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Llega el temido 'efecto dominó' del Brexit: Noruega también pide renegociar
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"La ue será muy cautelosa"

Llega el temido 'efecto dominó' del Brexit: Noruega también pide renegociar

El Reino Unido espera conseguir un acuerdo comercial especial con la Unión Europea, pero Bruselas teme que si eso sucede se abrirá la puerta a una 'UE a la carta'. El noruego es el primer ejemplo

Foto: Noruega exige renegociar su relación con la UE si el Reino Unido logra un trato especial
Noruega exige renegociar su relación con la UE si el Reino Unido logra un trato especial

El temido efecto dominó del Brexit ya ha llegado: los noruegos advierten que, si el Reino Unido consigue ahora negociar un acuerdo comercial especial tras el divorcio, ellos también pedirán revisar sus relaciones con la Unión Europea (UE). La intervención nórdica en el tablero de juego representa un nuevo obstáculo para las pretensiones del Gobierno británico a la hora de alcanzar un pacto de libre comercio que vaya más allá del cerrado recientemente con Canadá, donde siguen existiendo importantes barreras para bienes y servicios.

Pero, ante todo, supone un toque de atención para Bruselas, donde el principal temor es que una oferta demasiado generosa para Londres pueda alimentar otros movimientos euroescépticos. Cierto es que Noruega no forma parte del bloque y sólo acepta parte de la normativa comunitaria para tener acceso al mercado único. Pero una posible rebelión podría extenderse rápido a los estados miembros.

Foto: Un trabajador saca una bandera británica tras una conferencia de prensa en Bruselas. (Reuters)

En este sentido, Leopold Traugott, del Think Tank Open Europe, recalca que la UE “será muy cautelosa” a la hora de otorgar al Reino Unido “concesiones especiales” durante la nueva fase de negociaciones del Brexit, que empieza oficialmente el próximo mes de marzo. “Un acuerdo demasiado bueno podría hacer que otros socios, como Noruega o Canadá, se sientan traicionados”, asegura a El Confidencial.

Actualmente, el país nórdico realiza al bloque mayores contribuciones financieras per cápita que el Reino Unido y acepta la libre circulación de personas para tener acceso al mercado más grande del mundo. Pero no tiene ni voz ni voto en la toma de decisiones, por lo que no aceptaría que a Londres se le dieran ahora privilegios.

La formación euroescéptica Partido de Centro -que quiere sacar a Noruega del Espacio Económico Europeo (EEE) para conseguir un acuerdo de libre comercio- duplicó sus votos en las elecciones del año pasado. Entre los partidos principales mayoritarios existe un consenso general a favor de la pertenencia del EEE. Sin embargo, el miembro más joven del actual gobierno de coalición, Progreso, ya ha presionado en el pasado para una renegociación y no cabe duda que si ve favoritismos volverá a la carga.

placeholder Theresa May durante su reciente cambio de gabinete, el 9 de enero de 2018. (Reuters)
Theresa May durante su reciente cambio de gabinete, el 9 de enero de 2018. (Reuters)

No a la "puerta trasera" por ahora

"[Los noruegos] están siguiendo esto muy de cerca", confesaba un alto funcionario comunitario al rotativo británico The Guardian. Desde Bruselas temen que, en primera instancia, Oslo se vuelva más exigente en futuras negociaciones sobre un acuerdo pesquero una vez que el Reino Unido se retire de la Política Pesquera Común y se inicien las conversaciones a tres bandas sobre el acceso a los mares. Desde el Ejecutivo noruego declinan hacer comentarios al respecto.

En la UE, el bloque duro estará liderado por Alemania y, sobre todo Francia, que se ha enfrentado a aquellos países que, como Luxemburgo, barajan la posibilidad de permitir a los servicios financieros británicos una “puerta trasera” de acceso al mercado común. Según Traugott, “en caso de que el Reino Unido decida abandonar el mercado único, que parece ser el deseo actual del Gobierno, es probable que llegue a un acuerdo bajo la estela del CETA (UE-Canadá) y TTIP (UE-EE. UU.)”. “Esto otorgaría a Londres más libertad de regulación, pero a cambio limitaría su acceso al mercado comunitario. La naturaleza exacta de esta disyuntiva -por ejemplo, hasta qué punto el Reino Unido puede continuar exportando servicios financieros a la UE, y en qué sectores seguirá siendo necesaria la alineación normativa- se decidirá en las próximas negociaciones”, matiza.

Foto: David Cameron, ex primer ministro de Reino Unido. (EFE)

En este sentido, el experto advierte que los diferentes estados miembros serán “duros negociadores sobre diferentes temas”. “Cada país tiene intereses particulares que quiere salvaguardar. Algunos están más centrados en vínculos económicos, otros en la migración o la cooperación en Defensa”, matiza.

Se espera por tanto un escenario difícil. Aunque los problemas no terminan ahí. A cambio del periodo de transición de dos años que Londres ha pedido tras el divorcio, Bruselas estaría planeando exigir la libre circulación de personas -durante este tiempo- y la ampliación del permiso de residencia a todos aquellos comunitarios que se muden al Reino Unido antes del 31 de diciembre de 2020. Aunque el Gobierno de May no ha dado aún fechas oficiales al respecto, se supone que barajaba limitarse a aquellos que llegaron al país antes del 29 de marzo de 2017, cuando se activó formalmente el artículo 50 del Tratado de Lisboa.

El temido efecto dominó del Brexit ya ha llegado: los noruegos advierten que, si el Reino Unido consigue ahora negociar un acuerdo comercial especial tras el divorcio, ellos también pedirán revisar sus relaciones con la Unión Europea (UE). La intervención nórdica en el tablero de juego representa un nuevo obstáculo para las pretensiones del Gobierno británico a la hora de alcanzar un pacto de libre comercio que vaya más allá del cerrado recientemente con Canadá, donde siguen existiendo importantes barreras para bienes y servicios.

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