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¿Modelo canadiense o noruego? Londres aún no sabe qué relación tendrá con la UE
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EL PARTIDO DE MAY ESTÁ COMPLETAMENTE DIVIDIDO

¿Modelo canadiense o noruego? Londres aún no sabe qué relación tendrá con la UE

Unos abogan por una relación lo más cercana posible. Otros apuestan por un modelo similar al canadiense, aunque al haber estado ya en la UE tienen que contar ahora con más beneficios

Foto: La primera ministra británica Theresa May. (EC)
La primera ministra británica Theresa May. (EC)

Llegó la hora de la verdad. Una vez se ha sumido que una de las dos partes ha dejado de estar enamorada -si es que alguna vez lo estuvo- y que el divorcio es inevitable, hay que afrontar la cuestión más complicada: qué tipo de relación se quiere tener tras la ruptura. Cuando se trata del Brexit y el asunto se plantea en el Ejecutivo de Theresa May, surgen los problemas.

Por una parte, están los que nunca se implicaron sentimentalmente con la UE -como el responsable de Exteriores, Boris Johnson, o el de Medio Ambiente, Michael Gove- que quieren ahora una separación drástica, de esas en las que cada uno termina por su lado para poder rehacer sus vidas tan pronto como sea posible. Pero por otra, están los que prefieren quedar como amigos -como la responsable de Interior, Amber Rudd, y el ministro del Tesoro, Philip Hammond-, ya no sólo por todos los buenos momentos compartidos en Bruselas, sino porque no olvidan que la UE es, al fin y al cabo, el mayor mercado único del mundo.

“Si la City no se pone en el centro de las negociaciones, la economía sufrirá un duro golpe”, advierte UK Finance

Este lunes, por primera vez, May y algunos de sus ministros han discutido formalmente qué vínculos se quieren tener en el futuro con el bloque. Aunque la reunión clave del Gabinete al completo tendrá lugar este martes. Inexplicablemente, dieciocho meses después del triunfo del Brexit, el Gobierno aún no ha consensuado una estrategia.

El Partido Conservador está completamente dividido. Unos abogan por tener una relación lo más cercana posible, aunque son consciente de que el modelo noruego no puede servir como referente. Al fin y al cabo, Londres quiere acabar con la libre circulación de personas. Otros apuestan por un modelo similar al canadiense, eso sí, rebautizado como “Canadá plus plus plus”, porque asumen que al haber estado ya dentro de la UE tienen que contar ahora con más beneficios.

En su comparecencia en la Cámara de los Comunes, la líder 'tory' ha dejado entrever este lunes que Londres tratará de abandonar las políticas comunitarias de agricultura y pesca durante el periodo transitorio de dos años que se quiere implementar tras la ruptura. Bruselas, sin embargo, insiste en que se mantendrá el ‘status quo’ y Londres acatará todas las normativas actuales sin tener voz ni voto como hasta ahora ocurría. Aunque la 'premier' ha señalado que el Reino Unido negociará y tratará de firmar acuerdos comerciales con terceros países durante este periodo transitorio, la UE advierte que podrá hablar con terceros, pero no implementar dichos acuerdos.

Foto: La premier Theresa May abandona la sede de la Comisión, en Bruselas. (Reuters)

Por otra parte, May insiste en que el Reino Unido puede tener su propio “acuerdo personalizado”. Sin embargo, Michel Barnier, principal negociador de la Comisión Europea, ha dejado claro que no habrá trajes a medida. “No se van a ofrecer las ventajas del modelo noruego, miembro del mercado único, exigiendo sólo los requisitos simples del canadiense. De ninguna manera. Los británicos deben enfrentarse a las consecuencias de su propia decisión”, advierte.

Lo que está claro es que el Reino Unido no es Canadá. El CETA –que reduce las tasas aduaneras para un gran número de productos y estandariza normas para favorecer las relaciones comerciales entre los dos territorios- se adecúa para Ottawa. Pero Londres requiere una fórmula más compleja, con tributos y acuerdos de acceso que incluyan también la amplia gama de los sectores productivos, incluidos servicios, que representan tres cuartas partes de la economía británica. En este sentido, no se puede obviar los servicios financieros. Aunque la City representa sólo el 11% del PIB británico, Downing Street quiere evitar a toda costa una fuga de bancos a otras capitales europeas.

UK Finance, que representa a los principales bancos y otras instituciones financieras, ha escrito una carta a la 'premier' y el ministro del Tesoro advirtiendo que un acuerdo al estilo canadiense no es los suficientemente ambicioso. “Si la City no se pone en el centro de las negociaciones, la economía sufrirá un duro golpe”, advierte la misiva.

placeholder Un activista pro Unión Europea se manifiesta a las puertas del Parlamento británico. (EFE)
Un activista pro Unión Europea se manifiesta a las puertas del Parlamento británico. (EFE)

Los Veintisiete ya han comenzado a tener discusiones internas, aunque las negociaciones con Londres respecto a la futura cooperación económica no empezarán hasta marzo. Para entonces, May ya habrá tenido que pactar con sus ministros una estrategia. Bruselas espera que, para octubre de 2018, el Gobierno británico acepte los principios generales de una nueva relación con la UE. Sin embargo, el acuerdo comercial completo no estará listo hasta finales de 2020, como muy pronto. Y aquí se plantea un interesante escenario porque, según la agenda, las próximas elecciones generales en el Reino Unido deben celebrarse antes de junio de 2022.

Los 'tories' no quieren presentar a May como candidata. Tras perder la mayoría absoluta quedó sin ninguna autoridad. Sin embargo, según 'The Times', la formación querría ahora retrasar su salida para evitar una batalla interna por el liderazgo que pudiera arruinar las negociaciones antes de que se completen.

Tiene sentido. Cualquier candidato podría romper las promesas que se realicen en el próximo año a Bruselas en busca de conseguir el apoyo del ala euroescéptica de la formación. Hasta el mismísimo Jacob Rees-Mogg, uno de los 'tories' euroescépticos más respetados asegura ahora que May debe quedarse “hasta que se complete todo el proceso del Brexit porque, obviamente, esta cuestión se convertiría de otra manera en la parte más acalorada de cualquier batalla por el liderazgo”. Y pensar que hace tan sólo unas semanas muchos adelantaban que May no pasaría Navidades en el Número 10…

Llegó la hora de la verdad. Una vez se ha sumido que una de las dos partes ha dejado de estar enamorada -si es que alguna vez lo estuvo- y que el divorcio es inevitable, hay que afrontar la cuestión más complicada: qué tipo de relación se quiere tener tras la ruptura. Cuando se trata del Brexit y el asunto se plantea en el Ejecutivo de Theresa May, surgen los problemas.

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