La OTAN recela de las ideas propias de la UE en defensa

La incertidumbre sobre un liderazgo estadounidense en la seguridad del continente ha impulsado los planes europeos conjuntos en este campo. La Alianza Atlántica teme caer en la irrelevancia

Foto: Soldados del llamado Eurocuerpo sostienen la bandera de la UE durante una ceremonia frente al Parlamento Europeo en Estrasburgo, en junio de 2014. (Reuters)
Soldados del llamado Eurocuerpo sostienen la bandera de la UE durante una ceremonia frente al Parlamento Europeo en Estrasburgo, en junio de 2014. (Reuters)

Una eterna olvidada de la política común europea preocupa de pronto en Washington. Los tímidos primeros pasos de la Unión de la Defensa han hecho saltar las alarmas en el Gobierno estadounidense, a pesar de que la idea está muy lejos de estar madura, ser operativa y resultar minimamente competitiva. Reticencias, por un lado, porque la administración Trump la percibe como una distracción tanto en términos estratégicos como militares de la OTAN, que ellos controlan. Por otro, porque podría suponer que las potencias europeas empezasen a adquirir su armamento principalmente en el mercado comunitario, en detrimento de la potente industria armamentística de Estados Unidos. Hay miles de millones en juego.

Un ejército europeo. Ése había sido desde hacía décadas uno de los grandilocuentes planes comunitarios que nunca tomaba cuerpo. En la estantería de Bruselas de los proyectos irrealizados cogía polvo la iniciativa hasta que una inesperada conjunción de factores la convirtió de imposible en necesaria. Y la bola empezó a rodar.

Por un lado, Donald Trump llegó a la Casa Blanca en enero de 2017 con una retórica aislacionista. Aseguró que la OTAN estaba "obsoleta" y que la gran mayoría de sus aliados no dedicaba a gasto militar el 2 por ciento de su producto interior bruto (PIB) al que se habían comprometido. Para colmo, puso en duda el artículo 5 de la Carta Atlántica, por el que los socios se comprometen a salir a una en defensa de cualquier miembro atacado. El fundamento de la organización militar.

Foto: Soldados de las fuerzas armadas alemanas en una ceremonia, antes de su despliegue en Lituania, en enero de 2017. (Reuters)

Por otro lado estaba la percepción, especialmente en el flanco oriental de la UE y la OTAN, de la creciente amenaza que suponía la Rusia de Vladímir Putin, que entre 2014 y 2015 invadió la península ucraniana de Crimea y azuzó militar y financieramente un conflicto en el este de Ucrania que aún sigue pudriéndose a fuego lento. Por último, Reino Unido -que históricamente se había opuesto a una Unión de la Defensa al no querer dañar su "relación especial" con Estados Unidos- decidió en referéndum en junio de 2016 abandonar el bloque.

En estas circunstancias, la UE hizo de la necesidad virtud. El pasado 11 de diciembre 25 de los 28 países miembros (todos menos Dinamarca, Malta y Reino Unido) firmaron el acuerdo de Cooperación Permanente Estructurada (PESCO) en el ámbito de la Defensa. "Se ha despertado, la bella durmiente del Tratado de Lisboa: la Cooperación Estructurada Permanente está sucediendo. Aplaudo los pasos operativos tomados hoy por los estados miembros para sentar las bases de la Unión Europea de la Defensa. Nuestra seguridad no puede ser subcontratada", aseguró ese mismo día en Twitter el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker.

placeholder Soldados franceses en Mali, en octubre de 2017. (Reuters)
Soldados franceses en Mali, en octubre de 2017. (Reuters)

¿Propósitos enfrentados?

Según el think tank German Marshall Fund, este marco legal europeo "ambicioso, vinculante e inclusivo" tiene dos grandes propósitos. Primero, comprometer a todos los firmantes a incrementar sus presupuestos de Defensa, así como lograr "ciertos niveles de modernización de sus ejércitos, siguiendo planes personalizados". Segundo, servir de "plataforma de coordinación" entre los países para avanzar en el ámbito militar "en torno a una serie de proyectos operativo y de capacidades" a los que los estados miembros pueden sumarse a voluntad. El camino hacia un ejército europeo, no obstante, parece largo.

Ya hay dinero sobre la mesa. Con el lanzamiento de la PESCO la CE puso en marcha el año pasado el Fondo de Defensa Europea, que aspira a generar hasta 5.500 millones de euros al año, entre fondos públicos y aportaciones privadas, para investigación y desarrollo y adquisición. Bruselas ya ha señalado 17 proyectos conjuntos que podrán beneficiarse de esta partida. Entre ellos destaca el establecimiento de un centro paneuropeo de entrenamiento militar, la mejora de las capacidades de desarrollo de armamento e incluso la introducción de estándares comunes para las comunicaciones militares por radio.

Foto: Un soldado británico ante un Typhoon de la Fuerza Aérea, en una base en Chipre. (Reuters)

Esto avances, si bien modestos, han generado dudas en Estados Unidos y en la OTAN. Katie Wheelbarger, una de las principales voces del Pentágono en Seguridad Internacional, aseguró la semana pasada que el Gobierno estadounidense apoyaba la iniciativa europea "siempre y cuando sea complementaria y no distraiga de las actividades y los requerimientos" de la Alianza atlántica. "No queremos ver que los esfuerzos de la UE supongan retirar compromisos o fuerzas de la OTAN", subrayó. A su juicio, para que la PESCO pueda convivir con la alianza es necesaria "transparencia total" y que la propuesta comunitaria cumpla con los requisitos de la organización atlántica. "Si no seguimos propósitos enfrentados", advirtió Wheelbarger.

Las advertencias también han llegado desde el cuartel general de la OTAN. Su secretario general, Jens Stoltenberg, advirtió el pasado fin de semana en la Conferencia de Seguridad de Múnich de los riesgos de estos pasos en la UE. A su juicio, la Unión de la Defensa puede debilitar la OTAN, duplicar tareas que ya desempeña la Alianza y discriminar a países no comunitarios. "No se trata de crear una alternativa a la OTAN. Es obvio que cuando se trata de proteger Europa, necesitamos el lazo transatlántico. No hay manera de que la UE sustituya a la OTAN", afirmó Stoltenberg.

placeholder La feria de armamento Defence and Security Equipment International de Londres, en septiembre de 2017. (Reuters)
La feria de armamento Defence and Security Equipment International de Londres, en septiembre de 2017. (Reuters)

La batalla comercial

La preocupación estadounidense tiene simpatizantes al otro lado del Atlántico. Países que se han sumado al acuerdo como Polonia, Estonia, Letonia y Lituania han reiterado que ellos están a favor de avanzar en la integración del bloque en el ámbito militar, pero siempre y cuando la PESCO no trate de competir con la OTAN o reemplazarla. En estos países sigue estando muy presente que Washington apoyó desde el principio su independencia cuando cayó el bloque soviético y que enseguida les ofreció ingresar en la OTAN. Además, son muy conscientes de que, frente a la amenaza rusa, el verdadero carácter disuasorio reside en el peso específico estadounidense en la Alianza Atlántica, y no en las capacidades militares europeas.

Pero también hay razones económicas tras la alerta en Washington. Muchos países europeos adquieren parte de su armamento en Estados Unidos que, además de ser el mayor exportador de armas del mundo, es un socio de la OTAN. Pero Washington teme ahora que la reorganización que supone la PESCO afecte también a estos jugosos contratos. Lo reconoció abiertamente la semana pasada la embajadora de Estados Unidos ante la OTAN, Kay Bailey Hutchison. "Realmente no queremos que esto sea un vehículo proteccionista para la UE y lo vamos a seguir atentamente porque, si ése es el caso, esto podría astillar la fuerte alianza de seguridad que tenemos", afirmó en un encuentro con medios de comunicación en Bruselas. "Queremos que los europeos tengan capacidades y fuerza, pero no que excluyan a los productos americanos", agregó Hutchison, que llegó a advertir de "serias consecuencias" si perciben barreras comerciales en el viejo continente.

Foto: Un grupo de vendedores conversa frente a un tanque en la Feria Internacional de Equipos de Defensa y Seguridad de Londres, el 16 de septiembre de 2015. (Reuters)

Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), los países europeos no son los principales clientes de la industria armamentística estadounidense. Pero sí que suponen una importante cuota de sus exportaciones. Entre 2000 y 2015 los 27 (excluyendo ya a Reino Unido) importaron armamento estadounidense por valor de 16.931 millones de dólares, casi un 14 por ciento de las exportaciones de EEUU en ese período. Los mayores clientes dentro del continente fueron, por este orden, Grecia (4.661 millones), Italia (2.400 millones), Polonia (2.139 millones), Alemania (1.423 millones), Holanda (1.401 millones) y España (1.300 millones).

Otros socios europeos también temen las potenciales repercusiones económicas de este paso en la integración continental. Todos en la UE dan por supuesto que la PESCO va a generar una oleada de consolidaciones en el sector, algo que provoca esperanzas y dudas en la industria. En algunos sectores se especula incluso con la posibilidad de crear un Airbus de la defensa, emulando el exitoso proceso que dio lugar al conglomerado transeuropeo de la aeronáutica. Esto, sin embargo, podría suponer la sentencia de muerte para empresas de tamaño medio que no son capaces de competir a nivel internacional, pero que tienen un valor económico y estratégico clave en sus países.

Una eterna olvidada de la política común europea preocupa de pronto en Washington. Los tímidos primeros pasos de la Unión de la Defensa han hecho saltar las alarmas en el Gobierno estadounidense, a pesar de que la idea está muy lejos de estar madura, ser operativa y resultar minimamente competitiva. Reticencias, por un lado, porque la administración Trump la percibe como una distracción tanto en términos estratégicos como militares de la OTAN, que ellos controlan. Por otro, porque podría suponer que las potencias europeas empezasen a adquirir su armamento principalmente en el mercado comunitario, en detrimento de la potente industria armamentística de Estados Unidos. Hay miles de millones en juego.

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