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El Brexit dispara las exportaciones británicas de armamento a regímenes represivos
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críticas por ignorar los derechos humanos

El Brexit dispara las exportaciones británicas de armamento a regímenes represivos

Desde el inicio del proceso de divorcio con la UE, el Reino Unido ha exportado armas por valor de 2.900 millones de libras a 35 países considerados "no libres", un incremento de un 28 por ciento

Foto: Un asistente a la feria de armamento Defence Security Equipment International (DSEI) frente a un mural decorativo, en Londres, en septiembre de 2013. (Reuters)
Un asistente a la feria de armamento Defence Security Equipment International (DSEI) frente a un mural decorativo, en Londres, en septiembre de 2013. (Reuters)

El Brexit obliga al Reino Unido a buscar nuevos socios y estrategias geopolíticas. Y esto está teniendo sus consecuencias en la exportación armamentística, un área que se ha convertido ahora en prioritaria para el impulso comercial del país. En los doce meses posteriores al triunfo del divorcio con la UE, el Gobierno británico autorizó licencias por valor de 2.900 millones de libras a 35 países considerados “no libres” por Freedom House, un respetado think-tank internacional. La cifra representa un incremento del 28 por ciento respecto al año previo al plebiscito, celebrado en junio de 2016.

En definitiva, la salida oficial del bloque no está prevista hasta marzo de 2019. Pero está visto que el Ejecutivo ya ha empezado a definir su nuevo camino como el “actor global” al que aspira convertirse.

Tom Barns, de la Campaña contra el Comercio de Armas (CAAT), que ha recopilado las cifras, asegura que para el Reino Unido este tipo de operaciones siempre han sido importantes, aunque ahora el Gobierno “se está aprovechando de la incertidumbre política y económica creado por la salida de la UE para actuar con más intensidad en este sector”, asegura. “No se pueden ignorar los abusos contra los derechos humanos y priorizar la venta de armas a los tiranos para construir nuevas relaciones políticas y comerciales. Estas ventas podrían tener consecuencias devastadoras para los años venideros. Todo el mundo debería estar preocupado ante la hipocresía que todo esto representa”, denuncia a El Confidencial.

Foto: Un soldado británico ante un Typhoon de la Fuerza Aérea, en una base en Chipre. (Reuters)

No se puede decir que el Ejecutivo de Theresa May haya intentado ocultar en algún momento sus intenciones. Tras el referéndum del Brexit, la Organización de Defensa y Seguridad, el organismo gubernamental que promueve las licencias a los fabricantes de armas para compradores extranjeros, fue trasladado al ministerio de Comercio Internacional, encabezado por Liam Fox. Desde que tomó el cargo, el tory euroescéptico no ha parado de viajar en búsqueda de nuevos clientes. Filipinas y Turquía han sido algunos de sus destinos más recientes. Con este último país, el año pasado se firmó un acuerdo de aviones militares por valor de 100 millones de libras a pesar de las preocupaciones ante los miles de arrestos tras el fallido intento de golpe contra el presidente Erdogan.

Por otra parte, en el congreso de Equipos de Defensa y Seguridad celebrado el pasado mes de septiembre en Londres, el entonces ministro de Defensa británico, Michael Fallon -quien tuvo que dimitir a finales del año pasado por el escándalo de abusos sexuales- afirmó que el Reino Unido debía comenzar a prepararse para impulsar las exportaciones de su industria armamentística una vez se abandone la UE. “Al analizar cómo será la vida tras el Brexit, cuando extendamos nuestras alas hacia el resto del mundo, vemos que será el momento de hacer más para competir por un mayor pedazo de este mercado internacional de exportaciones”, recalcó.

El Reino Unido siempre ha sido uno de los mayores proveedores de armas en el mundo, situándose tan sólo por detrás de Estados Unidos. Según The Guardian, en los 22 meses posteriores a las elecciones de 2015, cuando el Partido Conservador obtuvo mayoría, los fabricantes de armas británicos exportaron casi 5 mil millones de libras a países que se considera que tienen regímenes represivos.

placeholder Un grupo de vendedores frente a un tanque en la feria de armamento DSEI en Londres, en septiembre de 2015. (Reuters)
Un grupo de vendedores frente a un tanque en la feria de armamento DSEI en Londres, en septiembre de 2015. (Reuters)

Dictaduras y países en plena guerra

Tras el triunfo del Brexit, entre los países a los que el Ejecutivo ha dado luz verde para la venta de equipos militares se encuentran Guinea Ecuatorial, considerado uno de los países más corruptos y represivos del mundo. También se otorgaron licencias por valor de 1 millón de libras para Azerbaiyán, acusadas por activistas de derechos humanos de realizar una campaña despiadada contra la libertad de expresión. Por su parte, Uzbekistán, que Freedom House califica como uno de los países menos libres del mundo, recibió una licencia para importar componentes de vehículos militares por valor de casi 200.000 libras.

El Gobierno insiste en que el Reino Unido cuenta con medidas “sólidas” para permitir “ventas éticas de defensa”, una industria que genera 23 mil millones de libras al año, de los cuales 5.900 millones de libras son por exportaciones armamentísticas. Gran parte del aumento en las ventas a los países autoritarios se debe a un acuerdo de 1.100 millones de libras firmado con Omán en junio del año pasado para aviones y componentes de combate. Aunque desde la Campaña contra el Comercio de Armas denuncian que el Reino Unido también otorgó licencias para vender equipos antidisturbios a Tailandia y municiones de control de multitudes a los Emiratos Árabes Unidos.

Asimismo, a pesar del golpe militar en Tailandia en 2014 y las críticas posteriores al control del ejército, las exportaciones militares del Reino Unido al país se cuadruplicaron hasta alcanzar los 16 millones de libras el año pasado. Aunque el mayor mercado de exportación para el país sigue siendo Arabia Saudí, con licencias por valor de 1.120 millones de libras concedidas el año pasado.

Foto: Soldados británicos durante una operación en Malgir, provincia de Helmand, Afganistán (Reuters).

En varios casos, las exportaciones se otorgaron por razones humanitarias. Las licencias por valor de 900.000 libras para Sudán del Sur, en medio del conflicto tribal del año pasado, fueron para equipos de protección para permitir que el personal de las Naciones Unidas y las ONG operasen en el país. De los 21 millones de libras de exportaciones a Afganistán, alrededor de 14 millones de libras se destinaron a equipos para detectar bombas terroristas, mientras que la mayoría de los 1,5 millones de libras esterlinas de armas y equipos aprobados para Djibouti se destinaron a operaciones antipiratería.

Con todo, los críticos sostienen que Londres está haciendo la vista gorda a los abusos en algunos de sus mercados de exportación. El diputado laborista Lloyd Russell-Moyle, miembro del comité selecto de exportaciones de control de armamento, denunció al rotativo británico “i” que la estrategia del Gobierno ahora es que Liam Fox genere tantos negocios internacionales para fabricantes de armas como sea posible. “En valor, estas exportaciones valen casi lo mismo que las de bebidas. Por lo que este plan no es tanto para mejorar las finanzas públicas británicas a raíz del Brexit, sino para forrar aún más los bolsillos de los accionistas de los traficantes de armas británicos. Es otra política diseñada para beneficiar a unos pocos a costa de muchos”, recalcó.

En un comunicado, el Departamento de Comercio Internacional asegura que el Gobierno se toma “muy en serio sus responsabilidades de control de exportaciones y opera con uno de controles más sólidos del mundo”. “Cada solicitud de licencia se evalúa rigurosamente según los criterios nacionales y de la UE y nacionales, que nos obligan a considerar el impacto del suministro de equipos y sus capacidades. Los riesgos relacionados con los abusos de los derechos humanos son una parte clave de nuestra evaluación. No otorgaremos una licencia a menos que las exportaciones sean consistentes con estos criterios”, matiza la nota.

El Brexit obliga al Reino Unido a buscar nuevos socios y estrategias geopolíticas. Y esto está teniendo sus consecuencias en la exportación armamentística, un área que se ha convertido ahora en prioritaria para el impulso comercial del país. En los doce meses posteriores al triunfo del divorcio con la UE, el Gobierno británico autorizó licencias por valor de 2.900 millones de libras a 35 países considerados “no libres” por Freedom House, un respetado think-tank internacional. La cifra representa un incremento del 28 por ciento respecto al año previo al plebiscito, celebrado en junio de 2016.

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