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EEUU vive su 11-M en plena carrera presidencial entre Clinton y Trump
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el isis reivindica la matanza de 50 personas

EEUU vive su 11-M en plena carrera presidencial entre Clinton y Trump

El tiroteo más mortífero en la historia del país y la mayor matanza desde el 11-S, que ha dejado por ahora 50 muertos, encaja con los temores que ensombrecen esta campaña

La conmoción por la mayor matanza sufrida en Estados Unidos desde el 11-S podría tener un impacto directo en la carrera presidencial que disputan Hillary Clinton y Donald Trump como ocurrió en España tras los atentados del 11 de marzo de 2004, cuando los atentados en los trenes en distintos puntos de Madrid ocasionaron 192 muertos y despedazaron la campaña electoral que disputaban los partidos políticos, deparando una alternancia en el Gobierno cuando todo apuntaba a un triunfo del PP. En este caso, con la amenaza yihadista, el control migratorio y la política exterior en Siria situados en el centro del discurso del candidato republicano, los analistas creen que el magnate puede sacar un enorme beneficio electoral de la masacre si consigue tocar las teclas adecuadas en los sentimientos de los estadounidenses.

[Sigue en directo las novedades informativas del tiroteo de Orlando]

Entre las cualidades de Trump se cuenta su transparencia, la naturalidad para decir lo primero que se le pasa por la cabeza sin los sofisticados cálculos políticos de sus rivales. Y ayer, horas después del tiroteo de Orlando, mostró abiertamente su satisfacción en Twitter por "tener razón" sobre el yihadismo. El líder implacable que va a meter a China en cintura, levantar un muro con México y prohibir la entrada de musulmanes en el país agradecía las “felicitaciones por tener razón sobre el terrorismo islámico radical”, pero no quiere felicitaciones, quiere “tenacidad y vigilancia. ¡Debemos ser más inteligentes!”.

El tiroteo más mortífero en la historia del país y la mayor matanza desde el 11-S, que ha dejado por ahora 50 muertos y 53 heridos, encaja con los temores que ensombrecen esta campaña electoral. Lo que en la jerga política americana se llama la “sorpresa de octubre”, un vuelco inesperado capaz de trastornar el resultado electoral. Aunque aún sea pronto para juzgar, este año la 'sorpresa' ha podido llegar cuatro meses antes en forma de miedo, la especialidad de Trump. El antiguo embajador de Israel en EEUU, Michael Oren, ha dicho que si “el motivo [del ataque] es el islam yihadista, beneficiará a Donald Trump. Saldrá enormemente reforzado”.

Durante su campaña, el candidato ha sido acusado de islamófobo por proponer vigilar las mezquitas de EEUU y prohibir la entrada al país a personas de fe musulmana. Ha dado voz a historias apócrifas sobre musulmanes supuestamente celebrando el 11-S en Nueva Jersey o soldados americanos matando a islamistas radicales con balas mojadas en sangre de cerdo. Mientras el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se dirigía a la nación para ofrecer su consuelo a las víctimas de Orlando y compartir las últimas informaciones sobre el atentado, al autoproclamado candidato “más exitoso de la historia” se le acababa la paciencia: o el presidente, ha dicho Trump, usa las palabras “terrorismo radical islámico” o tiene que dimitir.

A efectos emotivos, poco importa que se trate de un 'lobo solitario' sin conexión directa con el ISIS o de una célula organizada desde algún lugar entre Irak y Siria. Y la paradoja es cruel: los demócratas podrían sufrir una sangría de votos a cuenta de un tiroteo; y nada menos que en Florida, uno de los estados más laxos a la hora de vender armas. Lo cierto es que Obama se ha pasado dos mandatos hablando insistentemente de la necesidad de restringir el uso de armamento como el rifle de asalto utilizado ayer en Orlando. Trump, por el contrario, ha venido sosteniendo los argumentos de la Asociación Nacional del Rifle. En un país donde en los 166 días que llevamos de año se han producido 133 tiroteos indiscriminados a manos de enajenados, el único cometido en nombre del yihadismo podría acabar desequilibrando la balanza electoral.

El terrorismo sigue muy presente en la opinión pública norteamericana. Washington lidera los bombardeos contra el grupo radical Estado Islámico en Irak y Siria y las autoridades advierten sobre la amenaza de atentado en suelo americano y el peligro de los lobos solitarios, personas que deciden atacar de manera individual. Según la Fiscalía General, la justicia americana condenó en 2015 a 60 personas por delitos relacionados con el terrorismo, un récord histórico, incluyendo los cómplices del atentado de San Bernardino, que dejó 14 muertos. En este momento hay investigaciones relacionadas con el grupo terrorista ISIS en los 50 estados del país.

La presunta candidata demócrata, Hillary Clinton, ha reaccionado de forma completamente diferente a Trump: “Este es el momento de permanecer juntos, estar decididos a hacer todo lo que podamos para defender a nuestras comunidades y a nuestro país”. Y en otro tuit: “Este ha sido un acto de terror, este ha sido un acto de odio”.

Las últimas encuestas entre el magnate y su rival, Hillary Clinton, benefician a la demócrata. El sondeo de Reuters/Ipsos publicado el pasado viernes da a la antigua secretaria de Estado un 46% en la cita del 8 de noviembre, frente al 34,8% de Donald Trump. Aunque el pasado mayo era el millonario, recién ganadas las primarias, quien aventajaba a Clinton.

Los detalles del ataque

Omar S. Mateen, presunto atacante de la discoteca gay Pulse, en Orlando, había declarado su adhesión al ISIS antes de entrar a matar en la madrugada del sábado. Según las autoridades, Mateen llamó al 911 para identificarse y declarar su lealtad al líder del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi. Poco después, el ISIS reclamó la autoría del ataque en dos comunicados, en árabe y en inglés, donde se refiere a Mateen como “un soldado del Estado Islámico”. El Ramadán, que dura hasta el 6 de julio, es considerado por el grupo radical como “el mes de la conquista y la yihad”.

El atacante aparcó su furgoneta frente a Pulse, conocido club de ambiente gay y latino de Orlando, antes de las dos de la mañana. Poco después entró armado con una pistola, un rifle de asalto AR-15 y varios cartuchos de munición, y abrió fuego sobre la multitud, unas 300 personas. Los clientes se echaron al suelo en la pista de baile y tras la barra del bar. Los que estaban cerca de la puerta de emergencia, escaparon. Un policía que estaba dentro respondió con fuego; el atacante salió, volvió a entrar y la situación pasó a ser una toma de rehenes.

Las tres horas siguientes hubo comunicación, por ahora confidencial, entre la policía y el asesino. A las cinco de la mañana, el cuerpo de élite SWAT decidió irrumpir a rescatar a los rehenes. Detonaron dos explosivos para distraer al asesino; nueve agentes entraron. Durante el intercambio de disparos, el sospechoso fue abatido y un agente fue herido en la cabeza. Su casco Kevlar le salvó la vida. No está claro cuántas de las 53 víctimas fallecieron en el ataque inicial y cuántas en el último intercambio de disparos. Los agentes rescataron a 30 personas.

Omar S. Mateen, de 29 años, nació en Nueva York de padres afganos y se crió en Florida. No tenía antecedentes, pero el FBI ha reconocido que había sido investigado dos veces, en 2013 y en 2014: primero por comentarios radicales a compañeros de trabajo y luego por un posible vínculo con Mohammed Abusalha, otro ciudadano de Florida que marchó a Siria a inmolarse en las filas de un grupo radical. El FBI no pudo probar la relación. Mateen era guardia de seguridad en un pabellón de jóvenes delincuentes, sabía usar un arma. La empresa para la que trabajaba desde 2007, GS4, ha garantizado en un comunicado su colaboración con las autoridades.

[Lea aquí el perfil completo de Omar S. Mateen, autor de la masacre de Orlando]

La exmujer de Mateen, nacida en Uzbekistán, ha explicado a 'The Washington Post' que se trataba de un individuo inestable, que abusaba de ella y que la pegó repetidamente durante su breve matrimonio, entre 2009 y 2011. Se conocieron por internet y ella se mudó a Florida para casarse con él; su familia la sacó de allí cuando se enteró de los malos tratos. La exmujer ha dicho que no era muy religioso y nunca dio muestras de simpatía por ideologías radicales. Mateen se volvió a casar al menos una vez más y tiene un hijo de tres años.

El padre del joven, Seddique Mateen, había dicho en NBC News que el móvil de su hijo había sido la homofobia. "Esto no tiene nada que ver con la religión", declaró. Seddique explicó que su hijo se enfadó recientemente en Miami, cuando vio a dos hombres besándose en la calle. "Estamos pidiendo disculpas por el incidente. No éramos conscientes de que estuviese planeando ningún tipo de acción. Estamos en estado de 'shock' al igual que todo el país”, añadió.

Mateen padre también está siendo investigado por sus numerosos vídeos de apoyo a los talibanes en el canal de televisión Payam-e-Afghan, en YouTube.

Varias agencias del Gobierno se han movilizado para desentrañar lo ocurrido. La fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, ha vuelto de una reunión sobre ciberseguridad en Pekín para seguir de cerca los acontecimientos. El presidente Obama ha dicho que se trata de “un acto de terror y un acto de odio”, dado que se trataba de un club de ambiente y este fin de semana el país celebra el Orgullo Gay. “Hoy marca el tiroteo más letal en la historia de América”, declaró.

Obama ha lamentado la parálisis política respecto al control de armas, uno de los debates más divisorios en EEUU. Este ha sido el tiroteo masivo (con más de cuatro muertos, sin contar al atacante) número 173 en lo que va de año en Estados Unidos. El fusil utilizado por el presunto agresor, un AR-15, es legal en Florida y se puede encontrar en las tiendas por 449 dólares. Menos que un iPhone.

La conmoción por la mayor matanza sufrida en Estados Unidos desde el 11-S podría tener un impacto directo en la carrera presidencial que disputan Hillary Clinton y Donald Trump como ocurrió en España tras los atentados del 11 de marzo de 2004, cuando los atentados en los trenes en distintos puntos de Madrid ocasionaron 192 muertos y despedazaron la campaña electoral que disputaban los partidos políticos, deparando una alternancia en el Gobierno cuando todo apuntaba a un triunfo del PP. En este caso, con la amenaza yihadista, el control migratorio y la política exterior en Siria situados en el centro del discurso del candidato republicano, los analistas creen que el magnate puede sacar un enorme beneficio electoral de la masacre si consigue tocar las teclas adecuadas en los sentimientos de los estadounidenses.

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